4/8-La destrucción del Estado de Derecho por la izquierda en Chile, 1969-1973: El Socialismo (por Jan Doxrud)

(4) La destrucción del Estado de Derecho por la izquierda en Chile, 1969-1973 (por Jan Doxrud)

Uno  de  los  fundadores  del  PS, Oscar  Schnake  (1899-1976)  destacaba,  en 1938, la experiencia socialista  como  una  que  buscaba  unificar a la clase trabajadora, incorporar al “pueblo” a la política y  combatir  a  la  oligarquía latifundista, bancaria  y  financiera  aliadas  del  gran  capital  extranjero. Por su parte, el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Marmaduke Grove (1878-1954),afirmaba en  1934  que  la  personalidad  del  Partido  Socialista  era  la  de ser la fuerza propulsora y guía de la revolución de los pueblos latinoamericanos. También lanza sus dardos contra la influencia de Estados Unidos en  a economía nacional y abogaba por una independencia nacional en el ámbito económico.  

Interesante son las palabras del  filósofo  y  académico  chileno  militante del PS,  Eugenio González Rojas (1903-1976)  defensor  del  un  “Socialismo  Humanista”. En  un  extenso artículo titulado “El socialismo frente al liberalismo”, el autor toma  distancia  de  las  concepción  revolucionarias del marxismo - leninismo (el  socialismo  no  se  reduce al de Marx puesto que existía desde antes de este autor) para adoptar un socialismo democrático que,  incluso,  señala  el  autor, resulta ser compatible con el liberalismo político. Defiende un socialismo en  donde  el  Estado  no  interviene activamente, en donde no se burocratiza la economía y, en fin, donde la vida del individuo no queda absorbida en la esfera estatal.

Schnake al centro y Salvador Allende a la derecha (1940)

Schnake al centro y Salvador Allende a la derecha (1940)

Ahora  bien,  el  autor  añadía  que  el  Socialismo defendía la utópica idea de la extinción del Estado en una sociedad sin clases económicas. En síntesis,  el  socialismo  según Rojas, no aspiraba a reforzar el poder político del Estado, no pretendía que fuese el Estado  el  que  planificara, regulara y dirigiera los procesos de producción y distribución  de  bienes  y  servicios y, por último, no pretendía levantar sobre las ruinas de las empresas privadas una suerte de “gran empresa” que sería el Estado burocrático y policial. En  cuanto  a  la  temática  de  la  propiedad, Rojas  añade que el socialismo sólo rechaza la propiedad privada de los medios de producción en cuanto representan  un poder económico y tienen un  alcance  social. Otra figura destacada dentro del socialismo chileno fue Julio César Jobet (1912-1980). Para  este  autor,  el  socialismo  era  heredero  de  una  extendida  tradición  que  va  desde  la Sociedad de la Igualdad, la Unión Socialista (1847) y el Partido  Socialista  (1901), así  como  de  los movimientos sindicales y sociales. El año 1932 vino a significar un renacimiento del socialismo en la forma de varios grupos: Partido Socialista Marxista, Nueva Acción Pública, Orden Socialista, Partido Socialista Unificado y Acción Revolucionaria Socialista. 

La  breve  República Socialista de 12 díasfue igualmente una experiencia trascendental, de acuerdo a  Jobet,  puesto  que  despertó  el  entusiasmo  de  las  masas  populares,  movilizó  a los trabajadores intelectuales  y  manuales  contra  la  oligarquía  nacional  y  el  capitalismo  extranjero.  Finalmente el  proceso culminó con la fundación del Partido Socialista el 19 de abril de 1933, de inspiración marxista,  puesto  que   tal   ideología   proporcionaba   un   herramienta   de   análisis de la sociedad capitalista. Para Jobet, el socialismo  representaba  las  aspiraciones  de  los  sectores  de   trabajadores manuales  e  intelectuales  destinados   a  promover  la  transformación  económica  y social de Chile, dentro de un contexto en donde Latinoamérica era víctima de la explotación del capital  extranjero y las oligarquías nacionales. Así, tenemos que el socialismo hacía suyo todo el  aparataje conceptual de Marx y Engels:  teoría  del  valor  trabajo, ley  de  tendencia  decreciente  de  la  tasa de ganancia, la  composición  orgánica  del  capital,  la  lucha  de  clases  como  motor  de  la  historia,  inexorable simplificación  de  las  contradicciones  de  clases  que  llevaría  a  una  confrontación  final  entre  la burguesía  y  el  proletariado  para  dar paso a la dictadura del proletariado que eliminase los últimos vestigios del capitalismo y llegar así a la utopía final: el comunismo. 

