Crisis subprime: ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)

Crisis subprime: ¿de qué estamos hablando?

La reciente crisis mundial en torno al mercado inmobiliario dejó en evidencia los avances en materia financiera que pocas personas conocían y, quienes las conocían, en realidad no las comprendían a cabalidad. En resumen, existía cierta ignorancia acerca de cómo funcionaban los mercados financieros, así como los nuevos instrumentos financieros. Tras la crisis, nombres como hipotecas prime, subprime o nombres de entidades financieras como Bear Stearns Lehman Brothers, Merryl Lynch, Morgan Stanley y Goldman Sachs, estaban en boca de todos. Qué decir de aquellas siglas que se hicieron tristemente célebres: CDOs, CDS, MBS, etc.

En el presente escrito pretendo explicar un fenómeno complejo de manera simple por lo que necesariamente se sacrificarán detalles y tecnicismos. Hay que comprender que estamos ante una crisis multicausal y sistémica, en donde intervinieron una serie de actores, de manera que culpar sólo Wall Street, a la avaricia de los banqueros o al sistema capitalista, es sólo enfocarse en una parte del problema. La crisis financiera fue producto también de otros factores, en donde tuvieron participación los políticos, gobierno y políticas errónea por parte de la Reserva Federal. Por ende, en relación con las causas de la crisis, no existe “una” o “la” explicación sobre esta, ya que las distintas escuelas económicas tienen diferentes visiones sobre el tema. Lo mismo sucede con la pregunta acerca de cómo salir de la crisis: ¿inyectar más dinero? ¿austeridad? Las escuelas de economía están divididas sobre este tema también.

Comencemos examinando las causas de la crisis. En primer lugar los economistas destacan la sobreproducción industrial mundial que superó a la demanda y generó, por ende, fuertes desequilibrios comerciales y financieros. A esto hay que añadir el fenómeno de la deslocalización, esto es, el desplazamiento de la producción industrial desde los países desarrollados a los países emergentes como India o China, donde existía mano de obra barata. Esta deslocalización tuvo como consecuencias el aumento del desempleo en los países desarrollados, el aumento de la producción en los países emergentes y una fuerte transformación del comercio a nivel internacional.

Una segunda causa vino del sector financiero. Lo que destacan los economistas es que por primera vez en la historia los movimientos financieros comenzaron a fluir desde los países emergentes a los países desarrollados, especialmente hacia Estados Unidos. Como resultado de lo anterior, se generaron desequilibrios en el comercio internacional. Estados Unidos se convirtió en el gran consumidor mundial, es decir, su demanda de consumo privado y gasto público fueron en aumento. Por su parte, los países emergentes ubicados en Asia y América Latina cambiaron su patrón de comportamiento y para entender esto, debemos remontarnos un poco atrás en la historia.

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Como explica Raghuram Rajan, tras la crisis en el Sudeste asiático, los países de aquella región fueron tratados inicialmente  como “ marginados” por el FMI , como países que no “sabían cómo dirigir gobiernos honrados. De la noche a la mañana, el capitalismo dirigido fue etiquetado como capitalismo mafioso, y desde luego habían suficientes ejemplos de nepotismo para que la prensa financiera se cebara[i]. Así, explica Rajan, el FMI, Banco Mundial y los gobiernos occidentales “se centraron en castigar a los nepotistas, en lugar de reconocer que el sistema estaba tan interconectado que mucha gente inocente sufriría en el proceso. La empatía brillaba por su ausencia, quizá porque el capitalismo dirigido parecía muy extraño para los forasteros que ahora llevaban la batuta[ii]. El FMI además fijo una serie de medidas y condiciones que tenían como objetivo reformar los países del Sudeste, desde la perspectiva de las economías occidentales. Escribe Rajan:

Por ejemplo, se pidió a Indonesia que emprendiera unas 140 medidas en 1998, incluidas la disolución del monopolio del clavo, el refuerzo de los programas de reforestación y la introducción de un sistema de microcréditos. Para los cínicos…estos movimientos iban en realidad destinados a abrir grandes sectores protegidos del país a las empresas occidentales y a los grupos de apoyo. Aunque algunas de estas medidas podían haber beneficiado al país a largo plazo, eran decisiones que debía tomar el propio país, y no una exigencia de algunos dirigentes extranjeros cuando el país se encontraba en la ruina[iii].

