(II) Economía, escasez y mercado (por Jan Doxrud)
Sin cooperación no hay mercado pero, sin competencia, tampoco habrá un mercado eficiente. Tampoco predomina el egoísmo en el mercado, independiente de que puedan haber personas egoístas. El querer salir de la pobreza, ser el mejor en su profesión o estudiar para obtener la mejor calificación no es un acto de egoísmo que debemos sancionar. Existe algo que es el amor propio o el interés propio. En otras palabras el egoísmo está infravalorado y el altruismo sobredimensionado, puesto que el egoísmo entendido como uno sano, es decir, la preocupación por mi propio yo es necesario y anterior al altruismo. Por su parte Adam Smith escribió su célebre frase en su obra sobre la Riqueza de las Naciones:
“No debemos esperar nuestra comida de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, sino de su interés personal”
Pero, en contra de la caricatura que algunos hacen de Adam Smith como una suerte de filósofo del egoísmo, tenemos el siguiente pasaje de su menos conocida obra “Teoría de los sentimientos morales”
“Por muy egoísta que se suponga sea una persona, hay evidentemente ciertos principios en su naturaleza que lo interesan en la suerte de otros y le procuran felicidad, a pesar de que no deriva ninguna ventaja de ello como no sea el placer de observarla”
Regresando a los precios, estos juegan un rol fundamental. Son verdaderas señales que concentran una gran cantidad de información, puesto que nos señala cuánto de cada recurso se utiliza en qué lugar y cómo el producto se transfiere a millones de personas. Los precios actúan como incentivos, desde la persona que se preocupa de dejar la luz apagada de su casa, pasando por los consumidores que reaccionan ante cambios de precios y los productores que buscan ganancias e inversores mayor rentabilidad.
Es por ello que la distorsión de los precios puede perjudicar a una economía, por ejemplo por medio de la imposición de precios máximos por debajo del precio de mercado. Controlar precios es distorsionar el sistema de señales y termina por enviar información errónea a consumidores y empresarios. La imposición de precios máximos lleva a la larga a la generación de escasez, de manera que tenemos esta forma específica de escasez como resultado de la manipulación arbitraria de los precios.
Como explica Sowell, una de las diferencias más relevantes que se debe tener en consideración es la diferencia entre, por un lado lo que se puede denominar como “escasez real”, es decir, una escasez referida a una reducida disponibilidad de bienes en relación a la población y, por otro lado, la escasez “ficticia”, ligada al fenómeno de los precios. Tal situación sucedió con la imposición de precios máximos en los alquileres lo que generó escasez de viviendas o el control de precios en Venezuela que llevó al control de otros precios. Esto perjudicó fuertemente a los empresarios quienes ante los precios fijados tenían distintas opciones: ir a la quiebra, abandonar el rubro o continuar sus ventas en el mercado negro. A esto hay que añadir la escasez de divisas y, por lo tanto, el encarecimiento de las importaciones lo que vino a agravar aún más el desabastecimiento en Venezuela. El libre mercado ha sido sustituido en Venezuela por un mercado negro, por los favores y repartijas por parte del Estado, el clientelismo político y la violencia, como el caso de saqueos y asaltos.
Lo que sucede en países como Venezuela (o en Chile de la Unidad Popular) no es ningún misterio y se encuentra bien estudiado por la teoría económica. El problema es que aquí se entrecruzan varios factores, pero uno central es la ideología, en este caso, el socialismo del Siglo XXI, que resultó no ser muy distinto del antiguo socialismo que abogaba por un fuerte control estatal de la economía. Otro error común que abunda en muchas personas es que la economía, al no ser una ciencia “dura”, entonces se transforma en una disciplina sobre la cual podemos opinar absolutamente lo que deseemos. Es más, para estas personas incluso existen muchas escuelas económicas igualmente válidas. Pero resulta ser un grave error. En primer lugar sí existen ciertos principios económicos que no están sometido a la opinión del aficionado. Así, si usted se dedica a expandir la masa monetaria sin respaldarla con producción, entonces el resultados será la inflación. A esto cabe añadir que no todas las escuelas económicas son equivalente, sin ir más lejos, las ideas medulares de Marx en materia económica han sido completamente desacreditadas sin importar lo que sus fieles seguidores.
Las teorías económicas que defendieron por años la idea de la planificación central fracasaron estrepitosamente porque resultaron ser incompatibles con la realidad. Como explica Sowell, la economía no es simplemente un tema sobre el cual expresar nuestras opiniones o exteriorizar emociones. Más adelante añade una “conversación poética sobre el clima no es meteorología” y así mismo, “la emisión de dictados morales o credos políticos sobre economía no es economía”. Lo anterior se explica porque la economía es un “estudio sistemático de lo que ocurre cuando se realizan cosas específicas de una forma específica. En economía los fines nobles y los discursos cargados de buenas intenciones son totalmente irrelevantes ya que lo que nos debe interesar son los incentivos que un política pueda generar en el tiempo así como sus posibles ramificaciones. Quizás el control de precio (máximo) pueda traer rentabilidad electoral al político en el corto plazo y tenga el apoyo popular, pero en el largo plazo esto se pagará con escasez y desabastecimiento.
