1/4- La búsqueda de la estabilidad política en el África Subsahariana (por Jan Doxrud)

1) La búsqueda de la estabilidad política en el África Subsahariana (por Jan Doxrud)

En estos 4 artículos realizaré una reseña del libro de Paul Collier titulado “Wars, Guns and Votes. Democracy in dangerous places” publicado en el año 2009. De entrada debo advertir que en algunos pasajes me aventuraré a ir un poco más allá de los limites del libro de Collier, para dar mayores detalles sobre algunos temas. Pero también me temo que habrán ciertas omisiones, puesto que, al menos en estos artículos, no me adentraré en los estudios antropológicos y poscoloniales acerca de los temas de la identidad, etnia y tribalismo (quizás en otro artículo pueda abordar estos temas)

La traducción en español lleva el título  “Guerra en el club de la miseria. La democracia en lugares peligrosos” publicado en el también en el año 2009. Acerca del autor, tenemos que Paul Collier es profesor de Economía y Políticas Públicas en la Escuela de Gobierno Blavatnik y miembro del St Antony’s College de la Universidad de Oxford.También es profesor invitado del Instituto de Estudios Políticos de París y se desempeñó entre los años 1998 y 2003 como Director del Departamento de Desarrollo de Investigación del Banco Mundial. El autor cuenta con numerosas publicaciones y, entre los libros traducidos al español, tenemos “El club de la miseria. Qué falla en los países más pobres del mundo”, “Éxodo. Inmigrantes, emigrantes y países”, “El futuro del capitalismo” y, por último, el libro que reseñaré a continuación.

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En la “Guerra en en club de la miseria”, Collier aborda una serie de temas importantes que acontecen en este grupo de países que, no solamente no han logrado salir de la pobreza, sino que tampoco han sido capaces de desarrollar instituciones políticas y económicas eficientes, estables y duraderas capaces de salir en las miserables condiciones en la que se encuentran. Collier se enfoca principalmente en las distintas razones que explican el por qué estos países (principalmente del del África subsahariana) no han logrado desarrollar instituciones políticas sólidas y estables que permitan sustentar un sistema democrático de gobierno. Si tras el final de la Guerra Fría la democracia (en distintos grados) logró gradualmente expandirse y diseminarse a lo largo del globo, cabe preguntarse: ¿qué ha sucedido al respecto en los paísesa del África subsahariana?

¿Qué les ha impedido a estos países tener Estados de Derecho combinados con un sistema electoral democrático transparente? ¿Qué factor o conjunto de factores nos permiten entender la situación de estos países? ¿Por qué razón el continente africano cuenta con más de 82 golpes de Estado, más de 100 intentonas fallidas y cerca de 145 tramas frustradas? ¿Acaso es un tema de dinero? ¿Acaso estos países no cuentan con materias primas para sacar adelante sus economías? ¿Será porque algunos no tienen salida al mar? ¿Acaso será culpa de la globalización? ¿Será que la ayuda internacional no es suficiente? Nos encontramos ante las recurrentes preguntas que explican el éxito o fracaso de los países: ¿Cultura? ¿Clima? ¿Geografía? ¿Instituciones políticas y económicas?

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Para Collier, a pesar de que en los  países del club de la miseria (en adelante PCM) se celebran elecciones, estas no constituyen genuinas democracias. En su explicación, para sustentar lo anterior, el autor señala que estos países carecen de un sistema de frenos y contrapesos. Collier parece confundir dos términos, puesto que asevera que una verdadera democracia debe contra con frenos y contrapesos (check and balances) que limiten a las autoridades del gobierno electo. El error o imprecisión de esta afrimación es que, si bien no concibe el Estado de Derecho y democracia como sinónimos, sí las considera como si ambas debieran ir necesaria e indisolublemente unidas. Pero la realidad es que el Estado de Derecho puede existir sin una democracia y la democracia puede existir sin un Estado de Derecho. Así, un problema son las elecciones, es decir, que durante estas se cumplan algunos mínimos (libre información, voto secreto, multipartidismo) y otro es que el gobierno electo se someta al poder del derecho. El hecho es que la combinación de democracia y Estado de Derecho constituye un fenómeno reciente.