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En  cuanto a los postulados teóricos del Partido Socialista, Jobet menciona  los siguientes:  anticapitalista,  antiimperialista  y  antifascista. Añadía  que  se adhiere al marxismo concebido como una  doctrina  en  constante  evolución  con  lo  que quiere dar a entender que no lo considera como in doma, sino  que  como  un  método  de  interpretación de la realidad (cabe cuestionar si es posible interpretar  la  realidad  desde  una óptica marxista sin renunciar a dogmas básicos de esta ideología). Continúa  señalando  Jobet  que  el PS se opone al reformismo y a la socialdemocracia de Bernstein y de Man, así como al extremismo de  la III Internacional (por ende también se oponía al dogmatismo del  Partido  Comunista).  Más  adelante, Jobet  enumera  el  conjunto  de  postulados   básicos   del socialismo chileno. Cito algunos fragmentos extraídos de la Historia documental  del  PSCH  (1933-1993):

1) “El Partido  Socialista  acepta  como teoría y método de interpretación de la realidad al marxismo, enriquecido con todos 1os aportes científicos del constante devenir social”. Vuelve a enfatizar que el marxismo  no  es  considerado  un  dogma  inmutable  sino  que,   más  bien, “un  instrumento   de orientación social e histórica”.

2) La  actual  organización  económica  capitalista  divide  a la colectividad humana en clases sociales antagónicas: una clase reducida  que  se  ha  apropiado  de  los  medios de producción, distribución y cambio, explotándolos en su exclusivo beneficio; y otra clase numerosa que labora y produce, sin mis posibilidad de vida que su salario o sueldo. 

3) “Durante  el  proceso  de  transformación  total  del sistema, es necesaria la acción de un gobierno revolucionario representativo de los trabajadores manuales  e  intelectuales, que reemplace el régimen de producción y propiedad capitalista  por  el  sistema  de  producción  y  distribución  socialistas. El socialismo  sólo  podrá  ser  realizado  por  medios  revolucionarios  y  las  fuerzas  fundamentales  de esa revoluci6n son los trabaja- dores de la industria  y  del  campo,  de  la  técnica y de la inteligencia, poseídos de una Clara y profunda con ciencia socialista. El nuevo régimen socialista sólo puede nacer de  la iniciativa y de la acción revolucionaria de las masas laboriosas”. 

4) El  régimen  de producción capitalista, basado en la propiedad privada de la tierra, minas, fábricas, máquinas,  bancos  y  medios  de  transporte y comunicaciones, deberá ser sustituido por un régimen económico  socialista  en  que  dicha  propiedad  privada  se  transforme  en  propiedad  colectiva. La producción  socializada  se  organiza,  según  una  planificación  científica,  en  beneficio  de  toda  la comunidad y la distribución se realiza conforme a las necesidad”.

El embrujo de Castro y la Revolución en Cuba

El embrujo de Castro y la Revolución en Cuba

Teniendo  en  consideración   lo s ideales  a  los  que  se  adscribió  el  Partido  Socialista  chileno,  el Congreso de Chillán de 1967 no resulta ser ninguna sorpresa, más bien es  una  consecuencia  lógica, puesto que la violencia era la úncia manera de alcanzar la utopía final.  En  este  Congreso  El  PS se autoproclamó  como  una organización marxista-leninista, que planteaba la toma del poder como objetivo estratégico con el  objetivo de instaurar un Estado Revolucionario que liberase a Chile “de la dependencia y del retraso económico  y cultural e inicie la construcción del Socialismo”. En segundo lugar, el PS declaró que la violencia revolucionaria era inevitable y legitima, y que constituía la única vía para hacerse con el poder económico  y político. También constituía la única vía para su posterior defensa  y  fortalecimiento. Así  se  puede leer: “Sólo  destruyendo  el  aparato  burocrático  y  militar del estado burgués, puede consolidarse  la  revolución  socialista”.  Por  último, el  PS  declaraba  que las  formas  pacíficas  o  legales  de  lucha no conducían por si mismas al poder. “El Partido Socialista las considera como instrumentos limitados  de  acción, incorporados al proceso político que nos lleva a la lucha armada”. También el PS demostraba su admiración hacia la  revolución  castrista  en  Cuba a la cual consideraba un modelo a seguir. Como señala Joaquín Fermandois:

 “Se  ha  hablado  sobre  la  influencia  de  la  Revolución  Cubana  en  la  izquierda,  especialmente entre los  socialistas.  La  orientación  hacia  modelos  radicales   había  ido  cohesionando   más   y   más   a   la izquierda.  Ningún  reformismo,  dicho  con  ademán  despectivo, ni  ninguna socialdemocracia, dicho con dejo inquisitorial, podrían ser sucedáneos de una verdadera  revolución  socialista,  aunque  se  admitieran diferencias, a veces serias, en cuanto a los métodos  y  la  velocidad  del  proceso que se pretendía impulsar,. Esta tendencia no fue creada sino que reforzada por la Revolución Cunaban en 1959”[1]

En otra obra, escribe Fermandois:

“La   Revolución  Cubana  tuvo  un  efecto  incalculable  en  la  izquierda  chilena  al  capturar  el   alma del  Partido  Socialista de manera casi total, al menos hasta 1973. Las nuevas formaciones de la izquierda entre 1965-1973  tomarían  en  diverso  grado  a Cuba como un modelo. El MIR, fundado en 1965 (…) tenía como propósito exclusivo imitar como modelos  la  vía  cubana  de alzamiento armando y el régimen de Castro. El  MAPU, nacido en 1969 como una especie de izquierda de  la   Democracia  Cristiana,  en poco tiempo  adquirió  un  lenguaje  que  lo hizo entusiasmarse con Cuba (…) En definitiva, la aparición de la Cuba revolucionaria consagraría a la  izquierda chilena en su casi totalidad a un modelo de sociedad y de sistema político que sería diametralmente distinto y contradictorio con la democracia chilena”[2].

Por su parte Eduardo Boeninger (1925-2009) afirmaba:

“(…) la  revolución  cubana  izquierdizó  al  Partido  Socialista  de  modo  tal  que  lo s comunistas pasan a ser vistos como burocráticos y conservadores, situación  intolerable  para  un  partido  que  desde  siempre había sido el único dispensador  legítimo  de  las medallas del progresismo proletario y revolucionario. Dos hechos del período fueron decisivos para dejar al PC en tan incómoda posición: el Congreso de Chillán del Partido  Socialista  en  1967  y  el advenimiento del MIR y su control por la ultraizquierda, encarnada en Miguel Enríquez, Andrés Pascal Allende, y otros, a partir de ese mismo año”[3].

Como bien escribió José Rodríguez Elizondo en su obra "la crisis de las izquierdas latinoamericanas",  el ultraizquierdismo latinoamericano arribó con un año de adelanto a su cita con la década de los sesenta, específicamente el 2 de enero de 1959, con la revolución en la isla de Cuba. El autor señala que este proceso constituyó la partera e institutriz de los movimientos revolucionarios posteriores.

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 Otro  grupo que  optó  por  la vía armada para socavar la democracia liberal fue el Movimiento de   Acción  Popular  Unitaria  o  MAPU. Este  movimiento  nació  el  18  de  mayo  de 1969 en la Empresa de Transportes Colectivos del  Estado  a  partir  de  un  escisión  de   “rebeldes”  del  Partido Demócrata  Cristiano,  liderados  por  parlamentarios  rebeldes  y  la  figura de Jacques Chonchol. El MAPU hizo suyo los postulados de Marx  y transitar hacia  una  sociedad  socialista y por ello fueron parte  integrante  de  la  Unidad  Popular  que llevó como candidato presidencial a Salvador Allende. Cabe  señalar  que  personas  pertenecientes  al  este  movimiento  ocuparon cargos relevantes bajo la presidencia de Allende: Chonchol como ministro de Agricultura,  Oscar  Guillermo  Garretón  como subsecretario  de  Economía  y  José  Antonio Viera-Gall o como  subsecretario  de  Justicia. El Mapu sufrió divisiones internas a la hora  de  definir  su  identidad  ideológica,  enfrentándose  una  facción cristiana  frente  a  aquellos  que  defendía  la  idea de que el MAPU debía definirse como un partido marxista - leninista,  liderados  por  Rodrigo Ambrosio  quien  trató  de  compatibilizar  cristianismo y marxismo. Como explica Cristina  Moyano  en  su  estudio sobre el MAPU, hacia 1971, el MAPU había decidido convertirse en el tercer partido de  izquierda  marxista del país. El MAPU como otros conglomerados, sufrió una escisión interna, de  la  cual  emergió  el  MAPU Obrero Campesino, pro comunista que tomó distancia de la facción de Garretón.

Partido  como  el PS y PC, así como el MIR, no eran simples partidos y movimientos, puesto que su grado de disciplina, compromiso  y  entrega a la “causa” eran totales. Comos eñala Fermandois, tanto el PC como el PS  tenían  una  frondosa  organización que envolvía al militante de manera completa, lo que  se  traducía  en que sus vidas eran regimentadas hasta en los aspectos más insignificantes. Así, añade Fermandois,  que no se era comunista de la misma manera que alguien era demócrata cristiano o  conservador.  Este  punto  es  importante  para  comprender  el  alcance  de  la  ideología marxista-leninista, que constituye un metarelato omniabarcante que exige de sus adeptos una entrega y sumisión total. 

[1]Joaquín Fermanoids, Mundo y fin del mundo.Chile en la  política mundial 1900-2004., p.335

[2]Joaquín Fermandois, La Revolución inconclusa. La izquierda chilena y el gobierno de la Unidad Popular, p.193-194.

[3]Eduardo Boeninger, Gobernabilidad. Lecciones de la experiencia, p.165