Algunas palabras sobre el desastre en Venezuela y su impacto en la izquierda "progresista" (por Jan Doxrud)

Algunas palabras sobre el desastre en Venezuela y su impacto en la izquierda progresista (por Jan Doxrud)

¿Por qué el tema de Venezuela incomoda a la izquierda y a sectores que se autocalifican con ese curioso y vago concepto de “progresistas”?  Las reacciones no sorprenden y son, más bien previsibles (y predecibles), puesto que es parte de su arsenal dialéctico para defender sus dogmas de fe que han fracasado cada vez que se ponen en práctica.

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Dentro de este grupo de apologistas dogmáticos tenemos,  en primer lugar, a un ejemplar que esgrime el clásico subterfugio (a estas alturas “de manual”), esto es,  que lo que sucede en Venezuela es fruto de la intervención estadounidense junto a la manipulación por parte de los medios de comunicación y, por supuesto, la infaltable conspiración de una etérea, omnisciente y omnipresente derecha nacional e internacional (la oligarquía) e incluso al fascismo. Algunos se aventuran a ir más allá y añaden que se estaría siguiendo el mismo guión que Estados Unidos siguió en el caso de Salvador Allende (como si el gobierno de Allende hubiese fracasado por culpa de Estados Unidos). Así, Estados Unidos cuenta con una formula perfecta y empíricamente corroborada para hacer caer a aquellos gobiernos que no cuentan con el beneplácito de Estados Unidos, válida para todas las épocas.

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Tenemos, pues, que lo que está ocurriendo en Venezuela es, en realidad, un problema fabricado por una potencia extranjera y una clase social y política (la “derecha oligárquica”), de manera que el socialismo del siglo XXI encarnado en el chavismo es una mera víctima de conspiradores internos y externos. Nos dirán que la inflación es “inducida” o que incluso no existe (como señaló el Ministro de Economía Luis Salas), que el mal desempeño económico se debe a una “guerra económica”, que el desabastecimiento se debe al acaparamiento de los empresarios y que los altos precios son fruto de la avaricia empresarial.

A esto debemos añadir que nuestras percepción de los problemas políticos, económicos y sociales sobre el caso venezolano, se encuentran completamente distorsionados y manipulados por los medios de comunicación (que también conspiran contra el gobierno (desde CCN hasta Fox).

Ahora bien, estas personas no nos explican o dan detalles, por ejemplo, sobre el comienzo de esta conspiración estadounidense, es decir, ¿comenzó durante el gobierno George W. Bush, Barak Obama o Donald Trump? Tampoco dan cuenta de cómo exactamente Estados Unidos ha logrado generar paulatinamente durante un largo tiempo inflación en Venezuela y luego lograr que tal inflación se transformara en una hiperinflación. Tampoco explican de qué manera Estados Unidos ha logrado erradicar la iniciativa privada y la erosión de la inversión extranjera en Venezuela, junto con la proliferación de productos en el mercado negro.

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Tampoco explican cómo Estados Unidos logró convencer a Chávez de que llevase a cabo una ola de expropiaciones prácticamente implementadas bajo el criterio arbitrario del “comandante eterno” (recuerde el video donde Chávez expropia empresas apuntándolas con su dedo), políticas que afectaron la confianza y la credibilidad de las instituciones del régimen. Tampoco nos explican de qué manera indujo Estados Unidos a que el gobierno de Chávez adoptase un modelo económico basado casi únicamente en el boom de los precios del petróleo junto a una excesiva dependencia de bienes importados, modelo que tenía una fecha de vencimiento apenas los precios del petróleo sufrieran una baja y el país comenzara a quedarse sin divisas.

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Tampoco nos explican cómo el gobierno estadounidense logró influir para que el Banco Central de Venezuela mantuviera una política monetaria expansionista que alimentara el monstruo de la inflación, para que posteriormente se transformase en una hiperinflación, erosionando así cada vez más el poder adquisitivo del bolívar, aumentando el malestar de los ciudadanos. Por último, ¿por qué sólo molesta la (supuesta) intervención estadounidense pero nada se dice de la intervención cubana (de larga data) y de los intereses tanto de China como Rusia en Venezuela? Como decía por ahí un chiste: a Estados Unidos sólo le interesa el petróleo venezolano y a Rusia y China sólo les importa las arepas”. Además, Estados Unidos ya está superando a Arabia Saudita en la exportación del crudo. Es más este país se transformará en el principal exportador global de acuerdo a la consultora Rystad Energy. De manera que ese argumento que nos presenta al “imperio” estadounidense sediento de petróleo es bastan caricaturesco y distorsionado.

