10/13- Cuba: de la revolución a la dictadura (por Jan Doxrud)

10) Cuba: de la revolución a la dictadura (por Jan Doxrud)

Carlos Franqui  también señala que la presión de Estados Unidos habría influido en que Castro decidiera pasarse al bando soviético y declararse como un seguidor de Marx y Lenin. Explica Franqui que el comunismo no solo da garantía de poder total, sino que también suscita admiración a nivel mundial, esperanza , utopía “que permite calificar y eliminar a toda la oposición como contrarrevolucionaria, traidora, aliada o instrumento de la CIA”. 

Para Franqui, Fidel Castro es más leninista que marxista debido a su fuerte voluntarismo, el mismo que llevó a Lenin a saltarse las leyes de la historia marxista y a no esperar a que se dieran las condiciones objetivas para la revolución en Rusia. Pero Franqui añade otros ingredientes que conforman el estilo y personalidad de Fidel: Maquiavelo, Stalin, Ignacio de Loyola, Bolívar, Benito Mussolini y José Antonio Primo de Rivera.

Tras este episodio de 1961, Cuba continuaría con sus relaciones comerciales, esta vez con la China de Mao. En noviembre de 1961 se concretó un acuerdo en donde China se comprometía a comprar 1 millón de toneladas de azúcar cubana y le otorgaría también un crédito de 60 millones de dólares destinado a equipos y ayuda técnica. De acuerdo a Rafael Rojas fue el político y economista comunista, Carlos Rafael Rodríguez (Director de la Escuela de Economía de la Universidad de la Habana) quien desarrolló la idea de que las nacionalizaciones de 1960 y el vuelco del comercio exterior al campo socialista , constituyó el inicio de la transición socialista en Cuba. De hecho Rodríguez sería el comunista que alcanzaría el mayor rango dentro del Estado socialista cubano del cual fue uno de sus arquitectos.

Rodriguez y los hermanos Castro

Rodriguez y los hermanos Castro

Castro pasó a acercarse al bloque socialista, reconociendo a los gobiernos de Albania, Hungría, Vietnam del Norte, lo cual dio inicio a la apertura de nuevas embajadas. Lo que era más confuso era la relación de castro con los comunistas cubanos. Recordemos que Fidel nunca estuvo afiliado a este partido y menos ahora se sometería a la dirección y a la disciplina propia de ese partido. El mismo Guevara, quien resentía de la nueva línea conciliadora adoptada por la URSS, tras la muerte de Stalin (1953), mostró desdén hacia los comunistas cubanos y un acercamiento a la línea maoísta. 

Además Guevara, imbuido de su fanatismo acrítico y dogmático del marxismo, rechazaba la idea de los estímulos morales de la URSS y se mostraba a favor de los estímulos “morales” como medio de incentivar a los trabajadores. En lo que respecta a la seguridad, se reorganizó el ejercito rebelde y se creó en su lugar una milicia compuesta por 150 mil hombres y mujeres , y que era dirigida por el ejército. Otra institución que cobraría cada vez más relevancia sería el temido servicio secreto cubano: G2. 

Este quedó bajo el mando de Ramiro Valdés que lograría convertirla en un terrible y eficaz institución de vigilancia, persecución y represión. Las prisiones del G2 no eran como las prisiones comunes. Por ejemplo, en la cárcel Kilo 5 una cárcel de alta seguridad, se mezclaba deliberadamente a presos políticos con presos comunes, y se los hacinaban (además de soportar altas temperaturas). También era común la tortura psíquica por medio de la privación del sueño.

Valdés y Castro

Valdés y Castro

Junto a esto, se crearon los Comités de Defensa de la Revolución que no era más que un nombre para una institución dedicada al espionaje de la población civil por los mismos ciudadanos. En palabras de Carlos Alberto Montaner, estos CDR constituyeron un “invento feo” consistentes en cientos de miles cuartelillos domésticos (de acuerdo al régimen) que no tiene ninguna raigambre ni en la cultura cubana y ni siquiera en el comunismo. Para Montaner esos CDR no son más que “grupos adictos que se encargan de husmearlo todo, de inventariarlo todo, de saber vida y milagros de cuanto bípedo respira en el país”.

En el plano económico, la obsesión de liberarse del azúcar hizo que el régimen descuidara lo único que le podía garantizar ingresos desde el exterior. Como bien señala Thomas, el azúcar constituía el único producto que podía subsistir dentro de un sistema totalitario, “pues el azúcar pueden cortarlo el ejército o las máquinas, y lo muele un proletariado industrial, aunque viva en el campo; y para plantarlo sólo hacen falta unos conocimientos agrícolas muy limitados”. Así resultaría ser un problema el destinar tierras a cultivar otros productos como pangola, maíz o arroz. En palabras de Hugh Thomas:

Pero la mayoría de estas áreas de diversificación (120.000 hectáreas) eran antiguas zonas de caña y, por accidente o inexperiencia, desarraigaron la caña (Castro entre otros) de mucha tierra buena, mientras que a menudo dejaron para la caña la tierra mala”.