Por lo tanto la crisis de la década de 1990 tuvo como consecuencia que aquellos países que no ahorraban comenzaran a cambiar su conducta y aplicaran reformas para fomentar el ahorro. Como explica Rajan, para países como India o Brasil (entre otros), la crisis de 1991 fue una señal de que el viejo modelo del capitalismo dirigido se había resquebrajado. Algunas de las medidas tomadas fueron: recortar el déficit público, mejorar la gestión de la política monetaria, reducir el control y la propiedad gubernamental, liberalizar la economía, eliminar los controles de precios, introducir mayor competencia en el sistema financiero, abrirse a las importaciones y adoptar un tipo de cambio flotante.

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Todos esto que  hemos mencionado causó que estos países comenzaran a optar por generar superávits  comerciales y mantener cuantiosas reservas de divisas, para así protegerse de la inestabilidad de los mercados financieros y no experimentar otra vez la humillación sufrida por las autoridades económicas. Este superávit significaba que aquellos países aportaban ahorros al fondo mundial y, por el contrario, aquellos países con un déficit, significaba que tomaban prestado del resto del mundo para financiar su inversión, como era el caso de Estados Unidos. Otros países como Alemania, China y Japón también habían acumulados reservas exteriores (como los países petroleros) que invertían en aquellos países que mantenían un déficit exterior.

Lo que hicieron los países emergentes, y teniendo en consideración las limitaciones que le habían impuesto la OMC, fue recurrir a la depreciación de sus divisas y a la venta de estas mismas en el mercado a cambio de dólares para poder así mantener su modelo de industrialización impulsado por las exportaciones. Esta estrategia tuvo consecuencias como el generar una abundancia de ahorro que proporcionó recursos financieros a países consumidores y derrochadores como fue el caso de Estados Unidos o España. Al respecto escribió Rajan:

“…durante el final de la década de 1990 y parte de la de 2000, buena parte del aumento de la demanda de las familias estadounidenses se cubría desde el exterior, desde países como Alemania, Japón y, cada vez más, China, que tradicionalmente había confiado en las exportaciones para su crecimiento y tenían capacidad de sobra para continuar[iv].

Como lo advirtió Warren Buffet, Estados Unidos se transformó en un país que no producía transformándose así en un país derrochador que financiaba su consumo desde el extranjero. Ahora bien, la expansión del ahorro mundial respondía a otras causas como el envejecimiento de la población (que induce a ahorrar), así como la falta de seguro social como es el caso de China. Por su parte Rajan señala que en el caso de los países desarrollados, cuanto más financian su inversión por medio del ahorro nacional, más rápido crece y, en cambio, cuanta más financiación extranjera utiliza, más lento es su crecimiento. El problema con este sistema es que era insostenible a largo plazo, es decir, la demanda agregada de Estados Unidos, financiada desde el exterior, no podía mantenerse de manera indefinida y pronto llegarían las señales de que la fiesta se había acabado.

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El hecho es que desde 1990 los desequilibrios globales fueron creciendo, lo cual se hacía evidente al tener en consideración los superávit y déficit externos por cuenta corriente de los diversos países. Estados Unidos era parte de aquellos países que presentaban un déficit por cuenta corriente, mientras que su contraparte la representaban países como Japón y Alemania hasta finales de la década de 1990, y China y los países de Asia emergente a partir del siglo XXI. Así, los países exportadores de materias primas decidieron almacenar su riqueza en activos financieros norteamericanos ya que eran considerados los más líquidos y más seguros. Entendiendo este fenómeno, se puede entonces comprender que este exceso de ahorro disponible explica en parte el auge de los precios de la vivienda en Estados Unidos, así como la caída en los tipos de interés reales.

Ahora examinemos que sucedía en Estados Unidos. Ya sabemos que este país había abandonado su comportamiento de antaño, es decir, de ser un país productor, exportador y ahorrador, pasó a ser un país derrochador, con un importante déficit y haciendo uso de aquella ventaja que es tener el dólar como moneda nacional e internacional. La reserva Federal de Estados Unidos (la FED) contribuyó a que el clima de optimismo y derroche se prolongará manteniendo una política monetaria expansiva, reduciendo los tipos de interés a niveles ínfimos. Esto se tradujo en un exceso de liquidez que, por lo demás, constituyó una condición necesaria para la formación de una burbuja financiera.

