4/17-Hablemos del Lenguaje ¿una lengua primigenia? (por Jan Doxrud)

 “Porque, quien bien considere los errores y la obscuridad, los equívocos y la confusión que andan dispersos por el mundo a causa de un mal uso de las palabras, verá en ello cierto motivo para dudar si el lenguaje, según ha sido empleado, ha contribuido más al adelantamiento o al estorbo del conocimiento del género humano”.

John Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano

4-Hablemos del Lenguaje ¿una lengua primigenia? (por Jan Doxrud)

Resulta curiosa esta moda filosófica consistente en hacer abuso de los neologismos, tener una obsesión por el lenguaje y confundir profundidad con oscuridad como advierte Mario Bunge. Resulta intolerable al menos, después de Aristóteles , que existan filósofos que cultiven intencionalmente filosofías ininteligibles u oscuras como la de Heráclito. Miles de años atrás, bajo la sombra de Aristóteles y su lógica, entendemos por “proposición” una unidad de significado que constituye un todo, y que se encuentra compuesto de un sujeto (s), predicado (p) y el verbo (v). La cópula verbal puede afirmar o negar un atributo del sujeto de manera que tendremos una proposición es afirmativa o negativa. Así, tenemos que solo de las proposiciones puede afirmarse que sean verdaderas o falsas en virtud de un criterio de verdad fundado en la correspondencia entre el sujeto y el predicado.Hasta aquí todo claro, pero puede suceder que tales proposiciones sean “formalmente” válidas pero no “materialmente” verdaderas. Puedo afirmar que todos los unicornios vuelan y que yo, al tener por mascota un unicornio, entonces mi mascota puede volar. Un razonamiento puede ser válido si la conclusión se deduce necesariamente de las premisas.

A esto cabe añadir que la validez es una cualidad propia de los razonamientos y que consiste en que exista una conexión adecuada y necesaria entre los enunciados. Por otra parte, ser verdadero o falso es una cualidad de los enunciados, vale decir, que estos expresen adecuadamente la realidad. Así llegamos al concepto de silogismo que consiste en una forma de razonamiento que consiste en tres y sólo tres proposiciones, en donde dos son premisas (mayor y menor) y una tercera es la conclusión.

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Pareciera que, en nuestros días, los intelectuales “humanistas” han renunciado tanto a la validez formal así como a la material. Pero más allá de esta moda por el lenguaje ininteligible, el hecho es que  la imprecisión del lenguaje constituye una realidad con la que tendremos que convivir, ya que resultaría ser una empresa utópica ir al extremo de que desear diseñar un mundo en donde se pueda lograr un consenso (forzado) sobre el significado de cada palabra que empleemos. 

En el pasado se creyó en la posible existencia de una suerte de lenguaje primigeniooriginal o lengua “adámica”a la cual debíamos retornar para reconciliar a la humanidad. Esta creencia pasó por la cabeza, de por ejemplo, Leibniz y Vico, en donde el primero llegó a idear la creación de una lengua universal que “reflejara” el orden de la naturaleza. De acuerdo a Leibniz, afirmar que la idea de las cosas están en nosotros era simplemente señalar que  Dios, autor a la vez de las cosas y de l a mente, había impreso en ella tal facultad de pensar. Han habido intentos modernos de purgar el lenguaje de sus ambigüedades e imprecisiones, de sustituir el lenguaje ordinario por uno formal que no se preste para interpretaciones. ¿Acaso se podrá reducir el lenguaje natural a uno formal consistente en signos, variables proposicionales, cuantificadores, conectivas, disyuntivas y condicionales?  Como explica Mauricio Beuchot el ya mencionado multifacético lógico, matemático y Premio Nóbel de literatura, Bertrand Russell, buscó reformar el lenguaje ordinario por uno ideal o perfecto. Explica Beuchot:

“Para limpiar el lenguaje ordinario de esas imperfecciones, se da a la búsqueda de la gramática lógica, no sólo gramática lingüística; esa gramática lógica podrá ayudar a superar las ambigüedades del lenguaje ordinario, y servirá de modelo para reconstruirlo como lenguaje formal o lógico. Se busca la forma lógica de las expresiones, más allá de su forma gramatical”.

Umberto Eco (1932-2016) en “La búsqueda de la lengua perfecta” (1994), nos relata una sugerente historia del teólogo franscicano Salimbene de Parma (1221-1290) sobre Federico II de Hohenstaufen:

“[Federico II] quiso comprobar qué lengua e idioma tendrían los niños al llegar a la adolescencia si no habían podido hablar jamás con nadie. Y para ello dio órdenes a las nodrizas y ayas de que dieran leche a los niños... pero con la prohibición de hablarles.  Quería en realidad saber si hablarían la lengua hebrea, que fue la primera, o bien la griega, o la latina, o la lengua árabe; o si acabarían hablando la lengua de sus propios padres, de quienes habían nacido. Pero se afanó en vano, porque los niños o infantes morían todos”. 

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También se cuenta que aún mucho antes que Federico II, el faraón  Psamético I ( VII. a.C) habría también intentado dar con aquella lengua primigenia para lo cual dio a un pastor dos niños a los cuales tenía que mantenerlos alejados de cualquier contacto humano. El final de esta supuesta historia habría sido que, años después, los niños habrían pronunciado la palabra “becos” que el faraón interpretó como lengua frigia, de manera que consideró el frigio como la lengua primigenia. En el mundo real, un niño no expuesto al lenguaje desde su nacimiento y a lo largo de su infancia  no hablará ninguna lengua ancestral, ya que simplemente no aprenderá a hablar o sólo podrá pronunciar algunas frases.

Sobre este tema añade Eco:

“La utopía de la lengua perfecta no ha obsesionado solamente a la cultura europea. El tema de la confusión de las lenguas, y el intento de remediarla mediante la recuperación o la invención de una lengua común a todo el género humano, aparece en la historia de todas las culturas”. 

¿Cuál fue la lengua utilizada por Adán para nombrar a los demás seres vivos tal como Umberto Eco nos recuerda en este pasaje del Génesis 2, 19-20? ¿Cuál sería  esa lengua primigenia con la que Adán no sólo nombró a los animales sino que también se comunicó con Dios?

“Y Yahvé Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, más para el hombre no encontró una ayuda adecuada”. 

La creación de Adán (Miguel Ángel)

La creación de Adán (Miguel Ángel)

Podríamos imaginar una utopía en donde un planificador central, en lugar de controlar cantidades y precios, controle sintáctica, fonética y semánticamente el lenguaje, una suerte de forjador o forjadores de denominaciones, como el mencionado en el Crátilo de Platón: el onomatourgos, el legislador o nomotetes. Este forjador de nombres dictaminaría como se utilizaría el lenguaje y establecería, por ley, el significado de todas los conceptos. Se velaría su cumplimiento mediante la aplicación de leyes (semánticas, fonológicas y sintácticas) y el uso de las fuerzas públicas (¿policía lingüística?) Tal empresa sería un fracaso garantizado al igual como lo fue la planificación central del sistema económico: es una empresa titánica que traspasa las capacidades de cualquier ser humano o grupo de estos. La historia nos ha enseñado que la obsesiva idea del ser humano de diseñar y planificar las sociedades, así como también intentar reducir a cero la incertidumbre, han terminado por crear verdaderas distopias infernales.