El Nihilismo (por Jan Doxrud)
La palabra “nihil” significa nada, es decir, el No-Ser el vacío absoluto. Para los primeros filósofos griegos debió haber resultado complejo y contraintuitivo filosofar sobre algo que“no es”, algo que se encuentra vacío de “Todo”. No podemos pensar en la “Nada” puesto que imaginarla significaría que ya no es nada, es decir, el sólo hecho de pensar la “Nada” implica considerarla como “algo” de manera que ya no sería “Nada”. Dentro del ámbito científico uno podría preguntarse ¿cómo es posible abordar algo que “no es”, en donde, supuestamente, no existe el espacio, el tiempo y las partículas ¿Cómo se puede entender aquella frase que señala que “el universo se creó a partir de la nada”? ¿Cómo se puede decir que el universo tuvo un comienzo si antes no existía el tiempo? A algunos filósofos griegos , como por ejemplo Tales de Mileto, les incomodaba este concepto de nada y Aristóteles aseveraba que la naturaleza aborrecía el vació. El profesor de física de la Universidad de Oxford, Frank Close, en su libro sobre el tema de la nada, explica que para Aristóteles era inconcebible concebir la nada, puesto que no creía que pudiese existir un vacío debido a que tal vacío sería uniforme y simétrico y, por lo demás, no existiría punto de referencia alguno, es decir, no podríamos diferenciar entre arriba o abajo, ni siquiera podría existir movimiento alguno. Este tema de la falta de “puntos de referencia” será recurrente en el tema del nihilismo en el ámbito de la filosofía moral. Para Aristóteles el espacio vacío ni siquiera podía ser “algo” ya que sería ilógico decir que es a la vez “nada” y “algo” y, además de esto, si fuese “algo” significaría que si colocamos “algo” en tal espacio vació, este último dejaría de estar vacío, pero tendríamos ahora “dos algo”.
Pero dejemos atrás a las “ciencias duras” y pasemos al tema del nihilismo desde un punto vista filosófico en donde la nada adquiere distintos aspectos, puesto que puede ser una sensación, sentimiento, un estado psicológico o incluso “algo”, es decir, la reificación de la nada. De acuerdo al filósofo y germanista italiano Franco Volpi (1952-2009), podríamos considerar como el primer nihilista de la historia occidental al sofista Gorgias quien señalaba que “nada” existe pero, si existiese algo, entonces no sería cognoscible por el ser humano, y si fuese cognoscible, no sería comunicable.
El tema de la nada también está presente en el dominico y místico alemán Meister Eckhart (1260-1328) y su concepción de Dios como la alteridad absoluta, como lo innombrable, como aquello que se encumbra por encima de todos los rótulos y ataduras lingüísticas. Meister Eckhart señala en “El fruto de la nada” que Dios es una “nada”.Siguiendo las enseñanzas de Dionisio, Eckhart señala que si algo penetra en nuestro conocimiento, eso no sería Dios, puesto que Dios “no es ni esto ni lo otro”, ya que Dios es un ser que tiene en sí a todos lo seres.Añadía el místico alemán que Dios nace de la nada y es fruto de la nada. También cita las palabras de San Agustín de Hipona (354 - 430), quien señaló que cuando nada veía, entonces veía a Dios. No resulta raro encontrar el tema de la nada en numerosos místicos así como en corrientes gnósticas.
Por ejemplo, tomemos el caso de la monja Carmelita Bernardette Roberts (1931-2017), quien fue canonizada por la Iglesia Católica. La mística francesa da testimonio de cómo la percepción de la “Unidad” venía de la mano con un proceso de erosión de su propio yo (otro tema recurrente en los místicos). Pero luego la visión de esta Unidad se transformaba en la visión de la nada, en donde todo lo particular se disolvía en el vacío. Bernardette señala que este es un estado de absoluto no saber, en donde la mente no puede enfocarse en nada, ni en lo particular ni en lo general y en donde no es posible ver nada, ni dentro ni fuera. Aquí la nada hay que entenderla como un estado particular que experimentó Bernardette. Otro autor que cita Volpi es a Blaise Pascal (1623-1662) y su famosa sentencia:
“Cuando considero la escasa duración de mi vida, absorbida en la eternidad que la precede y que la sigue, el pequeño espacio que lleno, y aun que veo, hundido en la infinita inmensidad de los espacios que ignoro y que me ignoran”.
Al respecto comenta Volpi:
“Este preocupado lamento señala que con la nueva cosmología cambia la situación espiritual del hombre En el universo físico de la cosmología moderna el hombre ya no puede habitar y sentirse en su casa como en el cosmos antiguo y medieval.”.
