2/8-Karl Marx (El Capital): circulación de las mercancías (por Jan Doxrud)

Karl Marx (1, El Capital): circulación de las mercancías

Sólo para recordar lo dicho en el artículo anterior, presento los siguientes esquemas de la autora chilena Marta Harnecker:

Pasemos a examinar el dinero como medio de circulación. Marx concibe las mercancías como si estuviesen sometidas a una órbita en donde son constantemente intercambiadas y permanecen dentro de la órbita hasta que las mercancías son consumidas. Marx se centra en el intercambio, en cómo las distintas mercancías ingresan en este mundo donde se cambian valores de uso por otros valores de uso. Al respecto Marx escribe:

En un principio, las mercancías ingresan al proceso de intercambio sin dorar y sin azucarar, tal como vienen al mundo. El proceso de intercambio produce un desdoblamiento de la mercancía en mercancía y dinero, contradicción externa en que las mercancías representan su contradicción inmanente de valor de uso y valor. En esta contradicción las mercancías, como valores de uso, se enfrentan al dinero, valor de cambio. Por otra parte, ambos polos de la contradicción son mercancías, o sea, unidades de valor de uso y de valor: La mercancía es un valor de uso real, su existencia como valor sólo se manifiesta de un modo ideal en el precio, que la refiere, como a su imagen real de valor, al oro, situado en el polo opuesto. A su vez, el material oro sólo se considera materialización de valor, dinero. De un modo real es, por eso, valor de cambio. Su valor de uso se manifiesta de manera ideal tan solo en la serie de expresiones relativas de valor, en las que se refiere a las mercancías opuestas como al conjunto de sus imágenes de uso reales. Estas formas contradictorias de las mercancías son las formas reales de movimiento de su proceso de intercambio[1].

Marx nos ofrece ejemplos concretos para dar a entender sus puntos. Tenemos a un tejedor de lienzo que entra con sus mercancías al escenario del intercambio, esto es, al mercado de las mercancías donde ofrecerá la suya a un precio determinado de 2 libras esterlinas. Por lo tanto el tejedor, al enajenar su mercancía, recibe como pago 2 libras esterlinas, de manera que tenemos la siguiente forma: M – D (M= mercancía y D= dinero), es decir, vende M = lienzo y obtiene D =dinero. Pero el proceso no acaba con la obtención del dinero, ya que finalmente la gente no quiere dinero solamente para atesorarlo. Así, el tejedor podrá comprar una Biblia por un valor de 2 libras esterlinas llegando a la siguiente forma de intercambio:   M – D – M , es decir, el tejedor tiene su lienzo (M) que lo intercambia por 2 libras esterlinas (D) y luego compra una Biblia por esa misma suma de dinero (M).

https://afreshcoatofpainter.wordpress.com/2017/01/04/surplus-value-the-inherent-exploitiveness-of-capitalism/

En este caso se puede decir que el tejedor ha intercambiado una mercancía por otra, es decir, lienzo por una Biblia y el dinero juega sólo como medio de intercambio. De acuerdo a Marx, por su contenido material, el movimiento M – M, cambio de mercancía por mercancía, constituye metabolismo de trabajo social, en cuyo resultado se extingue el propio proceso. A diferencia de David Ricardo, quien concebía el dinero como un medio de circulación, Marx considera que el dinero puede ser también atesorado. Debemos aclarar que no es que Ricardo no considerase que el dinero pudiese atesorarse, pero sucede que el dinero ahorrado también puede ser gastado en factores de producción, como por ejemplo, contratar más trabajadores. Puede suceder que en una economía de trueque, la ley de Say, entendida, por lo demás erróneamente, como que “la oferta crea su propia demanda”, funcione o también en una economía donde el dinero se demanda sólo como medio de circulación. Pero para Marx el dinero se demanda también para ser atesorado, por lo que el acto de comprar y vender no necesariamente coinciden, es decir, el intercambio no tendrá siempre la forma M – D – M, sino que M – D y, de esa manera, el dinero “se petrifica, convirtiéndose en tesoro y el vendedor de mercancías, en atesorador”.

