9/14- La turbulenta economía argentina: una mirada panorámica (por Jan Doxrud)

9) La turbulenta economía argentina: una mirada panorámica (por Jan Doxrud)

Cabe preguntarse ahora ¿por qué sucedió todos esto? De acuerdo a Miguel Kiguel no existe consenso entre los economistas acerca de las causas de la crisis del año 2001. Ahora bien, existen algunos que apuntan a los déficits fiscales y la deuda pública, mientras que otros culpan al deterioro de las condiciones externas, específicamente, a la reversión de los flujos de capitales.Por último, otros apuntan sus dardos a las vulnerabilidades que generó la dolarización financiera y la falta de un prestamista de última instancia. Para Kiguel, fue este último el verdadero talón de Aquiles de la convertibilidad. 

De acuerdo al economista argentino la dolarización tuvo un influjo especial en el funcionamiento del sector bancario en donde se generaron 2 problemas. El primero era el riesgo de que una devaluación perjudicara de los deudores de hacer frente a sus prestamos denominados en dólares y que los bancos enfrentaran un problema de pérdida de capital. En segundo lugar, estaba el riesgo de que los bancos no contaran con liquidez suficiente para hacer frente a una corrida de depósitos y que el Banco Central no contara con las reservas suficientes para poder actuar como prestamista de última instancia.

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Pasemos ahora a bordar el kirchnerismo. Tras la renuncia de Fernando de la Rúa, finalmente se llegó a un candidato de consenso para que asumiera la presidencia: Fernando Duhalde (enero 2020-mayo 2003) en donde el país comenzó a salir de la crisis. De acuerdo a Kiguel el año 2002 fue el punto de inflexión en donde el país comenzó a entrar en una fase de mayor estabilización económica. Fue en este período donde nacieron las Letras del Banco Central o Lebac, instrumentos de deuda a corto plazo que busca, como una aspiradora, absorber los dólares e incentivar a los ciudadanos a que inviertan en pesos. En otras palabras, se incentiva al ciudadano, por medio de la tasa de interés, que disminuya su demanda por dólares y, en cambio, utilice pesos para invertirlos. 

Así, al haber una menor demanda por dólares, su cotización disminuye y, por lo demás, se controla la inflación puesto que los pesos de los ciudadanos son invertidos y no utilizados para el consumo. Como comenta Kiguel, la medicina tuvo un efecto positivo, puesto que el tipo de cambio se estabilizó y comenzó a apreciarse, pasando de 3,20 pesos a finales del 2002, a 2,80 pesos. A partir de Julio las reservas internacionales aumentaron de 8900 millones de dólares a 10.400 a finales de año

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Así Nestor Kirchner recibiría un país que se iba ordenando y recomponiendo, aunque las aguas no estaban del todo tranquilas. Tras la renuncia de Duhalde al cargo se convocaron elecciones en donde el peronista y gobernador de Santa Cruz no pudo ganar las elecciones, puesto que fue Menem quien obtuvo una mayoría relativa, de manera que fue en segunda vuelta donde Kirchner obtuvo una victoria con una estrecha base de popularidad, apoyo y poder. Por ende, una de los objetivos de Kirchner fue consolidar su popularidad y poder político. Como señalé el nuevo presidente, quien gobernó entre 2003 y 2007, recibió un país que había logrado salir de la crisis.

Como explican los economistas Pablo Gerchunoff y Osvaldo Kacef, la devaluación jugó un papel de relevancia en la recuperación económica del país. Esto se explica porque la Argentina se volvió un país más barato para aquellos que habían ahorrado en dólares, lo que incentivo a que gastaran sus dólares, especialmente en el sector inmobiliario. Junto a esto el país adquirió mayor competitividad con el aumento de sus exportaciones. En palabra de los autores:

“(…) la oferta de bienes y servicios exportables reaccionó a los buenos precios porque el sector agropecuario había incorporado tecnología y capital durante los años noventa y porque una parte de esas exportaciones eran industriales y de servicios, más sensibles al tipo de cambio real”. 

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Un aspecto que sería el sello del gobierno fue  invertir en proyectos de corto plazo, aumentar la popularidad y consolidar el poder. Uno de los logros del kirchnerismo que destaca Kiguel fue lograr altas tasas de crecimiento evitando erosionar los equilibrios macroeconómicos básicos. Tal etapa de crecimiento se fundamentó en 3 pilares. El primero radicó en el buen rendimiento de las cuentas fiscales, sobre todo entre el 2003 y 2007. Añade Kiguel que, a pesar del aumento del gasto público primario, se mantuvieron los superávits primarios entre estos años y rondaron en torno al 3% del PIB. Todo esto fue posible producto del crecimiento económico, la mejora en la recaudación y la introducción de impuestos controversiales: retenciones a las exportaciones y el impuesto a los débitos y créditos bancarios. 

