9/9)-Marxismo y Filosofía de la Historia: (II) la crítica de Ludwig von Mises (por Jan Doxrud)

(9) Marxismo y Filosofía de la Historia: (II )la crítica de Ludwig von Mises (por Jan Doxrud)

Regresando a Mises, tenemos que para el austriaco la doctrina conductista se empleó para apoyar el programa socialista de tipo igualitario:

Esta doctrina, que ya está en embrión en los escritos de autores anteriores y que fue popularizada por Juan Jacobo Rousseau y por Babeuf, fue transformada, dentro de la doctrina de la lucha de clases de Marx, en una interpretación del proceso total de la historia humana desde el punto de vista de la usurpación. En el contexto de la filosofía marxista de la historia, el surgimiento de distinciones de status y de clase es el resultado necesario e históricamente inevitable de la evolución de las fuerzas materiales de producción. Los miembros de las clases y las castas dominantes no eran individualmente responsables de los actos de opresión y explotación… Eran simplemente los hombres que el destino inescrutable seleccionó para desempeñar una tarea social, económica e históricamente necesaria. Puesto que el estado de las fuerzas materiales de producción determina la función de cada individuo en la consumación del proceso histórico, era su destino realizar todo lo que lograron[1].

La doctrina igualitaria es para el autor contraria a todos los hechos establecido por la biología y la historia, y concluye que las “fábulas igualitarias no explican el curso de la historia pasada; no tienen cabida en el análisis de los problemas económicos y no tienen ninguna utilidad en el planteamiento de acciones políticas futuras[2]. Las estragos que han azotado históricamente a la humanidad crean siempre las condiciones necesarias para que esta se vea seducida por relatos que ofrecen dar solución a estos problemas que nos han acompañado por cientos de años. Por ejemplo la pobreza, esa condición primitiva de la raza humana, como señalaba Bentham. Desde la remota antigüedad, afirma Mises,

el hombre ha fantaseado en torno a la paradisíaca felicidad de sus antepasados en un originario «estado de naturaleza». Desde los viejos mitos, fábulas y poemas la imagen de esta felicidad primitiva pasó a muchas filosofías populares de los siglos XVII y XVIII. En su lenguaje el término natural denota lo que es bueno y conveniente para el género humano, mientras que el término civilización tiene una connotación negativa[3].

En la cultura alemana era usual por parte de algunos intelectuales el concebir la “civilización” como algo negativo, a diferencia del término cultura, como por ejemplo en la obra de Oswald Spengler o Werner Sombart, así como también en los escritos de Martin Heidegger quien sentía una profunda atracción por la vida rural y una concepción negativa, al igual que los nacionalsocialistas, de la civilización occidental, el liberalismo, la ciencia, el individualismo y la democracia.

Ahora bien,  Marx no ofrecía un regreso al comunismo primitivo, ya que la sociedad del futuro sería diferente. Engels, en “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado” señalaba, en el capítulo IX titulado “Barbarie y Civilización”, que el progreso más inmediato conducía a la humanidad al estadio superior de la barbarie, período en que todos los pueblos civilizados pasan su época heroica: la edad de la espada de hierro, pero también del arado y del hacha de hierro. A medida que la civilización progresaba aún más, aumentaba también la explotación de una clase por otra, y que cada progreso de la producción significaba al mismo tiempo,  un retroceso en la situación de la clase oprimida. Para Mises, la fuerza y el poder de convocatoria del socialismo derivaba de sus distintas fuentes. En primer lugar tenemos que el socialismo deriva su fuerza de su exigencia ética, política y económica, donde se presenta al capitalismo como el mal por excelencia, por lo que debía ser sustituido por el socialismo como forma de organización social. El socialismo también se presenta como el final necesario de la evolución histórica. Al respecto escribe Mises:

La historia es un movimiento progresivo de purificación, al término del cual el socialismo representa la perfección. Esta concepción no contradice las ideas del socialismo utópico. Las contiene todas, en cuanto postula que la organización socialista es mejor, más noble y más bella que la no socialista. Pero las excede en la medida en que considera que la evolución hacia el socialismo – evolución que le parece un progreso, una marcha hacia una etapa más elevada – es independiente de la voluntad humana”[4].

Para Mises el marxismo es una teoría de la perfección, del progreso y de la evolución, y en cuanto a la concepción materialista de la historia, consiste en un sistema cerrado que contiene una serie de elementos. De acuerdo a Mises esta concepción implica un método especial de investigación sociológica e histórica, tratando de explicar la relación existente entre la estructura económica y la vida entera de un período determinado. Es una teoría sociológica en cuanto a que cuanto a que erige en elemento sociológico un concepto particular de clase y lucha de clases. Por ultimo, añade Mises, la concepción materialista de la historia es una teoría del progreso, “una doctrina referente al destino de la humanidad, al sentido y naturaleza, al propósito y fin de la vida humana[5]. Continúa Mises afirmando que la concepción materialista de la historia como método de investigación o como principio heurístico para el conocimiento de la evolución social, se encuentra incapacitada para afirmar el necesario advenimiento del socialismo: “Del estudio de la historia económica no surge de modo necesario la conclusión de que la sociedad tiende hacia el socialismo”[6].

Para Mises, el materialismo histórico está lejos de ser una ciencia, siendo más bien, una metafísica de la evolución y de la historia, y su esencia consiste en ser una teoría del principio y del término, del origen y del fin de las cosas. Dentro de este esquema no falta por lo general la existencia de una edad de oro, un lugar donde la humanidad será al fin liberada de todos sus sufrimientos, por lo que la idea de salvación, promesa y esperanza son fundamentales. En relación al vínculo entre milenarismo y socialismo, así como a la línea divisoria entre socialismo científico y utópico, escribe Mises:

Del milenarismo cristiano, que se desarrolla a través de los siglos con fuerza constantemente renovada, una línea continua conduce al milenarismo filosófico, que en el siglo XVIII representa la interpretación racionalista del Cristianismo, y de ahí a Marx y a Lenin, pasando por Saint-Simon, Hegel y Weitling. Resulta bastante curioso notar que es precisamente el socialismo así derivado de ideas místicas, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, el que se califica a sí mismo de socialismo científico, mientras que trata de desacreditar, calificándolo de utópico, el socialismo nacido de las consideraciones racionales de los filósofos[7].

Tenemos que desde el punto de vista del economista austriaco toda doctrina que pretenda creer tener el conocimiento sobre la tendencia hacia la que se dirige la humanidad como un todo, termina siempre por fracasar en sus vaticinios. Mises rechaza la idea de progreso en el sentido de que en algún momento se alcanzaría una suerte de meta o final de la historia que representa un estado de perfección para el género humano. Desde el punto de vista praxeológico de Mises, el hombre siempre actúa, constantemente quiere pasar de un estado menos satisfactorio a uno más satisfactorio, el ser humano se coloca metas, tiene proyectos que desea realizar, por lo que postular tal estado de perfección significaría que todas las necesidades estarían satisfechas, y tal estado de perfección significaría ausencia de cambio, de manera que el ser humano ya no se vería la necesidad de actuar. La idea de un estado de perfección contradice uno de los rasgos principales de nuestro mundo que desde Heráclito se viene enfatizando: el cambio. Al respecto escribe Mises:

La humanidad no puede alcanzar el estado de perfección. La idea de que un estado de abulia e indiferencia es deseable y constituye la más feliz condición que el hombre puede alcanzar está presente en la literatura utópica. Los autores de esta utopía describen una sociedad que no necesita cambios porque todo ha alcanzado la mejor forma posible. Ya no habrá ninguna razón para mejorar porque todo es perfecto. La historia ha terminado…A ninguno de estos autores se les ocurrió pensar que aquellos a quienes deseaban beneficiar por medio de la reforma podrían tener ideas distintas acerca de lo que es deseable y lo que no lo es”[8].

[1] Ludwig von Mises, Teoría e Historia, 336.

[2] Ibid., 338.

[3] Ludwig von Mises, La Acción Humana, 793.

[4] Ludwig von Mises, Socialismo, 279.

[5] Ibid., 280.

[6] Ibid.

[7] Ibid., 283.

[8] Ludwig von Mises, Teoría e Historia, 364-365.