(3) Feminismos: ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)
Tenemos, pues, que cuando hablamos de feminismo debemos tener muy presente que este feminismo es siempre “en plural” puesto que no existe un solo movimiento feminista que reivindique los mismos derechos o que apunte a alcanzar una suerte de “mujer modelo”No solamente existen muchos colectivos feministas sino que también unos se oponen a otros. Existen feminismo de izquierda anticapitalista ( el capitalismo es patriarcal ),feminismos anarquistas, feminismo afroamericano, feminismo interseccional, libertarios / liberales, y feminismos más de centro o derecha y, por último, mujeres que no se consideran feministas. En suma existen feministas brillantes y muy respetables, y otras que no dejan de ser mera activistas políticas dogmáticas e intolerantes que defienden ideas que carecen racionalidad y evidencia.
Como explica Christina Hoff Sommers, el feminismo ha sido secuestrado por un pequeño grupo que le ha infringido un gran año. En una entrevista, la autora señala que actualmente el feminismo se asocia con el enfado, la falta de humor y el ánimo de venganza contra los hombres. El punto es que este tipo de feminismo radical, el feminismo de género, en realidad no es feminismo puesto que señalan que incluso la “mujer” es una construcción social y las nihilistas de género incluso niegan la existencia de los géneros. Añade Sommers que existen muchos estilos de feminismo y que no todos implican esa actitud de revancha hacia los hombres. Lo preocupante, continúa explicando, es que, desgraciadamente, ese estilo de feminismo feroz, propio del feminismo de género, es muy poderoso en los medios y en las universidades.
Algunos colectivos feministas reclaman ser los verdaderos representantes de las mujeres y quienes contradigan sus ideas no son más que mujeres traidoras de su género. Se repite así la misma historia que ocurrió con el comunismo. Los partidos comunistas se consideraban los portavoces de los proletarios y también del campesinado, es decir, a eso que se le suele denominar bajo el impreciso concepto de “clase trabajadora”. Bajo esta óptica era un contradicción que un trabajador o una persona de escasos recursos no fuera comunista (o al menos de izquierda). Si se daba tal caso contradictorio se debía a que ese trabajador aún se encontraba hechizado bajo la ideología burguesa capitalista o bajo el hechizo de alguna religión que lo mantenía en un estado de pasividad.
Otra explicación es que ese trabajador, que no se declaraba comunista (o al menos de izquierda), era simplemente un traidor a su clase, un “desclasado” que conspiraba junto a las fuerzas del capital. Bueno, con el feminismo suele darse ese mismo patrón solo que, en lugar de hablar del capitalismo, se erige un nuevo sistema de dominación omnipresente a lo largo de toda la historia de la humanidad: el patriarcado, y serían una cuantas mujeres iluminadas quienes se han dado cuenta de que las demás mujeres han estado viviendo en una “matrix” o un sistema de dominación masculino, de manera que estas mujeres iluminadas con “conciencia de género” son las que están llamadas a redimir a las demás mujeres (quiéranlo o no) que son las “mujeres patriarcales”, es decir, aquellas mujeres que han internalizado las normas y valores del sistema patriarcal y, junto a ello, los tradicionales roles de género. Incluso, en ciertos escritos feministas se presenta al patriarcado como una ideología que fue construida intencionalmente y perfeccionada a lo largo de cientos de años con el objetivo de mantener sometidas a las mujeres. Ahora bien, tales autoras no se dan el esfuerzo de dar evidencias al respecto.
