(XII) El “Socialismo del Siglo XXI. Haiman El Troudi: Economía “gramsciana” (por Jan Doxrud)
Ahora examinaremos la idea de socialismo de Haiman El Troudi que, obviamente, no se diferencia de los planteado por Chávez o Harnecker, pero añade algunas ideas de interés. Para nuestro autor, el socialismo es justamente todo lo contrario al capitalismo tal como expone en su libro. En relación al socialismo del siglo del XXI escribe el Troudi:
“El Socialismo del Siglo XXI ha de reivindicar las experiencias exitosas de los socialismos del pasado, ha de tomar distancia de los errores precedentes y ha de acuñar nuevas visiones que han venido expresándose en los últimos años identificadas con el pensamiento emancipador, muchas de las cuales han sido objeto de intensos debates académicos, políticos y sociales”[1].
Una de las principales estrategias de combate del socialismo tiene por objeto los puntos 11 y 12 señalados anteriormente, a propósito de los principios del neoliberalismo. Esos dos puntos son importantes ya que constituyen una preocupación central de los pensadores socialistas. La batalla no tiene que darse solamente solamente para apoderarse del aparato estatal y el poder económico. Hay otro frente donde debe llevarse la lucha: las ideas, la cultura, la educación, las artes, etc. Haiman de Troudi se refiere a la amenaza del “control hegemónico” al que hay que oponer un “contrapoder”, que a su vez instaurará su propio poder hegemónico. Al respecto escribe El Troudi:
“El poder no se sitúa en el Estado o en una institución, tampoco en los círculos económicos, de allí que la «toma del poder» en los términos clásicos no es posible. El poder está en la vida misma, en los hábitos y costumbres, en los pensamientos, en las maneras de corresponderse, en la identidad, el lenguaje, la cultura. En todos los ámbitos y relaciones sociales está presente el poder, sin importar la condición de clase de quienes se relacionan entre sí. Por cuanto el poder está en todas partes, las personas están cruzadas por relaciones de poder, tal como lo viene demostrando la experiencia revolucionaria venezolana”[2].
Hay dos conceptos importantes: contrahegemonía y contrapoder. La contrahegemonía es la batalla en el plano ideológico y cultural. El autor entiende por hegemonía lo mismo que Gramsci (al cual se refiere explícitamente). Así, para El Troudi la hegemonía es:
“…el ejercicio a través del cual grupos dominantes dirigen política, intelectual y moralmente a grupos subordinados. La hegemonía se construye cuando se gana vinculación de la población frente al régimen que la explota, cuando se logra un amplio consenso en aras de las transformaciones… para construir hegemonía hay que armonizar dichos intereses, y se precisa realizar una unión orgánica sobre la base de los aspectos coincidentes, esto es, identificar un único interés mínimo que unifique las luchas”[3].
Siguiendo al sociólogo sueco Göran Therborn, El Troudi plantea que hay que poner fin a los siguientes elementos que forman parte del vasto poder que ejerce la hegemonía (neoliberal en este caso) sobre la sociedad. Los elementos son:
1. El miedo, apoyado por la fuerza y la violencia propia de un Estado y una clase represiva y las represalias como dispositivo de chantaje, persecución, discriminación, desempleo, rechazo.
2. La dominación, entendida como inevitable, basada en el desconocimiento de que existen alternativas, de que otro mundo es posible.
3. La adaptación, representada en la anuencia con el orden existente por parte de los sometidos.
4. La deferencia, en su estricto sentido medieval se refiere a la aceptación de los opresores como una casta superior, repleta de atributos conferidos por “deidades”.
5. La representatividad de los dirigidos por parte de los dirigentes, quienes gobiernan supuestamente en beneficio de los dominados.
6. La conculcación de las esperanzas por medio de la resignación, valorada en una perspectiva pesimista sobre las posibilidades de transformación de la realidad.
Un papel relevante lo tienen los intelectuales comprometidos con el proyecto emancipatorio socialista y su lucha contra los intelectuales “tarifados” que son aquellos que han articulado el bloque dogmático. La batalla por la hegemonía es larga y ardua, e incluye lo siguiente:
1. Adelantar procesos de educación masificados y de calidad tanto a nivel de contenidos como pedagógicos, conectados con la realidad concreta.
2.Denunciar, identificar y neutralizar los mensajes alienantes que inoculan los medios de comunicación, propagadores de valores negativos y sistemas de vida.
3. Recuperar y trasmitir los acervos culturales inmanentes a los nexos históricos de cada sociedad.
4. Superar la fragmentación entre los distintos sectores sociales, la atomización de las comunidades, el aislamiento y la carencia de cohesión social.
5. Impulsar nuevas estructuras de racionalidad comunicativa, con intercambios bi y multidireccionales fluidos, potenciar medios de comunicación alternativos, fomentar la cultura del debate, la tolerancia, la aceptación del disenso, la democracia del saber.
6. Establecer relaciones sociales y el logro del bienestar colectivo donde no prime la explotación, asimilándose nuevos paradigmas de la igualdad y la inclusión.
7. Desarrollar una síntesis superadora que resuelva la separación de la sociedad civil y la sociedad política.
En cuanto al “contrapoder”, este debe manifestarse como resistencia al orden establecido, debe manifestarse también como una insurrección, una rebelión popular en contra del poder establecida. Por último, el contrapoder es también poder constituyente, siendo este último la “potencia de dar forma a la innovación que la resistencia y la insurrección han producido; y de darles una forma histórica adecuada, nueva, teleológicamente eficaz”[4]. En cuanto a la organización popular, esta no debe ser rígida y jerárquica. El autor, tomando prestado el concepto de “rizoma” del pensador francés Gilles Deleuze(1925-1995)ydel psicoanalista Félix Guattari (1930-1992)propone una organización en redes[5].
Sólo para aclarar el concepto de rizoma, tomado de la botánica, este hace referencia a un tallo subterráneo que se extiende bajo la tierra adquiriendo formas imprevisibles, proyectándose hacia distintas direcciones y dando origen a distintas formaciones. Así este concepto hace referencia a una forma de organización no lineal y no jerárquica. Nuestro autor describe estas estructuras rizomáticas como una red, donde existen múltiples entradas y salidas, con múltiples hilos que se comunican e interceptan por medio de nodos iguales entre sí, pero en donde no se reconoce un centro visible. El triunfo del proceso revolucionario requiere de coordinación al interior de las naciones pero también a nivel internacional. La movilización, cooperación y el intercambio no dogmático de experiencias exitosas, son aspectos importantes dentro del proceso revolucionario. Pero no es sólo la cultura, la economía y la política tradicional como la veníamos entendiendo hasta entonces las que deben ser dejadas atrás en vistas de un nuevo paradigma, sino que es el mismo sujeto, que es heredero de esa tradición, el que debe renovarse. Llegamos al viejo concepto del Che Guevara: el hombre nuevo, un sujeto transformador que en el caso de la revolución bolivariana se trata del “sujeto bolivariano”. Este sujeto se realiza por medio del trabajo y representa por medio de éste su existencia. ¿De donde surge este nuevo sujeto transformador? De acuerdo a El Troudi:
“Un nuevo sujeto transformador autónomo surge de entre las ruinas de las proclamas posmodernas del fin de las ideologías y la historia. Expresión plural de voluntades desatadas, brota de los semilleros de la sociedad compleja y de los sueños de libertad de millones de seres humanos: artistas, indígenas, intelectuales, estudiantes, trabajadores, comunidades de base, inmigrantes, grupos afrodescendientes, comerciantes, profesionales, medioambientalistas, campesinos, pobres, defensores de los derechos humanos, niños, niñas y adolescentes, cooperativistas, personas con discapacidad, desempleados, pacifistas... Se trata de un sujeto social múltiple”[6].
Quisiera ahora concentrarme enel ámbito económico. El autor destaca nada menos que 26 dilemas de la Política Económica Bolivariana (PEB), por ende también de la transición hacia el socialismo. A modo de ejemplo presento a continuación algunos de estos dilemas presentados por Haiman El Troudi:
Dilema 2: Plan y mercado ¿Qué papel tendrán respectivamente, el Plan y el Mercado en el nuevo modelo económico de transición? ¿Cómo participan los sujetos económicos en la conformación del plan? ¿Cómo se evalúa y quién controla su ejecución? ¿Debe supeditarse la sociedad al mercado? ¿Cómo se visibiliza la mano invisible del mercado?
