(I) El Manifiesto Comunista (por Jan Doxrud)
En esta serie de artículos examinaremos la que es quizás la obra más accesible de Marx y Engels, me refiero al Manifiesto del Partido Comunista, una obra explosiva, apasionada y, para algunos, una verdadera profecía de los que sería la sociedad futura. En palabras del historiador marxista británico, Eric Hobsbawm:
“lo que indudablemente impresionará al lector contemporáneo es el extraordinario diagnóstico del carácterrevolucionario y del impacto de la sociedad burguesa que exhibe el Manifiesto…La cuestión es que el mundo transformado por el capitalismo que él describió en 1848, enfragmentos de oscura y lacónica elocuencia, es a todas luces el mundo de comienzos delsiglo XXI”[1].
Para Hobsbawm este breve escrito “fue casi seguro, y con mucho, el texto político unitario más influyente desde la revolucionaria Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano…”[2]. Engels escribió en el Prefacio a la edición inglesa de 1888:
“De manera que la historia del Manifiesto refleja, en gran medida, la historia del moderno movimiento obrero; al presente es sin duda la obra más difundida, la producción más internacional de toda la literatura socialista, la plataforma común,reconocida por millones de trabajadores, desde Siberia hasta California”[3].
A la pregunta sobre por qué no fue titulado Manifiesto socialista, Engels responde que en 1847 se entendía por socialista los partidarios de los distintos sistemas utópicos como el de Robert Owen y Charles Fourier, “ambos reducidos a la condición de meras sectas, y gradualmente desaparecidos”[4]. También quería desmarcarse de lo que aquellos charlatanes sociales que, “blandiendo cualquier componenda, prometían acabar con todo tipo de agravio social, sin peligro alguno para el capital y la ganancia”[5].En ambos casos se trataba de personas ajenas al movimiento obrero. ¿Por qué adoptar el nombre de comunista? Engels responde: “Cualquier sector de la clase obrera, convencido de la insuficiencia de meras revoluciones políticas, proclamaba la necesidad de un cambio social completo; ese sector se llamaba entonces comunista”[6]. El socialismo era un movimiento de clase media y el comunismo, aunque instintivo y tosco, el de Étienne Cabet y Wilhelm Weitling, era un movimiento de la clase obrera. Como la emancipación de la clase trabajadora debía ser un acto de la propia clase trabajadora, no hubo duda que el nombre que había que adoptar era el de comunista.
El Manifiesto fue realizado a pedido de la Liga de los Justos, una filial de la Liga de los Proscritos . La Liga de los Justos, a instancias de Marx, adoptó en 1847 el nombre de Liga de los Comunistas que se comprometió al derrocamiento de la burguesía, establecer el gobierno del proletariado, poner fin a la vieja sociedad que tenía como base la contradicción de clases y fundar una sociedad sin clases sin propiedad privada. En ese mismo año aparece en Bruselas la Miseria de la filosofía en donde Marx ataca a Proudhon y rompe con el socialismo francés. Aunque el borrador fue preparado por ambos, el texto final fue escrito por Marx. El pensador alemán tenía un plazo para terminar el escrito. Finalmente el texto es finalizado, escrito por un desconocido y joven Marx que contaba con menos de 30 años refugiado en Bruselas. Le tomó una semana concluir el texto. El Manifiesto del Partido Comunista fue publicado en 1848 e impreso en la oficina de la Asociación Educativa de los Trabajadores. El Manifiesto salió a las calles unas semanas antes del estallido de las revoluciones de 1848. El impacto del Manifiesto fue exclusivamente en Alemania a través del periódico Rheinische Zeitung, editado por Marx. Como señala Hobsbawm, para cuando Marx estaba instalado de por vida en Inglaterra, la divulgación del Manifiesto era tan escasa que el pensador alemán pensó que no valía la pena reeditar la sección III del Manifiesto. Este escrito vería su esplendor en la década del 1850 y 1860. En Londres, un impresor alemán publicó una nueva edición alrededor de 1864.
En 1863, Baknunin llevó a cabo la primera traducción al ruso y fue publicado en Ginebra hacia el año 1863. En 1866 salió la primera edición publicada en Alemania. Sucesos que, de acuerdo a Hobsbawm, habrían reavivado el interés por el Manifiesto, fue la trascendencia de Marx en la Asociación Internacional de los Trabajadores, la denominada “Primera Internacional” (1864 - 1872), y la aparición en Alemania de dos partidos de clase obrera formados por los antiguos miembros de la Liga Comunista que lo tenían en alta estima. Así, Marx y Engels comenzaron la elaboración de una serie de prefacios que acompañan hasta nuestros días las nuevas ediciones del Manifiesto
¿Cuál sería el futuro del Manifiesto? De acuerdo a Hobsbawm, durante los siguientes cuarenta años este escrito conquistó el mundo y la influencia de Marx creció en la década de 1880. La principal área de influencia fue el cinturón central de Europa, esto es, desde Francia en el oeste hasta Rusia en el este. El mayor número de ediciones estaban en lengua rusa, así como una treintena en lenguas del imperio ruso. La distribución geográfica desigual del Manifiesto significó un desarrollo desigual tanto del movimiento socialista, como el impacto de las ideas de Marx, así como una débil correlación entre el tamaño y el poder de los partidos socialdemócratas y obreros y la circulación del Manifiesto. Eran pocos los que tenían conocimientos del contenido del Manifiesto. A diferencia de los partidos de masas de la Segunda Internacional (1889-1914), afirma Hobsbawm, los de la Tercera Internacional (1919-1943),
“esperaban que todos sus miembros comprendiesen, o por lo menos mostrasen cierto conocimiento de la teoría marxista. La dicotomía entre los líderes políticos eficaces no interesados en escribir librosy los teóricos como Karl Kautsky, conocido y respetado como tal pero no comoresponsable político de la toma de decisiones prácticas, se desvaneció”[7].