Con burbuja me refiero simplemente a una desviación relevante y de manera sostenida del precio de un activo financiero en relación con las variables fundamentales que lo determinan. Al respecto escribe Raghuram Rajan:

En el período 2003-2006, los tipos de interés bajos incrementaron los incentivos ya ofrecidos con apoyo del gobierno para viviendas de protección oficial y alimentaron un extraordinario auge en la compra de viviendas, además de incrementar el endeudamiento[v].

Los tipos de interés a largo plazo son de suma relevancia para la economía de un país, ya que como sucedió en EEUU, un tipo de interés bajo tiene como consecuencia un aumento del valor de activos tales como acciones y viviendas. El tipo de interés más bajo desincentiva el ahorro y crea una falsa sensación de riqueza. Por último, los tipos de interés a largo plazo determinan la rentabilidad de las inversiones reales, por lo que un tipo de interés más bajo tendrá como consecuencia el aumento del valor actual de los beneficios futuros. Acá entra en el juego la responsabilidad del gobierno y los políticos.

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Rajan lanza sus dardos hacia la FED por haber alentado el desarrollo de la burbuja inmobiliaria, a través de su política monetaria expansiva. Específicamente Rajan critica la “opción put de Greenspan” que decía, esencialmente, que la Reserva Federal “no podía determinar con facilidad cuándo los precios de los activos estaban formando una burbuja, de modo que la Reserva optaría por ignorar los precios de los activos, pero estaría preparada para intervenir cuando estallara la burbuja[vi]. En otras palabras tenemos que el precio de las acciones y de las viviendas no figuraban en el índice de precios al consumo y así la burbuja inmobiliaria continuó creciendo. Sobre esto escriben Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff:

Desde 1891, la fecha de inicio de la serie temporal sobre precios, no hay boom en el precio de la vivienda que se compare, en magnitud y duración, con el registrado en los años que condujeron, en 2007, al fiasco de las hipotecas de alto riesgo. Entre 1996 y 2006 (el año cundo los precios se dispararon) el incremento acumulativo de los precios reales fue de alrededor de 92% ¡más de tres veces el aumento acumulativo de 27% entre 1980 y 1996!... Incluso las prósperas décadas después de la segunda Guerra Mundial, cuando las tendencias demográficas y de ingresos favorecieron un aumento en el precio de la vivienda, resultan insignificantes en comparación con la increíble escalada de precios ocurrida en los años inmediatos anteriores a 2007[vii].

Ahora bien Rajan aclara lo siguiente:

Naturalmente, nadie afirma que la Reserva Federal fuera la única responsable del desastre inmobiliario. Las políticas gubernamentales que favorecían las viviendas de protección oficial, además de los errores del sector privado, contribuyeron en gran medida. Pero sugerir que no tuvo ningún papel es muy poco sincero[viii].

No sólo la FED, sino que el gobierno con su bienintencionada política de que cada norteamericano pudiese ser dueño de una vivienda ayudó a generar la crisis. Desde la administración Clinton se había ideado un plan para promover y expandir la adquisición de viviendas, lo que significaba que el sector financiero debía idear formas creativas para poner las viviendas al alcance de todos los norteamericanos.

Como explica Rajan, la administración Clinton presionó para que se implementase  la Ley de Reinversión Comunitaria (CRA) , que exigía a los bancos que limitasen sus créditos a las zonas minoritarias y de bajos ingresos. Sería con la administración de George W. Bush que el auge de las viviendas cristalizó y los créditos subprime y Alt-A aumentaron. Las tristemente famosas hipotecas subprime hacen referencia a aquel segmento considerado de alto riesgo crediticio dentro del mercado de préstamos hipotecarios. Tal denominación obedece a las características de aquellas familias, por ejemplo la de poseer bajos ingresos.