Esta modalidad de  democracia “constitucional”  es un fenómeno moderno que no guarda relación con la antigua democracia griega, de manera que la democracia a la que hace alusión Collier es  la que conocemos bajo el rótulo de  democracia liberal  o también podemos denominarla como  democracia constitucional. Por ende, lo que implícitamente defiende el autor es una democracia combinada con un sólido Estado de Derecho, de manera que el lector inferirá que estos dos conceptos no son sinónimos y que uno no implica necesariamente la presencia del otro. A esta clase de democracia sin limites al poder del soberano Collier (que se opone a la democracia liberal) Collier la denomina con el nombre de “Democrazy” que, en español, fue traducida como “Dementecracia”. 

Paul Collier

Paul Collier

En el caso del  continente africano, específicamente el África subsahariana, ha contado con una  gran número de autócratas que han gobernado (y algunos lo continúan haciendo) con mano de hierro y, algunos, por un largo período de tiempo.  Tenemos el caso de  Omar Bongo (Gabón),  Paul Biya (Camerún),  Idi Amin (Uganda), Robert Mugabe (Zimbabue), Teodoro Obiang (Guinea Ecuatorial), Yoweri Kaguta (Uganda),  Denis Sassou-Nguesso  (Congo) o Idriss Déby (Chad). 

El periodista burundés,  Alexis Sinduhije,  en un artículo publicado por el diario El País, ha denominado a la historia de los países africanos, desde su independencia hasta nuestro días, con el sugerente título: “De la dictadura a la democratura”.  En el artículo, el periodista pasa revista a la historia africana comenzando con el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y el comienzo de la Guerra Fría, y cómo las dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, se disputaron el poder para ejercer su influencia ideológica en el continente, para lo cual no escatimaron en apoyar o promover sangrientas dictaduras. 

Las nuevas élites que dirigieron los Estados independientes en el África subsahariana se basaron, tal como lo señala el historiador  John Iliffe, en tres instituciones. La primera era la existencia de un partido único que impidió el funcionamiento de una política real, así como también el establecimiento de una democracia, especialmente en aquellas zonas con fuertes tendencias separatistas. La segunda institución mencionada es el apoyo del ejército el cual, podía ser un arma de doble filo. Añade que hacia el año 1984 se habían llevado a cabo 56 golpes de Estado exitosos y 65 fracasados en el África subsahariana. De estos,  la mitad de los gobiernos del continente procedían del ejército y los eran regímenes civiles que recurrieron con frecuencia al apoyo militar. La tercera institución que daba estabilidad a estos regímenes era la ayuda internacional. Julius Nyerere  llegó a afirmar que la ONU y la Unión Africana (1963) actuaban como sindicatos de los jefes de Estado. 

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Por su parte la académica italiana Ana Maria Gentili explica que la forma de Estado más difundida en el momento de la independencia era el unitario, habiendo algunas excepciones como Nigeria, Uganda y Camerún que adoptaron formas federales. Otros rasgo es la adopción de constituciones principalmente de tipo presidencialistas aunque también parlamentarias, inspiradas en los modelos occidentales. Pero, en general, fue el presidencialismo el que predominó y, añade Gentili, que el instrumento legislativo fue el decreto-ley emanado del Ejecutivo, mientras que las Asambleas nacionales cumplieron una función ritual. La autora también menciona el abandono del multipartidismo en favor de la hegemonía de un partido único al cual se subordinaron los sindicatos, grupos de jóvenes y mujeres. El primer Estado en adoptar este sistema político, señala, fue Guinea con Sekou Touré y el Partido Democrático de Guinea

Tenemos el tristemente famoso caso del líder nacionalista y Primer Ministro de la República Democrática del Congo,  Patrice Lumumba (1925 - 1961) quien fue depuesto y asesinado por sus opositores con la complicidad de la CIA y agentes de la inteligencia belga. Esto significó el posterior ascenso del arquetipo del dictador africano,  Mobutu Sese Seko (1930-1997), quien cambió el nombre del país a República de Zaire (1971-1997). Mobutu gobernó con puño de hierro por 32 años hasta que fue depuesto por la fuerza una coalición opositora, falleciendo en Marruecos en 1997. El mando del país fue asumido por el  guerrillero Laurent Désiré Kabila (1939-2001) en 1997 pero, tras ser asesinado por uno de los miembros de su guardia, fue sucedido por su hijo Joseph Kabila, quien gobernó hasta el 2019 tras perder las elecciones del año 2018.

