(1) Ni Marx ni Kuznets: Thomas Piketty y las leyes generales de la economía: Crecimiento económico y la tasa de retorno sobre el capital (por Jan Doxrud)
En estos artículos abordaré la propuesta del economista francés Thomas Piketty de establecer un impuesto global al capital. Revisemos de manera resumida la propuesta de Piketty . Se han escrito una gran cantidad de artículos a favor y en contra de Piketty. A continuación intentaré sintetizar las principales ideas que Piketty expone en su voluminoso libro. Posteriormente abordaremosla crítica que distintos economistas han expuesto contra Piketty en diversos artículos. Piketty se educó en Francia en la École Normale Supérieure y cursó su PhD en la EHESS (Francia) y la LSE (Inglaterra). Se desempeño desDe temprana edad a la enseñanza tanto en el MIT como en la Escuela Nacional de Economía de París. En política, ha colaborado con el Partido Socialista en Francia y fue asesor de la ex candidata presidencial Ségolène Royal. Algunos lo han catalogado, erróneamente desde mi punto de vista, como marxista y otros, lo ven como una versión actualizada de David Ricardo (1772-1823).
El libro de Piketty sin duda es fascinante y provocador. El autor se pregunta si estamos acaso en el mundo de Marx, donde la riqueza y el poder se están concentrando cada vez más en unas pocas manos y en donde las desigualdades se están haciendo cada vez mayores, o estamos en el mundo del economista ruso - norteamericano Simon Kuznets (1901-1985), es decir, en un mundo donde las fuerzas equilibradoras del crecimiento, la competencia y el progreso técnico están conduciendo espontáneamente a una reducción de las desigualdades. De acuerdo a Piketty, si bien las predicciones de Marx no fueron correctas, especialmente en relación a LTDTG, ya que pasó por alto la posibilidad de un progreso técnico duradero, así como el crecimiento de la productividad, igualmente tenemos algo que aprender del pensador alemán. Marx, explica Piketty, partió de una pregunta importante y que guardaba relación con la concentración de la riqueza durante la Revolución Industrial. Al respecto escribe el economista francés:
“…cabe destacar que el principio de acumulación infinita defendido por Marx contiene una intuición fundamental para el análisis tanto del siglo XXI como del siglo XIX…Ya que la tasa de incremento de la población y de la productividad permanece relativamente baja, las riquezas acumuladas en el pasado adquieren naturalmente una importancia considerable, potencialmente desmesuradas y desestabilizadoras para las sociedades a las que atañen…La acumulación se detiene en un punto finito, pero ese punto puede ser sumamente elevado y desestabilizador”[1].
Tal lógica es la que ha predominado, señala Piketty, desde las décadas de 1970-1980. De acuerdo al autor, la historia de la distribución de la riqueza ha sido siempre profundamente política. Explica que la reducción de las desigualdades observadas en los países desarrollados entre las décadas de 1900 - 1910 y 1950 - 1960, fueron ante todo fruto de las guerras y de las políticas implementadas tras aquellos sucesos. Piketty advierte un cambio considerable en esta tendencia a partir de la década de 1970-1980 que se explica por cambios en materia fiscal y financiera. ¿Que sucedió con Kuznets? Piketty señala que de acuerdo a Kuznets “la desigualdad del ingreso se ve destinada a disminuir en las fases avanzadas del desarrollo capitalista, sin importar por las políticas seguidas o las características del país, y luego tiende a estabilizarse en un nivel aceptable...”[2].
Tenemos que, si Marx y Ricardo eran los profetas apocalípticos que anunciaban el fin de los tiempos, Kuznets es un panglossiano que nos narra un cuento de hadas. En palabras de Piketty: “… Kuznets sugirió, de manera casi anodina, que la lógica interna del desarrollo económico, con independencia de toda intervención política y de todo choque exterior, podría llegar igualmente al mismo resultado”[3]. Frente a esto, el economista francés afirma que la “mágica teoría” de la curva de Kuznets fue formulada en gran medida por malas razones y que su fundamento empírico era frágil.
Piketty insiste en que la reducción de las desigualdades en los países ricos entre 1914 y 1945 se debió principalmente a las guerras mundiales y a los choques económicos y políticos que provocaron. La conclusión de Piketty es que se hace necesario reubicar el tema de la distribución en el centro del análisis económico, ya que desde la década de 1970-1980 se ha producido un vuelco en la tendencia a la baja de las desigualdades. Para el autor estamos en una situación similar a la de la segunda mitad del sigloXIX. En la introducción, Piketty ya anuncia cuáles son los resultados de su investigación.
