Christopher Dawson y las raíces cristianas de Europa: proceso de secularización
¿En qué consiste este proceso de secularización al que hace referencia Dawson? El autor traza una genealogía para dar cuenta de cómo fue gestándose este proceso en el seno mismo de la cultura occidental cristiana. La civilización cristiana, si bien se caracterizó por una amplia unidad bajo el catolicismo, en realidad subyacía una heterogeneidad social y cultural producto de la incorporación de diversas tradiciones, desde aquella encarnada en los pueblos pertenecientes a la cuenca del Mediterráneo y aquellos pueblos ubicados al norte, en Alemania y Escandinavia.
Dawson destaca un rasgo esencial de la civilización occidental: el cambio, la sucesión y alternancias de “fuerzas espirituales”. Añade Dawson que sólo una vez se intentó en la historia de Europa occidental el intento de crear un orden sagrado, unitario y omnicomprensivo comparable al del mundo bizantino. Este fue el intento llevado a cabo por el Imperio carolingio que pretendió constituirse en una suerte de monarquía teocrática “que pretendía regular por decretos legislativos e inspección gubernamental cada detalle de la vida y del pensamiento, hasta el método del canto eclesiástico y los reglamentos de la vida monástica”.
Así, pues, Dawson afirma que, fuera de este “infortunado” episodio, Occidente una organización de la cultura aparte de la Iglesia.
Ahora bien, la Iglesia católica nunca constituyó una teocracia al estilo oriental, “dado que tal cultura implicó un dualismo entre el poder espiritual y el temporal que produjo una tensión interna en la sociedad occidental y fue una fértil fuente de crítica y cambio”. Lo mismo señalaba años después Jacques Le Goff (1924 - 2014), cuando escribió que una de las características del Occidente que emergió de las ruinas del Imperio Romano fue su rechazo de un poder teocrático(a diferencia de Bizancio). En palabras de Braudel:
“En Occidente, el poder religioso corresponde a la Iglesia y al papa, el político al rey. El precepto evangélico regula la dualidad de poderes: Dad al César lo que es del César. Europa va a escapar al monolitismo teocrático que paralizó a Bizancio y sobre todo al Islam después de haber favorecido la expansión”.
A pesar de esta inexistencia de un poder monolítico que ejerciera un dominio absoluto sobre la cristiandad europea, esto no constituyó un factor que destruyera la continuidad de la tradición occidental. Tenemos entonces que el sello de Occidente es la unidad en la diversidad y la de un cambio constante que no destruye la tradición. Tal como explicaba Le Goff, el esbozo de Europa se dibujó sobre una doble base. La primera es la comunitaria modelada por la religión y la cultura. La segunda es la diversificada, representada por los distintos reinos fundado en diversas tradiciones étnicas. Le Goff concluye lo siguiente:
“Ésa es la prefiguración de la Europa de las naciones, porque desde sus orígenes Europa muestra que de la diversidad de naciones puede hacerse la unidad: naciones y unidad europea están relacionadas”.”
Pero sucede que va a comenzar a gestarse un cambio que pondrá en peligro lo que Dawson denomina como tradición occidental: la secularización. Dawson explica que la pluralidad subyacente de tradiciones culturales en Europa se expresó en el despertar del espíritu nacional y la formación de culturas nacionales separadas. Estas alcanzarían su pleno desarrollo en la época del Renacimiento y la Reforma. Este proceso marcaría el comienzo de la fractura de la unidad medieval producto de un movimiento centrífugo que repercutió en la cultura y en la religión. Esta fractura tomó la forma de un división entre el sur de Europa y el la Europa septentrional. En el sur se dio un despertar nacional así como una renovación del interés de los estudios clásicos, una vuelta al pasado glorioso de Grecia y Roma.
La Europa del sur se hizo más latina y la del norte más teutónica y, no sólo eso, sino que también la cristiandad misma sufriría un golpe que introduciría una grieta que no haría más que abrirse hasta que el cristianismo quedó completamente dividido: por un lado el catolicismo reinante en el sur de Europa y, por el otro, Iglesias nacionales e independientes como el caso de la Iglesia anglicana bajo el liderazgo de Enrique VIII. Un personaje medular dentro de la Reforma fue el monje agustino Martín Lutero.Como explica Dawson, la originalidad de Lutero – un hombre que desde el punto de vista intelectual era más cercano al medioevo que a la Edad Moderna – radicó en la fuerza de su vida emocional. En palabras de Dawson:
“El encarna la encarnación del espíritu nacional germano contra toda influencia sentida como extraña o represiva, contra el ascetismo y todo lo que refrenaba la libre expresión de los instintos naturales, contra el intelectualismo de Aristóteles y santo Tomás, contra toda la tradición latina, sobre todo contra la curia romana y sus funcionarios italianos que, para él, eran los representantes del Anticristo y los archienemigos del espíritu germano”.
En suma, para Dawson, la reforma de Lutero consistió en desintelectualizar la tradición católica. No está de más recordar que para Lutero la razón estaba intrínsecamente corrompida y que, por ende, no era un instrumento por medio del cual se podía acceder a Dios. Es más Lutero llegó a afirmar que la razón era la mayor prostituta del diablo, una prostituta nociva, devorada por la sarna y la lepra que debía ser pisoteada y destruida, ahogada en el Bautismo. Así la unión entre fe y razón se resquebrajando y junto a ella la tradición escolástica. A esto Dawson añade que el protestantismo fue una religión de la acción que, fruto de su hostilidad hacia el monasticismo y el ascetismo, destruyó el ideal contemplativo sustituyéndolo por la norma del deber moral práctico. Ahora bien, Dawson afirma que en el sur del continente europeo, el Renacimiento también llevó a cabo un proceso de secularización que se tradujo en un alejamiento del claustro, de la vida contemplativa del monje para acercrase al mundo, a la vida activa de la sociedad laica. En palabras de Dawson:
“La vida ya no será vista como un mero peregrinar hacia la eternidad, sino más bien como una especie de arte en el cual debe cultivarse toda oportunidad de conocimiento y de gozo. Así como los exploradores de esa época descubrieron un nuevo mundo, así los artistas y los letrados redescubrieron la naturaleza y la humanidad”.
