6/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando? Consideraciones críticas y síntesis

1/6- Sexo…Género…¿de qué estamos hablando? Consideraciones críticas y síntesis

Por su parte el filósofo de la ciencia y académico de la Universidad de York, David. N. Stamos explica en su libro “Evolución” que la definición de intersexual de Fausto-Sterling es demasiado amplia y poco útil. Lo anterior se debe a que la autora considera la intersexualidad como cualquier desviación de los individuos respecto del “ideal platónico” del dimorfismo nivel cromosómico, genital, hormonal o gonadal. Stamos cita el trabajo del médico y psicólogo Leonard Sax titulado “How common is intersex? a response to Anne Fausto-Sterling” (2002), en donde incluye dentro de los intersexuales a:

-Individuos con cromosomas sexuales XX en algunas células y cromosomas XY en otras

-Individuos con el síndrome completo de la insensibilidad al andrógeno, esto es, individuos exclusivamente con cromosomas XY pero sin genitales masculinos)

-Individuos con hiperplasia suprarrenal congénita, es decir, que tienen exclusivamente cromosomas XX, pero o bien con genitales masculinos o con genitales mixtos combinados con una conducta masculinizada.

El neurobiólogo Dick Swaab en su libro “Somos nuestro cerebro” explica que el síndrome de insensibilidad al andrógeno “demuestra que la testosterona es efectivamente la responsable de la diferenciación en un sentido masculino de los órganos sexuales y del cerebro”. El punto de Swaab es que no podemos retroceder a concepciones anticientíficas como la de la tábula rasa, es decir, no somos pizarras en blanco en donde la cultura y la educación son las únicas que tienen algo que escribir. Siguiendo a Swaab nuestra identidad de género se identifica en el seno materno y es en la segunda mitad del embarazo cuando el cerebro evoluciona en un sentido masculino o femenino puesto que es en aquella etapa en donde el niño produce el pic de testosterona y no así la niña. En resumen y de acuerdo a Swaab: “Es en este período cuando el sentimiento de ser hombre o mujer, es decir, nuestra identidad de género, queda fijado en las estructuras cerebrales para el resto de nuestra vida”.”

Tanto Stamos como Sax critican la falacia naturalista en el sentido de creer que lo “natural” es “normal”, entendido esto último tanto como “estadísticamente raro” así como también “defectuoso”. De acuerdo a esto Stamos señala lo siguiente la auténtica intersexualidad es un estado patológico o una enfermedad genética y añade que si clasificamos problemas como la hemofilia, la diabetes de tipo 1, y el asma como enfermedades genéticas, entonces, “¿por qué no hemos de hacer lo mismo con la auténtica intersexualidad?”

Por ende es un error catalogar a los intersexuales como un “tercer sexo” (tampoco son hermafroditas) y considerarlos como si fuesen un grupo homogéneo, cuando en realidad se diferencian entre sí. En una entrevista para womanplaceuk.org Claire Graham, abogada y profesora (e intersexual), afirma que la existencia de intersexuales no implica que el sexo sea un espectro. Así mismo, el hecho de que una persona sea infértil no significa que carezca de sexo. A esto añade:

“Me parece extraño que alguien mire a un hombre con Klinefelter (una condición en la que los hombres tienen un cromosoma X extra) y una mujer, como yo, con MRKH, y trate de argumentar que somos del mismo sexo”.

Graham también cuestiona la cifra de que 1,7% de las personas son intersexuales. Explica que  en realidad no se está  hablando de personas con genitales ambiguos en todos aquellos casos. Añade que el 1,5 % son personas con CAH de inicio tardío, que es una condición que no se manifiesta hasta más adelante en la vida, de manera que las personas que la padecen no son diferentes al nacer de ninguna manera. A esto agrega Graham:

“Esto nos deja con un 0,2% de la población que nace con una diferencia, lo que llamamos condiciones congénitas. La mayoría de estos tampoco son ambiguos al nacer. Por ejemplo, MRKH, mi fenotipo es típicamente femenino, así que no me veía diferente a ninguna otra niña al nacer. Internamente, no tengo cuello uterino y mi útero nunca se desarrolló adecuadamente. También tengo una vagina un poco corta, aunque tengo ovarios y un cariotipo XX, por lo que soy genéticamente mujer. Nada de esto se notó cuando nací, ya que la gente no va a buscar tus órganos internos. La mayoría de las condiciones intersexuales congénitas son similares en ese sentido y cada una es bastante rara”.

