4) Carl Menger: reflexiones sobre la economía y su método (por Jan Doxrud)
Es en el Apéndice I en donde Menger proporciona sus ideas acerca de qué es la economía. Aquí el autor comienza señalando que no existe nada así como una “economía política” en el sentido común del término, lo que ya es una afirmación polémica. Añade Menger que tal expresión, aunque lícita, vendría a indicar tan solo la suma de las economías individuales en un pueblo.
En una nota a pie de página el autor explica que este concepto de economía política es entendido de manera demasiada amplia por algunos autores. Algunos entienden por este concepto cualquier actividad humana dirigida a satisfacer las necesidades humanas. Otros incorporan en este concepto de economía ciertos “actos económicos” como la producción y distribución, y algunos añaden también el consumo.
En este último caso, Menger considera que el consumo no debe ser parte de la definición de economía política, puesto que está solo debe considerar aquella actividad de los seres humanos dirigida a satisfacer mediata o inmediatamente sus necesidades de bienes. Menger lleva este tema conceptual un paso más allá afirmando que no se puede hablar de “economía política” en el sentido propio del término.
La razón de esto es que tal economía solo sería posible si su objeto fuera la máxima satisfacción posible de las necesidades del pueblo concebido como una totalidad. Es importante tener en consideración que la palabra alemana para designar lo que aquí hemos denominado “economía política” es “Volkswirtschaft”, en donde volk es pueblo y wirtschaft es economía. Así tendríamos que Volkswirtschaft vendría a significar “economía nacional” o “economía del pueblo”.
Es de acuerdo a este sentido del concepto que Menger cuestiona que la economía política pueda tener como objeto de estudio una abstracción tal como el “pueblo” como un todo, de manera que este no puede ser considerado como un sujeto económico. Lo que existen son economías individuales y comunitarias, y lo que se busca no es la satisfacción de las necesidades del “pueblo” sin que las propias necesidades, es decir, el interés propio. Sobre este tema escribió en el capítulo VI:
“El pueblo como tal no es un sujeto en grande que tiene necesidades, que trabaja, trafica y compite, y loq ue se denomina economía política (Volkswirtschaft) no es la economía de un pueblo en un sentido propio del término”.
El punto de Menger es que la economía política comete un error al pretender concebir una suerte de “gran economía individual” cuando en realidad se trata de un “ fenómeno complejo de economías individuales”. De acuerdo a esto, el autor rechaza la usual distinción típica de la época entre “economía privada” y “economía política”. Así, aquí subyace un tema central que señalé anteriormente y es esta visión organicista u holista que, como tal, tiende a hacer uso de un lenguaje colectivista que incurre en la falacia de la reifiación, esto es, tratar conceptos abstractos como si fuesen cosas concretas.
En el plano teórico, Menger, en el capítulo I de su obra explica que el conocimiento de los fenómenos concretos y sus relaciones podían ser considerados desde un punto de vista individual o general. Cuando tales fenómenos tienden a repetirse con mayor o menor exactitud estamos ante lo que el autor denomina como “tipos” y aquellas relaciones que se repiten de manera mas o menos constantes, las denomina “relaciones típicas”. Ejemplos de formas típicas serían las fluctuaciones de precios, la compraventa, la oferta y la demanda o el tipo de interés.
De acuerdo a Menger es el conocimiento de estas relaciones típicas el que nos proporciona una comprensión profunda del mundo real y un conocimiento que supera al mero conocimiento directo, es decir, va más allá del mundo fenoménico (lo que se nos aparece a los sentidos). Así, Menger defiende la naturaleza formal de la economía política y, en general, de las ciencias sociales. En palabras del autor, la función de las ciencias sociales teóricas “es mostrarnos las formas en que se manifiestan los fenómenos sociales y las leyes de su sucesión, coexistencia, etc”. Un error que Menger achaca a la EHA es el de confundir el conocimiento histórico con el conocimiento teórico.