Del genio renacentista, continúa explicando el autor, y del idealismo matemático platónico surgiría la ciencia moderna que constituiría otro punto de tensión dentro de la cultura occidental por la relación de fricción que mantuvo con la religión, aunque esto no fue obstáculo para que surgieran genios tanto del norte de Europa como del Sur, es decir, desde un Galileo hasta un Newton. A medida que transcurren los años el proceso de secularización se acentuaría hasta tal punto que filósofos como John Locke, llegarían a afirmar que el primer deber de un gobierno no es defender la fe, sino que la propiedad privada, en palabras de Lord Acton, pasamos del derecho divino de los reyes al derecho divino de los propietarios.
Luego surgirían las críticas de los filósofos de la Ilustracióny la aparición de sustitutos de la religión teísta como por ejemplo el deísmoy, en el siglo XX, las religiones políticas como es el caso del marxismo-leninismo. La idea de progreso también constituyó una crítica de la religión en el sentido de que esta constituía una etapa de la infancia del ser humano que debía ser superada, idea que defendió Auguste Comte (1798-1857)y su fase los tres estadios. Dawson hace alusión al fenómeno del totalitarismo y su vocación de crear mitos históricos que se transformen en una base psicológica para lograr la unidad social. Ahora bien, Dawson introduce una distinción entre estas ideologías políticas y “fe”. En relación con la segunda escribió Dawson:
“La fe (…) mira más allá del mundo del hombre y sus obras, introduce al hombre a un nivel de realidad superior y más universal que el del mundo temporal al que pertenecen el Estado y el orden económico; por ello la fe introduce en la vida de los hombres un elemento de libertad espiritual que puede ejercer un influjo transformador y creativo en la cultura social y en el destino histórico, así como en la experiencia interior y espiritual del ser humano”
Así, Occidente atraviesa una serie de transformaciones que son propias de la dinámica de las culturas. En su concepción orgánica de la cultura, Dawson distinguía 5 tipos principales de cambio, aunque son sólo dos los que consideraba más cruciales. El primero es el cambio que se da cuando dos culturas diferentes se mezclan entre sí como consecuencia de una conquista y el contacto pacífico. El otro tipo de cambio es aquel que sucede cuando una cultura modifica su modo de vida debido a que adopta nuevas creencias y conocimientos lo cual trae como consecuencia un cambio en su interpretación de lo que es la vida, así como su concepción de la realidad. Tal es el caso de los cambios de paradigma por los que ha atravesado la historia humana debido a los avances de la ciencia que nos abren nuevas dimensiones de la realidad y de la interpretación de esta misma.
Pero, al parecer, Dawson vio en la cultura occidental una excepción a estos cambios, es decir, esta cultura, a diferencia de las demás, ha sido la única que ha experimentado un proceso de evolución tan continuo durante los últimos novecientos años. Así, se puede aventurar la idea de que en la cultura occidental prevalece la estabilidad lo que vendría a significar que todos los cambios que puedan darse ocurrirán dentro de esta cultura, pero la cultura en sí misma no se verá afectada lo haría de la civilización occidental una capaz de absorber y asimilar todos los quiebres que se generen en su interior. Después de todo el cristianismo, una religión proveniente de “Oriente”, logró introducirse en el imperio romano bajo Constantino y Teodosio, logró sobrevivir al desmoronamiento del Imperio romano, a las invasiones de los germanos, al período de la atomización del poder durante el medioevo y a las monarquías absolutas.
Ahora bien, esta capacidad de supervivencia de Occidente no está asegurada puesto que una de las formas más efectivas para destruir completamente la cultura es destruyendo su religión, ya sea sustituyéndolas por las banderas del nacionalismo, la ciencia, la democracia o el socialismo. Cada una de estas sacraliza a algún elemento. La democracia sacraliza al pueblo soberano, el socialismo sacraliza al proletario y al trabajo y el nacionalismo sacraliza la patria. Sea como fuere, sólo una crisis espiritual podría acabar con Occidente. La religión constituye el alma de Occidente puesto que, de acuerdo a Dawson, constituye el primer principio de la unidad espiritual y creadora de valores morales.
Fuentes consultadas
1-Christopher Dawson:
-Historia de la Cultura cristiana (FCE)
-Hacia la comprensión de Europa (Rialp)
2-César Corcuera, Religión y Cultrua en Christopher Dawson (http://dadun.unav.edu/handle/10171/9502)
3-Jacques Le Goff, La vieja Europa y el Mundo Moderno
4-Europe, Christianity, and the Thought of Christopher Dawson
5-The Great Historian of Culture: Christopher Dawson
http://www.theimaginativeconservative.org/2011/03/great-historian-of-culture-christopher-dawson.html
6-Christopher Dawson: The Historian of the Twentieth Century
7-Christopher Dawson—Christ in History
https://www.crisismagazine.com/1996/christopher-dawson-christ-in-history-2