22) La Guerra Civil Española . La victoria del Frente Popular (por Jan Doxrud)
Tras el fracaso de la sublevación de octubre y con el objetivo de no cometer el mismo error electoral de 1933, la izquierda decidió unir sus fuerzas para retomar el poder. Paul Preston explica que Indalecio Prieto y Manuel Azaña iniciaron una campaña que buscaba terminar con las divisiones, lo cual se traducía en unir a los diversos pequeños grupos republicanos y contrarrestar el extremismo revolucionario, lo que significaba convencer a Largo Caballero del PSOE. Todo esto llevaría a la formación del Frente Popular.
Pero antes cabe destacar otro hecho previo que fue la disolución de las Cortes por Niceto Alcalá-Zamora (parte de sus facultades). Como explica Aurelio Núñez Morgado, el decreto establecía en un Artículo único que quedaban disuelta las Primeras Cortes Ordinarias de la República y, por otro decreto simultáneo, se convocaban a nuevas elecciones. En virtud del Artículo 1, las elecciones generales para diputados se celebrarían en toda España el domingo 16 de febrero de 1936. La segunda vuelta se efectuaría dos semanas después, es decir, el domingo 1 de marzo.
Para Preston, el Frente Popular no constituyó, como lo afirmaba la “prensa derechista”, una creación de la Internacional, sino que fue “el resurgimiento de la coalición republicano-socialista de 1931”. En palabras del autor británico, en 1934 la Tercera Internacional cambió de táctica fruto del triunfo y consolidación del poder de Hitler en Alemania. Este cambio de táctica implicaba el fin del aislacionismo ideológico del PCE y el dejar de tildar a los socialdemócratas de Europa como “socialfascistas”.
En palabras de Preston:
“(…) a fin de cimentar la alianza entre la Unión Soviética y los Estados burgueses occidentales, los comunistas debían proponerse la unidad de acción con los partidos socialistas, lo que significaba un giro trascendental en la táctica de la Internacional Comunista que pone fin a diez años de aislamiento y de rígido sectarismo”.
Añade el mismo autor que el órgano de prensa de los comunistas franceses, L’Humanité, realizó un llamado a la creación de un frente unido con los socialistas franceses. Fue en el VII Congreso de la Comintern en donde se adoptó oficialmente la política de “Frente Popular”. Uno de los principales tema tocados, señala Preston, fue el de proteger a la URSS de ataques externos, de ahí el slogan central fue: “La lucha por la paz y la defensa de la URSS”.
Por su parte, el historiador Tim Rees, en relación con las estrategias adoptadas por el PCE, explica que la dirección del partido acabó transitando por un camino ambiguo, es decir, entre compromiso original con la revolución bolchevique y las presiones para defender a la República de la amenaza “fascista”, sobre tras la decisión de la Comintern de adoptar la línea del Frente Popular.
Dentro del mismo tema, Gabriel Jackson explica que en el verano de 1935 la III Internacional llevó a cabo un proceso de revisión de su política de lucha constante en contra de la socialdemocracia y “con gran energía y alarde de publicidad lanzó el slogan del Frente Popular de todas las fuerzas liberales e izquierdistas contra la amenaza del fascismo”. Tal como lo hace ver Jackson, lo anterior no era un viraje menor, puesto que significaba que los comunistas dejaran de combatir con los socialdemócratas tal como sucedía en la República de Weimar (1919-1933), en donde no dudaron en unirse a los nazis y otros partidos para perjudicar las políticas socialdemócratas.
Así, Jackson afirma que los comunistas subestimaron el poder del nazismo y parta cuando lo hicieron, ya era demasiado tarde. De ahí que ahora el viejo enemigo capitalista tendría que esperar, puesto que había surgido otro más inmediato: el nazismo (aunque igualmente trataron de vincularlo con el capitalismo).