El segundo pilar  fue el mantenimiento del superávit en las cuentas externas, tanto en la cuenta corriente como en la cuenta de capital de la balanza de pagos. El tercer pilar  fue el mantenimiento de un tipo de cambio alto por medio de la intervención del Banco Central. Una de las manchas negras que comenzó a surgir dentro de este panorama optimista fue la inflación la cual, siguiendo a Kiguel, tuvo un aumento gradual pero persistente que se tradujo en que llegase al 12,3% en el años 2005 y al 19,5% en el 2007. Otra medida fue repactar la deuda externa que ascendía a 82.000 millones de dólares, de manera que el ministro tuvo que renegociar en Doha en el año 2005, lo que significó una quita del 66%. 

Una medida polémica fue el ofrecer un cupón atado al PIB lo cual significaba que para cada año en que el país creciera alrededor de 3,5% al año, el país se comprometía a pagar a los bonistas el 5% de lo que excediera el PIB real con respecto al PIB de base. Más allá de los detalles de las negociaciones, Argentina logró salir del default lo cual tendría un impacto positivo en el mercado y en una disminución del riesgo país. 

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Sin embargo, Kiguel explica que para 2007 la inflación iba en ascenso y, para remediar esto, se manipularon las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). De acuerdo a Kiguel, fue el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien sugirió dibujar las cifras y presentar una inflación más baja. Sobre este tema comenta Miguel Kiguel:

Para justificar la intervención del INDEC y la tergiversación de las estadísticas, se construyó una historia, esta vez, con tintes de realismo mágico, que formó parte de los denominados relatos K, habituales a lo largo de las tres presidenciales del matrimonio”.

Estos “relatos K” apelaban a conspiraciones y a enemigos etéreos y abstractos que incluían a banqueros, especuladores y tenedores de bonos. Pero, como señala Kiguel, la verdad era que los problemas no eran las conspiraciones, sino que las políticas macroeconómicas expansivas que alimentaban la inflación. Tal manipulación de datos trajo consecuencias negativas y se interpretó esta mentira como un nuevo default. De hecho, Argentina volvió a entrar en un default, esta vez, de carácter técnico. En otras palabras aquí el problema no consistía en que el país no podía cumplir con sus obligaciones de pago, sino que no podía cumplir con una cláusula técnica o un requisito específico, lo cual no impide que pueda seguir pagando, pero sí puede, por ejemplo, traducirse en mayores tipos de interés.

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Miguel Kiguel se pregunta si acaso se puede hablar de un modelo económico “kirchnerista” y su respuesta es que efectivamente puede hablarse de  “Pingüinomics” (“pingüinos: por la procedencia del matrimonio del sur del país) que no es más que una versión reciclada del populismo del pasado. ¿En qué consiste este modelo? El economista argentino los resume en 3 principios básicos

El primero  es la importancia del efectivo para consolidar el poder (“cash is King”) lo cual se tradujo en la obsesión de Nestor Kirchner de mantener un superávit fiscal, para que de esa manera el gobierno no dependiera del crédito bancario y el mercado de capitales. De acuerdo a esto, el Presidente contaba con recursos suficientes a los cuales podía darles un uso político por medio de un sistema de premios y castigos. Esta estrategia se  aplicó también en el ámbito externo,  lo que llevó al gobierno a aumentar obsesivamente la cantidad de reservas internacionales para disminuir la dependencia del financiamiento externo. Para ello se buscó un aumentar el superávit comercial y mantener un tipo de cambio real alto. 

El segundo principio  era el fortalecimiento del Estado en desmedro del mercado, lo que se tradujo en una intensificación de la intervención del Estado en economía. Asi, Kiguel explica que bajo el gobierno de Néstor Kirchner, se congelaron los precios de servicios públicos y la dependencia de las empresas de los subsidios estatales. El gobierno, pro ejemplo, fijó el precio del gas en niveles que no eran rentables para las empresas, lo cual trajo como consecuencia un freno en la inversión y exploración, y la caída en la producción. En palabras de Kiguel, la inversión pública fue vista por el kirchnerismo como un instrumento y una estrategia para conseguir adhesiones de gobernadores e intendentes, la lealtad de empresarios y consolidar así su poder político. 

Néstor Kirchner y Alberto Fernandez

Néstor Kirchner y Alberto Fernandez

El tercer y último principio es lo que se señaló más arriba: priorizar el corto plazo por sobre el largo plazo. Para ganar y popularidad, el gobierno necesitaba invertir en proyectos que tuviesen resultado rápidos. Estos 3 principios lograron dar al Presidente electo en segunda vuelta una importante cuota de poder que le dio más autonomía para manejar las riendas del gobierno y, de hecho, Kirchner fue adoptando cada vez más un estilo más autoritario y confrontaciones de gobierno. 

Por su parte, Pablo Gerchunoff y Osvaldo Kacef, destacan otra herramienta menos convencional utilizada por Kirchner subestimar el crecimiento para poder así elaborar las proyecciones de ingresos públicos. Señalan los autores que esto fue una bendición, puesto que le permitió al gobierno apropiarse de un excedente de la recaudación que podía usar por fuera de las asignaciones presupuestarias, ampliando así su margen de maniobra. Por lo demás, tal estrategia contaba con la aprobación de las provincias, “dado que esta dinámica generaba también un excedente en los recursos coparticipables”. Ahora un Kirchner con mayor poder le permitió prescindir de los servicios del ministro estrella, Roberto Lavagna, quien abogaba por medidas económicas más austeras, lo cual iba a contracorriente del populismo cortoplacista de Kirchner.

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Frente a las presiones inflacionarias,  el gobierno kirchnerista era de aquellos que negaba que la inflación fuese un fenómeno monetario. Así, si bien no desconocen la influencia de la emisión monetaria, prefieren cubrir las causas de la inflación bajo el misterioso manto de la “multicausalidad”. Com afirman Pablo Gerchunoff y Osvaldo Kacef, para el gobierno, la inflación era producto del conflicto o puja distributiva, un ingrediente natural dentro del proceso económico. Explica Miguel Kiguel que frente al problema de la inflación se enfrentan 3 interpretaciones lo cual lleva a que las estrategias adoptadas para mantenerla a raya difieran. Para unos la inflación es producto del déficit fiscal, para otros es el resultado de la puja distributiva entre empresario y trabajadores y, por último, están quienes señalan que la inflación es el resultado de una política monetaria expansiva. 

Ahora bien, Kiguel explica que el problema no es simple, puesto que los factores que da origen a la espiral inflacionaria y aquellos que mantuvieron la inercia inflacionaria son diferentes. Por ejemplo, el autor argumenta que el plan de estabilización de la segunda mitad de la década de 1970 incluyó una importante disminución de déficit fiscal pero, a pesar de ello, la inflación persistió. La razón de  esto es que entran nuevos factores en escena que afectan la dinámica de los precios. Tenemos por ejemplo las expectativas de inflación, es decir, los trabajadores esperan un aumento de la inflación y, pro ende, exigirán un aumento de sus salarios. También tenemos la indexación de salarios, es decir, que estos se reajusten automáticamente en base a la inflación pasada. Junto a esto tenemos e l poder de negociación de los sindicatos y los contratos laborales a largo plazo que pueden ayudar a mantener la inercia inflacionaria.

El punto es que, si bien Milton Friedman tenía razón al destacar el carácter monetario de la inflación, resulta que en Argentina la relación entre cantidad de dinero es más compleja. Otros economistas, como Javier Milei, son más enfáticos en señalar que el origen de la inflación es monetario, de manera que esa es la causa medular que desencadena todo lo demás. Lo mismo afirma Luis Espert  en su libro “La Argentina devorada”, en donde critica a los “ecoinercialistas” quienes demuestran no comprender la raíz del fenómeno inflacionaria. En palabras dele conomista:

“Que la puja distributiva entre empresarios y asalariados por mayor participación en el ingreso, que los mercados concentrados, que los empresarios ávidos de llenarse con sus negocios y el infaltable inercia inflacionaria…¿La Argentina es el único país del planeta en que los empresarios quieren maximizar su ganancia minimizando, si pueden, la competencia con sus pares de su propio país o del extranjero? Claro que no. Pero sí uno d elos que tiene mayor inflación en el mundo. Así que a la teoría del empresario argentino concentrador con colmillo de Drácula podemos eliminarla por absurda, infantil e ignorante”.

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Por su parte Federico Sturzenegger, en su libro “La economía de los argentinos”, también señala que no es posible entender la inflación sin considerar la relación existente entre una cierta cantidad e dinero y una cantidad dada de producción. Así, si el gobierno decide emitir más dinero, entonces las personas dispondrán de un mayor capacidad de compra lo que presionará al alza el precio de los bienes. En virtud de la teoría cuantitativa Sturzenegger señala la inflación pueden explicarse, en primer lugar, por la cantidad de dinero y, en segundo lugar, por el aumento de la velocidad de circulación de este mismo. 

Así, el economista argentino explica que la hiperinflación a finales del gobierno de Alfonsín en donde la inflación mensual llegó al 200%, se puede explicar por el aumento de la cantidad de dinero y el aumento de la circulación. En cambio, en la segunda hiperinflación de marzo de 1990, que llegó al 100%, se puede verificar que ese 100% fue producto de un aumento de la velocidad de circulación, es decir, el pánico total por parte de las personas de deshacerse de su moneda. En palabras del economista argentino: “Es decir, tuvimos una hiperinflación sin emisión de dinero, un caso casi único en la historia económica mundial”.

Para Kiguel los programas de estabilización resultan ser inadecuados en países como los latinoamericanos. Este tipo de plan implica una reducción del déficit fiscal y un aumento de la tasa de interés que buscan frenar así la demanda agregada que es la que presiona los precios al alza. Tal política – como la aplicada por Paul Volcker en EE.UU – se encuentra con obstáculos en países como Argentina en donde existe una fuerte inercia inflacionaria. A esto añade que el coste social puede ser muy grande, producto de la recesión y el aumento del desempleo.

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