1/6-Sionismo: ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)

1/6-Sionismo: ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)

 

“Así es: somos semitas entre arios, somos una tribu palestina de Asia en los países de Europa. Necesitamos un rincón que sea nuestro; necesitamos Palestina”.

(Moses Lilienblum)

 

“El judío es considerado por los vivos como un muerto, por los autóctonos como un extranjero, por los indígenas sedentarios como un vagabundo, por la gente acomodada como un mendigo, por los pobres como un explotador millonario, por los patriotas como un apátrida y por todas las clases como un competidor al que detestan”

(León Pinsker)

 

En esta serie de artículos explicaré que consiste el concepto de sionismo En la primera parte realizaré una síntesis sobre los judíos en Europa, cómo fue incubándose gradualmente la idea de migrar hacia Palestina, destacando a algunos teóricos y activistas, para finalmente terminar con la resolución 181 de la ONU y la creación del Estado de Israel en 1948. Por ende, esos artículos no constituyen una historia del conflicto árabe-israelí.

En la segunda parte (artículo n°6) me referiré concretamente al concepto de sionismo con el objetivo de arrojar luces sobre un concepto que causa actualmente controversia y que, por lo demás, es objeto de múltiples distorsiones. Hacia el final dejaré otros de mis artículos sobre el tema del conflicto entre israelíes y árabes/palestinos donde se aborda con más detalles ciertos temas que aquí solo trato de manera superficial. Como suelo hacer, a medida que avance en estos artículos iré mencionado y mostrando libros que el lector podrá consultar en caso de que quiera profundizar en distintos temas.

Primera parte: orígenes

Antes de entrar a dilucidar el concepto de sionismo, hay que entender dónde emergió, qué factores gatillaron su gradual y compleja formación, y cómo este movimiento – en lo que respecta a su composición –  no fue uno de carácter homogéneo. Por ahora solo diremos –  y aquí sigo la cita que Ben-Gurion hace de Max Nordau – que el sionismo es un movimiento que aspira a crear una patria públicamente garantizada para el pueblo judío en la tierra de Israel.

En las siguientes párrafos examinaremos cómo fue incubándose esta idea. Como explican Joan B. Culla (1952-2023) y Adrià Fortet en el libro “Israel. La tierra más disputada”, la historia del “protosionismo” (y del sionismo) no comienza en las montañas de Galilea, ni en  las orillas del Jordán o tras los muros de Jerusalén.  Esta historia comienza en la Europa de segunda mitad del siglo XIX en donde residían alrededor del 85% del total de judíos en el mundo.

¿Por qué existían judíos en Europa si esa no es su cuna? No es el lugar aquí para contar la historia del pueblo judío, pero la respuesta se encuentra en la dispersión o diáspora producto de la persecución por parte de los romanos. De hecho, no solo se establecieron en Europa sino que también en zonas de África y Asia. Fue el emperador Adriano quien dio un nuevo nombre Jerusalén – Aelia Capitolina – y, posteriormente, a Judea, renombrándola Siria palestina.

Es por lo anterior que dentro de la comunidad judía se encuentran subgrupos que residían en lugares determinados y que contaban propia cultura: mizrajíes (Norte de África y Medio oriente) (, sefarditas (Península Ibérica) y asquenazí (Europa central y de este). Sumados a estos están los judíos Kaifeng, Judíos etíopes (beta Israel), los Bnei Menashé (India y Birmania), etc. Pero en este escrito nos centraremos en los judíos europeos.

Ahora bien, los judíos europeos no eran un bloque homogéneo ya que, por ejemplo, estaban aquellos asimilacioncitas, urbanitas, cultos  y cosmopolitas, y otros con una vida más ligada a la tierra como lo era en el mundo rural en el este de Europa y den el imperio ruso. Había judío laicos, ateos y otros profundamente vinculados a sus creencias religiosas. Lo mismo sucedía desde un punto de vista socioeconómico: habían judíos millonarios y otros que apenas subsistían cada mes, judíos comerciantes y otros vinculados al trabajo manual.

En lo que respecta a los asimilacionistas, los autores señala que estos cultivaban la ilusión de una “simbiosis judeoeuropea” en donde ser judío no era incompatible con ser inglés o alemán. Tenemos el caso de quienes se bautizaron y pasaron a ser protestantes, como fue el caso de Karl Marx y su familia. Culla y Fortet citan otros casos como el del poeta Heinrich Heine, quein se convirtió al protestantismo en 1825 o el de Isaac d’Israeli quien bautizó a sus dos hijos y en donde uno de sus hijos, Benjamin, llegaría a ser dos veces Primer Ministro de Inglaterra.

