2/4-Libro: “El triunfo de la injusticia. Cómo los ricos eluden impuestos y cómo hacerles pagar (por Jan Doxrud)
Saez y Zucman se refieren a la “curva de Laffer” y a la supuesta causalidad que nos dice: menos impuesto significa más beneficios que una empresa puede invertir, lo cual constituye un motor para el crecimiento que fomenta la expansión comercial, la creación puestos de trabajo y el impulso de los salarios. Frente a esto los autores señalan al comienzo del capítulo 5 que tal cadena causal es el resultado de “poses ideológicas ajenas a los hechos”.
Es por ello que en el capítulo 8 afirman que hay que ir “más allá de Laffer” lo cual implica no basarse en exceso “en gráficas dibujadas en servilletas que ignoran la historia, la política y las relaciones de poder en una economía de mercado”. Más adelante volveremos sobre el tema de cual sería aquel umbral que no debería transgredirse en materia impositiva producto de los incentivos que podría generar.
Entremos ahora a examinar con mayor detenimiento el contenido del libro. En el capítulo 1 los autores aclaran un concepto que es central: el de renta nacional. Esta consiste en toda la renta acumulada por los residentes de un determinado país. Incluye todas las ganancias de las corporaciones, dividendos, beneficios no distribuidos, beneficios complementarios que reciben los trabajadores, como las contribuciones a los seguros médicos privados.
Añaden los autores que este concepto, aunque se relaciona estrechamente con el PIB, no son lo mismo. En primer lugar, para pasar del PIB a la renta nacional se debe descontar la depreciación del capital, esto es la pérdida de valor que sufren las máquinas, equipos y edificios a lo largo del proceso de producción. En segundo lugar en la renta nacional se debe incluir los ingresos que, en este caso, Estados Unidos recibe desde el exterior y restar lo que paga al extranjero.
https://www.wallstreetmojo.com/laffer-curve/
Teniendo cuenta estos dos puntos, los economistas señalan que la renta nacional estadounidense ascendía en el año 2019 a 18,5 billones lo que significa que, en promedio, cada uno de los 245 millones de adultos recibía 75.000 dólares. Ahora bien, la realidad es que la mayoría de los estadounidense gana menos que esa cifra y otros ganan muchos más.
Tal como explican en el capítulo 5 el trabajo y el capital (propietarios del capital) son las fuentes de toda renta. Existen trabajos menos o más intensivo en capital o trabajo, pero la fuente es siempre la misma. La renta del trabajo es aquella pagada a los trabajadores en la forma de sueldos, salarios y beneficios complementarios como el seguro médico y prestaciones por jubilación. Por otro lado, la renta del capital es aquella que le corresponde a sus propietarios y viene en la forma de ganancias corporativas, intereses para los poseedores de bonos, alquileres pagados a los propietarios, etc.
Para analizar la distribución de la renta, Saez y Zucman dividen la población en cuatro grupos. El primero es la “clase trabajadora” integrada por 122 millones de adultos que conforman la mitad inferior de la pirámide de la renta. La renta media de este grupo en el año 2019 era de 18.500 dólares antes de impuestos y transferencias (casi una cuarta parte de la renta media nacional).
El segundo grupo es la “clase media” (40% siguiente) que gana en promedio 75.000 dólares antes de impuestos y transferencias (es decir coincide con la renta nacional promedio). El tercer grupo es la “clase media alta” (9% siguiente) conformado por 22 millones de adultos y que goza de una renta media de 220.000 dólares. Por último tenemos al 1% que son los 2,4 millones de estadounidenses más ricos y que ganan en promedio 1,5 millones anuales.
En 1980, explican los autores, el 1% más rico ganaba algo más del 10% de la renta nacional, mientras que el 50% más pobre ganaba alrededor del 20% de la misma. Tal situación ha ido mutando y en la actualidad el 1% más rico gana más del 20% de la renta nacional, en tanto que la clase trabajadora percibe un 12% de la misma. Siguiendo a los autores, los pobres pagan mucho por concepto de impuestos y los culpables son dos. El primero son los impuestos sobre los salarios lo cual se traduce en que los trabajadores en los deciles inferiores ven reducida su nómina en un 15,3% (debido al 12,4% destinado a la Seguridad Social y el 2,9 para Medicare).
El segundo culpable son los impuestos sobre el consumo (no confundir con el IVA que no existe en Estados Unidos). Como afirman los dos economistas, no hay impuestos sobre la ventas de tickets para asistir a la ópera ni por vender sus servicios como abogado, pero sí los hay a la hora de comprar electrodomésticos, ropa y los impuestos especiales al alcohol o al tabaco. En palabras de los autores: “Esta peculiaridad se traduce en que el consumo de los pobres (los bienes) está gravado, mientras que el de los ricos (los servicios) está exento en gran medida”.
