1/8-Política y politización, ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)

“La política es el arte de lo posible, la ciencia de lo relativo”

(Otto von Bismarck)

Política y politización (1), ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)

Un   tema   que  se repite   en   numerosos   autores   socialistas,  comunistas  o  marxistas - leninistas contemporáneos, como  Álvaro  García  Linera (vicepresidente del Estado Plurinacional  de  Bolivia), Fernando   Atria (ex  candidato  presidencial  socialista),  Tomás  Moulián (sociólogo  chileno),  Juan Carlos Monedero (ideólogo y miembro fundador de Podemos en España) y Haiman El Troudi  (ex Ministro Ministro del Poder Popular para Transporte Terrestre y Obras Públicas de la República Bolivariana   de   Venezuela)   es   el   de   la politización de la vida de las personas, la politización de   la   sociedad, la  politización de  las relaciones sociales. El modus operandi es bastante similar. Tenemos  un  catastrófico diagnóstico de la situación de nuestra sociedad (causado por lo general por el   neoliberalismo). En   este   escenario   que   presentan   los   autores, el   mundo   se   divide entre un capitalismo desalmado o un “neoliberalismo descarnado” y la visión socialista o la “idea socialista” que encarna los valores humanos más sublimes y que constituye el único vehículo por medio del cual el ser humano puede “autorrealizarse” o “realizarse recíprocamente”. Esto, por medio e un proceso de politización de la sociedad. Haiman El Troudi escribe:

Como   s e ha dicho, el capitalismo no es inmortal, pero es «duro de matar». En la Venezuela bolivariana que  camina rumbo   al  socialismo  del siglo XXI, el capitalismo desplegado durante las pasadas repúblicas sigue sembrado en la profundidad  de  las  conductas  sociales. Decir que el capitalismo sigue ileso es osado, pero  dicha  sentencia  podría estar relativamente cerca de la realidad.  Por lo menos, sigue subyacente y de manera   muy   marcada   la   cultura   consumista, los  fetiches por la mercancía y el afán de lucro en una importante  porción   de   la  sociedad. Negar este hecho sería mera falsificación del análisis de la realidad.  Pero, para transformar la realidad no basta con la mera crítica moral de los males del mundo, sino que es preciso el conocimiento positivo de lo existente, de sus potencialidades y tendencias de cambio[1].

Atria, por  su  parte, también  comparte   junto a los demás autores socialistas una fijación obsesiva con  el  neoliberalismo. El académico señala  que   el  neoliberalismo “nos invita no a convivir con la injusticia, sino a negar que lo sea y defenderla como la manera más eficiente de explotar los recursos humanos y materiales disponibles[2].

Vivimos, pues, en un mundo gobernado por la “óptica del rico” pero, al menos el académico chileno y otros  de  sus  colegas han logrado captar este “zeitgeist” que predomina en Chile y, por ende, están en condiciones de poder articular un proyecto político de izquierda que pueda “desneoliberalizar” a nuestro país.

Regresemos al tema central que es el de la política y la politización. Max Weber, ante la pregunta sobre  qué  era  la  política, señalaba  que este era un concepto muy amplio y que abarcaba cualquier tipo de actividad directiva autónoma. Así, Weber   se   refería   por   ejemplo a  la “política” de divisas de   un   banco, la “política” de descuento del Reichsbank, la “política” por la que se rige un sindicato durante   una   huelga, la política   escolar   e  incluso, de la “política de una esposa astuta que intenta manipular astutamente a su marido.  Como  explica  el  académico chileno, Fernando Mires, Weber no  nos  da  una   definición  etimológica  de  la  política,  de   manera   que   lo que define Weber es   una   noción moderna de política. Pero sí hay algo claro en la concepción de la política que tiene Max Weber, tal como lo explica Fernando Mires:

“…es sintomático   que  Weber –  pese a no definir su idea de la política –  establezca   una   relación asociativa inmediata entre política y Estado, con lo que, siguiendo el hilo de su retórica, le está diciendo al público que la política que en ese momento le interesa analizar (y no definir) es una política en referencia al Estado. La noción de política de Weber, en su conferencia al menos, al no ser atributo de la polis no es ni puede ser otra sino política de Estado…”[3].

García Linera, Atria y Monedero

García Linera, Atria y Monedero

El cientista   político   italiano, Giovanni   Sartori, advirtió   en   un   libro[4] sobre   una “crisis de identidad   de   la   política” . Tal   como lo señaló Weber, la palabra política está en boca de todos, nos   parece   familiar   y  parecemos entenderlas, pero para Sartori, la sociedad actual ha dejado de   reflexionar   sobre  este concepto o lo concibe de manera errada, por ejemplo, entendiéndolo la política tal como lo hacían los antiguos griegos. La política, señala Sartori, ha quedado reducida a una mera actividad de gobierno y, en sustancia, a la esfera del Estado.

Hecha   esta   advertencia  procederé,   en   primer   lugar, a examinar los conceptos de política y politización   para  luego  pasar a examinar   lo   que   estos   conceptos   significan   para  los representantes  del  socialismo del  nuevo milenio. Comencemos por el concepto de política. La RAE nos ofrece las siguientes tres definiciones:

1.Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.

2.Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos.

3.Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.

Desde un punto de vista genérico la política se relaciona con el poder, vale decir, la obtención del poder,   conservación   del   poder  y  modificación los nichos desde donde se ejerce el poder dentro de una  organización  humana. Siguiendo a Aristóteles podemos distinguir entre una dimensión arquitectónica y otra agonal de la política. La primera pone el énfasis en la cooperación como el mecanismo por medio del cual se forman las instituciones. La dimensión agonal coloca el énfasis en las relaciones no cooperativas.

El hecho   es   que   el  concepto de “política” ha evolucionado durante el paso de los siglos y su significado   actual   está   estrechamente   vinculado  al  Estado, tal como la concibió Max Weber. El   concepto   de   política   tendrá   diferentes significados o énfasis dependiendo de los autores que consultemos: Platón, Aristóteles, Maquiavelo, Schmitt, Parsons, Bakunin, Marx.

Podemos, entonces, entender la política desde una óptica aristotélica,  enfatizando  el  elemento cooperativo   o  desde   una   óptica   “maquiaveliana”, enfatizando el  aspecto conflictivo en la política. Sartori explica que la política no puede ser reducida a los conceptos de poder y coerción, ya que estos “no   bastan   por   sí   solos   para caracterizar y circunscribir la esfera de la política[5]. Añade Sartori que identificar el poder político con aquel poder coercitivo que monopoliza el uso legal de la fuerza es volvera caer en la identificación (ya superada) entre la esfera  política  y  la  esfera del Estado. Norbert   Lechner (1939-2004) nos  recuerda  que  para   Aristóteles  la  política   es la doctrina de la vida buena. En palabras de Lechner:

Por encima del oikos se encuentra la polis, comunidad de los ciudadanos, cuyo principio constitutivo es la vida buena. Como tal, la política es una continuación   de   la ética. Sólo la política permite al ciudadano acceder   a   la   vida   buena. El   pensamiento  clásico  no concibe un divorcio entre moral y política. La moralidad interna del individuo y la legalidad de sus externas forman una unidad[6].

Continúa explicando Lechner que Aristóteles refería la política únicamente a la praxis, esto es, a la acción   moral. La   política   para   el   Estagirita   pertenecía   al   ámbito de la prudencia (frónesis). Posteriormente, con el quiebre del orden medieval , el advenimiento de la Edad Moderna y el pensamiento científico, la política sufre una transformación y pasaría a ser comprendida como algo   distinto  a  como   lo  entendía Aristóteles. La política, explica Lechner, pasa al ámbito de la techné, el oficio:

El saber práctico de la política se transforma en un arte técnico, ahora ya no referido a las cosas de la naturaleza sino al orden humano[7].

Un representante emblemático de este cambio es Thomas Hobbes. Como explica Lechner, la teoría política inaugurada por Hobbes se destaca por tres rasgos. El primero es que nos encontramos ahora ante una ciencia que “determina de una vez por todas las condiciones del orden social y político adecuado[8]. En segundo lugar, la aplicación del conocimiento pasa a ser un problema técnico: “Conociendo las condiciones generales ya no se requiere la prudencia como guía de la práctica. Es suficiente el establecimiento de reglas, relaciones e instituciones correctamente calculadas[9]. En tercer lugar tenemos que el comportamiento de los seres humanos no es más que material para los ingenieros del orden correcto:

Se puede prescindir de la dimensión moral de la política, porque se puede inducir a los hombres a un comportamiento calculado y calculable de manera similar a los objetos naturales[10].