Tomando como ejemplo la figura de un Lenin o Trotsky, ambos hombres de acción, pero también conocedores de la teoría marxista, debían constituirse como modelos a seguir,no se puede decir lo mismo de Stalin. Durante el período de la Tercera Internacional hubo un nuevo impulso para el Manifiesto, aumentando su circulación. La edición económica publicada en 1932 por las editoriales oficiales de los Partidos Comunistas Americano y Británico puede ser considerada como la mayor edición masiva publicada en idioma inglés.
“Dado que un importante estado se arrogaba la representación de la ideología marxista, laposición del manifiesto como texto de ciencia política quedó reforzada, y porconsiguiente entró en el programa de estudios de las universidades, destinado aextenderse rápidamente después de la segunda guerra mundial, y donde el marxismo delos lectores intelectuales encontraría su público más entusiasta en la década d 1960 y 1970”[8].
El manifiesto contiene una serie de pasajes y frases que se han vuelto ya clásicos. Famosas son las primeras palabras con las que comienza:
“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido ensanta cruzada para acosar ese fantasma: el papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales,los radicales franceses y los polizontes alemanes”[9].
En aquella época Pío IX era el sumo pontífice cuyo pontificado, dejando de lado a Pedro, constituyó el más largo en la historia (1846-1878) y bajo quien comenzaron a sentarse las bases de lo que se conoce como la doctrina social de la Iglesia. En cuanto al imperio ruso, gobernaba Nicolás I quien logró imponerse ante la revuelta decembrista que buscó imponer en eltrono a Constantino, hermano del difunto Alejandro I, quien tenía ideas más liberales. Alejandro demostró ser un líder autocrático y paternalista quien, tras la experiencia de la revuelta decembrista, se dedicó a reprimir la difusión de ideas liberales a través de su policía secreta y redes de informantes, así como a través de la intervención en la educación, donde la lealtad y el respeto al zar era lo primordial. En Austria tenemos a Metternich quien fue el canciller del imperio hasta marzo de 1848 y uno de los protagonistas del Congreso de Viena que, tras la derrota de Napoleón, volvió a imponer el viejo orden en Europa.
También hay que recordar el establecimiento de la Santa Alianza que fue la asociación de los monarcas europeos creada en 1816 por el zar de Rusia, Alejandro I y el canciller Metternich, con el objetivo de terminar con las amenazas revolucionarias latentes. En cuanto al mencionado Guizot, este fue un destacado político y primer ministro francés, quien luchó por mantener la monarquía constitucional en Francia de Luis Felipe. Se ganó el odio de la izquierda liberal y republicanos debido a supolítica de restringir el sufragio. Finalmente la Guardia Nacional cambia de bando y Luis Felipe se ve forzado a abdicar, formándose un gobierno provisional con Ferdinand Flocon, Louis Blanc y el obrero Alexander Martin, más conocido como el obrero “Albert”. Este gobierno proclama la Segunda República.
Estos personajes fueron desapareciendo de la escena política por lo que parte del contenido del Manifiesto quedó fuera de contexto. El año en que Engels redactó el último prefacio en 1893, estas figuras mencionadas ya no estaban en el escenario europeo y el mundo estaba sufriendo importantes transformaciones. Con esto, parte del escrito quedó inmediatamente obsoleto, como las tácticas recomendadas para los comunistas alemanes. Metternich, Guizot, Alejandro I habían desaparecido del escenario europeo. Para finales de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) tres imperios europeos habían desaparecido,
Para octubre de 1917, la dinastía Romanov había desaparecido junto con el imperio austro-húngaro de los Habsburgo y el imperio alemán de los Hohenzollern vería su término hacia el final de la guerra. Pero para comienzos del siglo XX tanto Marx (1883) como Engels (1895) habían fallecido. Los mismos autores son conscientes de los cambios que han ocurrido desde la publicación del Manifiesto. En el prefacio de 1872 escriben que
“el desarrollo colosal de la gran industria en los últimos veinticinco años y, con éste, el de la organización del partido de la clase obrera; dadas las experiencias prácticas, primero, de la Revolución de Febrero, y después, en mayor grado aún, de la Comunade París, que eleva por primera vez al proletariado…al poder político, éste programa haenvejecido en algunos de sus puntos”[10]
[1] Eric Hobsbawm, Como cambiar el mundo, 120.
[2] Ibid., 112.
[3] Karl Marx y Friedrich Engels, El manifiesto comunista (México: Turner, 2007), 143.
[4] Ibid.
[5] Ibid.
[6] Ibid.
[7] Eric Hobsbawm, Como cambiar el mundo, 115.
[8] Ibid., 116.
[9] Karl Marx y Friedrich Engels, El manifiesto comunista, 155.
[10] Ibid., 137-138.