5/13- Cuba: de la revolución a la dictadura (por Jan Doxrud)

5) Cuba: de la revolución a la dictadura (por Jan Doxrud)

Una segunda insurrección contra el régimen involucra a la figura del joven Fidel Castro, me refiero al asalto a los cuarteles Moncada (Santiago) y Céspedes (Bayamo). Pero antes, realicemos un breve paréntesis para referirnos a los orígenes de Fidel Castro. Era hijo  de Ángel Castro (1855-1956), proveniente de Galicia y que había llegado con el ejército español en la época de la guerra hispano-estadounidense. Ángel se casó 2 veces y fue en su segundo matrimonio, con Lidia Ruz González (1903-1963), de donde nacieron Ramón, Fidel, Juana, Emma y Raúl. Con el tiempo, su padre logró convertirse en un terrateniente y pudo dar una buena educación a sus hijos Así, los hombres asistieron al colegio de La Salle, luego al colegio Dolores y posteriormente al colegio jesuita Belén.

Castro destacó por sus dotes deportivas, así como también por tener un carácter explosivo y ser un gran polemista. Posteriormente Castro entró a estudiar derecho en la Universidad de La Habana. Fue en la universidad donde entró en contacto con Eduardo Chibas (1907-1951) fundador del Partido Ortodoxo, el cual contaba con un gran liderazgo y carisma. También brillaba por sus convicciones, su nacionalismo (contra la influencia de Estados Unidos) y su discurso antidictatorial (contra Trujillo en República Dominicana y Franco en España). 

Lidia y Ángel

Lidia y Ángel

Por ende, si bien el joven Fidel Castro conoció a autores de izquierda, este nunca dio el paso de declararse partidario de las ideas marxistas-leninistas…toda esa mutación ideológica vendría después. Por último, Carlos Franqui apunta que Castro no tuvo suerte en materia política ni pudo ganarse un puesto dentro del Partido Ortodoxo. Tampoco triunfó en su aspiración de ser presidente de la Escuela de Derecho y de la Federación Estudiantil Universitaria.

Regresemos al ataque al cuartel Moncada. Este se planificó para el 26 de julio aprovechando en la noche anterior había carnaval y las tropas serían sorprendidas desprevenidas. Esto último era esencial y es donde descansaba el éxito del ataque: el factor sorpresa. Entre los seguidores de Castro se encontraban personas pertenecientes a clases medias bajas y obreros, aunque también estudiantes. Junto a estos, Thomas destaca a algunos jóvenes pertenecientes a la Juventud Socialista, así como también al movimiento comunista juvenil. De acuerdo a Carlos Franqui la mayor parte de los integrantes no se conocían entre sí y fueron organizados en células cada una asilada de la otra. 

Su hermano Raúl,  si bien no estaba afiliado a un partido, tenía una inclinación hacia las ideas comunistas. Raúl había participado en 1953 en el Congreso Mundial de la Juventud en Viena (1953), dirigiéndose posteriormente a Bucarest, Praga y París.   Al volver a la Habana en 1953 solicitó ingresar a la Juventud Comunista. No fue hasta julio que apoyo al movimiento liderado por su hermano y, como afirma Thomas, cuando se unió a él lo hizo por razones más de parentesco que de ideología. 

Cuartel Moncada fue transformado en un centro escolar y símbolo de la insurrección

Cuartel Moncada fue transformado en un centro escolar y símbolo de la insurrección

El propósito del plan era apoderarse del arsenal de armas y armar a un movimiento para futuras acciones. Junto a esto, se esperaba que el ataque hiciera brotar un levantamiento popular contra Batista en todo Oriente . Como afirma el mismo historiador británico, Castro, consciente o inconscientemente, mantenía cierta afinidad metodológica con  los  anarquistas en el sentido de llevar a cabo la propaganda por medio de la acción.

Para ese entonces, Castro y su movimiento defendían la idea de una revolución basada en los ideales de Martí, que lograse establecer en Cuba un plan de bienestar y prosperidad económica. Esta revolución, proclamada en 1953, también se mostraba respetuosa de la Constitución de 1940. Como señala Thomas, para marzo de 1953 Castro no era un marxista en absoluto, independiente que pudiese conocer tales ideas. Lo cierto es que, basándonos en las “5 leyes revolucionarias” del “Movimiento del 26 de julio”, no hay rastro de ideas marxistas o leninistas. 

La  primera  ley revolucionaria  devolvía al pueblo la soberanía y proclamaba la Constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado. El movimiento revolucionario, era considerado como una encarnación momentánea de tal soberanía, que constituía la única fuente de poder legislativo, asumía todas las facultades que le son inherentes a ella, a excepción de legislar, facultad de ejecutar y facultad de juzgar. 

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La segunda ley revolucionaria  concedía la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de cinco o menos caballerías de tierra. Sería el Estado el encargado de indemnizar a sus anteriores propietarios en base a la renta que devengarían por dichas parcelas en un promedio de diez años. La tercera ley revolucionaria otorgaba  a los obreros y empleados el derecho a participar del 30% de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros.  