Otros actores importantes fueron las denominadas Government Sponsored Enterprises (GSE), que son empresas apoyadas por el gobierno como lo fueron Fannie Mae (Federal National Mortgage association) y Freddie Mac (Federal Home Loan Mortgage Corporation) las cuales apoyaron la financiación de viviendas. Fannie Mae fue creada en 1937 tras la Gran Depresión por el gobierno norteamericano de F. D. Roosevelt, con el objetivo de impulsa el mercado hipotecario. Freddie Mac fue creada en 1970 para promover el mercado secundario de los créditos hipotecarios. También cabe mencionar Ginni Mae, creada en 1968 con el objetivo de garantizar los préstamos hipotecarios. Al respecto escribe Rajan:

Fannie y Freddie hicieron dos cosas para cumplir con su mandato. Compraron hipotecas que se ajustaban a determinados límites de tamaño y estándares de crédito que habían establecido, permitiendo a los bancos a los que compraban realizar nuevos préstamos hipotecarios. Seguidamente las agencias empaquetaban grupos de préstamos y emitían valores garantizados por hipotecas contra el paquete después de garantizar las hipotecas contra el impago[ix].

Bill Clinton

Bill Clinton

Ahora pasemos a examinar a otros culpables, que fueron las innovaciones financieras. La primera innovación fue la titulización (no tradicional enfocada en los préstamos hipotecarios prime), que se tradujo en que los bancos que otorgaban hipotecas no las mantenían en su cartera, sino que las titulizaban, esto es, las empaquetaba con otros créditos hipotecarios creando así un título respaldado con hipotecas que eran vendidas a otros inversores, de manera que el banco quedaba libre para seguir concediendo hipotecas. En pocas palabras, titulizaban y se deshacían de estas. Lo anterior creaba un incentivo perverso que era el de no preocuparse a quien se otorgaba la hipoteca, es decir, si a una familia con una situación económica estable o una donde la madre y el padre tienen bajos ingresos e incluso empleos temporales.

Por lo tanto, la titulización o “securitization” consiste en transformar algo en un título o security. Por ejemplo, puedo titulizar créditos hipotecarios prime o subprime, créditos para comprar un auto, seguros o deudas estudiantiles. Por ejemplo tenemos los “Celebrity Bonds” como fue el caso de David Bowie. En este caso, los derechos futuros de la música del cantante se vendieron con el objetivo de recaudar alrededor de 55 millones de dólares. La razón fue la preferencia temporal, mejor plata hoy que mañana. En síntesis el banco tomaba una serie de préstamos, los titulizaba (miles de préstamos) y los vendía a un inversor. Esto significaba que el banco que vendió ese título o valor ya no recibía los ingresos correspondientes a ese préstamo ya que pasaban a ser recibidos por aquellos que compraron el título.

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Llegamos así a los MBS o Mortgage-backed securities o “títulos respaldados por hipotecas”.  Los MBS son obligaciones de deuda que representan los flujos de efectivo provenientes de un conjunto o “pool” de préstamos hipotecarios. El problema fue que la creatividad del ser humano trascendió a los MBS y creó otro instrumento denominados CDOs o Collateral debt obligation. Lo que hicieron los banqueros fue volver a empaquetar  los títulos respaldados por hipotecas y otra clase de deudas. En otras palabras un CDO u “obligación de deuda colateralizada” es un producto financiero que incluye varias emisiones de distinta clase de deuda y que además pueden comercializarse por tramos o bien como un solo producto de renta fija.

Al final ya nadie sabía qué había en cada uno de esos títulos y cuándo la crisis explotó los títulos estaban “contaminados” con hipotecas subprime. Quiero insistir que lo anterior creaba un incentivo perverso ya que lo que los bancos hacían era titulizar y vender posteriormente los créditos hipotecarios para que, de esa manera, eliminar el riesgo de impago. Pero la historia no termina allí ya que el banco recibía el dinero y un anticipo de los beneficios que esperaba obtener y con ese dinero podía nuevamente otorgar nuevos créditos y realizar otras inversiones. Estos productos denominados “derivados financieros”, basaban o “derivaban” su valor de un activo subyacente. Ejemplos de estos son los contratos futuros u opciones, fueron uno de los grandes responsables de la crisis. La emisión global de CDOs alcanzó más de 500 billones dólares el 2006 y eran muy codiciados debido a que sus retornos eran relativamente altos y, además contaban con la garantía de las agencias calificadoras de riesgo, que los habían aprobado con una buena calificación.