Hay muchos ejemplos donde, frente a la aplicación de una política determinada, se espera un efecto determinado (causalidad unidireccional) pero sucede que emergen otros problemas no previstos. Por ejemplo Tirole cita el caso de políticas que apuntan a reducir los efectos de los gases de efecto invernadero. Sucede que un país X puede reducir su consumo de energías fósiles a lo cual se unen otros bien intencionados países. Explica el economista que cuando se ahorra una tonelada de carbón o un barril de gasolina la consecuencia es una disminución del precio de estos recursos y se incentiva a otros países a consumir más en otras partes del mundo. Si Europa impusiera a un sector expuesto a la competencia internacional pagar por emisiones de gas de efecto invernadero lo más probable es que tales empresas se deslocalicen hacia otros países con menos conciencia ecológica. Por su parte Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner nos relatan el caso del plan de inventivos de la ONU para compensar a los fabricantes por recortar los contaminantes que emitían a la atmósfera. Los pagos se realizaban en bonos de carbono que podían venderse en el mercado. Así quienes reducían contaminantes como metano recibían 21 bonos, óxido nitrogeno, 310 bonos y en el alto de la lista estaba el HFC-23, derivado del HCFC-22.
¿Qué fue lo que sucedió? Países como China e India comenzaron a producir HCFC-22 adicional para generar HFC-23, para posteriormente eliminarlo y cobrar el incentivo Esto es conocido como “efecto cobra o ratón”. Por ejemplo, tenemos que una pequeña comunidad se ve invadida por una plaga de ratones. Como el alcalde quiere comprometer a los ciudadanos en el cuidado de la comunidad, decide pagar 1 dólar por ratón cazado. En un comienzo se comenzó a notar la disminución de ratones por las calles, pero de repente la cantidad de ratones no siguió disminuyendo e incluso pareció estancarse. Sucede que como las personas responden a incentivos, algunos ciudadanos decidieron no matar al “ratón de los huevos de oro” y decidieron comenzar a criar ratones formándose una verdadera empresa en torno a los ratones: fabricantes de jaulas, comidas, crianza, etc.
Xavier Sala-i-Martin nos cuenta la misma historia en el ámbito de la economía del desarrollo, específicamente el fracaso de ayudas bienintencionadas de ONGs y organismos internacionales hacia los países de escasos recursos, debido a un enfoque top - down que no tiene en consideración las necesidades de sus habitantes así como la realidad sociopolítica del país. El economista cita el caso de la actriz Sharon Stone que, conmovida por los estragos causados por la malaria en Tanzania, decidió reunir dinero para comprar mosquiteros. Tras recaudar el dinero más la ayuda de UNICEF compró las mosquitera en Taiwan para después ser embarcadas a Tanzania. ¿Qué sucedió? Fueron robadas por algún funcionario aduanero y vendidas en el mercado negro en forma de redes de pescar y vestidos de novia.
Otro ejemplo dado por el mismo economista sucedió en Ghana cuando una muy bien intencionada ONG alemana de nombre GTZ tuvo la idea de conectar a sus habitantes en Internet. Así se buscaron voluntarios que pudieran trabajar en el diseño de páginas web para regalarlas a empresas africanas. Cuenta Sala-i-Martin que él había conocido a un joven emprendedor en Ghana de nombre Emmanuel Tetteh Quazi, quien había comenzado a ofrecer servicios de diseño de páginas web a empresas del país. Este emprendedor terminó formando una compañía llamada Soft Internet Solutions. ¿Qué sucedió? La irrupción de los bienintencionados alemanes terminó por perjudicar fatalmente a los emprendedores ghaneses. Soft Internet Solutions cerró y su fundador terminó manejando un taxi en Londres
La economía es una disciplina compleja, en el sentido de que requiere de estudio y, en un segundo sentido, es que no es simple. Además es una disciplina que requiere el auxilio de otras disciplinas como la politología, sociología, psicología y la historia. Sowell enfatiza que en economía no existen relaciones causa - efecto de carácter unidireccionales, puesto que lo que predomina es una causalidad sistémica. En otra palabras predominan las interacciones recíprocas y no unilaterales. Por lo demás, y como ya he explicado en otro artículo, los sistemas (y subsistemas) son por definición complejos y poseen una composición, un entorno, una estructura y un mecanismo. Por lo demás existen millones de interacción entre individuos de las cuales surgen propiedades emergentes de las que carece sus componentes. Además, al analizar acciones económicas en términos causales se deben tener en consideración los incentivos. En palabras de Sowell:
“El hecho de que existan asuntos controvertidos en economía, como en cualquier ciencia, no significa que sus principios básicos sean simplemente asuntos de opinión. Los principios básicos de la economía, como los principios básicos de la química o la física, no son simplemente asuntos de opinión”.
En virtud de lo anterior, creer que el aumento del salario mínimo aumenta automáticamente el poder adquisitivo de las personas y estimula la economía resulta ser una ingenuidad, al igual que pensar que los controles (máximos) de precios benefician a las personas porque establece precios “justos”. Otras interpretaciones infantiles y simplistas es pensar que la inflación es “inducida” por una misteriosa élite o producto de una “guerra económica” comos señala Nicolás Maduro. Esto nos viene a decir que los precios son el resultado del estado de ánimo con el que amanece el productor al cual no le interesaría mucho el hecho de que la clientela lo sustituya por la competencia. Por lo demás en Venezuela el poder total lo tiene el Estado y la élite chavista, de manera que sería bastante increíble pensar que los “empresarios” que puedan quedar operando tengan el poder de “inducir” una inflación. Pero es muy común en economía que los gobiernos personalicen las causas en alguien o un grupo, en lugar de asumir sus propios errores.
Es por ello que sigue vigente la célebre caracterización que hizo el historiador victoriano Thomas Carlyle de la economía, a la cual la rotuló de “ciencia lúgubre” (dismal science), aunque en la actualidad es lúgubre por otras razones, como el frustrar aquellas políticas fundamentadas únicamente en retóricas emocionales populistas y las promesas de políticos en sus campañas electorales donde prometen el reino de la abundancia. Lamentablemente los intentos de someter la lógica económica a la lógica política ha resultado siempre en un fracaso para la segunda.