(3) La destrucción del Estado de Derecho por la izquierda en Chile ,1969-1973 (por Jan Doxrud)
En virtud de lo anterior comencemos con las preguntas
¿Las personas saben que el anhelo de destruir la democracia y las libertades de las personas por medio de la violencia “revolucionaria” (en donde todo esta permitido para alcanzar la utopía) era un proyecto ya contemplado por el MIR (fieles admiradores de Castro y Guevara) en 1965 y por el Partido Socialista en 1967 (Congreso de Chillán)? El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) está muy lejos de ser el movimiento romántico e idealista que se opuso a la dictadura militar. Por lo demás el hecho de oponerse a la dictadura no dotaba, necesariamente, a este movimiento de credenciales democráticas y liberales (el hecho de que Stalin se enfrentara con Hitler en 1941 no hace del primero un paladín de la libertad). En suma no todo aquel que se opuso a Pinochet era, necesariamente, un defensor del Estado de Derecho, la democracia y la libertad como fue el caso del PS, PC, MIR o el MAPU.
Si el MIR luchó posteriormente en contra la dictadura lo hizo en nombre de otro totalitarismo criminal. El MIR nació en 1965 (Concepción) e hizo suyo los postulados de Marx y Lenin pero se vio principalmente influenciada por la Revolución Cubana, la figura de Fidel Castro y foquismo guevarista. Para ser más precisos, el MIR fue el fruto de la confluencia de diversos grupos de izquierda como el Partido Obrero Revolucionario, de orientación trotskista, liderado, entre otros, por Luis Vitale y Humberto Valenzuela. También cabe destacar la Vanguardia Revolucionaria Marxista-Rebelde (VRM-R). Esta surgió de la VRM que, a su vez nació de la fusión del POR y Vanguardia Nacional Marxista. A la VRM se unió un grupo marxista entre los que se encontraban algunos jóvenes de Concepción. Miguel Enríquez rompió con el PS para unirse al VRM. Otro movimiento que se unió fue el Movimiento Comunista Revolucionario que estaba bajo el liderazgo de Gabriel Smirnow. Fue en el congreso celebrado entre el 1 y 3 de mayo de 1964 donde el VRM se dividió en dos. En primer lugar en el VRM-Vanguardia pro-chino y anti-trotskista y el VRM-Rebelde que se inspiró con los ideales de la Revolución Cubana. Este último estaba integrado, entre otros, por los hermanos Miguel y Edgardo Enríquez, Batista van Schouwen y Andrés Pascal Allende.
En su Declaración de Principios, el MIR señala que su finalidad es el derrocamiento del sistema capitalista para sustituirlo por un gobierno de obreros y campesinos, el cual estaría bajo la dirección de los órganos del poder proletario. Su tarea primordial sería construir el socialismo y extinguir gradualmente el Estado hasta llegar a la sociedad sin clases. Este proceso de destrucción del régimen capitalista de producción implicaba un “enfrentamiento revolucionario de las clases antagónicas”. La acción revolucionaria del MIR se nutría principalmente de aquella falaz y reduccionista idea de que el motor de la historia era la lucha de clases.
Bautista van Schouwen, Inés Enríquez Espinoza (hermana de Miguel), Alejandra Pizarro y Miguel Enríquez, 1968 (http://revuedumeridion.blogspot.com/2016/01/bautista-van-schouwen-dirigeant-du-mir.html)
En lo que respecta a la Revolución cubana, el MIR señala en la “Estrategia” titulado, “Cuba, la Tricontinental y la revolución Latinoamericana” (Junio de 1966) que los revolucionarios del mundo estaban en deuda con la revolución en Cuba debido a que esta habría puesto fin a las conciliaciones prácticas y desviaciones teóricas. Con esto se quería dar a entender que el proceso revolucionario cubano lanzó por la borda cualquier idea de “vía pacífica”, “reformismo” y “gradualismo” en la lucha contra el imperialismo y la democracia burguesa. En pocas palabras, para el MIR cualquier abandono de la lucha violenta y la lucha armada de las masas constituía un acto de “desviacionismo” teórico y práctico. Así, el caso cubano constituía para el MIR “un espejo de la revolución latinoamericana”. En la página 2 del documento citado se puede leer:
“El reformismo significa un freno para el impulso de las masas y toda contemporización con esa tendencia lleva a la derrota y consiguiente desmoralización (…) La revolución latinoamericana sólo triunfará en la medida en que los jefes del movimiento rompan todo vínculo con los enemigos de clase, comprendidos entre ellos los elementos burgueses y pequeño - burgueses ligados por toda clase de lazos con el imperialismo yanqui.”