Dejemos aquí el tema de los intersexuales y continuemos con nuestro tema. Lo que sí es un error es pretender desvincular el sexo de la biología y de su función reproductora, tal como pretenden autoras como Butler o Preciado y su dadaísmo de género. La sexualidad no es un producto que podamos escoger de un catálogo e ir cambiándolo cuando se nos de la gana. No obstante lo anterior, los autores no niegan ni menosprecian las “experiencias” que narran, por ejemplo, las personas trans y el sufrimiento que estas le pueden generar. Lo que hacen es simplemente clarificar conceptos como es el caso el sexo, su fundamento biológico y función reproductiva.

Rechazan también la idea de performatividad de Judith Butler, entendido como “actos repetitivos, iterativos, que establecen su realidad por ellos mismos” y en virtud de la cual no habría nada fijo y por ende estable, ni el sexo ni el género. Los autores, haciendo eco de las palabras de la filósofa alemana, Maren Wehrle, señalan que a Butler “subestima el hecho de que uno no sólo tiene una identidad, sino que también es habitualmente una identidad”. Así, los transexuales no serían ejemplos de performatividad, puesto que buscan, dependiendo del caso, “ser” hombre o “ser” mujer.

En la misma línea, teneos la opinión del catedrático de filosofía de la Universidad de Madrid, Pablo de Lora (quien fue víctima de un boicot por parte de adherentes de colectivos LGTB+), quien ha publicado libros tales como “El laberinto del género” y “Lo sexual es político (y jurídico)”. La razón de la “cancelación” es su condición de hombre perteneciente al heteropatriarcado y, principalmente, porque sus ideas no comulgan con las de ciertos colectivos de activistas trans. Así, el autor sostiene que existen solo dos sexos y que los intersexuales son una anomalía, en el sentido de que se alejan de la norma, de manera que no se puede hacer de la excepción la regla.

Haciendo eco de las palabras de la filósofa política de la Universidad de Warwick, Rebecca Reilly-Cooper, de Lora señala en una entrevista para la el diario La Razón.es (2020), que “nuestra condición de animales bípedos no resulta negada porque nazcan algunas personas sin piernas”. En cuento al concepto de género, este es problemático, puesto que en numerosos sitios web ya se pueden ver que cada vez se multiplican de manera que el concepto de género se convierte en algo ininteligible, una suerte de entidad fantasmagórica que habita un cuerpo. En palabras del filósofo español, la consecuencia de lo anterior es que  “el género vinculado a la condición sexual se desdibuja, se pierde la conexión que le da sentido, convirtiéndose en un cascarón vacío (…)”.

En cuanto a la mencionada filósofa y feminista Rebecca Reilly-Cooper, en su blog personal explica que el concepto de género es una etiqueta que las feministas utilizan para “describir el sistema de valores que prescribe y proscribe comportamientos y apariencias a los miembros de las diferentes clases sexuales, y asigna un valor superior a una clase sexual a expensas de la otra”. Así continúa explicando que el género puede prescribir tanto sumisión, debilidad y pasividad como características deseables en las hembras, así como también  dominación, poder y agresividad como características deseables en los machos.

Así, esta conceptualización es congruente con la que mencionamos en el comienzo del artículo, esto es, el género entendido como ciertos roles y características que hombres y mujeres adquieren a lo largo de la historia y que, en el caso de las mujeres, las ha posicionado en un status de inferioridad. La autora se muestra crítica con las definiciones que se dan de “identidad de género”, por ejemplo aquella que nos dice que es “el sentimiento personal e interno de alguien de ser hombre o mujer”, o “el sentimiento privado y la experiencia subjetiva de alguien acerca de su propio género”.

Tampoco concuerda con la idea de que la identidad de género sea independiente tanto del sexo biológico como de la socialización dentro del género. Así la identidad de género es un concepto ininteligible, puesto que, como apunta la autora, no se sabe si es un “sentimiento profundo”, una “convicción” o algo más profundo, una suerte de “propiedad o esencia casi metafísica que está fija e inmutable”, con un carácter sacrosanto “que debe creerse y respetarse sin más preguntas”. Pero tal idea es problemática puesto que no puede falsearse, es como querer someter a análisis y experimentación el concepto de alma, la cual carece de un sustento material.

