7/13- Cuba: de la revolución a la dictadura (por Jan Doxrud)

7) Cuba: de la revolución a la dictadura (por Jan Doxrud)

En la ciudad de Santiago se llevó a cabo un ataque inédito y de gran importancia: el ataque al palacio presidencial en donde residía Fulgencio Batista. Batista se enteró de estos planes aunque no de los detalles. El resultado fue que los atacantes no pudieron llegar al tercer piso donde estaba Batista y hacia donde solo podía accederse mediante un ascensor . Uno de los muertos fue el ya mencionado – a propósito del pacto de México – José Antonio Echeverría. 

Las represalias no se hicieron esperar y las fuerzas de Batista cargaron contra los atacantes y sospechosos de colaborar con estos. Ni siquiera se salvó el ex senador y Presidente nominal del Partido Ortodoxo, Pelayo Cuervo (1901-1957), quien fue encontrado asesinado en la orilla de un lago en el Club de Campo. Sumado a esto, el ataque al palacio se tradujo en un apoyo de parte de la población a Batista. Además, con la guerra de Suez, el precio del azúcar experimentó un alza lo cual favoreció al régimen. 

Palacio presidencial

Palacio presidencial

Palacio transformado en museo de la revolución

Palacio transformado en museo de la revolución

Por su parte, Castro y los comunistas criticaron el ataque al Palacio presidencial. Como señala Rafael Rojas, la división dentro de la oposición a Batista fue una constante en todo el proceso insurreccional entre 1957-1958. Explica el mismo historiador que desde México, el programa del Movimiento 26 de Julio estaba ideológicamente definido en términos de una izquierda nacionalista y democrática no comunista. Pero igualmente se hacía necesario una mejor definición ideológica de la oposición, lo cual motivó a que Castro recibiera en la Sierra Maestra a líderes civiles ortodoxos, entre los cuales destacaban Raúl Chibás y el economista Felipe Pazos. 

De este encuentro surgió la “Carta de la Sierra”.  A partir de este documento se instaló el Frente Cívico Revolucionario que intentaría aglutinar a partidos y movimientos favorables a la revolución. El FCR también sería responsable de conformar el futuro gobierno provisional el cual tendría que celebrar las elecciones para todos los cargos del Estado, las provincias y municipios.

Algunos hechos importantes acontecidos también en 1957: la ofensiva guerrillera que desembocó en el combate de El  Uvero, primera acción abierta de guerrillas. Junto a esto tenemos el asesinato de Frank País lo que causó un levantamiento popular y una huelga. Por último hubo una sublevación de la base naval de Cienfuegos lo que produjo una fuerte y violenta reacción del ejército de Batista lo que llevó a tener problemas por el uso de armas estadounidenses sin previa consulta.

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Frente a la consolidación de los guerrilleros en la Sierra Maestra, Batista decidió lanzar la única y desastrosa ofensiva contra estos en 1958. La idea era aislar a Castro y cortar la línea de suministros, reduciendo también su campo de operaciones. Si bien los guerrilleros se vieron en apuros, su experiencia, sumado a la indisciplina y desmoralización de los militares de Batista, terminaron por dar una victoria a Castro. 

Pero los rebeldes también tomaron la iniciativa, poniendo presión al gobierno mediante el secuestro de ciudadanos extranjeros. Ahora bien la caída de Batista no solamente se explica por la acción de la oposición, sino que también por la descomposición interna del régimen, la falta de profesionalismo y disciplina al interior del ejército (la enemistad entre Batista y su bestia negra, el Jefe del Estado Mayor Francisco Tabernilla) . Sumado a esto está la falta de apoyo por parte del gobierno de Estados Unidos. En palabras de Hugh Thomas:

Las razones de la caída de Batista no residían en la Sierra. El campo de batalla estaba en La Habana, y en Santiago, y también en Washington. El papel que desempeñó el gobierno de Estados Unidos en los dieciocho meses siguientes fue ambivalente y extraordinario,  aunque al final resultara insatisfactorio tanto para Batista como para Castro”.

Fidel al centro y su hermano Raúl a la extrema derecha

Otro punto que destaca Thomas es que las batallas fueron muy poco numerosas. Por ejemplo tenemos la ofensiva de Santa clara donde murieron 6 rebeldes y en la batalla que frustraron la ofensiva de Batista en 1958 tuvo un costo humano de alrededor de 40 rebeldes. Pero esto no solo corre para las batallas, sino que también para la guerra de guerrillas. Explica el historiador británico que este tipo de encuentros bélicos fue muy poco numerosos en comparación, por ejemplo, con el conflicto en Malasia contra los ingleses. 

Todo esto lleva a señalar a Thomas que Fidel Castro no actuaba únicamente como un jefe de guerrilleros que intenta ampliar su territorio, sino que también como un político que intentaba influir en la opinión pública. A esto añade el mismo autor que, en realidad, “la guerra civil cubana había sido una campaña política, dentro de una tiranía”. El mismo Thomas cita las palabras de Guevara quien señaló en 1959 que la presencia de un periodista extranjero, preferentemente estadounidense, era más relevante apra ellos que una victoria militar. Incluso, el periodista y amigo de Fidel, Luis Conte Agüero (quien luego se enemistó con Castro), señala que Fidel nunca participó en ningún combate y tal fusil con el que andaba.