Aquí llegamos a otro responsable en esta tragedia: las agencias de calificación de riesgo, que las calificaban estos instrumentos con las mejores notas: AAA. Las agencias calificadoras de riesgo son un oligopolio de empresas privadas y son: Moody’s, Standard & Poors y Fitch. ¿Cómo pudo suceder que en el 2008, cuando quebró Lehman Brothers, este banco tuviese la máxima calificación de solvencia? El problema es que se dan conflictos interés y actos de corrupción. Por ejemplo sucedía que empresas pactaban la calificación de los productos financieros con los bancos y además se daba una feroz competencia entre estas agencias por suministrar la calificación más favorable, para de esa forma poder tener una mayor participación en el mercado. Incluso Moody’s fue acusada de chantaje por Hannover Rück. Un ejemplo de conflicto de interés sería el caso de Warren Buffett quien maneja el fondo de inversión Berkshire Hathaway y, a su vez, este fondo de inversión es el mayor accionista de la agencia de calificación Moody’s.

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Otra innovación que cabe destacar es son los CDS o Credit Default Swaps, que son seguros de incumplimiento crediticio, o para decirlo de una manera más elegante, es un instrumento financiero que cubre el riesgo de no pago de un activo financiero.

Este mercado de CDS constituyen parte mercados denominados mercados de derivados over-the-counter (OTC): mercados no regulados. Obviamente no cualquiera puede participar de este mercado puesto que se requiere poder de mercado y existen volúmenes de negociación mínimos de millones de dólares. Como otros seguros, quien compra un CDS paga una prima, es decir, el coste de la póliza de seguro. Así la prima de un CDS depende a la “prima de riesgo” (sobrecoste) o diferencia entre la rentabilidad de un activo financiero y un activo libre de riesgo que, en el caso de Europa, lo constituye los bonos soberanos: la deuda alemana.

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Por medio de un CDS se podía cubrir el riesgo al que estaban expuestos estos instrumentos financieros oscuros. Como otros seguros, el comprador de un CDS pagaba una prima y el asegurador se comprometía a pagar el principal de aquellos títulos en caso de problemas de impago. El problema es si podrían estas aseguradoras, como AIG , hacer frente a múltiples impagos. Unido a lo anterior estuvo el fenómeno de las apuestas en torno a estos CDS, ya que increíblemente existían personas que poseían estos CDS pero que de un título o valor del cual no eran propietarios.

Esto significó que personas e instituciones apostaban por la quiebra de un producto, así, un banco de inversión como Goldman Sachs compró miles de millones de seguros a AIG, de manera que Goldman Sachs apostaba en contra de los CDOs, y AIG por su parte, se estaba metiendo en un problema enorme, ya que un desplome de los CDOs podría resultar en el colapso de AIG. Dicho de manera simple, tengo el seguro de una casa que no es mía, por lo que lo que más me convendría es que la casa de esa persona se incendiara para así cobrar el seguro. Como escribió Joseph Stiglitz :

“…si Bob suscribe una póliza de seguros contra Jim, con el cual no tiene ninguna relación, crea el incentivo más perverso. Bob tiene un interés en asegurar la desaparición de Jim[x].

Continúa explicando Stiglitz:

Los seguros pueden ser un negocio muy lucrativo siempre que la aseguradora no tenga que pagar muy a menudo. Puede ser especialmente lucrativo a corto plazo: la aseguradora cobra las primas, y mientras el acontecimiento asegurado no se produce, todo es de color de rosa. AIG creyó que nadaba en la abundancia. ¿Qué posibilidades había de que una gran empresa como Bear Stearns o Lehman Brothers quebrara? Aunque potencialmente existiera el riesgo de que esas empresas fuesen mal, el gobierno seguro que las rescataría[xi].

En resumen, tenemos una serie de elementos que nos ayudan a explicar esta compleja crisis: exceso de ahorro proveniente de países emergentes, sobreproducción, políticas de gobierno, la política monetaria expansiva de la FED, exceso de liquidez, innovaciones financieras, concesión de hipotecas subprime a familias de escasos recursos, la mala acción de las agencias calificadoras de riesgo  y por supuesto, el apalancamiento (leverage). En relación con esto último, significa simplemente pedir prestado dinero ya sea para comprar una casa, un auto o para tener un mejor nivel de vida. En la banca, el apalancamiento se refiere a  la proporción entre el capital que el banco tiene y el volumen de sus activos. El problema radicó en que se abusó del apalancamiento, es decir,  del uso de capital prestado o endeudamiento para poder de esa manera incrementar el retorno potencial de una inversión.