Marx realiza un análisis del intercambio aislando los procesos por partes. Asi tenemos la forma M – D que constituye la primera metamorfosis de la mercancía, es decir, su venta. Este es, de acuerdo a Marx, el salto mortal de la mercancía, donde esta deja su cuerpo mercantil para así poder tomar cuerpo en el oro. El producto o el lienzo (en nuestro caso) sólo adquiere la forma socialmente válida de equivalente general en el dinero, por lo que nuestro tejedor tiene que salir a la caza de los poseedores de dinero y que además tengan una necesidad específica. Esta necesidad específica, que en nuestro caso es el lienzo, debe convertirse en valor de uso para otra persona poseedora del dinero, ya que de nada serviría que fuera un valor de uso para alguien que careciera de dinero. No abordaremos escenarios más complejos que Marx considera, como la competencia que pueda tener el tejedor, la posibilidad de que existan preferencias por otros oferentes que pueden ofrecer una mercancía de mejor calidad o que el mercado esté saturado de la mercancía y, como consecuencia, se genere un excedente invendible.

Supongamos que el tejedor logra atraer a una persona interesada, de manera que la cuestión es la de saber cuál es el precio de la mercancía. La respuesta la sabemos y es que tenemos que considerar el tiempo de trabajo socialmente necesario:El precio de las mercancías es, por tanto, sólo el nombre en dinero de la cantidad de trabajo social materializado en ella”. Pero como nota Marx, el tejedor se encontrará con el hecho de que lo que antes era el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de lienzo, ya no lo es hoy, lo que queda en evidencia cuando quien posee el dinero le hace ver los precios de la competencia. Pero Marx deja de lado este problema y supone que cada pieza de lienzo presente en el mercado contiene sólo el tiempo de trabajo socialmente necesario. Puede suceder, en palabras de Marx, que el estómago del mercado no pueda absorber la cantidad total de mercancías o de lienzo, lo que dejaría en evidencia que la suma total de estas piezas puede contener tiempo de trabajo gastado de manera superflua o que se ha invertido una cantidad excesiva del tiempo total del trabajo social.

Pero en caso de que no existiese una suerte de saturación en el mercado de lienzos que tenga como consecuencia un desplome de los precios, el tejedor logrará finalmente materializar la venta, es decir, el cambio de manos o de lugares del oro y de la mercancía. La mercancía se cambia por su propia imagen general de valor y el oro se cambia por una imagen particular de su valor de uso. El lienzo pasa a ser 2 libras esterlinas, es decir, pasa a referirse exclusivamente al oro, por lo que “la mercancía se desprende de su forma mercantil primitiva al enajenarse, es decir, en el instante en que su valor de uso atrae realmente al oro, presente en su precio como algo imaginario.

Marx señala que la transformación de la mercancía en dinero es a la par la transformación del dinero en mercancía:

Este proceso único es doble: desde el polo del poseedor de mercancías es una venta, desde el polo contrario, del poseedor de dinero, es una compra. Es decir, la venta es compra, M – D es al mismo tiempo D – M”.

Pero como ya habíamos adelantado, este proceso no termina en la forma M – D ya que el tejedor vende el lienzo para comprar una Biblia por la suma del precio del lienzo vendido, por lo que al final la venta del lienzo continúa y finaliza con la compra de una Biblia, de manera que el vendedor se transforma en comprador. Resumiendo, tenemos que la primera fase es M – D (lienzo – dinero) para luego pasar a la forma D – M (dinero – Biblia). La primera metamorfosis de la mercancía es aquella donde pasa de su forma mercantil al dinero. Ahora revisemos la segunda metamorfosis, lo que Marx llama la “reconversión” de la forma dinero a mercancía. D – M constituye la metamorfosis final de la mercancía que comienza con el dinero que es la mercancía absolutamente enajenable: “El dinero lee al revés todos los precios y de este modo se refleja en todos los cuerpos mercantiles como en el material sumiso de su propia transformación en mercancía”. D – M que es la compra es a la vez venta o M – D, por lo que la segunda metamorfosis es a la vez la primera de la otra. Nos detuvimos cuando nuestro vendedor cambió su dinero a cambio de la Biblia, pero el circuito no termina ahí, ya que el vendedor de la Biblia a su vez usará sus 2 libras para comprar aguardiente, de manera que tenemos lo siguiente:

