4/8- El Estado emprendedor de Mariana Mazzucato. Las críticas al libro (por Jan Doxrud)

4) El Estado emprendedor de Mariana Mazzucato (por Jan Doxrud)

Mazzucato no logra proporcionar evidencia en favor de la idea de un Estado dinámico, innovador y emprendedor que pueda equipararse con el sector privado. Sin duda el Estado es capaz de “inventar” utilizando para ello los impuestos obtenidos coactivamente de la sociedad. Como la misma Mazzucato señala, la URSS logró notables avances tecnológicos, pero no tuvo los buenos resultados que, por ejemplo, Japón. 

Los dos eran capaces de inventar pero eso era una parte del camino que había que recorrer. Hace décadas atrás la URRS también había sorprendido a los más prestigiosos economistas, pero todo no era más que un embrujo y que, por lo demás, no tenía en cuenta ese concepto central: el coste de oportunidad. Como señalaba el destacado economista alemán Wilhelm Röpke (1899-1966),  sobre  los logros comunistas como el Sputnik y otros avances escribió:

“¿Quién no comprende que tales realizaciones individuales, enormemente costosas, son prueba indudable del talento individual y de una concentración implacable de medios escasos, pero no de un orden económico que funcione insatisfactoriamente? En un país en lo que falta lo más indispensable ¿no representan tales realizaciones precisamente el colmo del despilfarro? ¿Quién no cae en la cuenta de que son más inútiles que las pirámides egipcias, que aunaban la misma combinación de genio técnico e inhumana concentración de poder, pero mucho más feas y efímeras?”

Como señalé, inventar es una cosa pero otra es “innovar” y que tales descubrimientos e innovaciones se puedan diseminar en la sociedad. Fue el economista William Baumol (1922-2017) quien abordó esta temática al igual que el fenómeno del capitalismo rentista y de “compadres” (crony capitalism). Baumol no idealizaba a los emprendedores puesto que estos podían no jugar un rol como verdaderos innovadores. Un elemento crucial para Baumol, además del sistema de precios y la innovación, eran las instituciones: un sólido Estado de Derecho. En el caso de la innovación, el sector privado ha resultado ser más eficiente que el Estado y es por ello (y como veremos más adelante) que el Estado nunca hubiese creado algo similar a un Smartphone. Lo central no es promover un Estado emprendedor, sino que existan las condiciones adecuadas para la libre iniciativa y emprendimiento.

En una entrevista con los académicos Antonio Guarino y Maurizio Iacopetta, Baumol afirmaba que  el capitalismo era un mecanismo especial y excepcionalmente efectivo para lograr una cosa: crear innovaciones, aplicar esas innovaciones y usarlas para estimular el crecimiento. Ahora bien, añadía que no existía solo “un mecanismo” efectivo para cualquier circunstancia.  La razón de esto, explica Baumol, es que existen diferencias históricas y culturales que llevaron a diferentes formas de capitalismo, de manera que formas ligeramente diferentes de capitalismo funcionarán igualmente bien en diferentes situaciones. 

Sumado a lo anterior, Baumol señalaba que un requisito básico de una economía capitalista eficaz era que los empresarios pudiesen elegir – con mínima interferencia del Estado –  cuánto quieren invertir, qué productos quieren producir, etc. También destacaba la importancia de la propiedad intelectual que protegiera a los emprendedores de otros emprendedores, así como de la intervención o confiscación por parte del Estado.  En cuanto al rol del gobierno en materia de innovación, Baumol se muestra de acuerdo como ayudar con la financiación de investigación y ciencia básica, puesto que los retornos son demasiados inciertos para hacerlos atractivos al sector privado. Ahora bien advierte sobre los nefastos casos de las intervenciones estatales en continentes como América Latina y África que son formas seguras de evitar la innovación, el crecimiento y el aumento del ingreso per cápita. En suma, el Estado tiene un rol de relevancia, pero no el de ser un actor más como innovador dentro de la sociedad.

Baumol

Pasemos a revisar la crítica realizada por la economista estadounidense Deirdre MCloskey y el economista italiano Alberto Mingardi. Para esto, me basaré en paper de Mingardi disponible en la red titulado “A Critique of Mazzucato Entreprenurial State”, así como en el libro de McCloskey y Mingardi traducido y publicado por el think tank chileno “Fundación para el Progreso” titulado “El mito del Estado emprendedor”. Los autores liberales se muestran desde un comienzo en desacuerdo con la visión que tiene Mazzucato del Estado. Pero la crítica va más allá de esto, puesto que los autores critican la ideología que subyace al pensamiento de Mazzucato, su antropología subyacente (concepción del ser humano), su concepción acerca de cómo funciona una sociedad y los mercados y su visión sobre  los nexos causales que se generan en esta. 