El feminismo que me interesa (el más perjudicial) es aquel que, paradójicamente, deja de ser feminismo, puesto que pretende abolir la misma categoría de sexo y género. Me atrevería a señalar que la gran mayoría de las teóricas del feminismo radical y de género son personas ligadas a las humanidades, muchas pertenecientes al ámbito de la literatura y también al psicoanálisis. Sus conocimientos de biología son casi nulos y, como resulta complejo estudiar biología, se opta por desecharla como algo innecesario puesto que “todo” es cultural o todo es “socialmente construido”, lo que se traduce en que el ser humano no tiene naturaleza y puede ser absolutamente lo que “desea” ser. Cuando hablamos de construcción social no me refiero al hecho obvio de que existen instituciones y cosas que fueron creadas por el ser humano como el matrimonio o el dinero.
concuerdo con Martha Nussbaum en lo que respecta a la influencia de la sociedad en el comportamiento (en diversos ámbitos) de las personas. La filósofa cita el caso de cómo las emociones están expuestas al moldeamiento de los valores que imperan en una sociedad dada. Por ejemplo, el comportamiento emocional, en donde existen ciertas emociones que son censuradas en una sociedad dentro de una época determinada, mientras que otras no. También tenemos que, en virtud de esos comportamientos emocionales, las personas serán etiquetadas de “sentimentales”, “miedosas”, “histéricas”, etc. Incluso tales comportamientos llega incluso a definir, categorizar y reprimir a las personas, por ejemplo, el hombre que “no puede llorar”. En otras palabras, existirían ciertas emociones que “pertenecerían” a varones y otras a mujeres. En suma, sería positivo que en los estudios sobre la mujer y estudios de género existiera una colaboración más estrecha entre el mundo de las humanidades y el mundo de la ciencia que parecen caminar por caminos separados e incluso opuestos.
El problema radica, como lo advierte el catedrático de filosofía de la Universidad de nueva York, Paul Boghossian, cuando el discurso de la “construcción social” se extiende a absolutamente todo, incluidas a los hechos estudiados y a las afirmaciones que emanan de las ciencia naturales. Si todo es una construcción social, entonces el conocimiento, la búsqueda de la verdad, hechos y una ética objetiva están destinadas al fracaso. El mero intento de hacer ciencia básica sería una pérdida de tiempo. Como afirmó la poeta y activista feminista estadounidense, Adrienne Rich: “La objetividad es el nombre que la sociedad patriarcal da a la subjetividad masculina”, por ende dese por enterado el lector que la verdad tiene sexo (o género, aunque no son sinónimos). Es por ello que el es una industria que rechaza todo el conocimiento científico, puesto que este no sería más que una herramienta de dominación masculina.
Además del total analfabetismo científico de las teóricas del feminismo radical, podemos añadir lo que Camille Paglia denomina como la “idolatría ” a autores como Jacques Lacan, Michel Foucault y Jaques Derrida (principalmente en las universidades estadounidenses como Harvard, Princeton o Berkeley). A estos autores podemos añadir otros como Wilhelm Reich, Herbert Marcuse y Gilles Deleuze. Resulta interesante que ciertas autoras leen a Freud y Lacan como si fuesen verdaderos científicos, mientras que los médicos y científicos ven a Freud más bien como novelista (sus teorías sobre la sexualidad están completamente obsoletas) y…Lacan un charlatán, pero claro, un charlatán erudito. Hacia el final de este escrito me referiré a lo perjudicial que puede llegar a ser los “Estudio de la mujer” y las teóricas de género.
¿Qué es el sistema patriarcal o patriarcado? Desde un punto de vista etimológico el patriarcado se compone de dos conceptos griegos, pater (padre) y arché (principio, origen, gobierno). En virtud de lo anterior, el patriarcado vendría a ser un sistema social o de gobierno fundamentado en la autoridad de los hombres, el cual ha predominado en sociedades desde el neolítico y que vendría ser un fenómeno transcultural, es decir, no se reduce a la civilización occidental.
Ahora bien, y como explica Helen Pluckrose, cuando se considera el patriarcado en términos históricos, se presenta una visión simplista e ingenua de esa sociedad, puesto que se presenta una imagen y narrativa en donde “todos” los hombres tenían poder sobre todas las mujeres. El error de esto es que no se tiene en consideración la clase, así como el hecho de que las mujeres de la clase dominante gozaban derechos y ventajas que no tenían los hombres en situados en un nivel inferior dentro de la jerarquía. Pero el hecho es que sí se puede señalar que existió un patriarcado como el que describimos y que se manifestó en diversas culturas y que significó el predominio del hombre por sobre la mujer.
