33/39 La reacción internacional ante la Guerra Civil en España (por Jan Doxrud)

33) La reacción internacional ante la Guerra Civil en España (por Jan Doxrud)

En síntesis, Pío Moa  resume su postura sobre la reacción internacional en algunos puntos. En primer lugar, la “No Intervención” no impidió la intervención de otras potencias y esto no jugó a favor de ningún bando, de manera que la situación fue equilibrada. En segundo lugar, los aportes de las potencias extranjeras a ambos bandos no tuvo un valor decisiva en el conjunto de la guerra. En tercer lugar (salvo la ayuda soviética recibida por el Frente Popular en la batalla de Madrid). En cuarto lugar, en el bando frente populista el gobierno terminó por transformarse en un “pequeño protectorado” del Kremlin, influencia que nunca llegaron a tener los alemanes o italianos en el bando nacional.

Stanley Payne, en su libro “La revolución española” resalta la importancia de la guerra económica la cual, fue ganada por el bando nacional de Franco. Lo anterior resulta sorprendente si se tiene en consideración tal bando comenzó con una Junta Militar y un “Estado Campal”, que no poseía una gran pericia tecnocrática. Sumado a esto no contaba con las zonas industriales, financieras y comerciales. Una ventaja que sí tenían, señala Payne, era que contaban con casi el 70% de la producción agrícola española. El historiador estadounidense destaca un factor que fue clave para ganar esta guerra económica y que fue la implantación, por parte del bando nacional, de políticas unificadas y centralizadas.

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En el otro bando, por el contrario, Payne explica que en la zona republicana sufría de divisiones políticas que se tradujeron en fragmentaciones territoriales, administrativas y económicas. Así, por ejemplo, el autor señala que  durante el primer año de guerra se sucedieron seis Gobiernos distintos: “los oficiales de Madrid y Barcelona, el Consejo de Aragón de los anarquistas, y los tres gobiernos provinciales de la zona republicana del norte”.  Incluso sucedía que cada gobierno poseía sus propias aduanas con lo que los territorios se obstaculizaban entre sí. Incluso no existió disciplina monetaria en el sentido de que se emitían distintas clases de billetes. 

Sumado a lo anterior, la producción industrial languideció debido a la falta de disciplina y responsabilidad laboral. Aquí Payne cita el trabajo del hispanista Michael Seidman y su sugerente título “Trabajadores contra el trabajo. Barcelona y París bajo el Frente Popular”, es decir, que “con la revolución obrera muchos obreros no querían obrar demasiado”. Seidman destaca, en el caso de Barcelona, las repercusiones que tuvieron la fuga de capitales y la huida de las clases adineradas, lo cual dejó a un número significativo de personas desempleadas. 

Junto a esto también las personas comenzaron a atesorar, lo que llevó a la Generalitat a emitir decretos en contra del atesoramiento de monedas y metales preciosos. Las fábricas abandonadas fueron reorganizadas por miembros de la UGT y CNT, creándose consejos de fábrica elegidos por colectividades de trabajadores. 

Pero el espíritu de solidaridad de clase pareció no funcionar puesto que prevaleció un cierto relajamiento, autocomplacencia, ausentismo o compromiso superficial por parte de los trabajadores. Esto contradecía al culto a la productividad de grupos como lo anarcosindicalistas y marxistas, para quienes, como afirma Seidman, lo militares, el clero y la burguesía eran inmorales puesto que no “producían”. Este fanatismo moral por el trabajo llevó a la creación de “campos de trabajo”, inaugurados a finales de 1936 por Juan García Oliver (Ministro de Justicia del gobierno de Largo Caballero). 

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Así, la nueva justicia no debía castigar con penas carcelarias sino que con trabajos que constituyeran un aporte a la sociedad: trabajos forzados.  Así, la propaganda homologaba al vago con el “fascista”, el borracho eran parásito y  quien fumaba era percibido como alguien indiferente e insolente,  con falta de compromiso con sus labores

Sobre el tema labora comenta Seidman: que el arte del Frente Popular buscaba disminuir la resistencia obrera al trabajo, el cual  fue uno de los problemas más acuciantes para el conjunto de la izquierda. A esto añade el autor

Los trabajadores barcelonenses eran propensos a faltar al trabajo en días festivos, sobre todo durante la semana navideña y de Año Nuevo. El PSUC respondió a este absentismo con un cartel en el que un soldado cortaba en dos con su bayoneta un sábado que figuraba en un calendario. El pie del cartel hacía un llamamiento para poner fin a las fiestas y solicitaba la imposición de un nuevo calendario de guerra. Otro exigía que el I de Mayo no fuera un día de fiesta sino un día de intensificación de la producción”.

