11) La teoría económica de John Maynard Keynes (por Jan Doxrud)
Es en este escenario de crisis donde el Estado debe entrar en escena a reactivar la actividad económica ya sea aumentando el gasto público o reduciendo los impuestos. En suma el Estado viene a solucionar un problema derivado de errores en la inversión y aquí es donde existen una serie de críticas sobre si tal solución es, efectivamente, una “solución”. En palabras del economista español, Luis Ángel Rojo (1934-2011), en situaciones de crisis, Keynes no confiaba en mecanismos de mercado, por lo que confió en que los Estados ejercieran un rol estabilizador de la economía. Esto último podría lograrse manteniendo los tipos de interés bajos así como por medio de la socialización de la inversión. Keynes lo plantea de la siguiente manera en el capítulo 24:
“El estado tendrá que ejercer una influencia orientadora sobre la propensión a consumir, a través de su sistema de impuestos, fijando la tasa de interés y, quizá, por otros medios. Creo, por tanto, que una socialización bastante completa de las inversiones será el único medio de aproximarse a la ocupación plena; aunque esto no necesita excluir cualquier forma, transacción o medio por los cuales la autoridad pública coopere con la iniciativa privada”.
Como aclara Rojo, esta última medida no significaba la socialización de los medios de producción, sino que se refería a la intervención del sector público con el objetivo de mantener altos niveles de demanda y empleo. En la misma linea Backhouse y Bateson explican que la “socialización de la inversión” no se refería al control estatal de la inversión, sino que Keynes quería dar a entender que el Estado se responsabilizara del volumen de inversión con el objetivo de evitar su fluctuación o su estancamiento en un nivel peligrosamente bajo.
Así, el mismo Keynes añade la siguiente aclaración:
“Pero fuera de esto, no se aboga francamente por un sistema de socialismo de estado que abarque la mayor parte de la vida económica de la comunidad. No es la propiedad de los medios de producción la que conviene al estado asumir. Si éste es capaz de determinar el monto global de los recursos destinados a aumentar esos medios y la tasa básica de remuneración de quienes los poseen, habrá realizado todo lo que le corresponde. Además, las medidas indispensables de socialización pueden introducirse gradualmente sin necesidad de romper con las tradiciones generales de la sociedad”.
De esta manera, tenemos que Keynes no confiaba en que el libre mercado sería capaz de generar de manera automática pleno empleo y es por ello que era el Estado el que debía asumir un rol protagónico tendiente a estimular la demanda agregada para, de esa manera, promover el pleno empleo y la estabilidad de los precios. Ahora bien, como explica la académica de la Universidad de Columbia, Sylvia Nasar, en su libro “La Gran Búsqueda. Una historia de la economía” (2012), lo novedoso en Keynes no era la idea del gasto deficitario, que ya estaba presente en autores como Beatriz Webb y Herbert Hoover. De acuerdo a Nazar lo central y novedoso en Keynes habría sido el poder dar una explicación satisfactoria acerca de por qué, dentro de una economía de libre mercado sin trabas para la competencia, se mantenía tanto una tasa de desempleo elevada y una disminución de la capacidad productiva.
Otro idea importante en Keynes es la del “multiplicador”, expuesto en el capítulo 10 de su “Teoría General”. Como explica en un artículo[1] la economista y estadística argentina-canadiense y académica de la Universidad de Bolonia, Estelle Bee Dagum, no es del todo claro el origen del multiplicador . Para el economista Ferdinando di Fenizio (1905 - 1974), el multiplicador fue introducido por el economista británico de la Universidad de Cambridge R. F. Kahn (1905-1989) en su artículo "The relation of home Investment to Unemployement” (1931) aunque, como afirma la economista, no utilizó este término, sino que el de cociente o ratio. Otros, como A. Ll. Wright, en su escrito “The Genesis of the Multiplier Theory”[2] (1956), traza su origen en la década de 1880, específicamente, cuando el ensayista, periodista y empresario, Walter Bagehot (1826-1877) utilizó el término “multiplicar” en relación con el desarrollo de una teoría de la demanda efectiva. En lo que repecta a Keynes, Estelle Bee Dagum escribió:
“Cuando en 1936, Keynes dio a luz su obra fundamental, con la que marcó una nueva etapa en la ciencia económica, recién entonces el multiplicador se divulgó”.
Regresemos a Keynes y el multiplicador del gasto. Tenemos que el multiplicador mide el efecto la variación del gasto en inversión sobre la producción y el ingreso (los cuales se ven “multiplicados”). En palabras de Keynes:
“Llamemos a (k) el multiplicador de inversión. Éste nos indica que, cuando existe un incremento en la inversión total, el ingreso aumentará en una cantidad que es k veces el incremento de la inversión”.
Por ejemplo, cuando el gobierno gasta dinero, tal dinero se convertirá en el ingreso de alguien que denominaremos “A”. Pero sucede que “A” tiene una PMC y una PMS determinada de manera que ahorrará parte de ese ingreso y el resto lo gastará. Ese ingreso gastado se transformará en el ingreso de “B” quien tiene una PMC y una PMS determinada, de manera que ahorrará una parte y el resto lo gastará, y ese gasto se transformará en el ingreso de “C” y así sucesivamente. Por ende, el gasto original del Estado tendrá un efecto multiplicador, es decir, el gasto autónomo se ve magnificado. Así, para entender el multiplicador debemos tener en consideración la PMC y la PMS, en donde PMC = PMS. Por ejemplo, si tengo 1000 y consumo 800 y, por lo tanto ahorro 200, tenemos lo siguiente:
PMC: 0,8 MPC + MPS = 1
PMS: 0,2
La ecuación del multiplicador es = 1/PMC (o también 1/PMS). Por lo tanto, si la PMS fuese = 0,5 entonces obtenemos el multiplicador
1/0,2 = 5
Así, su la meta del gobierno es gastar 100.000.000, entonces tendrá que gastar 50.000.000. Como lo resume el economista de la Universidad de Auburn (al cuál volveré más adelante), Roger Garrison, en un artículo titulado “The Trouble with Keynes” (1993)
“El efecto multiplicador se deduce del sencillo hecho de que el gasto de una persona se convierte en las ganancias de otra, lo que, a su vez, permite mayor gasto. Así que cualquier aumento en el gasto, ya se origine en el sector privado o en el público, se multiplica través de rondas sucesivas de ganancias de renta y gasto de consumo”.
Ahora podemos preguntarnos los siguiente: ¿cómo se financia el Estado? La respuesta será, con impuestos, pero, paso seguido viene otra pregunta ¿acaso los impuestos no reducen el ingreso disponible?
[1] Estelle Bee de Dagum, e. (1963). la teoría del multiplicador, su aplicación en las economías no. desarrolladas, en particular argentina. revista de economía y estadística, tercera época, vol. 7, no. 3-4 : 3o y 4o trimestres, pp. 269-386.
[2] Oxford economic papers. new series, vol. 8, no. 2 (jun., 1956), pp. 181-193
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