Esta tecnificación y racionalización de la política, es decir, la política como ciencia, como reguladora de las relaciones sociales paga, señala Lechner, el precio de abandonar la prudencia y fomentar un proceso de despolitización de la sociedad. Otra consecuencia es la escisión entre moral y política. “La política no es buena más que sometida a la moral[11] explicaba Lechner. El autor distingue entre los idealistas morales como Platón y los idealistas políticos como Lenin. En el caso de Lenin, el revolucionario bolchevique consideraba que la moral era la que debía estar subordinada a la política. El hecho es que la política ha cortado lazos con la moral, de manera que lo que es políticamente eficiente puede resultar reprochable desde el punto de vista moral. Sartori, por su parte, señala que Hobbes fue quien teorizó una política aún más “pura” que Maquiavelo, siendo su Leviatán el más próximo al “Gran Hermano” de Orwell. En palabras de Sartori:

En realidad, nadie ha teorizado una politización tan extrema como Hobbes. Él no planteaba únicamente la absoluta independencia y autarquía de la política, sino que afirmaba un «pan-politicismo» que todo lo reabsorbe y lo genera todo a partir de la política. Si Maquiavelo invocaba la virtud, Hobbes no invocaba nada. Si las páginas de Maquiavelo transparentaban una pasión moral, Hobbes era un razonador distanciado, glacial, dedicado a construir una perfecta mecánica de los cuerpos en movimiento. Si Maquiavelo veía en la religión un sostén de la política, Hobbes le atribuía a su soberano el control de la religión, como hará más tarde Comte”.[12]

Dentro de la filosofía política de Hobbes las verdades eran arbitrariamente implantadas por quienes fueron los primeros en poner nombres a las cosas. Es el Leviatán el que se convierte en el gobernador omnipresente que diseña un orden social de acuerdo a su voluntad arbitraria, creando leyes y estableciendo qué es la política, dentro de una sociedad que considera infinitamente maleable y manipulable.

Continuando con el tema de la política, la filósofoa judía Hannah Arendt explicaba lo siguiente:

La política trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos. Los hombres se organizan políticamente según determinadas comunidades esenciales en un caos absoluto, o a partir de un caos absoluto de las diferencias. En la medida en que se construyen cuerpos políticos sobre la familia y se los entiende a imagen de esta, se considera que los parentescos pueden, por un lado, unir a los más diversos y, por otro, permitir que figuras similares a individuos se distingan las unas de las otras[13].

Otro punto que aclara Arendt tiene que ver con la interpretación del zoon politikón de Aristóteles. De acuerdo a la filósofa no existe en el hombre algo que podemos denominar como “político”, ya que el hombre es en realidad apolítico. En palabras de Arendt: “La política nace en el Entre–los – hombres, por lo tanto completamente fuera del hombre. De ahí que no haya ninguna substancia propiamente política. La política surge en el entre y se establece como relación[14]. Más adelante continúa explicando:

Aristóteles, para el que la palabra politikon era un adjetivo para la organización de la polis y no una caracterización arbitraria de la convivencia humana, no se refería de ninguna manera a que todos los hombres fueran políticos o a que en cualquier parte donde viviesen hombres hubiera política, o sea, polis…A lo que se refería era simplemente a que es una particularidad del hombre que pueda vivir en una polis y que la organización de ésta representa la suprema forma humana de convivencia y es, por lo tanto, humana en un sentido específico, igualmente alejado de lo divino, que puede mantenerse por sí solo en plena libertad y autonomía, y de lo animal, en que la convivencia —si se da— es una forma de vida marcada por la necesidad”[15].

Giovanni Sartori explica que el zoon politikon de Aristóteles era una manera de definir al hombre y no a la política. Lo anterior quiere decir que el zoon politikon del Estagirita expresaba la concepción griega de la vida, concepción que “hacía de la polis la unidad constitutiva (indescomponible)  y la dimensión completa (suprema) de la existencia”[16]. El hombre “no político”, el “ídion” (idiota), explica Sartori, era un ser defectuoso que no había adquirido o había perdido “la dimensión y la plenitud de la simbiosis con la propia polis”[17]. Para los griegos no existía una distinción entre animal político y animal social, ya que el vivir significaba vivir en comunidad, por lo que la política incluía tanto la esfera política como la social. En palabras de Sartori:

La política de Aristóteles era a la vez una antropología; una antropología ligada indisolublemente al «espacio« de la polis. Caída la «polis», la «politicidad» se atenúa, diluyéndose variadamente o transformándose en otra”[18].