Una consecuencia de esto es que ser mujer u hombre es un estado mental subjetivo y esto no es un tema menor puesto que la palabra mujer pierde su significado, y no puede ser usada para nombrar nada”. Otro punto importante de la filósofa es que los adherentes a la teoría de genero critican no el que el género implique una jerarquía y asimetrías de poder, sino que este (el género) sea binario, lo que desemboca en que pueden haber más de dos géneros. De ahí que se diga que el género es un espectro y es eso justamente lo que está ocurriendo cuando se ingresa en sitios web y redes sociales donde los géneros se multiplican cada vez más. Al respecto comenta Reilly-Cooper

“¿cuántos géneros habría que reconocer para no ser opresivos? Y la única respuesta consistente que se puede dar a esa pregunta es: siete mil millones. Tendríamos que reconocer que cada individuo tiene su propia y única identidad de género. Pero si hay siete mil millones de géneros diferentes, uno por cada uno de nosotros, entonces no se ve muy claro que llamar a esto “género” tenga algún tipo de sentido, o nos ayude a entender algo”.

¿Es correcta esta división que establece? Hay que notar el uso impreciso que se hace del término “gender”

En lo que respecta al sexo, la autora señala que las categorías de macho y hembra son categorías biológicas generales y que se aplican a todas las especies que se reproducen sexualmente, de manera que son hechos en sí y que existen independientemente de la cultura o de cómo sean descritos, entendidos o valorados socialmente. Tal como señalábamos anteriormente con Errasti y Pérez, la filósofa española afirma un hecho innegable y es que los seres humanos, como el resto de la mayoría de los animales y la totalidad de los mamíferos poseen la característica del dimorfismo sexual, de manera que macho y hembra son diferenciables en virtud de su fisiología y anatomía. Reconocer el sexo biológico se reconoce al nacimiento y no es una cuestión de  asignar un “género”. Sumado a esto Reilly-Cooper señala que el identificar el sexo biológico en base a los genitales e identificar por tanto su potencial papel reproductivo, no es un acto ni opresivo ni injusto. A esto añade:

“Las hembras continuarán produciendo gametos grandes e inmóviles (óvulos) y los machos seguirán produciendo gametos pequeños y móviles (espermatozoides), tengamos o no un lenguaje para describirlo”.

SÍNTESIS

En suma en este artículo he llevado al lector a leer para posteriormente reflecionar sobre los conceptos de sexo y género. Lo que se ha establecido en esta serie de artículos es lo siguiente:

1-El concepto de género tuvo en un comienzo una razón de ser y un significado claro y preciso.

2-El concepto de género es prescriptivo y prohibitivo, y se relaciona con las roles asociados al sexo, esto es, al conjunto de valores y cómo se espera que una persona actúe y piense en virtud de su sexo biológico.

3-Lo anterior ha variado a lo largo de los siglos, de manera que este sexo social (género) ha mutado de acuerdo a la cultura de cada Estado-nación (no es lo mismo ser hombre o mujer en Pakistán que en Islandia e incluso estos roles varían dentro de un país, por ejemplo, en zonas urbanas y rurales.

4-Luego señalamos que el concepto de género ha sufrido una radical mutación, desdibujando o vaciando completamente su significado, transformándolo así en un concepto ininteligible. Es por ello que se habla en nuestros días del “género no binario” el cual carece de sentido si entendemos el concepto de género tal como lo expresamos en el punto 2. Por otro lado tampoco tiene sentido hablar de sexo no binario salvo en casos auténticos de intersexualidad.

5-Por ende, tenemos que este nuevo concepto de género está desvinculado tanto de la biología así como también del género social (asociado al cuerpo sexuado) que mencionamos arriba.

6-Tal concepto de género impide entender el concepto mismo ya que pasa a ser una misteriosa entidad que puede ser entendida como una “elección”, un “sentimiento”, una “convicción” o una suerte de esencia descarnada como el alma.

7-Sumado a lo anterior, los adherentes a esta concepción del género pretenden pasar por alto el dimorfismo sexual (y la biología básica), al postular que el problema central es el binarismo, lo que implicaría que el género tampoco sería binario sino que infinitos en cantidad y con consecuencias en el mundo real sobre las cuales tenemos que reflexionar. Pero como se señaló en el punto 4 el sexo es binario, salvo en casos de intersexualidad.