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Comités de Defensa de la Revolución

Comités de Defensa de la Revolución

En la década de 1970 Castro tendría que tragarse una dosis de realidad cuando vio frustradas sus pretensiones de lograr la “zafra de los 10 millones” de toneladas de azúcar. Pero esto no era de extrañar ya que Fidel Castro carecía, en términos generales de conocimientos básicos de economía, y en términos específicos, desconocía sobre la actividad azucarera. Por lo demás el mercado ya estaba sobresaturado con la exportación de remolacha por parte de la URSS. Ni siquiera la ley 1231 contra la vagancia y ausentismo,que marcaría el “año de la productividad” (1971) impidió que Cuba fuese productiva e independiente. 

La dictadura recuperó una figura legal ya existente que era la “peligrosidad social pre-delictiva”, se traducía en que las personas podían ser perseguidas sin cometer delitos. En suma, el Estado como único empleador obligaba a los bajo coacción cubanos a trabajar. Así, el Estado pasaba a recrudecer aún más su control sobre la sociedad y reprimir a cualquier potencial oposición, esto es, a cualquier persona que mostrara reparos con le “proceso revolucionario”. Así, la productividad no aumentó y Cuba se volvió cada vez más dependiente de la URSS.

En cuanto a la educación,  si bien esta logró una mayor cobertura, esta no era más que una prolongación de la nueva institución creada en 1961: El Consejo Nacional de Cultura. Digamos que no hay que ser brillante para darse cuenta que una verdadera educación no puede darse dentro de los márgenes de un régimen que aspiraba a constituirse en una dictadura represiva. 

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Como explica Rafael Rojas el gobierno entendió bien que la educación debía constituirse  en un instrumento para la concientización del pueblo (adoctrinamiento marxista y fidelista). El sindicalismo  también entró en declive puesto que se llevó a cabo un proceso de centralización con la promulgación el 1 de agosto de 1961 de la Ley de Organización Sindical. El mensaje era claro y era que el país no necesitaba de libertad sindical ni de la existencia de múltiples sindicatos.

En un artículo del 2010 del  académico y economista Arch Ritter de la Universidad de Carleton (Canadá) destaca una serie de fracasos o fiascos de la economía bajo la dictadura castrista. Dentro de estos se encuentra la supresión de los derechos de los trabajadores. Como explica el economista, los trabajadores de la isla no tienen derecho a negociar convenios colectivos ni a hacer huelgas. 

Pero lo central es que los sindicatos no constituyen organizaciones independientes que representan los intereses de los trabajadores, todo lo contrario: gremios oficialistas. Así, es en el paraíso socialista cubano (como en los demás socialismos) donde los trabajadores carecen de los derechos básicos de los cuales sí gozan los países en los terribles infiernos “neoliberales”. Los sindicatos cubanos son meros apéndices de su único amo que es el Estado. Incluso organismos bastante que por mucho tiempo fueron benignos con la tiranía como Amnistía Internacional, ahora denuncian el hostigamiento laboral en Cuba.

Así, lo que se necesitaba era una gran organización subordinada al gobierno revolucionario, de manera que, como en las demás dictaduras socialistas, el sindicalismo había muerto para transformarse en un tentáculo más del Estado. En adelante no se hablaría de Confederación de trabajadores, sino que con el nombre de “Central”. La misma suerte tuvo la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, el cual tuvo que también someterse a la voluntad del gobierno. Y así siguió este patrón de conducta tendiente a crear organizaciones de masas adoctrinadas y que constituían los tentáculos del régimen: los ya mencionados Comités de Defensa de la Revolución o la Federación de Mujeres Cubanas. 

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Como bien apunta Rafael Rojas , el  proceso de politización de la ciudadanía (adoctrinamiento en este caso) fue parte de la nueva fase de la “revolución en el poder”, en donde las masas fueron instrumentadas por medio de nuevas correas de transmisión del Estado “que atravesaba la sociedad civil, hasta el ámbito familiar”. Tal proceso de politización generó fuertes fracturas en la sociedad cubana y ejemplos de grupos que se vieron hostigados, segregados y reprimidos fueron: homosexuales, pastores protestantes, asociaciones raciales, gremiales o espirituales, Testigos de Jehová, la Iglesia católica y religiones afrocubanas.

Esto explica que los exiliados llegaran a sumar cerca de 200 mil personas, así como también de una osada oposición al régimen. Respecto a esto último destaca la sublevación en la Sierra de Plinio Prieto y el líder universitario Porfirio R. Ramírez, quienes fueron capturados y fusilados tras una fuerte ofensiva del ejercito castrista.