Al este de Europa la situación se tornaba más compleja. A diferencia de los judíos cosmopolitas y asimilacionistas, en el este – en palabras de Culla y Fortet – “el entorno hostil y lo angosto de las perspectivas asimilacionistas preservan y hasta refuerzan la identidad judía”. Especial mención merecen los pogromos en Rusia llevados a cabo tras la muerte del zar Alejandro II. Pogromo significa “destruir” (gromit) “completamente” (po)  y fue lo que sufrieron comunidades judías en las zonas Polonia, Ucrania (occidental), Bielorrusia y Lituania. En palabras de ambos historiadores esto constituyó un trauma moral no solamente por la violencia de las masas sino que por la pasividad de las autoridades. A esto añaden Culla y Fortet:

“A nivel de las minorías ilustradas, el dramático impacto de los pogromos de 1881-1882 acelera (…) la cristalización doctrinal del nacionalismo judío, la emergencia del protosionismo organizado; frente a la gravedad de la agresión, se impone una respuesta nacional, se precisa una política judía autónoma que movilice a las masas propias y no confíe en la buena voluntad de los demás”.

A la izquierda el Presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt y el Zar Nicolás II

Muchos judíos migraron hacia Europa occidental. De acuerdo con Culla y Fortet de Rusia huyeron entre 30.000 y 40.000 hebreos y, hasta 1914, un total de casi 3 millones de judíos abandonaron Europa oriental en dirección, principalmente a Estados Unidos, pero también en menor cantidad hacia otros países como Canadá, Sudáfrica, Australia y Argentina. Ahora bien, esta migración en masa desde Europa se vio compensada por la fuerte tasa de natalidad entre los judíos. ¿Cuándo comienza a surgir lo que los dos autores denominan como “protosionismo”. Culla y Fortet explican que, paradójicamente, las primera sugerencias o proyectos de una restitución territorial de judíos en Palestina vino de autores cristianos.

Por ejemplo, señalan el componente milenarista del protestantismo anglosajón que establece que concibe como prerrequisito la reunión de los judíos en Tierra Santa, con  el segundo advenimiento del Mesías y la instauración del Reino de Cristo. Ahora bien, entre la población judía comenzaron a emerger grupos que, como señalan los autores, se encontraban en un estadio de “teoría sin acción”. Tenemos el caso de Moses Hess (1812-1875), judío alemán de la zona de Renania y autor de “Roma y Jerusalén (influenciado por el proceso unificador italiano). La última cuestión de nacionalidades”.

Como afirman Culla y Fortet, el libro defiende la idea de la “persistencia, irreductible, de la identidad judía y de su carácter nacional (…)”. Junto con esto se muestra pesimista sobre la evolución del antisemitismo en Europa, por lo que Hess propone el retorno a Palestina. En suma, para los autores, la contribución de Hess fue de tipo doctrinal  al protonacionalismo judío.

Los historiadores traen a la palestra a otros autores. Uno es el rabino sefardí bosnio, Yehudá Hai Alkalai (1798-1878). Como explican Rafael Medoff y Chaim I. Waxman en el libro mencionado,  “The A to Z of Zionism”, ” Alkalai nació en Sarajevo que –  en ese entonces, parte del Imperio Turco –  en do de era un estudiante de Midrash y la Cábala. En 1845, publicó en hebreo “La ofrenda de Judá”. En esta obra, el autor “intenta dar una dimensión activa y terrenal al proceso mesiánico de la Redención”. Tal proceso tenía que ser obra de los propios judíos, mediante la unión y la organización, para posteriormente abandonar sus países y dirigirse hacia Palestina en donde una compañía de colonización arrendaría las tierras al sultán del Imperio turco.

Otro autor citado es el rabino asquenazí Zvi Hirsch Kalisher (1795-1874) quien, como relatan Medoff y Waxman, nació y creció en Leszno (Polonia occidental) y luego se mudó a Alemania, donde estudió con los eruditos más destacados de la halajá de finales del siglo XIX, emergiendo así como uno de los rabinos ortodoxos más eruditos de su generación.  En su libro, “En búsqueda de Sión”. el autor hace un llamado a imitar la actitud de ciertos pueblos europeos que se mostraban dispuestos a sacrificar sus vidas por la independencia nacional y critica a los judíos por carecer espíritu y por mantenerse en silencio. El autor abogaba también la idea de repoblar la tierra de Israel por medio de la agricultura cooperativa.

Placa conmemorativa (Polonia)

No todo quedó en el ámbito de la teoría, puesto que se llevaron a cabo acciones concretas como asociaciones filantrópicas que contribuyeron a mejorar el nivel de vida de los judíos que residían en Palestina (y que culturalmente eran muy diferentes a los europeos). Culla y Fortet citan el caso de benefactores tales como el banquero británico Moses Montefiore (1784-1885) o los Rothschild, quienes crearon un asilo para ancianos, un hospital o un molino. En 1870 la Alliance Israélite Universelle (establecida en Francia en 1860) estableció cerca de Jaffa una escuela agrícola y explotación experimental denominada “Mikvé Israel” (La esperanza de Israel). Estas y otras similares eran esfuerzos aislados y que no rindieron frutos.  

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