2) Las mentiras de los comunistas chilenos (por Jan Doxrud)
Sabemos que tras la caída del muro de Berlín, la sublevación de los países de Europa del Este y la desintegración del imperio soviético, los partidos comunistas quedaron huérfanos y completamente desorientados con la desaparición de su hermano mayor. Comunistas devotos que habían dedicado más de la mitad de sus vidas a la sagrada causa presenciaron como su ideología se desmoronaba desde adentro producto de la ineficiencia misma del sistema, la violación de la propiedad privada y la implementación de un sistema estatista de planificación central.
Por ejemplo, tenemos el caso del parlamentario y Secretario General del PC (1958-1990) Luis Corvalán (1916-2010) y sus palabras en su libro “El derrumbe del poder soviético” (1993). En este nos habla del drama de millones de seres humanos que han vivido un hondo drama producto la crisis del socialismo real y deja entrever la falta de conocimiento de él y sus compañeros del verdadero estado de la economía y la sociedad en este “gigante con pies de barro”.
Como ya he explicado en otros artículos el costo psicológico de muchos comunistas de tener que asumir el fin de su religión secular era demasiado, por lo que las reacciones fueron variadas. Algunos migraron a otras trincheras desde donde pudiesen seguir combatiendo a Estados Unidos y el capitalismo. Pero lo que nos interesa son aquellos que no abandonaron el credo y comenzaron a reflexionar y racionalizar sobre todo lo sucedido. En virtud de lo anterior se esgrimieron los clásicos “argumentos” de que los socialismos reales “no representaban el verdadero comunismo”, o que el sistema se “burocratizó” y que la élite comenzó a tomar distancia del pueblo etc.
No faltaban también aquellos que señalaban que lo que se estableció en el siglo XX no fue comunismo sino que Stalinismo ( junto al culto a la personalidad), el cual habría traicionado al “bienintencionado” Lenin. Corvalán no deja de elogiar a la Unión Soviética y también baraja una serie de candidatos a explicar la (s) causas (s) del derrumbe del poder soviético.Pero cabe destacar una de sus conclusiones esgrimidas, en donde afirma lo siguiente sobre el colapso de los socialismo reales:
“No significan el fracaso ni menos el fin del socialismo, sino el fracaso de un tipo de régimen socialista que fue haciéndose más y más burocrático, alejándose del pueblo y perdiendo sus esencias”.
Esta es la estrategia de construir un socialismo utópico inmaculado que nunca ha podido ser implementado por los innobles seres humanos. Cada vez que la ideología traspasa la barrera de la utopía y entra al mundo real su resultado es un fracaso rotundo, pero tal fracaso es siempre responsabilidad de los seres humanos y la realidad. En resumen, los comunistas se volvieron a refugiar en la utopía (por definición perfecta e inmune a la crítica) y se sintieron exculpados de todo lo acontecido y renovaron sus críticas al mundo real en nombre de su mundo ideológico “ideal”. Así, si la idea no resultó ser compatible con la realidad y tuvo que ser impuesta por las armas – como sucedió en la RDA, Corea del Norte Camboya, Rumania, Polonia, Hungría, China, Cuba, etc – la culpa es de la realidad y de los seres humanos que no supieron aplicar el noble ideal comunista.
Regresemos a las palabras de Hertz. ¿Acaso es cierto que el comunismo ha tenido un historial inmaculado en lo que respecta a su compromiso con la democracia y la república? La respuesta es tajantemente no debido a que, en primer lugar, la misma ideología marxista-leninista no abraza los principios democráticos y republicanos. Más bien utiliza estos términos y los deforma de tal manera que quedan completamente vaciados de significado. En segundo lugar, el comunismo chileno, siguiendo el marxismo-leninismo no podía, por consiguiente, ser republicano y democrático. Recordemos que, si el comunismo en Chile no logró constituirse en un régimen criminal, fue porque nunca tuvo el poder suficiente para conquistar el poder total. En cuanto a la sugerencia de que el partido comunista fue uno independiente del comunismo internacional (una suerte de excepción a la regla), no queda más decir es que los hechos aplastan esa interpretación, puesto que, el que fue alguna vez el partido de Emilio Recabarren, sería posteriormente sometido a un proceso de bolchevización por parte de la Internacional Comunista (IC). Ya volveré sobre este tema.