Como escribió recientemente el economista español Juan Ramón Rallo, en el año 2014 Venezuela estuvo libre de cualquier tipo de sanción y aun así su economía cayó un 3,8%. A esto se suma que en ese año su tasa de  inflación superó el 57% y, añade Rallo, todo esto sucedió con el barril de petróleo por encima de los 100 dólares durante la mayor parte del año. Añade el mismo autor que las sanciones, aplicadas a partir del 2015, consistieron en el congelamiento de activos a personas específicas de la elite chavista, lo cual no incluía un embargo comercial. A esto añade Rallo:

“Esta fue la única represalia con la que EEUU castigó a Venezuela hasta mediados de 2017. ¿Y cómo se comportó la economía venezolana en 2015 y 2016? De un modo absolutamente desastroso: en 2015, el PIB cayó un 6,2% y la inflación aumentó hasta el 111,8%; en 2016, el PIB se hundió un 17% y la inflación se disparó hasta el 254%. O dicho de otra forma, la mitad de toda la devastación económica vivida por el país entre 2013 y 2019 se produjo durante un periodo en el que las sanciones estadounidenses se concentraban en  las propiedades personales de apenas siete altos cargos  del régimen: todo ese hundimiento, pues, es del todo atribuible al socialismo bolivariano”.

A continuación el Diario DW (Alemania) resume las sanciones que EEUU ha impuesto a Venezuela (mucha de las cuales fueron a personas individuales, lo cual no explica la hiperinflación, escasez, inseguridad o la ineficiencia de PDVSA)

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¿Estados unidos sediento de petróleo extranjero? (2018)

¿Estados unidos sediento de petróleo extranjero? (2018)

Por otro lado, estas personas no explican de qué manera los medios de comunicación(y cuáles) distorsionan lo que está sucediendo en ese país y por qué, curiosamente, ellos serían inmunes a esas manipulaciones mediáticas. En otras palabras, no veo de qué manera “los medios” (como si fuesen todos opositores al gobierno chavista) falsean y manipulan hechos que están a la vista de todos:  las colas para adquirir bienes, los millones de personas escapando de sus país junto a sus trágicas historias de vida que traen consigo, la inseguridad, la existencia de colectivos apoyados por el Estado que amedrentan a la población, la escasez y la inflación, la corrupción, etc. Cabe preguntarse además que, si Estados Unidos tiene tal poder para destruir política, económica y socialmente un país, ¿por qué no lo hizo antes? ¿por qué no lo aplica a todos los demás países que considera como sus enemigos? Recuerde, por lo demás, que Maduro culpó a un ataque hacker estadounidense (donde se vio envuelto también Chile) por el apagón que sufrió el país. Me pregunto por qué Estados Unidos se tardó tanto en aplicar esa estrategia y no la utilizó con anterioridad para acaba con el gobierno de Chávez?

Por lo demás, ¿por qué Venezuela comerciaba y exportaba petróleo a Estados Unidos durante el gobierno de Chávez y Maduro? Tampoco Maduro y sus defensores internacionales explican cómo Colombia, Portugal o la OEA han ayudado a desestabilizar a Venezuela (como lo ha sugerido Maduro) Por lo demás, tenemos que los rostros visibles de la oposición a Maduro no son personas que poda os tildar de “derechas”. Quiero decir, que tanto Juan Guaidó como Leopoldo López son de centro-izquierda (quizás en su versión demócrata no marxista) y su partido Voluntad Popular, pertenece a la Internacional Socialista. Entonces cabe preguntarse en qué momento estos y otros personajes políticos pasaron ser ahora mágicamente a ser parte de la “derecha fascista”.  Este constituye otro problema para la izquierda progresista y es que los principales opositores a Maduro provienen de la centro-izquierda y no de una supuesta derecha fascista, la cual le hubiera acomodado más para construir su clásico discurso conspiracionista.

