2/12- La globalización. Algunos desafíos y críticas (por Jan Doxrud)

2) La globalización. Algunos desafíos y críticas (por Jan Doxrud)

Los  ideales de la globalización  pueden quizás ser comprendidos por medio de un experimento reciente:  la Unión Europea (UE).  La UE es, básicamente, una entidad geopolítica y económica única que se encuentra integrada por 28 países europeos que abarcan juntos gran parte del continente.  No se puede entender este experimento geopolítico sin comprender la historia europea marcada por dos guerras mundiales y luego por la Guerra Fría que dejó dividido el continente en dos zonas de influencia ideológica.  Así, la élite política europea optó por llevar a cabo este proyecto con el objetivo de reducir las tensiones entre países (especialmente entre Francia y Alemania) por medio de la unión económica y el desarrollo de una “identidad europea” que trascendiera los nacionalismos. Este proyecto europeo fue de la mano con un conjunto de ideales que apuntaban a la creación de un área de libre circulación de bienes, capitales y personas. 

Incluso se creó una moneda única (el euro), así como también instituciones como el Banco Central Europeo que significó la pérdida de soberanía por parte de los Estados sobre su política monetaria. La Unión Europea representa un modelo a escala de los ideales de la globalización: el cosmopolitismo, el ser ciudadanos del mundo más que de naciones, apertura de fronteras, libre flujo de personas, bienes y servicios, adopción de una moneda única que significó una pérdida de soberanía monetaria de los países miembros. El problema de la Unión Europea es que carece de una unión política y, actualmente, estamos siendo testigos de como este proyecto está siendo sometido a una fuerte presión por sectores más nacionalistas, antiglobalistas, euroescépticos y críticos de la burocracia de Bruselas.

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Tenemos, pues, que la globalización tiene varias dimensiones las cuales podemos clasificarlas como sigue. Tenemos, en primer lugar, la globalización financiera que se traduce en el libre movimiento de flujos de capital (inversión en acciones, bonos, préstamos de bancos extranjeros, compra de moneda extranjera, inversión extranjera directa). En segundo lugar tenemos la  globalización comercial  que se refiere al  flujo transfronterizo de bienes y servicios (exportaciones e importaciones).  En tercer lugar podemos destacar la “globalización humana”, esto es, el flujo de personas entre países o dentro de estos mismos. En las migraciones entre países actúan tanto factores de expulsión como conflictos armados ( Siria, Eritrea o Somalia) o crisis económicas bajo gobiernos corruptos (Cuba o Venezuela), así como también factores de atracción.

En cuarto lugar está la globalización productiva que se traduce en que los bienes son producidos en distintas partes del mundo, de manera que cientos de productos que utilizamos no son hechos en un solo país. Llegamos así a una verdadera división internacional del trabajo, que tiene sus beneficios pero que no esta exenta de críticas. Por último tenemos la  globalización digital  que se refiere a la  conexión vía redes sociales así como también la aparición de numerosas empresas digitales que operan en el ciberespacio. Estas empresas representan una verdadera revolución ya que tienen rasgos que no poseen las empresas tradicionales como, por ejemplo, (y la más obvia), es que estas no pueden funcionar sin Internet como Spotify, Uber o Airbnb. 

Por lo demás, estas empresas tienden a estructurarse en redes y no en la clásica pirámide jerárquica. Por último, estas empresas parecen dejar obsoletos ciertos conceptos como el de “trabajador asalariado” propio de la era industrial. Como se pregunta el economista  Jean Tirole, teniendo en cuenta que un trabajador de Uber decide libremente su carga, localización de trabajo, calendario e itinerarios ¿es este conductor un asalariado? Sin duda las nuevas modalidades de empleo demandarán por parte de los Estados que adapten su legislación laboral que, en algunos casos, aun se encuentran anclados a un sistema económico que está gradualmente dejando de existir. También los Estados ha tenido problemas para regular plataformas como Airbnb frente a las quejas esgrimidas por el sector hotelero. En algunos países los gobiernos han tenido problemas con el gremio de taxistas e incluso hotelero por la aparición de uber, cabify o beat. Ahora bien, problema no es de estas plataformas sino que de un modelo de organización política fundamentada en el Estado-nación que se ha quedado rezagada frente a los avances tecnológicos.

Lo mismo ha sucedido en materia tributaria en relación con los pagos recibidos por los “influencers” por hacer propaganda a algún producto a través, por ejemplo, de Instagram. La OCDE se propuso para el año 2020 gravar de manera adecuada la economía digital. Esta clase de economía ha resultado un reto puesto que estas empresas pueden no residir en el país donde generan ingresos y realizan negocios con activos intangibles. Por su parte la Unión Europea, en un comunicado de prensa del año 2018 hablaba de la importancia de la “fiscalidad digital” como una forma de garantizar que la mayor parte de las empresas tributen de manera equitativa dentro de este espacio geopolítico. Una propuesta consiste en reformar las normas sobre el impuesto de sociedades  para que así se declaren y graven los beneficios “allí donde las empresas lleven a cabo una interacción significativa con los usuarios mediante canales digitales”. De acuerdo a esta propuesta, una empresa gravables sería aquella que supere el umbral de los 7 millones de ingresos anuales, que tenga más de 100.000 usuarios y que en un ejercicio fiscal  genere más de 3 000 contratos de servicios digitales entre la sociedad y los usuarios.