Regresando a los conceptos de “tipos” y “relaciones típicas” (leyes), Menger es consciente de que las “leyes” económicas admiten excepciones siendo estas denominadas como “leyes empíricas” mientras que las leyes que no admiten excepciones la llama “leyes naturales”. Añade que aquellas ciencias que funcionan sólo con leyes empíricas, por ende menos exactas y que admiten la probabilidad, también resultan ser de gran relevancia en la práctica . En suma, para Menger el objetivo de las ciencias teóricas es ir más allá del mundo fenoménico para así poder comprender y dominar el mundo real por medio de la elaboración de teorías. En palabras del economista austriaco:
“Obtenemos un conocimiento que trasciende la experiencia inmediata en cuanto, en el caso concreto y basándonos en las leyes de la coexistencia y la sucesión de los fenómenos, de unos hechos observados deducimos otros hechos no observados directamente; finalmente, dominamos el mundo real en cuanto, basándonos en nuestro conocimiento teórico, ponemos – siempre que esté en nuestro poder – las condiciones necesarias para provocar que un determinado fenómeno se produzca”.
Con esto Menger pretende establecer límites claros con el objetivo de evitar confundir la economía teórica, la historia económica y con la economía práctica. Si bien todas tratan de la misma parcela humana, apunta el autor, sus objetivos resultan ser muy diferentes. Las leyes normativas propias de la economía práctica son dictaminadas por el Estado, lo cual no es cierto para el caso de las leyes fenoménicas, las cuales no pueden ser sometidos a la lógica de la política.
Otra crítica que realiza Menger en contra de la EHA concierne a su enfoque holista-organicista. Lo que el economista austriaco explica que la analogía entre fenómenos sociales y organismos tienen un límite. EL primero consiste en constatar que gran parte de las formaciones sociales no son el resultado de un proceso “natural”. Con esto Menger quiere dar a entender que tales fenómenos son el resultado de una actividad intencionada por parte de los seres humanos, de un cálculo racional, que busca adaptarse y desarrollarse. Al ser el resultado de la intención y el cálculo humano Menger, en lugar de hablar de organismos prefiere establecer una analogía con los mecanismos.
Un organismo, explica el autor, es el resultado es fruto de un proceso natural y, por lo demás, todas las partes se encuentran condicionadas funcionalmente – también en su naturaleza – por la conexión de estas a un todo más alto. Sumado a esto, en los organismos sociales las partes, es decir, los individuos y agrupaciones de estos, no funcionan de manera mecánica. Todo lo contrario en el mundo social hay espacio para aquellos que consideramos como “orden espontáneo” (concepto popularizado por Hayek) y no intencionado (que es el enfoque adoptado por Menger en su teoría del dinero). Frente a esta concepción que da espacio al orden espontáneo Menger contrapone lo que denomina como pragmatica.
Esta última consiste explicar los fenómenos sociales a partir de intenciones, donde existe un fin que guía una acción determinada. El autor considera un error explicar el surgimiento y evolución de las instituciones sociales únicamente en términos pragmáticos. Para Menger, fenómenos como el Derecho, el Estado, el mercado o el dinero constituyen formaciones sociales que, en no pequeña parte, son un producto espontáneo de la evolución humana
Como explica Dario Antiseri, los esfuerzos intelectuales de Mneger apuntaban a refutar a Schmoller y su escuela. No resultaba aceptable que disciplinas “extranjeras ” invadieran el terreno de la economía para imponer sus métodos y terminologías. En el Prólogo de “Los errores del historicismo en la economía alemana” (1884), Menger se refiere en términos de “invasión” la intromisión de la intromisión del saber histórico en la economía. En palabras de Menger:
“Como conquistadores venidos de afuera, los historiadores han pisoteado el territorio de nuestra ciencia, para imponernos su lenguaje y sus hábitos – su terminología y su metodología – y combatiendo con intolerancia cualquier otra orientación que no se ajuste a la suya”.
En opinión del economista austriaco, la reforma de la economía política no debía venir desde afuera, sino que los economistas mismos. Así, la economía política no sería salvada ni por los historiadores, ni los matemáticos, ni los fisiólogos, sino que por los mismos economistas desde su interior.