4/4-Libro: Los orígenes intelectuales del Tercer Reich (por Jan Doxrud)
Un ejemplo de comunidad fundada fue la de Eden (Alemania) cuyo artífice fue el “Lebensrefromer” Bruno Wihelmi (1865-1909). Como explica Mosse, si bien en un comienzo esta comunidad vegetariana no presentaba rasgos propiamente “völkisch”, posteriormente desarrollaría “cada vez más un ethos de carácter völkisch”. Otro autor que aborda Mosse es Willibald Hentschel (1858-1947) quien solo teorizó sobre el establecimiento de un asentamiento denominado Mittgart. Este asentamiento – integrado por los “más aptos” – se basaría en una vida rural y el trabajo agrícola.
En Mittgart no se permitiría el comercio y el uso del dinero, y se permitió la poligamia como un medio para intensificar la tasa de natalidad. En materia educativa, los niños no tendrían contacto con la educación formal hasta los 16 años y su enseñanza se limitaba al canto en coro, lectura de cuentos en grupo y el manejo de las armas. Como escribió Mosse, el objetivo no era fomentar la capacidad de razonamiento, sino que estimular la emocionalidad y la destreza física. Sobre el proyecto teórico de Mittgart y las “utopías germanas” en general, Mosse concluye que “abastecieron y estimularon el anhelo de materialización de la ideología” y que, además, estas reflejaba la ideología “völkisch” por lo que no había elemento alguno que no derivase de este:
“Mittgart se basaba en la teoría racial que afirmaba la belleza intrínseca de la raza aria, y, como la mayoría de los enunciados raciales, equiparaba las características internas con las externas. La raza aria era la raza rubia, perfectamente proporcionada. En consecuencia, la creencia de que la belleza exterior era el espejo de la belleza del alma llevó a Hentschel a ensalzar el físico ario y a fomentar el culto al cuerpo”.
Pasemos a examinar el tema de los estereotipos existentes en torno a la figura del judío en Alemania. Los judíos eran retratados por los antisemitas como seres desarraigados, es decir, carentes de una patria propia y, por ende, elementos contaminantes dentro de la nación alemana. También se los identificaba al proletariado “problemático, malévolo y perezoso” como afirmaba el mencionado Wilhelm Heinrich Riehl. Sumado a esto el gueto estimulaba la tanto la imaginación como la fabricación de historias, prejuicios y estereotipos.
Ejemplo de esto es la novela Biarritz (1868) de Hermann Goedsche (1815-1878) (usó el pseudónimo de John Retcliffe) en donde se presenta a los judíos como conspiradores que buscan dominar el mundo, un tema que será nuclear dentro del antisemitismo y en aquella obra surgida del imperio ruso: Los Protocolos de los Sabios de Sión. Otra obra es “Soll und Haben” (Débito y Crédito) publicada en 1855 por Gustav Freytag (1816-1895). Aquí el personaje Veitel Itzig representa todos los defectos asociados al judío: feo, avaro, carente de humanidad, cruel y fraudulento.
Por su parte, Wilhelm Raabe (1831-1910) presentaba en su novela Hunger Pastor (El pastor del hambre) a dos amigos – uno cristiano y otro judío – en donde el segundo es representado como un ser ambicioso, cruel. Así, y como comenta Mosse: “No era solo la raza, la nacionalidad o la religión lo que estaba en juego: era todo un estilo de vida lo que corría peligro a causa de los valores ajenos”. A esto se sumaba la acusación de asesinatos rituales como los que denunció el teólogo católico, August Rohling (1839-1931), en su “Der Talmudjude” (El Talmud judío). Si bien el personaje cayó en desgracia sus ideas quedaron rondando a lo largo de parte del continente europeo.
Mosse aborda someramente al filósofo, economista y teórico racista Karl Eugen Dühring (1833-1921), autor de “Die Judenfrage” (La cuestión judía). Dühring vinculaba a los judíos con la depravación cultural, moral y conductual, y ni siquiera aceptaba a aquellos asimilados y bautizados. Lo interesante de las ideas de Dühring fue la adopción de un socialismo de tipo autárquico en donde se idealizaba la expresión de la voluntad general del pueblo. En este sentido, se alejaba del elitismo “völkisch” y su aversión a la política masas.
