5) Silvio Gesell: Economía, Dinero e Interés (por Jan Doxrud)
Otro factor importante en la determinación de la oferta de mercancías (demanda de dinero) es su salida, vale decir, la rapidez con la que encuentre al consumidor, de manera que entran en juego la infraestructura que facilita este proceso: caminos, puentes, puertos, etc.
Como escribió Gesell:
“(…) para conducir las mercancías por vía de cambio, desde el productor hasta el consumidor, es necesaria una serie de entidades comerciales, de cuyo funcionamiento y eficacia depende el grado de rapidez con que desaparecen las mercancías del mercado.
Aquí juegan un rol fundamental las instituciones comerciales, que juegan un rol análogo al de las infraestructuras. Es aquí donde entra en escena otro actor medular dentro de la teoría económica de Gesell: el “comerciante”, quien es el encargado de distribuir el flujo creciente de mercancías que surgen producto de la intensificación de la división del trabajo. En suma, sin comerciantes las mercancías no llegan a puerto quedando incomunicados los productores y consumidores. En caso contrario, es decir, en el momento en que las mercancías llegan al consumidor, la mercancías desaparece del mercado lo cual implica una contracción de la demanda de dinero. En palabras de Gesell:
“La demanda de dinero se halla en relación inversa a la velocidad con que los productos de la división del trabajo y de la propiedad se desprenden de su carácter de mercancía”.
Lo anterior simplemente viene a significar, para nuestro autor, que la mercancías se extinguen como tal para pasar a ser un objeto de uso, mientras que el dinero sigue su único destino, continúa cumpliendo lo única función para la que fue diseñado: ser medio de intercambio o ser enajenado a cambio de una mercancía distinta al dinero. Recurriendo a otra analogía, Gesell explica que el dinero es como un automóvil que solo es útil al dueño en virtud de su movilidad, de la misma forma que el dinero es útil en la medida que se “mueve” o “circula” para lo cual necesita cambiar de dueño. Lo anterior es importante para posteriormente entender la idea de la “Freigeld” de Gesell, así como también sus versiones más actuales que buscan desincentivar el atesoramiento de dinero (una preferencia “radical” por la liquidez).
Para el economista alemán el que el dinero circule y, por ende, cambie de dueño, viene a significar que las mercancías están llegando a los hogares del consumidor (el lector podrá imaginar lo que sucede en el caso contrario). Para Gesell, la oferta es una corriente que brota de la división del trabajo y que termina en la casa de los consumidores, mientras que la demanda sigue una lógica diferente que es la de su constante circulación.
En suma en una el objeto se extingue (transformación de la mercancía en objeto de uso) y en la otra permanece circulando sin extinguirse. Mientras la mercancía se abulta y cambia de precio, la moneda, apunta Gesell, después de cambiar mil veces de dueño, conserva intacto su precio originario. Gesell se refiere a un componente de la teoría cuantitativa de Irving Fisher (1867-1947) a saber M V = P T, específicamente a “V” o la velocidad de circulación del dinero.
En relación con esto, Gesell señala que determinar la velocidad de circulación es algo complejo aunque existen factores, como la adopción de un sistema monetario unitario, que han tenido como consecuencia una aceleración en la circulación del dinero. A esto añade el rol de las bolsas de comercio, cámaras compensadoras, cajas de ahorro, letras, cheques y las grandes tiendas que concentran bienes que antes se encontraban en distintos negocios dispersos, lo cual ahorra tiempo al consumidor y lo incentiva a demandar más mercancías (lo mismo podemos decir de innovaciones como las tarjetas de débito o las transferencias electrónicas). Concluye nuestro autor:
“La demanda depende, pues, de la magnitud de las existencias monetarias y de la velocidad del medio circulante. La demanda crece en relación exacta con el incremento de las existencias monetarias y con la rapidez de la circulación monetaria”.
Y dentro de este proceso de lanzamientos y extinción de mercancías en el mercado, junto a la circulación del dinero, tenemos que los precios se determinan por la oferta y la demanda que, palabras de nuestro autor, son los “árbitros supremos y exclusivos de los precios”.
El autor presenta un cuadro sobre las partes integrantes del precio que reproduzco a continuación:
Habíamos señalado que las mercancías y el dinero se encuentran interconectados, pero cada uno siguen cursos diferentes. Las mercancías no están destinadas a circular eternamente y, por lo demás, se encuentran sujetas a problemas que no afectan al dinero. Por ejemplo, Gesell señala que los “objetos que representan la oferta”, es decir, las mercancías, están sujetas a la pérdida de calidad, fluctuaciones de precios frente a la aparición de productos nuevos. A esto agrega otros muchos enemigos de las mercancías:
“Rotura, oxidación, podredumbre, humedad, polvo, calor, frío, viento, relámpagos, ratones, polillas, moscas, arañas, fuego, granizo, terremotos, enfermedades, accidentes, inundaciones y ladrones son elementos que conspiran activa y continuamente contra la cantidad y calidad de la mercadería”.
De acuerdo a lo anteriormente señalado tenemos que esa situación resulta ser un costo enorme para el productor, esto es,los costes de mantener el stock de mercancías.Así, la única manera de enviar este problema es vendiendo sus productos lo antes posible, es decir, debe ofertarlas (o demandar dinero). Dependiendo del producto en cuestión, el productor podrá esperar más o menos. Por ejemplo, señala Gesell, el vendedor de trigo podrá almacenarlo en el galpón esperando el momento indicado para su venta, a diferencia del vendedor de verduras o carne. Pero incluso el vendedor de trigo tendrá que actuar puesto que también su producto pierde peso y calidad a medida que transcurre el tiempo.
Así concluye el autor:
“Se puede afirmar, entonces, sin réplica, que la oferta está sometida siempre a una necesidad imperiosa diariamente creciente que vence todos los obstáculos; a una obligación que radica en la substancia y que es inherente a los objetos ofrecidos. La oferta no puede diferirse. Independientemente de la voluntad de los poseedores de las mercancías debe la oferta aparecer diariamente en el mercado”.