La relevancia de esto es que Pascal es que toca con anticipación, no solamente las temáticas del existencialismo filosófico del siglo XX, sino que también, de acuerdo a Volpi, la razón más profunda del surgimiento del nihilismo. El nihilismo implica la falta de sentido, falta de trascendencia y la falta de respuesta al ¿para qué?
Ahora bien, el nihilismo que nos interesa examinar es aquel que va desde el novelista ruso Iván Turguénev (1818-1883) hasta el filólogo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900). Como explica Volpi, Turguénev se consideró el mismo como el padre fundador y teórico del nihilismo en su novela “Padre e hijos”, en donde el tema central trata sobre el conflicto generacional entre los padres – quienes representan los valores humanísticos tradicionales – y los hijos, que son los rebeldes materialistas. Así, explica el filósofo italiano, el nihilismo en Turguénev debe ser entendido tal como lo describen los aristócratas de su novela, esto es, como la negación de los valores y el orden social existente. En la novela también se describe al nihilista como aquel que no respeta nada, que considera todo desde un punto de vista crítico o aquella persona que no se inclina ante autoridad alguna y que no da fe de ningún principio. Pero el nihilismo de Turguénev, explica el filósofo Carlos Gurméndez (1916-1997), se queda en la pura negatividad de su pasión, es decir, no sustituye esta última por la positividad de la acción o una idea, a diferencia de otro ruso como Nikolái Chernyshevski (1828-1889) quien, en su novela “¿Qué hacer?” (que influyó en otro ruso: Lenin) en donde se muestran nihilistas activos y militantes. En un artículo en el diario El País (7/9/1977) Gurméndez escribió sobe el nihilismo ruso:
“Sin embargo, activos o pasivos, los nihilistas rusos fueron almas oscuras, trágicas, endemoniadas, aunque dotados de una energía sublime. Hasta que llegó Lenin y racionalizó este bosque sombrío (…) Turguéniev, en Tierras vírgenes, intuyó también otro aspecto del nihilismo: el factor temperamental. Así los nihilistas rusos necesitaban entregarse, sacrificarse a un Dios desconocido, morirse a sí mismos para ofrendarse. El novelista ruso sintió una profunda admiración por esta generosidad de sentimientos de la juventud nihilista.
Si bien el nihilismo ruso suele asociarse con el terrorismo individual (como veremos más adelante con Necháyev) y la confrontación con el régimen zarista de los Romanov, la verdad es fue también una cosmovisión moral (no solo política) que rechazaba los valores que reprimían la libertad individual y aquellos códigos de conducta predominantes durante la autocracia zarista. En el caso de Bazarov, el nihilista de Tuguénev, era un individualista de origen plebeyo que se oponía a la forma de vida de la aristocracia rusa, pero también se mostraba desconfiado de las masas campesinas, puesto que no tenía una opinión muy favorables de estas
Ahora bien, entre Turguénev a Nietzsche existieron otros usos del concepto de nihilismo. Volpi cita el caso del filósofo y teólogo católico Franz von Baader (1765-1841) quien acusaba al protestantismo de promover el nihilismo científico destructivo, así como el pietismo místico no científico. Por su parte, el filósofo y político español, Juan Donoso Cortés (1808-1853), en su “Ensayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo” crítica fuertemente al socialismo. La razón de esto, tal como señala el Libro Segundo, Capítulo I, es que la negación del pecado original por parte de los socialistas atenta contra la libertad y la responsabilidad humana y, eventualmente, lleva hacia el nihilismo.
Antes de entrar Nietzsche, Volpi destaca al “príncipe de los iconoclastas modernos”: el filósofo alemán Max Stirner (1806-1856) Como bien señala el filósofo italiano, el hilo conductor del pensamiento de Stirner es la “negación y el rechazo de todo fundamento que trascienda la existencia originaria e irrepetible del individuo. Stirner denomina “el Único” a una entidad indefinible que somos nosotros, entidad que no responde a ningún principio rector ni se somete a ninguna doctrina religiosa o filosófica. Stirner llega a compara “el Único” con Dios, en el sentido de que este útlimo se encuentra más allá del mundo del lenguaje, es decir, no puede ser rotulado y reducido a conceptos.