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En el mismo comunicado se prensa se citan las siguientes palabras Pierre Moscovici, comisario de Asuntos Económicos y Financieros, Fiscalidad y Aduanas:

«La economía digital es una gran oportunidad para Europa, y Europa es una enorme fuente de ingresos para las empresas digitales, pero esta situación positiva para todos plantea problemas jurídicos y fiscales. Nuestra normativa pre-Internet no permite a los Estados miembros gravar a las empresas digitales que operan en  Europa si tienen escasa o nula presencia física aquí. Esto representa un agujero negro en constante expansión para los Estados miembros, ya que ven socavada su base imponible. Por esa razón proponemos una nueva normativa así como un impuesto provisional para las actividades digitales».

En el caso de Chile, de acuerdo a Economía y negocios de El Mercurio[1] la economía digital representaría el 22,2% del PIB (USF 55 mil millones) siendo líder en la región en esta materia. Sin duda algunas empresas como Google, Netflix, Ebay, Amazon o Microsoft Corp. Han venido a remover el status quo.

Entendiendo la globalización como un  sistema complejo compuesto de diversos elementos interrelacionados, constituye un primer paso para no tratar a la globalización como una entidad con voluntad propia y que opera de manera independiente, e incurrir en la falacia de la reificación. Resulta absurdo y un sin sentido estar “en contra” de la “globalización” (en general) o culpar a la “globalización” de la pobreza de países en el África subsahariana. En suma la globalización no es negativa en sí misma y no afecta a todos los países por igual.

Para poder comprender este fenómeno se debe tener un enfoque sistémico (como el que defiende el filósofo Mario Bunge) que tenga en consideración sus subsistemas, su composición o colección de sus partes, su entorno o colección de las cosas que actúan sobre los componentes, su estructura o colección de relaciones entre los componentes y, por último, los mecanismos o procesos internos que hacen que el sistema funcione. Así, debemos dejar de hablar de la globalización como si fuese algo concreto que actúa, que desea y que opera de manera autónoma e independiente. De lo que se trata es idear ideas y estrategias que puedan optimizar este complejo fenómeno de manera que pueda beneficiar a la mayor cantidad de la población mundial en distintos ámbitos.

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Clasificando las críticas

Cabe preguntarse cuál es la situación actual de estos ideales que promueve la globalización¿Acaso continúa el mismo entusiasmo que reinaba a comienzos de 1990? La verdad es la globalización ha sido blanco de críticas  desde múltiples sectores desde la izquierda a la derecha, pasando por grupos anarquistas, antisistemas hasta nacionalistas de derecha. En la actualidad, han surgido importantes personalidades políticas con un discurso que pone el énfasis en el interés nacional por sobre el interés internacional. Quizás el más emblemático, por el cargo que detenta, es Donald Trump y sus múltiples críticas que esgrime en contra del “globalismo”. A esto podemos añadir a la Hungría de Viktor Orban o la Polonia bajo la influencia de  Jarosław Kaczyński. En estos y otros casos se genera un choque entre la gobernanza global y la local (ya volveré sobre este tema). 

 En suma, las críticas a la globalización podemos agruparlas como sigue:

1-Rechazo de la globalización porque la asocian con el sistema capitalista de libre mercado, el cual rechazan por diferentes razones.

2-Rechazo de la globalización por parte de movimientos antisistema e antiimperialistas que identifican la globalización como una fuerza impulsada por Estados Unidos que busca imponer su modelo económico y su cultura consumista y materialista.

3-Rechazo de la globalización movimientos ambientalistas que critican el modelo económico que pone el crecimiento económico por encima del bienestar medioambiental.

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4-Rechazo de la globalización en nombre del nacionalismo económico en virtud del cual se pretende proteger la economía nacional de la competencia extranjera.

5-Rechazo de la globalización puesto que es percibida como una occidentalización que pretende borrar la diversidad cultural.

6-Rechazo de la globalización producto de que fomenta y facilita la circulación intercontinental de personas lo cual genera rechazo por parte de algunos ciudadanos de los países receptores por diversas razones. Algunos directamente esgrimen razones xenofóbicas y apelan al miedo de que los migrantes vienen a representar una competencia por los servicios públicos y los empleos disponibles.

7-Rechazo de la globalización puesto que, lejos de ser un proceso y una fuerza espontánea, esta es en realidad un proyecto diseñado por las grandes élites globales que manejan instituciones tales como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio, Bancos de inversión (JP Morgan Chase, Goldman Sachs, Bank of America, City Group o Barclays)

 

[1] 26 de noviembre de 2018, http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=524745

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