(III) El “Socialismo del Siglo XXI: Michael Lebowitz y Alan Woods (por Jan Doxrud)
-Michael Lebowitz
Otro autor cercano al gobierno Venezolano y compañero de Marta Harnecker, es Michael Lebowitz. En su libro “Build It Now: Socialism for the 21st Century”, el pensador canadiense dedica un espacio al caso venezolano. En el capítulo VII, Lebowitz delimita el significado del concepto de socialismo. El autor propone reinventar el socialismo y no volver a repetir el los errores del socialismo del siglo XX, que fue más bien un capitalismo de Estado.
El nuevo socialismo debe fundamentarse sobre otros pilares, radicalmente diferentes a los del capitalismo. Hugo Chávez junto con la Revolución Bolivariana representan justamente ese nuevo socialismo. Además fue Chávez el que nuevamente puso al marxismo y el socialismo al orden del día. Chávez habría traído nuevamente a la vida política las ideas desfiguras como Marx y el Che Guevara. Pero lo que es un hecho indiscutido para Lebowitz es que hay que trascender el capitalismo y avanzar hacia el nuevo socialismo que encarna la Revolución Bolivariana: un socialismo humanista o el Socialismo del siglo XXI.
El capitalismo sólo separa a los trabajadores de sus productos, de las comunidades y de unos de los otros, y reprime la posibilidad de que estos puedan desarrollar todas sus capacidades. En cuanto a algunos aspectos más específicos de este nuevo socialismo, Lebowitz señala que este debe caminar con las dos piernas. Esto significa que no solamente se debe tomar el poder del Estado existente y estatizar industrias estratégicas, sino que también se debe fomentar el desarrollo de empresas cooperativas, principalmente con los ingresos provenientes de la industria petrolera. Tales cooperativas se pueden fundamentar en el autointerés colectivo o en las necesidades de la sociedad en su conjunto. Para Lebowitz, el régimen venezolano ha avanzado por ese camino, por ejemplo, creando consejos comunales que pueden diagnosticar democráticamente las necesidades y prioridades de la comunidad a través del desarrollo de la “congestión” en firmas estatales, concepto que enfatiza el vínculo entre la empresa y la sociedad, donde los trabajadores participan activamente en la gestión de las empresas teniendo siempre como horizonte el bien de la comunidad en su conjunto.
En resumen, para Lebowitz, “caminar con las dos piernas” significa la existencia de grandes empresas y pequeñas empresas, firmas estatales y firmas de producción social, desarrollo intensivo y desarrollo extensivo. Lebowitz advierte sobre las posibles “deformaciones” y peligros que puede sufrir la Revolución Bolivariana. Advierte el autor que si bien la revolución económica ha comenzado en Venezuela, la revolución política y cultural se encuentran rezagadas, y este problema es el que puede termina por deformar la revolución. Un ejemplo de esto es la mantención de las estructuras jerárquicas y verticales de poder dentro de las empresas, lo que puede terminar por desilusionar a los trabajadores quienes habían puesto su confianza en que la revolución traería un cambio en sus condiciones de trabajo, haciéndolo más participativo y democrático, y no, por el contrario, en un espacio fragmentado, impersonal, que refuerza aún más la alienación del trabajador. Añade Lebowitz que esto termina por reforzar también las tendencias egoístas de la vieja sociedad, lo que socava la construcción de la sociedad nueva y reduce también el plusproducto como consecuencia de la restricción del desarrollo de las capacidades y potencialidades humanas.
De acuerdo a Lebowitz, si la Revolución Bolivariana no avanza por el camino de la democracia participativa, estancándose en la meramente formal, entonces no existiría ninguna diferencia entre Venezuela y los demás países capitalistas. Otras amenazas a la revolución son las que viene tanto desde adentro como desde el exterior. Más allá de estos constantes peligros y amenazas, el hecho es que la Revolución Bolivariana ha puesto nuevamente al desprestigiado socialismo como una alternativa, quebrando así ese supuesto monopolio ideológico donde parecía ser que la única alternativa era el denominado "neoliberalismo".
-Alan Woods
Ahora abordaremos algunas ideas del teórico político y militante marxista, Alan Woods. Este autor es un “comunista convencido”, un verdadero marxista - leninista - trotskista. Es un personaje ligado a la historia de América Latina, amigo de Esteban Volkow (nieto de Trotsky, residente en México) y cercano al fallecido Hugo Chávez. Woods es claro y directo en sus ideas, su tono es el de un revolucionario convencido con una retórica revolucionaria digna de 1917. Como trotskista y antiestalinista, Woods defiende la postura de que el colapso de la Unión Soviética no representó el colapso del socialismo, sino que el colapso de una caricatura burocrática y totalitaria del socialismo representada por el estalinismo (la idea es la misma: "nadie ha visto el verdadero comunismo, todos las experiencias anteriores fueron sólo desviaciones"). El autor defiende el régimen cubano, así como la ya fallida “revolución bolivariana”. Para este autor, la verdadera utopía no es el socialismo y su pretensión de nacionalizar y someter a un férreo control los medios de producción, sino que la verdadera utopía es el escenario donde predomina el sistema capitalista, donde supuestamente se puede sobrevivir y prosperar sin problema alguno.