El ya citado embajador chileno en Madrid, Aurelio Núñez Morgado, se refiere al lento crecimiento del PCE y su adhesión a la estrategia del VII Congreso de la Tercera Internacional. Como bien señala el autor, el comunismo se escondía bajo falsos ropajes o bajo el manto de legalidad y republicanismo que ofrecían sus ingenuos aliados políticos. Pero bajo tales ropajes se ocultaba un obrerismo revolucionario que no había abandonado su meta final: la dictadura. En palabras del diplomático:
“En vez de intentar un avance en lucha con las restantes fuerzas de izquierda – proletarias y burguesas – debía aliarse con éstas contra las fuerzas antimarxistas. Táctica muy práctica, muy oportunista, que permitía un seguro avance del Comunismo (…) Con ellos, cobijado por la socialdemocracia y el liberalismo burgués, el Comunismo se desarrollaría, destruiría con la ayuda de sus nuevos las fuerzas antimarxistas y, logrados ambos propósitos, podría alcanzar luego la totalidad del Poder liquidando rápidamente a sus incautos colaboradores”.
En esto, Núñez es claro al señalar que el origen de los frentes populares es uno solo y reside en Moscú. Para ello, nos recuerda las palabras del comunista búlgaro y Secretario General de la III Internacional Gueorgui Dimitrov (1882-1949). El político comunista, citaba las palabras de Lenin en lo referente a que una revolución no podía efectuarse en un momento, lo que se traducía en que se hacia necesario echar mano a estrategias para que el partido pudiese sacar ventajas.
Por su parte, los historiadores, Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García, en su libro “1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular”, también se refieren a la situación del PCE. Explican que supieron rentabilizar la insurrección de octubre de 1934 a pesar de su escaso aporte. Añaden que esta insurrección habría llamado la atención de la Komintern lo que se tradujo en un aumento de la financiación a la sección española, intensificándose así el proselitismo. Pero, como ya hemos insistido, estaba el tema del aislacionismo ideológico del PCE. Un primer paso hacia la apertura sería 1934 donde los comunistas abogaron por una “Concentración Popular Antifascista”.
Posteriormente, en mayo de 1935, Álvarez y Villa , explican que los comunistas pusieron en marcha agrupaciones populares antifascistas denominadas como “Bloques Populares”. Hay que decir que, con anterioridad, la Komintern buscaba ganar terreno en España aprovechando las divisiones internas al interior del socialismo para atraer a sus miembros hacia el comunismo bolchevique. Un golpe importante hacia Largo Caballero fue el surgimiento de las Juventudes Socialistas Unificadas, ya que terminaría perdiendo parte importante de sus juventudes producto de la fusión que dio origen a la asociación mencionada.
Regresando al “Bloque Popular” sufriría un cambio tras el VII Congreso de la Komintern, en donde finalmente se daría la autorización al PCE para realizar alianzas con la izquierda burguesa ya que, por lo demás, los Bloques Populares avanzaban con lentitud hacia sus objetivos. La lógica era simple y era que el nuevo escenario internacional había dado origen a una nueva pugna de fuerzas: democracia contra fascismo. Fruto de la perversión del lenguaje por parte de los comunistas, se instaló la idea de que todo anticomunista era fascista, aun con más descaro, se presentaban a los grupos de izquierda antifascistas como defensores de la democracia. En otras palabras se confundía “antifascismo” con “democracia”. En palabras de Álvarez y Villa:
“En ese Congreso, la Komintern distinguió la democracia del fascismo, conceptos que hasta entonces habían equiparado. Ahora consideraba que la primera ofrecía vías importantes para caminar de manera de manera gradual hacia la dictadura del proletariado y, por ello, merecía ser defendida de la amenaza fascista”.
Más adelante añaden los mismos autores:
“Conviene percatarse del significado de este lenguaje críptico que usaban los estalinistas. La defensa contra el fascismo no se ligaba a la preservación de la democracia liberal, sino la puesta en marcha de lo que los comunistas denominaban como revolución democrático-burguesa, una fase previa que debía completarse de forma indispensable para avanzar hacia la revolución socialista”.