La primera es la ya mencionada, y es que la historia de la distribución de la riqueza es siempre profundamente política. La segunda conclusión a la que llega el autor, y que constituye el quid del libro, es que “la dinámica de la distribución de la riqueza pone en juego poderosos mecanismos que empujan alternativamente en el sentido de la convergencia y de la divergencia, y que no existe ningún proceso natural y espontáneo que permita evitar que las tendencias desestabilizadoras y no igualitarias prevalezcan permanentemente”[4]. Las fuerzas de convergencia, como la difusión de conocimientos, inversión en capacitación y formación de habilidades, son aquellas fuerzas quevan en el sentido de la reducción y de la compresión de las desigualdades.
Piketty también menciona el juego de la oferta y demanda y la movilidad del capital como mecanismo de convergencia, pero señala que tienen menor fuerza, y además pueden operar de manera ambigua y contradictoria. Pasemos ahora a lo que Piketty denomina como la fuerza de divergencia fundamental. En una gráfica, Piketty muestra la evolución de la riqueza privada en Alemania, Francia y el Reino Unido desde 1870 hasta el 2010. Durante el período conocido como la Bélle Epoque (1870-1914) existió una norme prosperidad, donde el valor de la riqueza privada se establece en alrededor de seis o siete años de ingreso nacional.
Entre 1870 y 1910 se puede apreciar que el valor del capital privado como porcentaje del ingreso nacional alcanza en Francia más del 700%, mientras que en Alemania y el Reino Unido fluctúa entre el 600% y el 700%. Hacia 1914, año en que comienza la Primera Guerra Mundial, se produce una fuerte caída. Hacia el año 1950 el valor del capital privado en Francia supera levemente el 300%. A partir de 1950 comienza un incremento continuo hasta el punto de que la riqueza privada parece dirigirse hacia los mismos niveles en que se encontraba en la segunda mitad del siglo XIX.
En la década de 2000-2010 la relación capital/ingreso se sitúa en torno a cinco o seis años de ingreso nacional, tanto en el Reino Unido como en Francia. Es decir, el valor del capital privado de estos países como porcentaje del ingreso nacional se sitúa entre el 500% y el 600%. A continuación tenemos la gráfica anteriormente descrita:
Llegamos ahora a una parte medular de Piketty. El autor señala que en las sociedades de bajo crecimiento, la riqueza originada en el pasado adquiere una importancia desproporcionada y bastaría con un bajo flujo de ahorro nuevo para aumentar continua y sustancialmente el acervo de riqueza. En segundo lugar, Piketty afirma que si a lo anterior añadimos que la tasa de rendimiento del capital se establece fuerte y por encima de la tasa de crecimiento de un período prolongado, entonces se corre el riesgo importante de divergencia en la distribución de la riqueza.
-A esta desigualdad fundamental, Piketty la expresa como r > g, en donde “r” representa la tasa de rendimiento del capital, o lo que es lo mismo, lo que en promedio produce el capital a lo largo de un año en forma de beneficios, dividendos, intereses, rentas y demás ingresos del capital como porcentaje de su valor.
-En cuanto a “g”, esta representa la tasa de crecimiento, es decir, al incremento anual del ingreso y de la producción. Tenemos que, cuando la tasa de rendimiento del capital supera a la tasa de crecimiento, r > g, la riqueza originada en el pasado se recapitaliza más rápido que el ritmo de crecimiento de la producción y de los ingresos. Acá Piketty se concentra en el tema de la herencia:
“Basta, pues, que los herederos ahorren una parte limitada de los ingresos de su capital para que este último aumente más rápido que la economía en su conjunto. En estas condiciones, es casi inevitable que los patrimonios heredados dominen por mucho a los patrimonios constituidos a lo largo de una vida de trabajo, y que la concentración del capital alcance niveles muy elevados y potencialmente incompatibles con los valores meritocráticos y los principios de justicia social que son el cimiento de nuestras sociedades democráticas”[5].
Es importante entender que para el economista francés r > g corresponde a una realidad histórica y no tanto a una necesidad lógica. Se trata de una realidad histórica más o menos verificada conforme a los períodos y a la coyuntura política. Piketty nos presenta las siguientes dos gráficas:
En el gráfico, la tasa de crecimiento global entre la Antigüedad y el siglo XVII jamás excedió por mucho tiempo el 0,1 - 0,2%. Piketty afirma que no hay duda de que la tasa de rendimiento del capital o rsiempre fue claramente superior. De acuerdo al autor, el valor central observado a largo plazo gravita en torno a un rendimiento de 4 - 5% anual.
“Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el hecho principal es que la tasa de rendimiento del capital siempre fue por lo menos 10 o 20 veces superior a la tasa de crecimiento de la producción y del ingreso. Se trataba en gran medida, del fundamento mismo de la sociedad: es lo que permitía a una clase de poseedores dedicarse a otra cosa que a su propia subsistencia”[6].
En los dos gráficos anteriores se observa la evolución mundial de la tasa de rendimiento del capital y la tasa de crecimiento desde la Antigüedad hasta el siglo XXI. A diferencia del segundo gráfico, en el primer gráfico se muestra la evolución de r y g sin incluir los impuestos y las pérdidas de capital como resultado de shocks como pueden ser las guerras. El hecho es que tenemos que r > g y la consecuente divergencia constituye u n potencial peligro para las sociedades, ya que atentan contra los principios mismos de mérito y justicia social. Piketty dice ser menos apocalíptico que Marx, ya que la divergencia no es perpetua, siendo esta una de sus probables trayectorias. Esta desigualdad fundamental r > g no es producto de las imperfecciones del mercado, sino que todo lo contrario, mientras más “perfecto” sea el mercado más posibilidad tiene de cumplirse la desigualdad.
Por otro lado, existen medidas que pueden contrarrestar los efectos de la lógica implacable, como el establecimiento de un impuesto global sobre el capital, medida que Piketty ve como poco probable de ser implementada. El hecho es que de acuerdo al economista francés, los choques acontecidos en el período que va de 1914 a 1945, esto es, la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la revolución en Rusia (1917), la crisis económica de 1929, la Segunda Guerra Mundial y las nuevas políticas de regulación, tributación y control público, principalmente producto de la crisis de 1929, llevaron a los capitales privados a niveles históricamente bajos en la década de 1950-1960.
Pero posteriormente se produjo una reconstitución de los capitales con la “revolución conservadora” anglosajona de 1979 - 1980 (gobiernos Ronald Reagan y Margaret Thatcher), el desplome del bloque soviético, la globalización financiera y la desregulación de la década de 1990 - 2000. Tenemos entonces a un Piketty que nos dice “ni Marx ni Kuznets”, ya que no acepta la existencia de leyes deterministas en economía que causen que la desigualdad aumente o disminuya, pero cabe preguntarse si esto es realmente así. Más adelante abordaremos esto, cuando examinemos la crítica de Daron Acemoglu y James A. Robinson a Piketty.
La crítica de Piketty no se concentra en Kuznets y otros economistas del desarrollo, sino que en la disciplina económica en general. Afirma que mientras los economistas del siglo XIX tienen el mérito de haber situado el tema de la distribución en el centro de su análisis, los economistas actuales han menospreciado este tema y se han encerrado en modelos matemáticos estériles y han ignorado el aporte que pueden realizar otras disciplinas dentro de las ciencias sociales. En palabras de Piketty: “Digámoslo muy claro:
“la disciplina económica aún no ha abandonado su pasión infantil por las matemáticas y las especulaciones puramente teóricas, y a menudo muy ideológicas, en detrimento de la investigación histórica y de la reconciliación con las demás ciencias sociales”[7].
Para el economista francés la economía es una subdisciplina más de las ciencias sociales al lado de la historia, la sociología, la antropología y otras más. Piketty prefiere utilizar el viejo término “economía política” que el de “ciencia económica” ya que este último le parece arrogante y “podría hacer creer que la economía ha logrado un estatuto científico superior, específico, distinto de las demás ciencias sociales”[8]. Ya examinamos diversas definiciones de economía política en otra parte de este escrito pero igualmente creo necesario referirme a lo que Piketty entiende por esta disciplina. Para el autor, la economía política es aquella disciplina que ha intentado estudiar científicamente o al menos, de manera racional, sistemática y metódica, cuál debe ser el papel ideal del Estado en la organización económica y social de un país, es decir, aquellas instituciones u políticas publicas que más acercan a lo que podemos considerar como una sociedad ideal.
[1] Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI (México: FCE, 2014), 24.
[2] Ibid., 25.
[3] Ibid., 28.
[4] Ibid., 36.
[5] Ibid., 42.
[6] Ibid., 388.
[7] Ibid., 47.
[8] Ibid., 645.