Como afirma Mosse, Dühring ligaba su antisemitismo a una urgencia democrática, es decir, el judío era un obstáculo a la unidad de intereses del Volk que se expresaba en la voluntad general. En palabras del historiador: “La voluntad democrática expresaría los intereses del Volk y los llevaría a la victoria en una prueba de fuerza racial”. No está de más recordar que Friedrich Engels escribió una obra en contra de Dühring, ya que este último estaba proponiendo una nueva forma de socialismo alejado de los postulados del marxismo.
Karl Eugen Dühring
Otro autor que aborda Mosse es Otto Böckel (1859-1923), representante de los “proletarios académicos”, bibliotecario de profesión, culto y con un doctorado. Fue diputado y un agitador profesional. Böckel era parte de esa vertiente antisemita que se alejaba del elitismo para buscar apoyo en las masas y, por razón de esto, este sector recibió críticas de la derecha antisemita. Habían quienes llamaban directamente a la violencia como el empresario Carl Paasch (1848-1915) quien, de acuerdo con Mosse, hablaba de matar a los judíos como solución pero, al no ser posible, podían ser enviados a Nueva Guinea. Otro violento antisemita fue Hermann Ahlwardt (1846-1914), quien redactó un programa que implicaba que los judíos fuesen declarados extranjeros en Alemania, fuesen excluidos de todos los ámbitos de la vida en la nación, se les confiscara sus excedentes de capital y que todos fuesen deportados.
Ahora bien, la institucionalización de la ideología “völkisch” – afirma Mosse – fue por medio de la educación siendo el personal docente su principal difusor. No obstante lo anterior, Mosse reconoce que la investigación sobre el papel de esta ideología en el plano educativo es complejo. La razón es que la estructura federal de Alemania impedía la estandarización nacional de la educación, de manera que solo es posible analizar casos representativos. El autor cita el estudio del historiador Ernst Weymar (1920-1986) de los manuales de historia del siglo XIX en donde encontró una evidente influencia del pensamiento “völkisch”.
Ejemplo de las representaciones estereotipadas de los judíos
Gradualmente la influencia del cristianismo dio paso a una fe germánica elogiaba el espíritu de los antepasados germánicos, se condenaba la modernidad. Reformadores pedagógicos, como Ludwig Gurlitt (1855-1931), eran partidario de una educación que priorizara la constitución natural del hombre por sobre el intelecto, por lo que había que promover el desarrollo natural de los niños. En lo que respecta a las disciplinas académicas solo se toleraban aquellas que pudiesen ser subordinadas a los objetivos de la ideología como era el caso de la historia, la literatura y la filosofía. Sin embargo el conocimiento práctico y experiencial era lo fundamental. En palabras de Mosse:
“(…) el amo a la patria no se podía adquirir a través de la enseñanza reglada, sino solo a través del amor a la Heimat, el terruño. Gurlitt exhortaba a los estudiantes a descubrir su más elevado sentido religioso por medio de la naturaleza, en vez de perder el tiempo diseccionando parábolas de la Biblia (…) En vez de taladrarles el cerebro con asignaturas escolásticas abstractas, los estudiantes debían dedicarse a perfeccionar sus habilidades en talleres y aprender a conocer la naturaleza y la tierra. Para revivir, el Volk no necesitaba labradores desarraigados, sino personas que cuidasen primorosamente de la tierra o mantuvieran las tradiciones artesanas”.
La ideología “völkisch” también logro infiltrarse a través del Movimiento Juvenil fundado en 1901 y que experimentaría un crecimiento considerable a lo largo de los años posteriores. Como afirma Mosse, estos estaban integrados en gran parte por chicos de entre 14 y 18 años, que se vieron expuestos a la ideología por medio de sus líder. Ahora bien, para estos muchachos, estas organizaciones representaban la posibilidad de compartir con otros, cantar, jugar e ir de excursión al campo. El ámbito universitario también fue terreno fértil para la ideología “völkisch”, lo que incluía tanto al estudiantado como al profesorado, y en donde las preocupaciones nacionales prevalecían sobre otros problemas.