Un primer punto es que los autores no consideran a Mazzucato como una rebelde que se enfrenta contra el pensamiento convencional imperante en materia económica. De hecho, consideran que el pensamiento de la economista cuadra bastante con el keynesianismo que predomina en el “mainstream economics” (así como la influencia de Paul Samuelson). Añaden que economistas como Mazzucato dan por hecho que el liberalismo se ha impuesto en el mundo, pero en realidad este mito de que, desde comienzos de la década de 1990 un supuesto “neoliberalismo”, “ultraliberalismo” o “fundamentalismo” de mercado ha prácticamente barrido con el Estado no se condice con la realidad.

Hoy tenemos un socialismo monetario ( Banco Central ), injerencia del Estado en materia educacional, pago de múltiples impuestos, incremento de la deuda pública y aumento del gasto público. Como ya señalé, lo que en realidad existen hoy son diversas modalidades de capitalismos (economías mixtas). Por ende quienes pretenden construir este escenario ficticio en donde el liberalismo se ha convertido en la ideología dominantes, estará luchando contra molinos de viento. El Estado siempre ha estado presente en la forma del otrora mercantilismo y ahora un neomercantilismo que algunos estatistas confunden con un supuesto e impreciso concepto de “neoliberalismo”.

Un segundo punto a destacar es que Mazzucato cae en lo que se denomina como la falacia del nirvana que, como expliqué en otro artículo, fue un término acuñado por el economista de la Escuela de Chicago Harold Demsetz. Con este concepto, Demsetz hacía alusión  al error lógico de comparar situaciones reales contra situaciones utópicas o  idealizadas. En virtud de lo anterior, tenemos que se compara la alternativa existente ( el mercado) con una ideal (lo que pasaría si el gobierno interviene)y no una real(lo que realmente pasa si el gobierno interviene). 

Este  razonamiento supone, en primer lugar,  creer que el gobierno no falla (sólo el mercado). En segundo lugar debemos aceptar que el Estado no comete errores, sino que los soluciona y, por último, implica que no seamos  conscientes de que el remedio puede ser peor que la enfermedad. 

McCloskey y Mingardi explican que Mazzucato cae en este error ya que para ella el mercado es imperfecto, el sector privado tiene un sesgo cortoplacista y esta dominado por el individualismo y afán de lucro. McCloskey y Mingardi destacan las palabras utilizadas para referirse al Estado, por ejemplo que éste actúa con “valentía”, puesto que asume riesgos que el sector privado no está dispuesto a asumir. Es por ello que los autores dejan planteada la pregunta sobre cuánta imperfección existe en los mercados y cuanta en el Estado. La respuesta a esto no puede   darse utilizando de manera selectiva con ejemplos que validen la idoneidad del Estado, tal como lo hace Mazzucato. Cuando sometamos a crítica a los mercados realmente existentes, debemos contrastarlos con los Estados realmente existentes. Otro punto señalado por los autores es que Mazzucato se adhiere a ideas ya superadas como la planteada por Polanyi, de que el Estado vendría a ser el creador de los mercados. En relación con las ideas de Polanyi comentan McCloskey y Mingardi:

“Pero se ha demostrado en cientos de ocasiones que su afirmación es errónea por parte de eruditos del antiguo Medio Oriente, de especialistas vikingos, de medievalistas y de historiadores económicos. Todos ellos (…) rechazaron la interesante visión de Polanyi en el sentido de que los mercados son elementos nuevos y antinaturales que necesitan ser supervisados desde abajo hacia arriba como siempre lo han sido, salvo durante el desdichado paréntesis del liberalismo (…)”

Así los autores critican el hecho de que Mazzucato apele a un libro de 1944, “obviando la nutrida literatura disponible sobre historia económica después de Marx en 1867, después de Weber en 1905 y, por último, después del propio Polanyi en 1944”. Un cuarto punto es que los autores concuerdan con la relevancia que tiene la innovación creativa como motor impulsor de la economía, pero difieren en que sea el Estado sea ese resorte del reloj mecánico. 

Junto a lo anterior, no comparten la visión mecanicista que subyace en el pensamiento de la autora y en donde el Estado sería el gran diseñador y planificador del futuro. Esto va en contra aquella tradición de pensamiento ( Mandeville , Smith, Hayek) que resalta lo s procesos evolutivos, la complejidad , la incertidumbre y los órdenes espontáneos. Esta forma de pensamiento lleva inevitablemente a aquella creencia de que las sociedades pueden planificarse top-down, por lo que tenemos que poner en las palancas del poder a los filósofos platónicos o tecnócratas omniscientes.