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En segundo lugar tenemos a aquellas personas que, si bien reconocen “anomalías” en el caso venezolano, estos nos serían tan graves. Así, podemos escuchar distintos diagnósticos como que en Venezuela existe un “déficit democrático” o, como señaló Karol Cariola, existe “deterioro de la democracia” o en palabras de Marco Enriquez - Ominami “Venezuela es una democracia en problemas, asediada” ( erróneamente reducen el problema venezolano solo a la democracia como si fuese lo más importante, incluso más que la vida y bienestar de las personas) o que el gobierno de Venezuela ha cometido ciertos “errores”. También se trata de homologar lo que sucede en Venezuela con lo que sucede en otros países, una argumentación falaz que cae en la falsa analogía al comparar situaciones que no son comparables y sin introducir ningún tipo de matiz. Pienso que el lector no estaría de acuerdo que alguien le dijese:  “Si, efectivamente Hitler y Stalin violaron los derechos humanos, pero en Chile también se violan actualmente, por lo que Chile no puede recriminar nada a los nazis y comunistas”.

Este es el argumento consistente relativizar lo que sucede en Venezuela señalando que en otros países, supuestamente, sucedería lo mismo, de manera que nadie tendría derecho de recriminar nada a nadie. Para estas personas, por ende, vivir en Corea del Norte, Chechenia o en Cuba, sería prácticamente lo mismo que vivir en Chile, Suiza o Estados Unidos. Paso seguido se nos dirá que dejemos a Venezuela sola con sus problemas y evitemos emitir juicios de valor, puesto que ningún país tiene el status moral suficiente como para hacerlo. Por lo demás, debemos respetar la autodeterminación de los pueblos ( una conveniente manipulación del concepto), de manera que, como chilenos y, principalmente los políticos, debemos preocuparnos por los problemas en Chile y de problemas fuera de nuestras fronteras. 

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¿Qué representa el fracaso del Socialismo del Siglo XXI?

El tema venezolano causa incomodidad en la izquierda autodenominada como “progresista” debido a que lo que está en juego en Venezuela es un paradigma acerca de cómo organizar política, económica y social mente un país, paradigma que es defendido por personalidades políticas, partidos y movimientos en Chile. Es algo muy similar, aunque a otra escala, con lo que sucedió con la desintegración de la URSS. Esta debacle política y económica de un sistema ideológico significó justamente eso: que esa ideología bien articulada y totalitaria seguida con una fe acrítica por parte de sus feligreses (incluso hoy) como lo es el marxismo-leninismo resultó ser un rotundo fracaso. No solo eso, esto es, no se trató de un mero tema de eficiencia sino que, además, fue un modelo que para subsistir en el tiempo requirió de una represión continua y constante. Así, el marxismo-leninismo quedó expuesto como lo que siempre fue: una de las aberraciones intelectuales más emblemáticas que ha parido el intelecto humano, caracterizado por estar cimentada sobre una serie de falacias económicas, sociales y antropológicas. 

En el caso de Venezuela se repite lo mismo, lo que queda (nuevamente) en evidencia es el fracaso de un modelo de organización política, económica y social denominado ahora como “Socialismo del siglo XXI”, que no era más que el viejo socialismo del siglo XX bajo otros ropajes y nombres. Lo que fracaso fue una ideología estatista, unida a la existencia de un delirante personaje, Hugo Chávez, que creyó representar a todo el “pueblo” venezolano y que, además, se consideró a sí mismo como la encarnación del Estado venezolano. La división entre Estado y sociedad civil fue esfumándose y se construyó un sistema clientelista y esclavizante disfrazado de un supuesto “Estado de bienestar” que, más bien, fue un “bienestar” para los miembros de la cúpula chavista que manejaba el aparato estatal y que se enriqueció en tiempo record, como fue el caso de Chávez y su familia.

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Fracasó también en Venezuela un sistema económico que cree (un verdadero dogma de fe) que la mano visible y arbitraria del Estado puede reemplazar completamente a la planificación descentralizada de empresarios privados dentro de un mercado libre (mano invisible), y que el control de precios por parte del Estado es más eficiente que la fijación de los precios por medio de la interacción de la oferta y demanda. Fracasó un sistema que pretendió politizar (ideologizar) la sociedad en su totalidad (incluida las fuerzas armadas que ahora sostienen al agónico régimen) y quitar autonomía al funcionamiento de la sociedad civil. 

La izquierda, huérfana del “Gran Hermano” (la URSS) a fines de 1980 y a partir de la década de 1990, no tuvo ningún referente poderoso como para poder seguir combatiendo su única obsesión: el capitalismo y Estados Unidos ( la única lección que sacaron tras la debacle del comunismo). El surgimiento de Chávez y su proceso de ideologización que lo llevó de criticar el comunismo y el socialismo a ser su más potente vocero y defensor, despertó estas esperanzas: había surgido un nuevo caudillo que se transformaría en la nueva trinchera de lucha en contra del capitalismo, el neoliberalismo y Estados Unidos. Pero el sueño finalmente llegó a su fin, y los únicos referentes que van quedando es el viejo nonagenario Raúl Castro, Evo Morales y el querido líder norcoreano. Pero en lugar de reconocer, de una vez por todas, que el socialismo estatista fue, es y será siempre un fracaso, la izquierda prefiere sacar otras conclusiones, por lo demás, bastante añejas y repetidas.

En virtud del “orgullo ideológico” estas personas serían incapaces de realizar una autocrítica a puertas abiertas reconociendo que, prácticamente, el sistema ideológico en que depositaron toda su fe  no más que una mera utopía infernal que ,en el mundo real, solo ha traído miseria y sufrimiento. Menos aún estarían dispuestos a concederle ese placer a su adversario ideológico: la derecha o la oligarquía, demanera que es mejor mantenerse acríticamente fiel a la ideología ( a pesar de sus fracasos) y buscar todas las razones y excusas posibles para explicar su fracaso, que ceder la victoria y capitular ante su enemigo ideológico. En el caso chileno, este orgullo ideológico simplemente hace que sea inconcebible que un progresista pueda condenar el chavismo puesto que eso significaría estar en la misma trinchera que la “derecha” y el Presidente Sebastian Piñera. En Chile la “izquierda” está convencida de que la “derecha” en su totalidad es antidemocrática y no tiene derecho a pronunciarse en materia de Derechos Humanos (que vendría a ser un monopolio de la izquierda)

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Así surgen posturas y explicaciones, como por ejemplo:

-No falló el sistema, los que fallaron fueron las personas que no supieron implementarlo. La ideología en sí misma es perfecta y prístina, de manera que todos los éxitos alcanzados se debe a la ideología, pero todas las muertes y fracasos se deben a que las personas no supieron aplicar correctamente la doctrina. Ciertamente este  argumento es bastante cómodo ya que evita cualquier tipo de debate en torno a la ideología en particular y  exculpa a sus adherentes de asumir cualquier responsabilidad. Lo único que importa es que la ideología es perfecta, incapaz de cometer ningún mal. Este argumento consiste simplemente en abandonar la realidad y escudarse en el ideal, en la utopía siendo esta última, por definición perfecta y, por ende, no sujeta a críticas.

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-Otra reacción ante este fracaso es el  ya mencionado: el sistema no fracasó, sino que fueron agentes internos y externos los que conspiraron para que el sistema fracasara.

-Otra reacción más: Venezuela es Venezuela y ahí fracasó ese modelo , pero en Chile ese mismo modelo sí que podría funcionar (a pesar de que la evidencia histórica diga lo contrario). Así, el célebre “Chilezuela” no es más que una estrategia de la derecha para amedrentar a la población. Esto puede ser factible en algunos casos pero, por otro lado, tenemos que tener en consideración que en nuestro país, personeros y partidos pertenecientes al Frente Amplio, el partido Comunista y el senador Navarro, son adherentes a la denominada “revolución bolivariana”, de manera que no resulta del todo demencial y paranoico que Chile se transformase en “Chilezuela” si tales personajes llegaran a detentar el poder total en nuestro país.  

Es por ello que el caso venezolano debe servir de ejemplo sobre lo que NO se debe hacer en un país en materia política, económica y social: apelar al odio de clases, considerar el Estado como un patrimonio cuya riqueza se puede dilapidar en base a mezquinos criterios electorales cortoplacistas, estatizaciones, intervenciones en el funcionamiento de los mercados de diversos bienes y servicios, fijación de precios, política monetaria expansionista, clientelismo ciudadano mediante la prestación ayudas y auxilios estatales.

Y, por último,la única democracia viable es la liberal (democracia liberal), y la que se enmarca dentro de un Estado de Derecho que respeta la dignidad y derechos de las personas, lo que significa que ni siquiera una mayoría puede pasarlas a llevar. Recordemos que una tiranía no es menos tiránica sólo por el hecho de que este respaldada por una mayoría.