Otros añaden la siguiente causa: el abandono de Lehman Brothers, es decir, se subestimaron las consecuencias que la caída de este banco podía tener. Al final resultó ser que la caída de este banco de inversiones liderado por Richard S. Fuld, tuvo efectos sistémicos e hizo colapsar la confianza a nivel mundial en el sistema financiero. Por último podemos añadir otra causa: el abandono de la Ley Glass-Steagall (1933-1999) que separaba la banca comercial de los bancos de inversión. Bajo dicha ley tanto los bancos comerciales como las cajas de ahorro se dedicaban a aceptar depósitos y conceder préstamos, y hasta ahí llegaba la historia, es decir, no podían incurrir en actividades especulativas. Sólo los banco de inversión podían, por ejemplo, efectuar compra y venta de acciones u otros valores.

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La fiesta tenía que terminar y comenzó con la subida de los tipos de interés en Estados Unidos. Esto significó que los prestatarios de las hipotecas subprime no pudieron continuar pagando y tuvieron que abandonar sus hogares, quedando literalmente en las calles. Ahora el lector deberá hacer un ejercicio mental y pensar en las consecuencias que tendrían el impago de millones de hipotecas subprime, es decir, cómo afectarían a los CDOs que andaban rondando por todo el mundo. Ya nadie sabía que tenía en sus manos y si sus productos sintéticos estaban “contaminados” por algún activo “tóxico”. Los tan bien ponderados CDOs ya no eran deseados por nadie. Ahora piense el lector qué sucedió con los CDS y cómo reaccionaron las aseguradoras como fue ele caso AIG.

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El precio de la vivienda también se desplomó y los bancos comenzaron a temblar. Pero a diferencia de la crisis de la década de 1930, esta vez los gobiernos rescataron la economía, claro que a costa del dinero de los contribuyente, recapitalizando los bancos para así impedir un pánico total y corridas bancarias. J. P. Morgan compraría Bear Stearns, Freddie y Fanny recibieron un paquete de ayuda por parte del gobierno. En cuanto a Lehman Brothers, este banco de inversión se declaró en quiebra el 15 de septiembre tras el desplome de cerca del 95% en el valor de sus acciones y, tras días de reuniones y negociaciones, ni Bank of America ni Barclays quisieron rescatar a Lehman. Bank of America  terminó adquiriendo Merryl Lynch por 45 billones de dólares.

En fin, como señalé al comienzo, esta es una crisis multicausal, compleja y sistémica. No existe “una” interpretación sobre las causas y acerca de cómo superar la crisis, de ahí la pugna que existe en Europa entre los partidarios de la denominada “austeridad” y quienes desean recurrir nuevamente a la expansión crediticia. El Ministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis plantea seis explicaciones de la crisis que menciono a continuación. La primera causa dice que la crisis fue principalmente “un fracaso de la imaginación colectiva de gente muy brillante…a la hora de entender los riesgos que corre el sistema en su conjunto”. Esta explicación se fundamenta en la “jactansiosa convicción de que se había producido un cambio de paradigma que permitía al mundo de las finanzas crear una deuda ilimitada, benigna, sin riesgos[xii].

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La narrativa de la “Gran Moderación” y la formulación de nuevos modelos matemáticos había convencido a muchos economistas que las crisis económicas eran asuntos del pasado. Una segunda causa, relacionada con la primera, son las teorías tóxicas. Aquí Varoufakis hace referencia a las formulaciones matemáticas de Robert Merton y Myron Scholes, así como a la Hipótesis de los Mercados Eficientes, la Teoría de las Expectativas Racionales y a la Teoría del Ciclo Económico Real. Estas tres teorías tóxicas, de acuerdo a Varoufakis, fueron las que apuntalaron el pensamiento del establishment hasta el año 2008. Añade el economista griego que la teorización económica tóxica y las finanzas tóxicas se convirtieron en procesos que se reforzaron mutuamente. Una tercera causa es la “captura regulatoria” y apunta no sólo a la inoperancia de las agencias calificadoras de riesgo, sino que a la corrupción de estas mismas. En palabras de Varoufakis:

Los banqueros pagaban a las agencias de calificación de riesgos para que extendieran el estatus de triple A a las CDOs que ellos emitían; las autoridades reguladoras (incluido el banco central) aceptaban esas calificaciones como legítimas; y las jóvenes promesas que se habían hecho con un empleo mal pagado en una de las autoridades reguladoras enseguida comenzaron a plantearse avanzar en sus carreras pasándose a Lehman Brothers, Bear Stearns, etc., o esperaban unirse a aquel círculo mágico tras dejar la política”[xiii].