Regresando a Payne,  tenemos que el bando nacional fue más disciplina, organizado y con una política más unificada y centralizada, en comparación con el bando republicano. En lo que respecta a los apoyos, Payne explica que la presencia de tropas  moras  de Marruecos constituyó una para la “causa nacional” cuya identidad se encontraba anclada al catolicismo. Pero esta batalla era preentado por los españoles como una más amplia, lo cual también dotaba de ciertos sentidos a los soldados mususlmanes: era una guerra contra el comunismo ateo. 

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Las tropas integrada por musulmanes ascendía a 80 mil, lo que constituía un 7% de las fuerzas de Franco. Junto a esto estaba el incentivo económico para jóvenes pobres del Magreb los cuales no dudaron en ofrecerse a combatir. Por otro lado, añade Payne, la zona republicana no fue inteligente, puesto que el aparato propagandístico comunista demonizó a los soldados del Protectorado refiriéndose a estos como salvajes africanos.

En cuanto a los demás países, Payne repasa lo que señalamos con Preston y Moa, es decir, la “No Inetrvención” que fue incumplida y la estrategia de la URSS  de presentar el conflicto en España como uno entre la democracia contra el fascismo, algo que solo un ingenuo podía creer. De acuerdo al autor, el gobierno británico no consideraba a Franco como un facista sino que, más bien, como un nacionalista de derecha “muy poco dispuesto a convertirse en la marioneta de Hitler y Mussolini”.

 Al respecto comenta Payne:

La mayor parte de los dirigentes políticos de las democracias occidentales, especialmente en el Reino Unido, conocían demasiado bien la realidad de España como para aceptar este mito. De modo que no encontraron razones para ayudar a los revolucionarios españoles a hacerse con el poder. Les preocupaba mucho más que la implicación de las grandes potencias pudiera desembocar en una guerra europea generalizada. Evitarla era su máxima prioridad”. 

En cuanto a Francia, Léon Blum se encontró con varios problemas que ya mencionamos. El primero era asegurarse el apoyo británico. El segundo  lo constituía la oposición de la derecha a que Francia se involucrara de alguna manera en el conflicto español. Por último, la misma coalición de gobierno de Blum, más amplia y moderada que el Frente Popular español, le puso trabas y objeciones. No obstante lo anterior, Payne no concuerda con aquellos que afirman que Francia habría abandonado a la República española.

Léon Blum

Léon Blum

En palabras del historiador estadounidense:

“Por el contrario, puso en práctica lo que Blum describiría como la non-intervention relâchée (la no intervención relajada), que significaba que el Gobierno francés no entregaría armas directamente a los republicanos, si bien les ayudaría de otras formas y todo cuanto pudiera: oportunidades financieras y comerciales, libertad para que el Partido Comunista francés actuase a favor de la República, y permiso y facilidades para que las armas adquiridas en otros territorios llegasen a España a través de Francia. Incluso se permitió que los aviones de guerra republicanos aterrizasen en Francia para escapar de sus perseguidores y poder regresar a España”. 

En cuanto a Estados Unidos, Payne explica que su política fue mucho más distante y en 1936 se aprobó una legislación de neutralidad quedando así prohibida el suministro de armamento estadounidense a países en conflicto. A esto, el autor agrega que durante 1937-1939, la opinión pública en Estados Unidos se fue inclinando cada vez más hacia la causa republicana. En este sentido, afirma que  la Comintern tuvo éxito en lo que respecta  conseguir  apoyo de celebridades del mundo de la cultura y el espectáculo 

En relación con el  Comité de No intervención, Payne afirma que el acuerdo no fue un verdadero tratado y fue esto lo que hizo difícil forzar a sus firmantes a cumplirlo. Pero, junto a esto, también debe tenerse en consideración el contexto y no caer presa de anacronismos. En palabras de Stanley Payne:

“En líneas generales , los líderes democráticos reflejaban las opiniones públicas de sus respectivos países. Hasta 1939, lo más habitual era considerar que Stalin era tanto o más preocupante que Hitler. En Francia, el legado de la Guerra Civil española implicó un renovado recelo hacia la Unión Soviética, con la sensación permanente de que esta pretendía provocar la guerra entre Francia y Alemania para «romper el hielo» bélico en el continente europeo y convertirla en guerra revolucionaria”.