Pero ese patriarcado, al menos en gran parte de países, ha terminado. Por ejemplo, de acuerdo a Pluckrose, el patriarcado en Gran Bretaña comenzó a ser desmantelado en el siglo XIX. A finales de este siglo, las mujeres casadas comenzaron a ser capaces de poseer bienes y dinero, así como también a acceder a profesiones que les estaban vedadas y que les impedía ser autónomas. Todo este desmantelamiento se profundizó a lo largo del siglo XX y fue abarcando cada vez más naciones. Así, la autora es clara al señalar que en países como Inglaterra o Estados Unidos el patriarcado no existe. Algunos colectivos feministas esgrimirán que en política los hombres están sobrerepresentados ante lo cual Pluckrose responde no existe ley alguna que establezca que solo los hombres pueden acceder a estas posiciones.
A esto podemos sumar que existen varios cargos de relevancia que son o han sido ocupados ocupados por mujeres como es el caso de Margaret Thatcher, Michelle Bachelet, Hillary Clinton, Angela Merkel, Christine Lagarde, Ursula van der Leyden, Cristina Fernández, Janet Jellen o Sonia Gandhi (sin mencionar otras personalidades del ámbito de la cultura y las artes). Otro punto importante es que el hecho de que existan menos mujeres en “X” trabajo no puede constituir un argumento para concluir que eso se debe a la discriminación y sexismo. Lo anterior puede explicarse porque las mujeres tienen preferencias y valoraciones distintas a los hombres. Por ejemplo, el hecho de que existan menos mujeres que hombres como trabajadores de la construcción no se explica porque estas sean discriminadas, lo mismo que su escasa presencia como limpiadoras de ventanas en rascacielos.
En suma, el patriarcado es efectivamente una realidad histórica que ha sido estudiado por historiadores, sociólogos y antropólogos. Ahora bien, el concepto de patriarcado utilizado por ciertos colectivos feministas ya no se refiere a una antigua forma de organización social basada en la autoridad del varón, sino que vendría a ser, como explica Zillah Eisenstein, un ordenamiento jerárquico sexual de la sociedad para el control político.
El patriarcado del cual hablan ciertos teóricas feministas es uno más amplio puesto que constituye un sistema de organización social, política, económica y religiosa basada en el poder y supremacía masculina y la marginalización y sumisión de la mujer. Si antes era el capitalismo el sistema ideológico que configuraba toda la realidad social y al cual había que derribar, ahora algunas feministas de izquierda (que también aborrecen el capitalismo ya que es machista) creen que el verdadero sistema de explotación que subyace a todos los demás es el patriarcado al, al igual que el capitalismo, hay que derribar.
Veamos otras definiciones de patriarcado de acuerdo a algunas autoras:
-Gerda Lerner: “manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre mujeres y niños(as) en la familia y la extensión del dominio masculino sobre las mujeres a la sociedad en general”.
-Sylvia Walby: “sistema de estructuras sociales interrelacionadas a través de las cuales los hombres explotan a las mujeres”[1].
Dolores Reguant :
“es una forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del varón, en la que se da el predominio de los hombres sobre las mujeres; del marido sobre la esposa; del padre sobre la madre, los hijos y las hijas; de los viejos sobre los jóvenes y de la línea de descendencia paterna sobre la materna. El patriarcado ha surgido de una toma de poder histórico por parte de los hombres, quienes se apropiaron de la sexualidad y reproducción de las mujeres y de su producto, los hijos, creando al mismo tiempo un orden simbólico a través de los mitos y la religión que lo perpetúan como única estructura posible”[2].
[1] Colectiva Feminista La Revuelta. http://www.larevuelta.com.ar/articulos/ST_2010_01_31_c.html
[2]http://grupofeministalaruptura.blogspot.cl/2012/06/hacia-un-entendimiento-del-patriarcado.html.