Así, y esto es uno de los temas centrales del libro, existen personas millonarias, pero que tienen una base imponible baja. Los autores se preguntan por qué razón los ricos pagan menos. En el caso del impuesto a la renta tenemos que muchas modalidades de ingresos están exentas desde un punto de vista legal. Saez y Zucman citan el caso de Mark Zuckerberg cuya compañía obtuvo en el año 2018 20.000 millones de beneficios. Zuckerberg, al poseer cerca del 20% de Facebook obtuvo 4.000 millones de dólares pero, como Facebook no pagó ningún dividendo, esos 4.000 millones no pagaron impuestos sobre la renta individual.
Lo que sí paga Zuckerberg es el impuesto sobre sociedades que corresponde a su participación en Facebook. Pero aquí entra en juego la creatividad aplicada al modo de eludir tal obligación que es un tema que los autores desarrollan posteriormente. A parte de la elusión también tenemos la transformación que ha sufrido el impuesto a la renta personal el cual ha pasado a ser uno que grava solo el trabajo y no el capital. En palabras de Saez y Zucman:
“La única categoría de ingresos que no se beneficia de ninguna excepción, deducción, tipo reducido ni ningún otro favor son los salarios. En cualquier nivel de ingresos, los asalariados están sujetos, por tanto, a más cargas fiscales que quienes obtienen sus rentas de la propiedad.. Más en general, las personas con idénticas ganancia pueden tener facturas tributarias sumamente diferentes en función de la clasificación legal (con frecuencia arbitraria) de sus ingresos”.
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La falta de progresividad, a juicio de los autores, supone un problema por la cantidad de recursos que no se recaudan. Por ejemplo, solo considerando al 0,001% en la cúspide que paga un 25% de sus ingresos en impuestos, generaría más de 100.000 millones de dólares al año si tal tasa impositiva se duplicar. En segundo lugar, lo anterior supone un problema simplemente porque es injusto y, por último, es que se profundiza la desigualdad.
Para los dos economistas, la década de 1980, así como la figura y políticas de Ronald Reagan, signifcaron la muerte de la fiscalidad progresiva. Específicamente esto sucedió con la Ley de Reforma Fiscal de 1986. Como se señaló anteriormente, la historia fiscal de este país no es lineal y uno de los cambios en el sistema de creencias respecto al rol del Estado y la relevancia de los impuestos aconteció con Reagan. Este último habría puesto fin al sistema de creencias del New Deal. Recordemos que en 1981 Reagan fue claro y directo al afirmar: (…) “government is not the solution to our problem; government is the problem”.
Esta nueva retórica hizo de la elusión de impuesto una muestra de “patriotismo” lo que significó que la industria de la elusión fiscal floreciera. Ejemplo de esto eran los “refugios fiscales” en donde se creaban sociedades con el solo objetivo de que acreditaran pérdidas en el papel, y cuyo objetivo era deducir tales pérdidas comerciales de su base imponible. En palabras de los autores:
“Por ejemplo, un empleado con un salario alto y con una participación de un 10% en una sociedad de personas que registrase una pérdida de un millón de dólares podría deducir 100.000 dólares de sus ganancias y rebajar, en consecuencia, su impuesto sobre la renta”.
En suma, si para un libertario “taxation is theft”, para los autores podríamos decir que “tax avoidance and evation is theft”. Para ellos el “mercado de la elusión fiscal” no crea ningún dólar de valor, enriquece a los ricos a expensas del gobierno. Añaden que la fabricación de productos que buscan reducir de manera sustanciosa los impuestos “no difiere mucho de la venta de herramientas para robar”. El problema es que para la autoridad resulta complejo fiscalizar y prevenir estos problemas.
https://www.washingtonpost.com/us-policy/2019/02/27/top-tax-rate-has-been-cut-six-times-since-usually-with-democrats-help/
El Internal Revenue Service (IRS) tiene un problema de información lo que se traduce en que sea difícil que pueda enterarse de las diversas estrategias que surgen para eludir impuestos. Por ejemplo, los autores señalan que en 1980 el Tribunal Fiscal de Estados Unidos tenía pendiente 5.000 casos de refugios fiscales y en 1982 llegaron a 15.000. La industria de la evasión fiscal ha, por ende, florecido y se ha tornado más elitista con el tiempo, enfocándose en ayudar a los contribuyentes más ricos.
Además, Saez y Zucman afriman que el presupuesto del IRS se ha reducido más de un 20% ajustado a la inflación lo que implica menos auditores. Sumado a esto esta institución tiene que hacer frente al poder político (Legislativo y Ejecutivo) y la ideología que predomine, que se pueden mostrar más o menos agresivas hacia el tema de la elusión. Más adelante me referiré a la nueva institución que los autores proponen crear.
Artículos complementarios:
1/4-Libro: Los impuestos tienen consecuencias (por Jan Doxrud)
2/4-Libro: Los impuestos tienen consecuencias (por Jan Doxrud)
3/4-Libro: Los impuestos tienen consecuencias (por Jan Doxrud)
4/4-Libro: Los impuestos tienen consecuencias (por Jan Doxrud)