5) La teoría económica de John Maynard Keynes (por Jan Doxrud)
Regresemos a Marshall. Tenemos entonces que el economista británico, además de subirse a los hombros de los gigantes que le precedieron como Smith y Ricardo, tuvo también que reorganizar y compatibilizar sus ideas con las nuevas, especialmente la de los marginalistas. El resultado fue su obra “Principios de Economía”, publicada por primera vez en 1890 . Como explica Skidelsky, Keynes y sus compañeros economistas en Cambridge fueron hombres educados con un solo libro: los “Principios de Economía”. Vale la pena, por lo tanto, detenernos brevemente en la figura y obra de Marshall.
En el Prólogo a la primera edición en español del libro de Marshall se puede leer que su tratado tiene como objetivo presentar una versión moderna de las doctrinas antiguas con la ayuda de los nuevos trabajos y haciendo referencia a los nuevos problemas de la época actual. Podemos seguir leyendo que la función de la ciencia económica – siguiendo la tradición inglesa – es
“recoger, arreglar y analizar hechos económicos y aplicar el conocimiento adquirido por medio de la observación y de la experiencia a la determinación de lo que han de ser con toda probabilidad los efectos inmediatos y finales de los varios grupos de causas”.
Para Marshall, las leyes económicas y sus argumentos económicos constituían una parte del material que la conciencia humana y el sentido común tenían que aprovechar para poder resolver problemas prácticos , así también, y para establecer reglas que pudiesen servir de guía en la vida cotidiana.
Marshall tomó distancia del “homo economicus”, un ente ficticio que, supuestamente, no obedecía a influencias éticas y que se limitaba a perseguir el lucro pecuniario “con entereza y energía, si bien en forma mecánica y egoísta”. Más adelante en su obra Marshall es claro al señalar que el interés de la economía no es el ser humano considerado como un ente económico abstracto, sino que lo que le interesa es la “criatura de carne y hueso”. Tal criatura puede ser calculador, egoísta y vanidoso pero, por otro lado, también siente “satisfacción en cumplir bien su cometido en su propio interés, o en sacrificarse por el bien de su familia, de sus convecinos o de su patria, y aprecia una vida virtuosa en lo que vale”.
Si bien la economía realiza simplificaciones por medio de modelos, Marshall era consciente de sus peligros señalando que mientras, más sencilla y absoluta era una doctrina económica, tanto mayor sería la confusión que traería en los intentos de aplicación de la misma a la práctica. Y ¿qué hay de las matemáticas que el propio Marshall introdujo en la economía?
Frente a esto, el economista británico escribió que el principal uso de las matemáticas puras en las cuestiones económicas, parecía ser, el de ayudar a
“escribir rápidamente y con brevedad y exactitud algunos de los pensamientos propios para el uso propio, y el de asegurarse que se tienen bastantes premisas para las conclusiones (es decir, que las ecuaciones no son ni mayores ni menores en número que las incógnitas)”.
Así, las matemáticas eran útiles para derivar teorías económicas, así como también expresarlas y, por último, para colocar a prueba las hipótesis y teorías económicas desde un punto de vista cuantitativo. Así, por ejemplo, la econometría constituye un conjunto de herramientas que ayudan a predecir valores futuros de variables económicas (crecimiento, ventas y precios). Esta ciencia también utiliza datos históricos para realizar recomendaciones numéricas o cuantitativas sobre políticas publicas y, por último, utiliza la teoría económica y las técnicas estadísticas para analizar los datos económicos (experimentos u observar mundo).
Pero en los manuales se establece una diferencia entre econometría y economía matemática. La primera consiste en la medición de datos económicos, de manera que versa sobre el estudio de observaciones empíricas haciendo uso de métodos estadísticos de estimación y prueba de hipótesis. En cambio, la economía matemática hace referencia a la “aplicación de las matemáticas a los aspectos puramente teóricos del análisis económico, con poco o ningún interés en cuanto a problemas estadísticos como los errores de medición de las variables bajo estudio”[1].
Por ejemplo, en el libro de Keynes podemos encontrar el uso de números y letras para expresar información o relaciones, es decir, utiliza un lenguaje algebraico. Un ejemplo muy sencillo (para el lector no familiarizado con el tema) de cómo las teorías económicas se expresan matemáticamente, utilizando fórmulas algebraicas, es la de las relaciones entre oferta y demanda, o la expresión formalizada de la demanda agregada (aquí la contribución de Paul Samuelson fue decisiva)
Qx = ƒ (Px, G, C, I, Pn, E)
Aquí Qx es la cantidad del bien x; Px es el precio de x; G son los gustos; C el número de consumidores potenciales, I el ingreso total de los consumidores y su distribución, Pn el precio de los bienes relacionados; E las expectativas de los consumidores.