En suma, el comunismo es incompatible con la república y la democracia, puesto que es un ideología totalitaria y monocromática que no tolera la existencia de sistemas de pensamiento rivales. En el dogma comunista está revelada la verdad absoluta que proporciona un sentido a la historia humana (por medio del proceso dialéctico) y una cierta linealidad de esta misma que progresa hacia un futuro de liberación y supresión de clases sociales y del Estado. Junto a esto proporciona los medios para lograr la utopía y a los sujetos redentores: el proletariado guiado por la vanguardia de expertos revolucionarios (aporte de Lenin).
No obstante lo anterior, cabe aclarar que los comunistas suelen ser hábiles manipuladores y distorsionadores de los conceptos. Ya desde la década de 1930 comenzaron a circular palabras como “socialfascista” o “enemigo del pueblo”, y Stalin se preocupó de tildar a los anticomunista como fascistas. Incluso los comunistas llegaron a señalar que el nazismo y Hitler vendrían a ser los máximos representantes del capitalismo y que el fascismo era de derecha (algo que aun gente ignorante continúa creyendo como dogma)
Los comunistas son capaces de afirmar que en la dictadura del proletariado se goza de mayor libertad e igualdad que en las democracias burguesas (o formales) u otros apologistas del castrismo, de que existe democracia en Cuba, pero resulta que no es “plena”. Así , para los comunistas la democracia liberal y pluralista es deseable cuando son oposición y no tienen las fuerzas suficientes para hacerse con el poder total, pero cuando controlan las palancas del poder, tienden a suprimir la democracia liberal-pluripartidista y sustituirla por una democracia “iliberal” y unipartidista, es decir, se efectúan elecciones bajo un régimen de partido único.
Por ejemplo, Corvalán afirma lo siguiente:
“El poder soviético surgió como un poder democrático, como una dictadura de la sobre la minoría, como una democracia cualitativamente superior a la que se conocía en Occidente, donde la minoría domina sobre la mayoría, generalmente con métodos sutiles que le permiten mantener a mucha gente en el engaño”.
Uno podrá preguntarse ¿qué clase de democracia es a la que se refiere Corvalán si la URSS nació y se mantuvo como una dictadura de manual? ¿Acaso la dictadura de Pinochet también sería una democracia puesto que se realizaron 3 plebiscitos y entregando el poder en el último de 1988? Corvalán miente al señalar que existía una dictadura sobre la minoría, es más, ni siquiera se da el trabajo de examinar el vergonzoso uso que hace de los conceptos.
Hasta el anarquista Bakunin sabía que las dictaduras no son de una mayoría sobre una minoría, sino que todo lo contrario. En segundo lugar no ha existido en la historia nada cercano a una dictadura de los trabajadores (exceptuando la brevísima experiencia de la Comuna de París). Como ya expliqué en mis artículos sobre la revolución rusa, la de octubre de 1917 no fue una revolución sino que un golpe de Estado que acabó con la Asamblea Constituyente.
Sumado a esto, los bolcheviques no representaban a la clase trabajadora y menos a la mayoría campesina que eran cristianos ortodoxos y que nada sabían de marxismo-leninismo, una ideología de intelectuales alemanes completamente extraña a su pensamiento. La lección es simple y es que los comunistas relativizan todo y su respuesta irá siempre acompañada de un “depende”: democracia será una verdadera democracia si es liderada por el PC, las dictaduras son dictaduras siempre y cuando sean de derecha (o anticomunistas) y la violación a los DDHH serán efectivamente violaciones si el perpetrador es de derecha (o anticomunista).
Estamos en el mundo de Humpty Dumpty en donde las palabras pueden significar cualquier cosa y hasta pueden tener definiciones contrarias. Fueron capaces de justificar la alianza (1939) no sólo de “no agresión” sino que de cooperación entre Hitler y Stalin y, posteriormente (a partir de 1941), presentarse como los campeones del antinazismo, claro que omitiendo un detalle: fue Hitler quien traicionó a un incrédulo Stalin en 1941, de manera que este último quedó en el bando de EE.UU e Inglaterra.
Artículos complementarios (hacer click en los títulos)
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