 

1)M–D–M (Lienzo–Dinero–Biblia)


2) M – D – M (Biblia – Dinero – Aguardiente)

 

Vemos que D – M es la fase final del intercambio 1 y M – D es la fase inicial del intercambio 2. Por lo tanto la venta de una mercancía genera muchas compras de otras muchas mercancías teniendo en consideración la inmensa magnitud del mercado y los bienes que se transan en éste. En palabras de Marx: “La metamorfosis final de una mercancía constituye, de este modo, la suma de metamorfosis iniciales de otras mercancías”. La mercancía atraviesa constantemente a través de estos movimientos contrarios y mutuamente complementarios: M – D y D – M, donde la mercancía se convierte en dinero y de dinero en mercancía y los sujetos a su vez hacen de vendedores y también de compradores. Es interesante tener en consideración esta verdadera red de intercambios y cómo a la larga se intercambian mercancías por mercancías.

De acuerdo con Marx: “El tejedor puede vender su lienzo sólo porque el campesino ya vendió su trigo; el amigo de la bebida vende su Biblia, porque el tejedor ya vendió su lienzo; el destilador vende su aguardiente, porque el otro ya vendió el elixir de la vida eterna, etc”. Ahora bien, Marx critica la concepción de un supuesto equilibrio en el mercado, “el dogma de que la circulación de mercancías presupone un equilibrio necesario de las compras y las ventas, ya que cada venta es al mismo tiempo compra y viceversa”. Nada más absurdo que pensar que la oferta genera su propia demanda y que el número de ventas llevadas a cabo es igual al número de compras. El mercado no es necesariamente un lugar donde el vendedor va a encontrar seguridad y confort.

Puede suceder algo tan de sentido común como no encontrar a alguien que desee mi mercancía o que al recibir dinero por la mercancía vendida no quiera gastarla de inmediato. El dinero es un simple medio de circulación mercantil y cruza por una serie de fases, y siempre que el dinero se aleja de su punto de partida no necesariamente retorna nuevamente a este, ya que puede que la persona retenga en sus manos lo que Marx llama la imagen transformada de la mercancía que es el dinero, por lo que la mercancía se encontraría en la primera fase de la metamorfosis. Citemos un pasaje ilustrativo del pensador alemán donde aclara el tema sobre el dinero como medio de circulación:

En la primera mitad de su proceso de circulación, la mercancía y el dinero cambian de lugar. A la par con ello, la mercancía,como objeto de uso, sale de la circulación e ingresa a la esfera del consumo. Su lugar lo ocupa su figura de valor o larva de dinero. La segunda mitad de su proceso de circulación ya no la recorre en su propia piel natural, sino con la piel del oro. La continuidad del movimiento recae sobre el dinero, y el mismo movimiento que para la mercancía se compone de dos procesos opuestos, constituye, como movimiento propio del dinero, el mismo proceso: su cambio de puesto con otra mercancía siempre renovada. El resultado de la circulación mercantil, sustitución de una mercancía por otra, se manifiesta por esta razón no a través de su propio cambio de forma, sino a través de la función del dinero como medio de circulación, que hace circular las mercancías, de por sí inmóviles, y las traspasa de manos en que son no-valores- de-uso a manos en que constituyen valores de uso, constantemente en dirección opuesta a su propio curso. El dinero desplaza continuamente alas mercancías de la órbita de la circulación, ocupando siempre sus puestos en ésta y alejándose de su propio punto de partida. Por consiguiente, aunque el movimiento del dinero es sólo expresión de la circulación mercantil, parece como si aconteciese lo contrario: como si la circulación mercantil fuese resultado del movimiento del dinero[2].