Por su parte, uno de sus emblemáticos líderes, Miguel Enríquez (1944-1974),explicaba por qué efectivamente la revolución de Fidel Castro fue una “revolución”. Leyendo sus discursos, para Enríquez, una verdadera revolución era aquella que:
-Golpea, denuncia, destruye y aplasta el poder norteamericano.
-No se limita a cambiar el régimen de propiedad jurídica.
-Combate y denuncia a los enemigos del pueblo y a los dueños de las empresas.
-Destruye la propiedad privada sobre la banca y los campos. El MIR señalaba que la reforma agraria no era un cuestión técnico o estadístico, puesto que era uno económico-histórico que estaba estrechamente vinculado con la revolución socialista en Chile (liquidar el derecho de propiedad burgués).
-Destruye la legalidad, el régimen jurídico, las Fuerzas Armadas, el Estado y las instituciones que impide el avance de los trabajadores.
En una entrevista, el ex dirigente del MIR (exiliado en 1977 en Caracas) Antonio García Sánchez [1] destaca la figura de Miguel Enríquez a quien califica como “revolucionario profesional” (Lenin) y un “partisano” (Schmitt). Carl Schmitt (1888 - 1985) caracterizaba a la figura del “partisano” de la siguiente manera:
“El combatiente que criminaliza a su adversario y se propone exterminarlo por todos los medios. Es el combatiente irregular que se confunde con la población civil y ataca por sorpresa a las tropas regulares en la retaguardia. No porta sus armas a la vista, no se identifica como combatiente, y su lucha imprevisible no renuncia a nada que pueda dañar al enemigo”[2].
En otro pasaje añade Schmitt
“El partisano moderno no espera ni gracia ni justicia del enemigo. Dio la espalda a la enemistad convencional con sus guerras domesticadas y acotadas, y se fue al ámbito de otra enemistad verdadera, que se enreda en un círculo de terror y contraterror hasta la aniquilación total”[3].
El libro de Schmitt aún seduce a parte de la izquierda retrógrada de Europa como es el caso de podemos en España. En la foto Pablo Iglesias e Iñigo Errejón (asesores y cómplices de la dictadura chavista en Venezuela)
Podríamos añadir, tal como señalé en mi artículo sobre Ernesto Guevara, que Enríquez encarnaba también la figura del revolucionario profesesional tal como lo describía el nihilista y anarquista ruso Serguéi Necháyev: un verdadero monje que renuncia a todo y dispuesto a todo por la revolución. Ante la pregunta sobre si Enríquez creía en la democracia, García Sánchez responde:
“Por supuesto que no. La función esencial de la lucha armada es terminar la democracia representativa e instalar la dictadura proletaria. Siempre ha sido la dictadura de los partidos comunistas. Me costó un mundo convencer a Miguel que presentáramos a candidato a rector de la Universidad de Chile a Andrés Pascal porque en el MIR nadie creía en las elecciones”.
Añade , ante otra pregunta
“Miguel se sabía y se puso a disposición de la revolución socialista: destruir el Chile existente, tradicional, clasista, conservador, autoritario, capitalista, burgués y construir el Chile proletario. O lo que el marxismo entiende por proletario. Una dictadura de partido a cargo de una sociedad socialista”.