1930
La Asociación de Estudiantes Alemanes fundada en 1881 se mostraban contrarios tanto al materialismo, el racionalismo, el liberalismo y los judíos. Con la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, el caos económico y el establecimiento de la República de Weimar (1919), Mosse señala que el antisemitismo se hizo más virulento. Fue común la creencia en la Dolchstoßlegende, una teoría conspirativa en virtud de la cual el ejército alemán fue “apuñalado por la espalda” por el enemigo interno: judíos y revolucionarios comunistas.
Por su parte, los académicos universitarios, como afirma Mosse, o vivían recluidos en sus especialidades o despeñaban el papel de profetas. Algunos era serviles al poder político del cual dependían de manera que defendían statu quo, otros promovían el nacionalismo germano y habían quienes defendían el liberalismo. Un ejemplo de académico nacionalista y antisemita fue el historiador Heinrich von Treitschke (1834-1896) quien enseñaba en la Universidad de Berlín.
Frente a este habían académicos liberales como el reputado historiador Theodor Mommsen (1817-1903) quien criticó a Treitschke por su nacionalismo. Ahora bien, de acuerdo con Mosse los académicos y estudian tes liberales eran minoría y que, a partir de la década de 1880, “los profesorados hicieron poco o nada por desalentar la creciente ola de antisemitismo”.
Como señalé más arriba, la derrota alemana constituyó una conmoción interna que afectó a diversas ámbitos de la vida de sus habitantes. Tenemos el frustrado experimento de la República Soviética de Baviera (1918-1919), el levantamiento espartaquista de izquierda en Berlín (1919), el frustrado golpe de Estado por Wolfgang Kapp (1920) y el “putsch” de Münich donde participó Erich Ludendorff y Adolf Hitler (1923). Como escribió Mosse: “El año 1918 trajo consigo las circunstancias que justificaron lo temores de los pensadores völkisch. Se había perdido una guerra, y el prestigio de la nación se había debilitado.
Wolfgang Kapp
A la izquierda de Hitler se encuentra Ludendorff
Palabras finales
Sin duda el nazismo no se reduce al pensamiento “völkisch”, sino que adoptó algunas de sus ideas. Otro punto importante es comprender el complejo escenario intelectual de Alemania que hace que sea problemático que, desde el presente, adoptemos categorías tan imprecisas como de derecha o izquierda para aplicarlas al nazismo. Como he señalado en otros artículos, estos últimos dos conceptos hay que entenderlos en su contexto histórico. Como pudimos ver, entre los nacionalista alemanes existían socialistas no marxistas, que rechazaban el capitalismo, el mundo financiero, el interés y la especulación en torno a la tierra. ¿esto último hace de ellos personas de derecha o izquierda? Por ende, hay que aprender a pensar fuera de esa visión rígida y simplista en donde el mundo político se divide en solo dos categorías.
Debemos, por lo demás, considerar que el nazismo mantuvo distancia del pensamiento “völkisch”. Por ejemplo, no despreció la ciencia, la técnica y la tecnología, aunque tuviesen un uso mortífero e inhumano. Si bien Hitler y su partido criticaron a este movimiento, Mosse afirma que fueron por razones partidistas. Así el autor es claro al afirmar en el prefacio que el nacionalsocialismo fue un movimiento völkisch.
A diferencia del elitismo de ciertas facciones, el de Hitler apeló a las masas y pretendía llevar a cabo una verdadera revolución como parte de un proyecto que constituía una tercera vía entre el marxismo y el liberalismo (como todos los fascismos). Pero con Hitler esta revolución se transformaría en una de tipo racial, esto es, una revolución antijudía. En palabras del historiador:
“Este es el origen, pues, del éxito de Hitler: su capacidad para transformar los anhelos revolucionarios y los agravios de un gran sector de la población en una revolución antijudía. Se señaló como la encarnación del enemigo, no al gran capitalista, no al intermediario económico, sino al judío (…) se trasladó a ellos la culpa, en vez de a los verdaderos orígenes de la crisis en Alemania”
Más adelante añade:
“Esto no quiere decir que el antisemitismo de Hitler fuese una mera estrategia oportunista para alcanzar el poder y mantenerse en él. Al contrario, precisamente porque era una creencia sincera, cuyo dinamismo logró hechizar a la nación, Hitler pudo conducir a su partido a la victoria”.
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