La  cuarta  ley revolucionaria  concedía a todos los colonos el derecho a participar del 55% del rendimiento de la caña y cuota mínima de cuarenta mil arrobas a todos los pequeños colonos que llevasen tres o más años de establecidos.  Por último, la  quinta  ley revolucionaria  ordenaba confiscar todos los bienes a todos los malversadores de todos los gobiernos. También se solicitaban a los gobiernos extranjeros la confiscación de bienes y extradición de estas personas. Añadía que la mitad de los bienes recobrados pasarían a formar parte de las cajas de los retiros obreros y la otra mitad a los hospitales, asilos y casas de beneficencia.

El asalto al cuartel fue un fracaso en lo que respecta a la consecución de sus objetivos. Sucedió que hubo problemas de coordinación fruto del extravío de alguno de los vehículos con atacantes o fallas mecánicas. El relato exacto de lo acontecido no son exactos pero, de acuerdo a Rafael Rojas,  Fidel Castro nunca llegó hasta el cuartel y, quienes lograron enfrentarse a los soldados, estaban mal equipados y superados numéricamente. En palabras de Carlos Franqui en este ataque, Castro buscaba “el gran acto, la espectacularidad, arriesgaba todo a un golpe audaz que debía precipitar los acontecimientos, acaso llevarlo al poder, de la noche a la mañana, o a escribir una página gloriosa: héroe o mártir”.

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Si bien el plan fracasó (incluso condenado como “putsch por los comunistas), las consecuencias de estas, específicamente, la sobrereacción del gobierno contra los atacantes hizo que la opinión pública se pusiera en contra de Batista. Como explica Hugh Thomas, el comportamiento cruel y ofensivo de las fuerzas del gobierno en contra de los atacantes, hizo que las consecuencias del asalto a Moncada cobraran gran relevancia. En palabras del historiador:

“De no haber sido por la represión, el asalto a Moncada sin duda se habría olvidado, considerándose como otro incidente brutal y oscuro de la vida de Fidel Castro. La represión y el juicio dieron a Castro, a partir de entonces, ciertp aire de héroe”.

Castro se refugio en la montaña de Piedra Grande en casa de un campesino y desde ahí se enteró de los horrores cometidos por el gobierno y la suerte de muchos de sus colaboradores y simpatizantes. De acuerdo a Franqui el propietario de la finca Mamprivá informó a Fidel y a sus acompañantes que la iglesia estaba mediando a instancias de monseñor Pérez Serantes. Una patrulla al mando del teniente Perdro Sarriá (1900-1972) descubre a Castro en la finca pero le perdona la vida y le aseguró que no lo matarían. Más adelante, con el triunfo de la revolución Sarría sería edecán del presidente Urrutia y su figura pasaría ser alabada por el castrismo. Sobre los anteriores acontecimientos  respecto comenta Carlos Franqui:

“Sin la intervención personal de monseñor Pérez Serantes y de la Iglesia católica, de las personalidades y clases vivas de Santiago y La Habana, Batista no hubiera dado garantías, y ningún oficial, aun queriéndolo, hubiese podido impedir que mataran a Fidel Castro y sus siete compañeros, como ocurrió a los sesenta prisioneros asesinados, después del asalto”.

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Fidel Castro se entregó a las autoridades gracias a la intercesión del arzobispo de Santiago de Cuba, Enrique Pérez Serantes. El Presdiente del Tribunal de Audiencia era Manuel Urrutia, contrario a Batista y futuro primer presidente del gobierno revolucionario de 1959. Fue aquí donde Castro pudo defenderse y hacer estreno de sus dotes retóricas. Tal alegato y defensa posteriormente sería reconstruida y enriquecida en la cárcel, y titulada “La historia me absolverá” (1953). 

Él y sus compañeros fueron condenados a 15 años y Castro fue encarcelado en la Isla de Pinos que, en palabras de Franqui, fue la “escuela ideológica” de Fidel Castro. Hugh Thomas cita una carta de Fidel del 12 de diciembre de 1953 dirigida a su amigo y periodista Luis Conte Agüero. En esta, Castro afirmaba que el plan, de haber triunfado, tenía como objetivo poner el poder en manos de los ortodoxos más fervientes, quienes asumirían provisionalmente el poder para luego convocar elecciones. 

Posterior a esta carta, los partidarios de Castro prepararon la publicación de un folleto con palabras de Castro en donde hacía referencia a un pasado glorioso de Cuba, en donde había existido un “República” con una Constitución, leyes, libertades, Presidente, Congreso, tribunales, etc. Junto a este romanticismo político, Castro atacaba también a Batista describiéndolo como un “monstrum horrendum”, una persona sin entrañas, que no había sido ni leal, ni sincero, ni caballero un solo minuto de su vida pública.

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Presidio Isla de pinos (como el “panÓptico de Bentham popularizado siglos después por mICHEL fOUCAULT)

Presidio Isla de pinos (como el “panÓptico de Bentham popularizado siglos después por mICHEL fOUCAULT)

Por su parte, Carlos Franqui explica que un intranquilo Fidel intentó calmarse, ordenar sus ideas y adaptarse a las nuevas circunstancias. Logró reunir una biblioteca que incluyó obra de César, Napoleón, Robespierre , Clausewitz, Marx Lenin, economía política, revolución francesa y rusa, historia militar y obras de Martí. En la prisión, los “moncadistas” fundaron la academia Abel Santamaría (nombre del moncadista torturado y asesinado), la cual funcionaba 3 veces al días. En palabras de Franqui, se impartían 6 horas de clases las cuales incluían política, aritmética, historia, geografía. Dentro de esta escuela, Castro jugó el papel de ideólogo.