En suma, el MIR nació dentro de un grupo de jóvenes educados como Enríquez, van Schouwen o Allende, que devinieron en revolucionarios vanguardistas, que creyeron representar a la clase trabajadora y ser la voz de quienes en ese entonces carecían de representación política. Fueron verdaderos profesionales de la revolución que se entregaron sinceramente y las 24 horas del día a lo que consideraron era una causa por la cual cualquier medio era legítimo. Buscaron transformar radicalmente no sólo la realidad económica y social del país, sino que también al mismo ser humano, basándose en la seductora pero peligrosa idea del "hombre nuevo" de Ernesto Guevara. En este proceso de construcción de la nueva realidad, los miembros del MIR se consideraban que estaban más allá del bien y el mal y, por ende, cualquier método era válido.
Van Schouwen y Enríquez
Van Schouwen y Enríquez
En lo que respecta al Partido Socialista, este tiene una dilatada tradición, desde el 19 de abril de 1933, tras el fracaso de la “República Socialista” de 12 días de Junio de 1932. El socialismo chileno intento mostrarse como uno autóctono, es decir, como un movimiento que respondía a las condiciones socioeconómicas objetivas de Latinoamérica. De esta manera tomaba distancia del Partido Comunista que estaba adscrito a la internacional de manera que seguía la órdenes desde Moscú. Revisemos brevemente algunas ideas del socialismo de la década de 1930 para luego referirme al Congreso de Chillan de 1967 donde se declara abiertamente marxista - leninista y a favor de la violencia para llegar al poder, algo que reiterarían en el Congreso de La Serena. También este breve recorrido nos servirá para identificar que la ideología del socialismo chileno también implicaba un proyecto dictatorial escondido tras una retórica engañosa que apelaba a los clásicos conceptos propios de Marx y Lenin. Pero lo cierto es que el proyecto socialista era impracticable sin el ejercicio sistemático de la violencia.
La República Socialista de 1932 fue fruto de un golpe de Estado blando, destacando la figura de Marmaduke Grove y la oficialidad con la complicidad de civiles que depusieron a Juan Esteban Montero quien había sucedido al dictador Carlos Ibanez del Campo (1927-1931). Esta breve República Socialista contó con el apoyo del Partido Democrático, Partido Radical Socialista, la Asamblea Liberal Democrática (balmacedista) y de Clotario Blest, quien era presidente de la Liga Social. La futura Falange Nacional condenó la "mascarada socialista" que atentaba contra la ideología social católica. Como explica Felipe Portales, el Partido Comunista aprovechó la coyuntura para emprender su propia revolución, tomándose la Universidad de Chile, estableciendo un Comité Revolucionario de Obreros y Campesinos, emulando a los soviets en Rusia.
La inestabilidad provocó un fuga de depósitos por lo que, por medio de un decreto-ley, se estableció un feriado bancario. Inestabilidad causó el anuncio de transformar el Banco Central en un Banco del Estado entre los bancos extranjeros que habían aportado fondos al capital y reservas. Como explica Portales, el uniformado de la Fuerza Aérea, Marmaduke Grove fue derrocado por el Ejército, específicamente por el coronel Pedro Lagos quien comandaba la más importante guarnición de Santiago. Grove fue enviado a Isla de Pascua y comenzó una nueva dictadura, la de Carlos Dávila , quien se comprometió en mantener el sello socialista en su gobierno. Pero, al final, este fue un gobierno estatista que ejerció la represión contra los sectores de izquierda exaltados. Por su parte, Paul Drake describe este gobierno como uno desarrollista en consonancia con el del ex dictador Ibañez del Campo que, al verse sin ayuda crediticia del extranjero, tuvo que recurrir a una política monetaria expansionista.
Fin parte 3 de 8
[1]Ex dirigente del MIR y polémica por libro sobre Miguel Enríquez: “Estábamos preparados para la guerra civil” (http://www.ellibero.cl/actualidad/ex-dirigente-del-mir-y-polemica-por-libro-sobre-miguel-enriquez-estabamos-preparados-para-la-guerra-civil/)
[2]Carl Schmitt, Teoría del partisano
[3]Ibid.