Lumumba, Mobutu y Kabila

Lumumba, Mobutu y Kabila

También tenemos el caso del Primer Ministro y Presidente de Togo, Sylvanus Olympio (1902-1963),  líder político proveniente de una acaudalada familia quien, además, estudió economía en la London School of Economics y trabajó para la empresa Unilever en distintas partes de África. Olympio fue víctima de un golpe de Estado y posteriormente fue asesinado, siendo su cuerpo dejado a las afueras de la embajada estadounidense.  Eyadema Gnassingbé (1937 - 2005)  fue quien habría asesinado personalmente al Presidente. Al parecer habría sido Francia y Ghana quienes habrían patrocinado el golpe contra Olympio, teniendo en consideración que este último mantuvo una relación distante con Francia a diferencia de otras ex colonias francesas.Tras ser jefe del ejército bajo un gobierno civil títere, Gnassingbé dio un nuevo golpe asumiendo personalmente el poder, gobernando Togo hasta su muerte en el 2005. Desde entonces Togo es gobernado por su  hijo Faure Gnassingbé.

Otro caso es el del filo soviético y cercano a la China de Mao, y quien en su juventud había leído a Marx y Lenin fue Sékou Touré (1922-1984), Presidente de la República de Guinea entre 1948 y 1984. Tras pasar por una fase socialista, promoviendo la estatización de la banca e industrias, Touré posteriormente fue adoptando medidas más liberalizadoras lo que le trajo oposición de sus adherentes socialistas . El régimen de Touré es tristemente célebre por el Campo Boiro, un campo de concentración y de tortura en donde murió por medio de la “dieta negra”, es decir, ser privado de alimentos y agua, el primer Secretario General de la Organización de la Unidad Africana: Diallo Telli (1925-1977).  Uno de los supervivientes del campo, el arzobispo católico Raymond-Marie Tchidimbo (1920-2011) plasmó en un escrito su experiencia de haber estado 8 años en el campo Boiro. Touré finalmente Touré falleció en Ohio, Cleveland tras un tratamiento cardíaco.

Sylvanus Olympio y Sékou Touré

Sylvanus Olympio y Sékou Touré

Otro pro soviético fue el dictador  Mengistu Haile Mariam quien también instauró un régimen del terror en Etiopía. Ni siquiera los adherentes al marxismo-leninismo que se opusieron a Mengistu se salvaron de ser encarcelados, torturados o ejecutados durante el denominado “Terror Rojo” (1976-1977).  Junto a esto, Mengistu llevó a cabo un programa que práctciamente significó la estatización de la esfera civil en Etiopía e implementó la colectivización forzada en zonas rurales lo que significó que cientos de miles de personas fallecieran. Finalmente, tras el colapso del comunismo, Mengistu decidió adoptar políticas tendientes a liberalizar la economía, pero en 1991 tuvo que escapar a Zimbabue cuando se vio cercado por el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope. Actualmente el ex dictador aún reside en Zimbabue y ha sido acusado en su país por cargos de genocidio. 

 Frente a este somero panorama descrito, Alexis Sinduhije comenta:

“Poco a poco, la dictadura se impone como único modelo de gestión del Estado en África. Los jefes de Estado africanos lo patentan. En África, el poder es el que manda.  Los pioneros, tales como Mobutu, Sékou Touré y Eyadema, entre otros, tendrán émulos por todo el continente. Las nuevas generaciones nacen a su imagen y semejanza y enseguida aprenden que gobernar en África no es sinónimo de previsión e iniciativa sino de truculencia. Michel Micombero, el dictador burundés, extermina, sin ningún reparo, a una décima parte de sus ciudadanos; lo peor es que el mundo ni se inmuta. Trescientos mil asesinados en una población de menos de tres millones en 1972: estudiantes, alumnos, comerciantes, profesores, militares y funcionarios asesinados y arrojados en fosas comunes por ser hutus o miembros de la familia real que amenazaba al poder”

Mengistu

Mengistu