Para tener claro el tema de las funciones, tenemos que una función y = ƒ (x) nos dice que “y” es función de “x”, en donde “x” es la variable independiente o exógena, mientras que “y” es la variable dependiente o endógena puesto que el valor depende del que ha tomado x. En virtud de lo anterior se tiene que el “dominio” de “ƒ” es un conjunto de valores que toma la variable independiente “x”, mientras que se denomina como “recorrido” (rango) al conjunto de valores que puede tomar la variable dependiente “y”. En suma, una función es una relación entre 2 conjunto dados a saber: el dominio (conjunto x) y el codominio (conjunto y). Así, el lector podrá percatarse que todo este lenguaje formal es el que nosotros utilizamos en nuestra vida diaria (con un lenguaje común) cuando decirnos, por ejemplo, que algo “depende de…” Los economistas pueden utilizar las funciones, para representar los beneficios y costes, la producción, la oferta y la demanda, así como también los gustos de la personas. También se utilizan en economía herramientas como las “derivadas”. Tenemos que la función es algo que varía, de manera que la derivada nos indica “cómo“ varía específicamente esa función, por ejemplo, la demanda de un bien. Así, lo que se pretende es medir el cambio. Ejemplo de lo anterior son los cambios marginales en economía de manera que la función del ingreso marginal es la derivada de la función del ingreso total
Lo importante es no reducir la economía a las matemáticas , vale decir, no confundir el mapa (modelos) con el territorio (realidad económica) de manera que las matemáticas serán de utilidad de acuerdo a cómo y para qué las utilice el economista. Lo importante es tener en consideración los límites del uso de las técnicas matemáticas dentro de la economía.
Por ejemplo, el académico español Jose Luis Martin Simon hace referencia algunos de estos límites (y las consecuencias de no respetarlos) en su escrito “El uso (y el abuso) de las matemáticas en la Economía”. El primero es el fundamental y el más obvio, y es que la economía es una ciencia social cuyo objeto de estudios son individuos, familias y sociedades, cuyas acciones no pueden ser engullidas en esquemas analíticos. El hacer caso omiso de lo anterior ha tenido como consecuencia que los economistas matemáticos hayan creado una ruptura con las demás ciencias sociales necesarias para comprender los sistemas económicos (historia, sociología, psicología, Derecho, etc). De acuerdo a lo anterior, el economista debe resguardarse de vaciar su disciplina de contenido y caer preso de formalismos insustanciales que se encuentran desconectados del mundo real.En palabras del economista español:
“La investigación y la docencia en la Economía iría mejor si los matemáticos y, sobre todo, los economistas matemáticos comprendieran de una vez que las Matemáticas son un medio y no un fin para la Ciencia Económica. Es cierto que unos y otros proclaman que las técnicas matemáticas no son más que un instrumento, una herramienta o un medio, pero todo se queda en una proclamación, pues de hecho las consideran un fin”.
Por su parte el (siempre polémico) economista español y adherente a la Escuela Austriaca de Economía, Jesús Huerta de Soto, también emprende una crítica en contra del uso de las matemáticas en economía. En sus “Estudios de Economía Política” (2004). Junto con critica el método verificacionista de los positivistas el economista español rechaza la extrapolación de este a las ciencia, sociales y, por ende, a la economía. La razón de esto radica en que el objeto de estudios de las ciencias sociales no son directamente observables sino que con conceptos mentales lo cual se traduce en que la economía debe abstener de elaborar reglas empíricas que den cuenta del comportamiento de los agentes dentro de sistemas complejos y sistémicos. Sumado a esto el Huerta de Soto añade que en el mundo real no existen constante sino que solo variables, de manera que nadie “ha sido capaz, ni será capaz en el futuro, de observar en el mundo exterior cosa alguna ceteris paribus”.
El autor llega a señalar que la economía cuantitativa no existe de manera que solo existiría economía lógica y teórica, de manera que el lema de la Sociedad Econométrica “ciencia es medida” no vale para la economía. En el caso de la estadística, esta solo constituye un método específico de investigación histórica, por lo que proporciona información numérica sobre los hechos históricos pasados. En los que respecta a la supuesta precisión del lenguaje matemático, Huerta de Soto, basándose en lo dicho por el matemático Karl Menger (1902-1985, hijo del economista Carl Menger), señala que las expresiones lógicas en economía son tan solo más generales, pero no menos precisas que las matemáticas.
En suma, para el economista español las matemáticas han hecho más mal que bien a la economía y ejemplos de esto son los modelos de competencia perfecta (que ignoran los proceso reales de mercado) o la creencia de que la planificación central era factible si las palancas de la economía eran otorgadas a los economistas matemáticos que, por medio de modelos y ecuaciones, podrían dar respuestas a las preguntas de la economía: cómo, qué y para quien producir (como lo podría creer en economista como Oskar Lange.
Hayek, en su discurso de recepción del premio el Banco de Suecia (Nóbel ) advirtió sobre la inclinación, por parte de los economistas, de imitar en la mayor medida posible los procedimientos de las ciencias físicas. De acuerdo al economista austriaco esta postura resulta ser, paradójicamente, anticientífica “en el verdadero sentido del término”, puesto que implicaba una “aplicación mecánica y nada crítica de hábitos de pensamiento a campos distintos de aquellos en que tales hábitos se han formado"
[1] Alpha C. Chiang y Kevin Wainwright. Métodos fundamentales de economía matemática. McGraw-Hill.
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