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Una cuarta causa sería la codicia irreprimible de la naturaleza humana. La quinta causa sería una de tipo cultural, de acuerdo a la cual la mayoría de los europeos estarían convencidos de “las raíces culturales anglo-célticas del crash. Culpan a la fascinación que sienten los pueblos angloparlantes por la noción de la propiedad de la vivienda…”[xiv].  Wall Street y la City de Londres serían la encarnación de esta cultura anglo-celta que además se caracteriza por el agresivo espíritu de emprendimiento individualista. Por último, la sexta causa apunta al fallo sistémico, lo que viene a significar que el capitalismo, como un sistema particular, es propenso al fallo. Escribe Varoufakis:

A quienes culpan a la avaricia, la codicia y el egoísmo humanos, Marx les replicaba que están siguiendo un buen instinto, pero están mirando en el lugar equivocado; que el secreto del capitalismo es su tendencia a la contradicción, su capacidad para producir al tiempo riqueza masiva y pobreza insoportable, magníficas nuevas libertades y las peores formas de esclavitud, resplandecientes esclavos mecánicos y trabajo humano depravado[xv].

Otros economistas, pertenecientes o cercanos a la Escuela Austriaca de Economía, plantean que la crisis no fue producto de la “desregulación”, sino que todo l o contrario, fue por el exceso de regulación, especialmente en lo que se refiere a la manipulación de los tipos de interés. Siguiendo al Hayek de “Precios y producción” así como a los escritos de Ludwig von Mises, la crisis habría sido fruto de la política monetaria expansionista por parte de la FED, manteniendo unos tipos de interés artificialmente bajos, es decir, el exceso de liquidez no reflejaba o no estaba respaldado por ahorros reales. En otras palabras, de acuerdo a estos economistas hubo un aumento de fondos prestables sin un respaldo previo de ahorro real, lo cual habría estimulado la inversión en proyectos productivos que requerían de mayor extensión de tiempo para su terminación. Vale decir, el aumento de los fondos prestables no respondía a un mayor ahorro por parte de las familias o lo que es lo mismo, no había disminuido el consumo.

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Se produce así una tensión entre los sectores productivos ya que el sector de bienes de capital demanda mano de obra lo que presiona el alza el salario de los trabajadores. Como no ha disminuido la demanda de bienes de consumo los precios de estos suben. Finalmente el ritmo de crecimiento se detiene, el banco sube la tasa de interés y los proyectos empresariales más alejados del consumo comienzan a ser liquidados debido al alza en el tipo de interés y comienzan los despidos, colapso en el precio de las acciones, etc. En resumen la distorsionada estructura productiva, es decir, la descoordinación en las decisiones  intertemporales  entre productores y consumidores, producto de la baja artificial del tipo de interés, tiene que volver a reestructurarse y coordinarse, y aquí surge la disputa sobre si hay que dejar que los proyectos inviables simplemente sean liquidados o habría que entrar a ayudar e inyectar dinero a la economía

[i] Raghuram Rajan, Grietas del sistema. Por qué la economía sigue amenazada (España: Ediciones Deusto, 2011), 103-104.

[ii] Ibid., 104.

[iii] Ibid., 104.

[iv] Ibid., 21.

[v] Ibid., 28.

[vi] Ibid.,144.

[vii] Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera (México: FCE, 2011), 230-231.

[viii] Raghuram Rajan, op. cit, 151.

[ix] Ibid., 51.

[x] Joseph, Caída Libre. El libre mercado y el hundimiento de la economía mundial (Argentina: Taurus, 2010), 215.

[xi] Ibid., 214.

[xii] Yanis Varoufakis, El Minotauro global. Estados Unidos, Europa y el futuro de la economíaa mundial (España: Capitán Swing, 2013), 24.

[xiii] Ibid., 28.

[xiv] Ibid., 32.

[xv] Ibid., 38.​