Regresando a nuestro tejedor, el lienzo transforma en primer lugar su forma mercantil en forma de dinero, para que posteriormente el punto final de la primera metamorfosis M – D, esto es, la forma de dinero. se transforme en el inicio de su última metamorfosis, vale decir, D – M, su retransformación en la Biblia. La mercancía está constantemente abandonando en su primera metamorfosis la esfera de circulación y, a su vez, otras mercancías ingresan a esta esfera. Por su parte el dinero, como medio de circulación, se desenvuelve precisamente en esta esfera. La pregunta que se hace Marx es cuánto dinero absorbe constantemente la esfera de circulación. La masa de medios de circulación requerida para el proceso circulatorio del mundo mercantil está determinada por la suma de precios.

De acuerdo a lo anterior, Marx piensa que al aumentar o disminuir la suma de precios, la masa de medios de circulación de dinero en circulación aumentará o disminuirá en la misma proporción. Si por ejemplo disminuyese el valor de la propia medida de valor, esto se manifestaría en la fluctuación de los precios de las mercancías que se cambian por aquellos metales preciosos. Según Marx, con el tiempo se daría un proceso de nivelación de los precios en oro y plata de las mercancías hasta que finalmente el valor de todas las mercancías se cotizarían de acuerdo con el nuevo valor del metal dinero. En palabras de Marx:

...en la misma medida en que se generaliza la determinación rectificada de los precios de las mercancías, o que en sus valores se miden de acuerdo al nuevo valor del metal depreciado y que hasta cierto punto continúa disminuyendo, se forma su masa adicional necesaria para realizar estos precios”.

Marx considera el valor del oro como algo fijo y, a partir de esta suposición, explica que la masa de medios de circulación está determinada por la suma de los precios de las mercancías que han de ser realizados. La suma de los precios de las mercancías dependerá de la masa de mercancías que se encuentre en circulación, por lo que si la masa de trigo aumenta, también crecerá la masa de dinero que ocupa el puesto del cereal al ser vendido. Marx, suponiendo que la masa de mercancías es constante, afirma lo siguiente:

“...la masa de dinero en circulación aumentará o disminuirá con las fluctuaciones de los precios de las mercancías. Esta masa sube y baja porque la suma de los precios de las mercancías aumenta o disminuye conforme a los cambios de precio. Para ello no es necesario...que los precios de todas las mercancías aumenten o disminuyan al mismo tiempo. El incremento o disminución de los precios de un número determinado de artículos importantes es suficiente para que suba o baje la suma de los precios de todas las mercancías en circulación a realizarse...El efecto sobre la masa de medios de circulación es el mismo si la modificación en los precios de las mercancías refleja un cambio de valor real o constituye simples fluctuaciones de los precios de mercado[3].  

Regresando al tema del intercambio, podemos sintetizar este tema de la siguiente manera:

1-M – D – M: El dinero funciona como mediador, se cambia un valor de uso por otro. El objetivo lo constituye el consumo y los extremos M y M representan diferentes valores de uso, es decir, cualitativamente son diferentes

2-D – M – D: el objetivo es el valor de cambio. En este caso encontramos algo cualitativamente igual pero, a diferencia del caso anterior, lo que se busca es una diferencia cuantitativa entre los extremos. No tendría sentido para el capitalista     D – M – D sino que lo que busca es D – M – D’.

3-D – M – D’: es valor que se valoriza a sí mismo. El objetivo no es satisfacer necesidades sino que producir más valor, de manera que la satisfacción de necesidades no es mas que un medio para lograr el fin de la valorización. Esto lo veremos con más detalle a continuación.

Fin, parte 2

 

 

[1] 114-115

[2] Ibid., 124-125.

[3] Ibid., 117-118.