Con esto, Sartori quiere dar a entender los cambios y transformaciones producidos en el concepto de polis y en la manera de entender la política. Con el avenimiento de la civilización romana la polis, concebida como un espacio reducido, se vio totalmente sobrepasada. La civitas romana, a diferencia de la polis griega, se organizó jurídicamente por lo que la “politicidad” quedó sustituida por la “juridicidad”. La civitas societas romana ya no tiene nada de político en el sentido griego del término. Añade Sartori que la iuris societas es a la polis lo que la despolitización es a la politicidad. Con Séneca y la visión estoica del mundo, el hombre deja de ser un animal político ya que ha perdido su polis para pasar a ser parte de una cosmópolis. El punto del autor es que la política, en el sentido griego del término, fue un concepto que con el tiempo cayó en desuso y, cuando volvió a aparecer, lo hizo denotando una realidad muy circunscrita.

Otro tema que aborda extensamente Arendt es sobre la pregunta acerca del sentido de la política, así como el escepticismo y desconfianza, cuestiones que tienen, por lo demás, larga data:

La pregunta por el sentido de la política y la desconfianza frente a ella son muy antiguas, tanto como la tradición de la filosofía política. Se remontan a Platón y quizás incluso a Parménides y se originan en experiencias sumamente reales vividas por los filósofos en la polis, esto es, en la forma de organización de la convivencia humana que ha determinado tan ejemplar y modélicamente lo que todavía hoy entendemos por política que incluso de ahí proceden nuestras palabras para designarlo en todas las lenguas europeas[19].

Concuerdo con Arendt en que la libertad se realiza “entre los hombres” y que, por lo tanto, el sentido de la política es la libertad, de manera que no se debe pasar por alto la dimensión social y relacional del ser humano, y que por más individualista una persona pueda declararse, el hecho es que el ser humano no puede sobrevivir solo. Desde este punto de vista, la autora no veía con buenos ojos el desencanto y, peor aún, el rechazo hacia la política, producto de las experiencias surgidas de los totalitarismos así como el uso de armas de destrucción masiva por parte del aparato estatal.  Esas dos experiencias constituían para Arendt las experiencias políticas fundamentales de nuestra época y que condicionaban nuestra pregunta acerca del sentido de la política. Frente a la pregunta acerca de si la política tiene todavía sentido escribe:

Pero hoy día esta respuesta no es ni obvia ni inmediatamente convincente, cosa que se aprecia con claridad en que nuestra pregunta actual ya no cuestiona el sentido de la política tal y como antes se hacía: a partir de experiencias que eran de naturaleza no–política [nicht–politisch.] o incluso anti–política [anti–politisch.]. Nuestra pregunta actual surge de experiencias políticas muy reales: de la desgracia que la política ya ha ocasionado en nuestro siglo y de la mucho mayor que todavía amenaza ocasionar. De aquí que nuestra pregunta suene mucho más radical, mucho más agresiva y mucho más desesperada: ¿tiene, pues, la política todavía algún sentido?”[20].

Hoy el desencanto frente a la política se ha agudizado. Continúa la implementación de políticas exteriores agresivas por parte de los gobiernos, ataques ilegales norteamericanos por medio de drones, corrupción dentro de la política, nepotismo, relaciones tóxicas entre dinero y política, etc. Tenemos gobiernos que, al parecer, sólo se preocupan de ser “democráticos ” dentro de sus fronteras, pero no así en su relación con otras naciones.

 

                                                                 Fin Parte 1

[1] Haiman El Troudi, Ser capitalista es un mal negocio. Claves para socialistas(Venezuela: Centro Internacional Miranda, Monte Aviula Editores, 2007), 274.

[2] Fernando Atria, Veinte años después. Neoliberalismo con rostro humano,  37.

[3] Fernando Mires, Introducción a la Política (Chile: LOM Ediciones, 2004), 14.

[4] Giovanni Sartori, La Política. Lógica y método de las ciencias sociales (México: FCE, 2012).

[5] Giovanni Sartori, La Política. Lógica y método de las ciencias sociales, 219.

[6] Norbert Lechner: Obras I, Estado y derecho (México: FCE, 2012), 507.

[7] Ibid., 510.

[8] Ibid., 512.

[9] Ibid.

[10] Ibid.

[11]Norbert Lechner: Obras IIII, Democracia y utopía: la tensión permanente (México: FCE, 2014), 98.

[12] Giovanni Sartori, La Política, 210.

[13] Hannah Arendt, ,Qué es la política?, 45.

[14] Ibid., 46.

[15] Ibid., 68.

[16] Giovanni Sartori, La Política, 203.

[17] Ibid.

[18] Ibid., -207-208.

[19] Hannah Arendt, ¿Qué es la política?, 67.

[20] Ibid., 62.