En relación al proyecto político ideado por Hugo Chávez, el autor expone sus reflexiones en una serie de artículos bajo el título de: “La Revolución Bolivariana. Un análisis marxista”[1]. Woods, quien escribe en el año 2004, califica la situación en Venezuela como una revolución, en el sentido que dio Trotsky al término, esto es, a aquella situación donde las masas comienzan a tomar el destino en sus propias manos. De acuerdo a Woods, en Venezuela se estaba dando un despertar de las masas y una mayor participación de estas en política. El autor escribe con un claro tono de militante revolucionario y no como mero académico. Frente a la pregunta acerca de su opinión sobre la revolución, Woods responde:
“Vuestra revolución es una inspiración para los trabajadores de todo el mundo: habéis conseguido milagros; sin embargo, la fuerza motriz de la revolución es la clase obrera y las masas, ahí está el secreto de su triunfo futuro. La revolución no ha terminado aún y no terminará hasta que destruya el poder económico de los banqueros y los capitalistas. Para conseguirlo, las masas deben armarse y estar organizados en comités de acción, organizados en todos los niveles. Los trabajadores deben tener sus propias organizaciones independientes y deben construir la Tendencia Marxista Revolucionaria”[2].
Wood piensa que el factor más importante en la situación actual es la ausencia a escala mundial de una dirección marxista fuerte y con autoridad. Para Woods, la verdadera revolución debe ser dirigida por un partido marxista: “El éxito de la revolución estaría realmente garantizado si existiera un partido marxista de masas que pudiera proporcionar la guía necesaria a las capas dirigentes de la clase y armarlas con un programa político. Pero la construcción de este partido no se puede hacer por decreto: la vanguardia revolucionaria sólo puede ganar a la mayoría sometiéndose a la prueba de los acontecimientos y a la aprobación de las masas”[3].
Por lo tanto, el punto débil de Venezuela radica en la ausencia de un partido marxista revolucionario de masas, lo que significó que las fuerzas de la revolución y las masas se congregaran alrededor de la figura de Chávez y del movimiento bolivariano, quienes se atrevieron a hacer frente a las potencias imperialistas. Pero esto es solamente una fase particular en la que se encuentra Venezuela. De acuerdo a Woods, Chávez le confesó que no se consideraba marxista ya que no había leído muchos libros de Marx. A partir de esta constatación Woods explica el porqué aún Venezuela no experimentaba la verdadera revolución y la respuesta esque líder venezolano aún no daba un “giro a la izquierda”.
El autor critica a quienes tienen una suerte de visión academicista de la revolución, como si existiese a priori un molde o esquema, aunque el autor mismo constantemente recurra a la obra de Trotsky para explicar el fenómeno de las revoluciones así como la situación política que experimenta Venezuela. De acuerdo a Woods, una revolución sigue sus propias reglas y obedece a sus propias leyes internas que se fundamentan en las contradicciones de la sociedad y que gradualmente se elaboran a través de la acción colectiva de las propias masas. Si bien el autor alaba el proyecto político de Chávez, igualmente califica al movimiento bolivariano como una “democracia pequeño burguesa revolucionaria”, debido a que no ha ido más allá de los límites de una democracia burguesa, en otras palabras, la revolución no ha abolido el capitalismo, que es justamente la principal amenaza a su triunfo. En palabras de Woods:
“Lo que estamos presenciando en Venezuela es una variante peculiar de la teoría de la revolución permanente. Es imposible consolidar las conquistas de la revolución dentro de los límites del sistema capitalista. Tarde o temprano habrá que elegir: o la revolución liquida el poder económico de la oligarquía, expropia a los banqueros y a los capitalistas y emprende la dirección al socialismo, o la oligarquía y el imperialismo liquidarán la revolución”[4].
De esa manera, lo que necesita Venezuela es una vanguardia, un verdadero partido que represente a los proletarios, es decir, un partido comunista. Woods sustenta su discurso en los escrito por Marx y Engels en el Manifiesto, donde señalan que lo que diferencia a los comunistas de los demás partidos obreros es que, en las luchas nacionales de los proletarios de los distintos países, los comunistas reivindican los intereses de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad. Wood constituye un ejemplo de marxismo recalcitrante y fielmente apegado a las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky entre otros. En su análisis marxista de la revolución bolivariana, lo que Woods hace es interpretar este proceso a la luz del materialismo histórico y dialéctico, a la luz de la lucha de clases y otra serie de ideas propias del marxismo.
En realidad el escrito de Woods es una especie diagnóstico de la situación política y económica en Venezuela combinado con un tono profético-mesiánico de los posibles rumbos que la revolución bolivariana podría tomar a la luz de los escritos de Marx, Lenin y Trotsky. Pareciera que Woods jugara a ser una suerte de ideólogo no oficial del régimen, pero no se sabe hasta qué punto Hugo Chávez estaría de acuerdo con el marxismo ortodoxo de Woods y si habrá realmente leído las 110 tesis de Woods sobre la revolución y la contrarrevolución. Pero en realidad lo que señala cada una de esas tesis no presenta nada nuevo desde el punto de vista del clásico discurso marxista, es decir, se encontrará la constante alusión a un escenario maniqueo donde luchan las fuerzas del bien y del mal, la lucha de clases entre los empresarios y banqueros contra los trabajadores en su conjunto, la necesidad de expropiarlo prácticamente todo, trascender el capitalismo, estar constantemente ante la amenaza del imperialismo norteamericano y otras fuerzas contrarrevolucionarias
[1] Alan Woods, La Revolución Bolivariana. Un análisis marxista (España: Fundación Federico Engels, 2005).
[2] Ibid., 98.
[3] Ibid., 64.
[4] Ibid., 78.