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El novelista cubano Reinaldo Arenas  también relata en su autobiografía que prácticamente hubo un mínimo de batallas frontales. Las víctimas del régimen de Batista fueron la mayor parte los que asesinaron los esbirros de Batista en las ciudades. Añade Arenas que cuando triunfó la revolución Castro hablaba de 20 mil muertos, cifra que se transformó en mítica y simbólica. No obstante lo anterior, el novelista cubano explivaba que nunca se publicaron los nombres de esos 20 mil y nunca se iba a hacer debido a que nunca existieron. A esto añade Arenas:

“En realidad, tampoco hubo una guerra, sino que la reacción casi unánime de un pueblo contra un dictador; el pueblo se encargaba de hacer sabotajes y, sobre todo, de difundir la noticia de que los rebeldes eran miles y estaban por todas partes (…)”.

A esto, Arenas destaca la torpeza del dictador Batista que no ejercía el poder absoluto y que lo fue perdiendo debido a la incesante corrupción entre sus propios aliados y las deserciones de los más honestos. Continúa relatando Arenas:

“Antes de renunciar y largarse definitivamente del país, Batista ya estaba desmoralizado. Era un vividor y lo que más le interesaba salvar eran sus millones; la misma noche antes de partir dio una fiesta en el cabaret Tropicana”.

Sigue narrando Arenas que la mayoría de los que se habían alzado en armas contra Batista, nunca esperaron que el régimen sucumbiera tan rápido. Cuando se difundió la noticia de que el dictador se había marchado de Cuba, muchos no lo creyeron. Batista huyó de la isla el 31 de diciembre de 1958 y a Castro le tomó bastantes días bajar de la Sierra Maestra para dirigirse a La Habana.

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Por su parte, el escritor cubano, Carlos Alberto Montaner señala que, desde un punto de vista estrictamente militar, la situación de Batista no era desesperada. Es decir, mientras que los guerrilleros no llegaban a los 3 mil hombres, las fuerzas armadas alcanzaban los 30 mil. Sumado a esto, Montaner afirma que el 90% del Ejército de tierra continuaba en sus cuarteles. Por ende, resultó efectivamente una sorpresa que Batista se fugara del país utilizando 2 aviones de la Fuerza Aérea y tras dar una celebración para despedir el año 1958. 

¿Qué sucedió entonces? De acuerdo a Montaner, Batista era consciente que no contaba con el apoyo popular y que algunos de sus oficiales estaban en contacto secreto con Castro. Sumado a esto no tenía el apoyo incondicional y total de Estados Unidos. Por ende, este caudillo que se autopercibía como uno populista de izquierda, finalmente decidió no compartir la misma suerte que Machado. En palabras de Montaner:

“A su memoria acudieron los acontecimientos de 1933, en los que otro general dictador, Gerardo Machado, caía víctima de los mismos factores: la opinión pública, el Ejército y la embajada de los Estados Unidos”.

Batista se dirigió a República Dominicana  donde permaneció unos meses en la dictadura de Trujillo. Desde allí se dirigió hacia Lisboa donde se reunió con su familia. Desde allí siguió el rumbo hacia la isla de Madeira y posteriormente a Estoril, comenzando así sus 14 años de exilio.  Fallecería en Marbella (España) en 1973. 

Camilo Cienfuegos, Fidel Castro y Huber Matos

Camilo Cienfuegos, Fidel Castro y Huber Matos

El 8 de enero de 1959 Castro entraba en La Habana. Famosa es la foto en donde aparece junto a Camilo Cienfuegos y Huber Matos. Hugh Thomas y las fuentes audiovisuales testimonian la alegría de los cubanos así como también el innegable magnetismo que ejercía la figura de Fidel Castro. Tampoco hay que menospreciar el sacrificio, tenacidad y el espíritu de lucha de aquellos que por años tuvieron que vivir en la Sierra Maestra. En ese momento Cuba vivía el fin de una dictadura y el inicio de un futuro que parecía ser prometedor. 

Después de todo ¿podía haber algo peor que Batista y su régimen? Lamentablemente los sucesos posteriores demostrarían que sería posible responder afirmativamente a esta pregunta. El mismo Reinaldo Arenas se preguntaba por qué razón la mayor parte de la población y los intelectuales no se percataron de que comenzaba otra vez una nueva tiranía. Ante esto, el novelista responde que quizás se habían dado cuenta, pero resultó ser más potente el entusiasmo generado por la revolución junto a la sensación de haber derrocado una dictadura

Pero cabe aclarar que  el triunfo de 1959 no significó el ascenso inmediato de Castro al poder  puesto que, si bien era una figura prominente de la oposición, no era la única y no tenía el monopolio de imponer un programa de gobierno de manera unilateral. En el nuevo gobierno revolucionario ejercería provisionalmente el cargo de presidente el ya mencionado Manuel Urrutia. Por su parte, Fidel Castro se convirtió en comandante en jefe, siendo sus principales lugartenientes eran Ernesto Guevara, Raúl Castro y Camilo Cienfuegos.

Ernesto Guevara, Manuel Urrutia y Camilo Cienfuegos

Ernesto Guevara, Manuel Urrutia y Camilo Cienfuegos