En lo que respecta a Friedrich Nietzsche (1844-1900), Volpi explica que es en la obra de este pensador donde el nihilismo se hace objeto de una reflexión filosófica explícita, lo que hace de Nietzsche “el máximo profeta y teórico del nihilismo”. Por su parte el filósofo alemán Karl Löwith (1897-1973) señalaba que Nietzsche fue quien, mirando hacia atrás, previó el nihilismo europeo en virtud del cual “tras la decadencia de la fe cristiana y por tanto también de la moral, ya nada es verdad y todo está permitido”. A esto añade el mismo autor:
“Nietzsche no sólo fue el primero en nombrar por su nombre este nihilismo europeo, sino que lo puso de manifiesto filosóficamente y con maestría psicológica, como nadie lo había hecho antes de él, mostrándolo en todas las formas de expresión de una modernidad que había perdido el norte: en la moral y la política, en la filosofía y la religión, en la literatura la música”
Se podría señalar que el nombre de Nietzsche es sinónimo de “nihilismo”, “muerte de Dios” y la deconstrucción de principios morales o cualquier principio considerado universal e inmutable por medio del método genealógico. Haré un breve paréntesis sobre este concepto de genealogía de Nietzsche que tendrá consecuencia en la filosofía posterior, específicamente en Martin Heidegger y, a través de este, en una gran cantidad de pensadores franceses como Derrida o Foucault. Gilles Deleuze (1925 - 1995) señalaba que el proyecto general del pensamiento de Nietzsche fue el de introducir los conceptos de valor y sentido en la filosofía. Con Nietzsche el filósofo no se convierte en un juez en material moral, sino que en un geneaólogo.
Deleuze define la genealogía como valor del origen y origen d el valor. Con esto se quiere dar a entender que el filósofo debe investigar qué existe detrás de ciertos conceptos morales que las personas los toman como evidentes, absolutos y universales. ¿Cómo nacieron estos conceptos? ¿Quiénes los forjaron y en qué contexto histórico? Es así como la genealogía implica también investigación histórica puesto que hay que remontarse al origen de los valores. Dentro del mundo como flujo de Nietzsche no hay espacio para principios esencialistas-inmutables puesto que todo tiene un origen histórico y existen intenciones y motivaciones detrás de estos principios. Es por ello que el pensador prusiano destacaba la figura de Heráclito quien destacaba el carácter dinámico del mundo sensible y por haber enseñado que “el ser es una ficcion”. En el “Crepúsculo de los ídolos” Nietzsche se refiere al supuesto carácter inmutable y esencialista de los conceptos:
Los filósofos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni, [desde la perspectiva de lo eterno], - cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran, - se vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran”.
Por su parte, el académico de filosofía en la Universidad de Princeton, Alexander Nehamas, explica que la concepción genealógica de Nietzsche “tiene el rasgo esencial de estar configurada explícitamente sobre la interpretación de textos”. Añade Nehamas que la genealogía es interpretación “en el sentido de que estudia nuestras prácticas morales no como algo sino como textos, como signos dotados de significado, como expresiones de una voluntad de poder que aspira a ser descifrada por vía de la interpretación”.
La genealogía trascendería a Nietzsche y sería retomada, como proyecto, por autores como Martin Heidegger (1889-1976) y su concepto de “destruktion” o Jacques Derrida (1930-2004) y su concepto de “deconstrucción” (inspirado en Heidegger) Según las palabras de Derrida (quien reconocía no poder definir este concepto), la “deconstrucción” consistía en analizar las estructuras sedimentadas que forman el elemento discursivo, la discursividad filosófica en la que pensamos. También influyó en Michel Foucault (1926 - 1984) y su concepto de “arqueología” (estudio y cuestionamiento crítico del saber de las ciencias humanas) . Tales autores han tenido a su vez una potente influencia en otras áreas como los estudios de género y postcoloniales. Se puede afirmar que estos proyectos tienen en común la “sospecha” respecto a ciertos conceptos considerados como inmutables, sospecha frente al esencialismo en temas éticos y valóricos, la sospecha acerca de qué esconden los valores y a quiénes benefician, sospecha frente a los grandes relatos omniabarcantes (cristiano, marxista, islámico, etc) que pretenden dar una explicación del mundo y, en ese intento, obscurecen o suprimen otros relatos. El filósofo francés Paul Ricoeur consideró a Nietzsche como uno de los tres “maestros de la sospecha” junto a Karl Marx y Sigmund Freud.
Lecturas
-Franco Volpi, El nihilismo.
-Meister Eckhart, El fruto de la nada
-Gilles Deleuze, Nietzsche y la filosofía.
-Alexander Nehamas, Nietzsche. La vida como literatura.
-Karl Löwith, El homnbre en el centro de la historia
-El anti-manifiesto termina con la sugerente frase: