11/25- Oskar Lange:  El debate en torno al cálculo económico y la planificación central (por Jan Doxrud)

11) Oskar Lange:  El debate en torno al cálculo económico y la planificación central (por Jan Doxrud)

 

-La crítica de Ludwig von Mises al sistema socialista

Como explica Raimondo Cobeddu, Ludwig von Mises publicó en 1921 un ensayo titulado “El cálculo económico en la comunidad socialista” que se basaba en una conferencia dada en 1910 que estaba dirigida contra el sociólogo y filósofo austriaco Otto Neurath (1882-1945)  quien defendía la viabilidad de la planificación central de un sistema económico.

Como explicaba Don Lavoie el período anterior a 1920, se había prestado muy poca atención a la  economía del socialismo y que gran parte de la literatura especializada de la época no había comprendido que  para emprender la planificación racional, era indispensable contar con alguna forma de precios de mercado y cierto uso del dinero. Desde esta perspectiva, el trabajo de Mises habría tenido la virtud de provocar la reacción de los socialistas, “haciéndoles abandonar su indiferencia hacia la economía de la planificación”. La razón es que la crítica de Mises apuntaba al corazón del sistema señalando que era imposible tanto en el terreno la praxis así como también desde la teoría.

Ahora bien, como apunta Hayek el problema ya lo había planteado el economista alemán y precursor del marginalismo, Hermann H. Gossen (1810-1858). Gossen afirmó en su escrito, “The Laws of Human Relations and the Rules of Human Action Derived Therefrom”(1854) que la tarea que tenia que abarcar la autoridad económica central era una que sobrepasaba sus posibilidades. 

Además, añadía Gossen, que solo era posible encontrar un criterio para determinar la cantidad óptima de bienes de consumo que debían producirse, si se respetaba la existencia propiedad privada de los medios de producción. Hayek también destaca la figura del economista holandés Nicolaas G Pierson (1839-1909) quien difundió el enfoque austriaco y cuyo artículo de 1902 fue traducida al alemán por el mismo Hayek en 1925. El trabajo de Pierson incluso hizo reaccionar al gran teórico marxista de aquella época, Karl Kautsky, quien no pudo responder satisfactoriamente a las ideas de Pierson sobre la inviabilidad del sistema socialista. 

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Posteriormente el debate fue evolucionando en consonancia con los tiempos y, claro está, que con el golpe de Estado bolchevique de octubre de 1917 el debate tomaría nuevas formas. El experimento ruso del comunismo de guerra que duró hasta 1921, y en donde la economía se puso bajo la dirección de un Consejo Supremo Económico (Vesenkha) resultó ser un completo desastre, por lo que tuvieron que echar pie atrás y adoptar la Nueva Política Económica, la cual hacía significativas en donde se permitió la iniciativa privada”

En la post Primera Guerra Mundial destaca la figura del ya mencionado Otto Neurath, así como también del historiador y sociólogo alemán Max Weber (1864-1920), la del economista ruso Boris Brutskus (1874-1938) y la  de Ludwig von Mises.  En lo que respecta a Weber, este señaló en el escrito  póstumo “Economía y Sociedad” (1921) que en una economía planificada era imposible el cálculo, y que el uso y conservación del capital, solo podía asegurarse dentro de un sistema que se fundamentara en el intercambio y en el uso del dinero. 

En cuanto a Brutskus, Hayek destaca el hecho de que el autor sea no solamente un competente economista, sino que además fuese ruso lo que se traducía en que conocía desde adentro el funcionamiento del sistema. Brutskus se desempeñó como profesor de economía agrícola  en la Universidad de San Petersburgo desde 1902 a 1922. Como era de esperar, la editorial que imprimía las críticas del economista ruso fue clausurada y Brutskus fue encarcelado, para posteriormente abandonar su país y fallecer en Jerusalén.

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Pero fue con Mises que el debate se tornó aún más interesante, puesto que el economista austriaco no se enfocó únicamente en el precio de los bienes finales,  sino que también incorporó el mercado de los bienes de capital. El hecho es que, como explica Cobeddu, con su  escrito, Mises estableció las bases de la denominada “crítica austriaca” de la planificación central propia del régimen socialista. Hay que tener en consideración el contexto histórico europeo, esto es, el continente estaba saliendo de la Primera Guerra Mundial con todos los efectos negativos propios de una guerra. Pero a esto se unía una idea que se instaló a producto de la guerra y que Mises no aceptaba. Tal creencia consistía en pensar que la organización económica centralizada propia del período de guerra podría producir un mayor bienestar económico y social, incluso en períodos de paz. 

El economista austriaco explica en “Socialismo. Un análisis económico y sociológico” (1922) que la característica fundamental del socialismo es que los medios de producción son propiedad del Estado, transformándose este último en el director de la producción general. Con el tiempo esta dictadura económica no puede mantenerse separada de la política por lo que el poder del Estado se hará total e impondrá su voluntad sobre la colectividad. Posteriormente Mises desarrollaría aun más su estudio sobre el socialismo realizando una critica que fue más allá de lo económico. 

En su libro “Socialismo” aborda diversas temáticas como los tipos de socialismos existentes, las raíces históricas e intelectuales del socialismo, la moral del socialismo y los diversos dogmas marxistas como la lucha de clases y el materialismo histórico. Pero lo que nos importa para efectos de este artículo es la Sección I de la Segunda parte de su libro “Socialismo” en donde aborda el “Estado socialista aislado”.

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Luego de exponer brevemente sus ideas sobre praxeología o teoría de la acción, Mises destaca que la economía es actividad racional y que toda actividad racional es economía. Tal acción racional parte de un estado de insatisfacción que el ser humano busca dejar a tras para pasar a un estado de mayor satisfacción obteniendo así una “ganancia” (no necesariamente monetaria). Así, si la acción racional consiste de cambiar de un estado de insatisfacción a otro de mayor satisfacción,  la economía vendría a ser la ejecución de estas operaciones de cambio. Dejando de lado al individuo y sus necesidades más simples, podemos ponernos en otros casos más complejos, en donde el fin que se propone el agente requiere de la evaluación minuciosa en el proceso de elección de los medios escasos con fines alternativos que pueden servirle para llegar a ese fin. 

Así, por ejemplo Mises señala que podemos elegir utilizar el curso de un río para generar electricidad o, por el contrario, optar por la explotación minera y construir instalaciones en vistas de sacar mejor partido a la energía contenida en el carbón. Sea cual sea la elección lo cierto es que la decisión no puede tomarse de manera vaga puesto que cada uno de estos proyectos requiere de inversión y de tiempo y, por lo demás, tenemos que añadir el riesgo y la incertidumbre (diferencia establecida por Frank Knight). Es aquí donde entra el cálculo económico. Claro está que, para que exista cálculo económico, debe existir un “bien económico” especial que sirva, no solo como medio de pago y reserva de valor, sino que como unidad de cuenta, y es aquí donde entra en escena el dinero. 

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El dinero, explica el autor, es un bien económico que expresa el valor en unidades monetarias y, por lo tanto, el “cálculo monetario presta todos los servicios que podemos exigir del cálculo económico”. Para Mises el dinero constituye  una brújula que nos guía a lo largo de un camino lleno de arrolladoras posibilidades económicas, permitiéndonos el cálculo del valor y, pro consiguiente nos da “las bases del empleo económico de los bienes de orden superior”, es decir, los bienes de capital (y también los bienes de orden inferior o más cercanos al consumo). 

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