Dilema 3: Cuánto Estado, cuánto mercado, cuánta comunidad. Los sectores de la economía definidos por sus formas de propiedad y de organización económica -el sector público, el capitalista privado, el cooperativo, el social comunitario- plantean diferencias importantes tanto en sus grados de socialización como en su lugar en las estrategias de desarrollo ¿Cómo se reequilibrarán sus pesos relativos en la estructura de la propiedad, en la composición del Producto Interno Bruto y en la estrategia de acumulación? ¿Qué instrumentos políticos, económicos y culturales se utilizarán al efecto?
Dilema 10 : El nuevo Estado ¿Cuál debe ser el papel del Estado Revolucionario Bolivariano en la estrategia de desarrollo económico y social del país? ¿Cuál es la estrategia de desarrollo institucional que acompaña al desarrollo socio económico de esta etapa, sobre todo en lo referente a la articulación del ordenamiento político con el económico? ¿Cuál es el arquetipo del nuevo servidor social? ¿Cómo se instaura el Estado autogestionario y comunal?
Dilema 14: Ciclo económico ¿Cuáles deben ser las prioridades de la política económica y social del país, en sus múltiples ejes productivo, distributivo y de consumo? ¿Cómo equilibrar el desarrollo de los sectores económicos sin privilegiar la especulación comercial, la gestión financiera, la actividad bursátil y mercantil frente a lo productivo?
Dilema 18: Precio y consumo ¿Hacia dónde debe orientarse la política de precios, la política comercial y de distribución? ¿Cómo establecer pautas sociales para un consumo no alienado ni mercantilizado? ¿Puede producirse la distribución y circulación comercial de bienes y servicios sin que medien determinantes mercantiles? ¿Cómo se expresa la teoría del valor en el modelo socialista venezolano?
Dilema 19: Cálculo económico ¿Cómo se planifica la producción orientada a equilibrar la oferta y la demanda? ¿Cuál es la contribución del cálculo informático en la determinación de fórmulas donde se privilegie el intercambio equivalente? ¿Cómo se forman los precios y se determinan los costos de producción?
Dilema 20: Medios de producción ¿Deben nacionalizarse todos los medios de producción? ¿Cuáles son los sectores estratégicos de la economía que debe controlar el Estado? ¿Está planteada la asociación estratégica del Estado con privados, emprendimientos sociales y capitales internacionales públicos y privados?
Dilema 26: Nacionalización socialista ¿Nacionalización para apalancar el neodesarrollismo o nacionalización popular socialista? ¿Nacionalización o expropiación? ¿Cuándo y por qué deben ser tomadas las fábricas, quién debe tomarlas, gestionarlas y administrarlas? [7]
Lo que el autor denomina como “la nueva cultura productiva socialista” debe fundamentarse sobre cuatro pilares institucionales que son:
1. Fortalecimiento del papel rector del Estado en la economía.
2. Proyectos modelos de empresas públicas socialistas.
3. Regulación y democratización del mercado puesto al servicio de la sociedad.
4. Lacreciente transferencia de la gestión económica a los colectivos que sean expresión del Poder Popular
El nuevo modelo económico encarnado en la PEB (supuestamente) no debe considerarse como una copia del modelo soviético o una suerte de economía mixta o socialismo de mercado. La PEB, señala el autor, ha sido hasta entonces guiada por un “pragmatismo ecléctico”, donde aun se conserva un monetarismo liberal, relaciones de producción del tipo capitalista de Estado. Lo anterior obedece a una lógica no dogmática y realista, es decir, no se puede pretender establecer el socialismo en un breve lapso temporal , por lo que no se puede exigir una inmediata nacionalización de todos los medios de producción, industrias, banca, etc. De acuerdo a nuestro autor, no existe un recetario socialista por aplicar, por lo que se debe ir construyendo la teoría y praxis de manera colectiva e inclusiva.
En palabras de El Troudi:
“Quienes propugnan la estatización generalizada olvidan los aprendizajes del «socialismo real»; pretenden implantar un modelo ajeno a la realidad venezolana; ignoran las especificidades históricas y asumen el cambio de régimen económico y cultural en términos administrativos; desconocen la teoría de la transición en la que un bloque contra-hegemónico desplaza a la hegemonía opresiva; no dimensionan las amenazas reales del imperialismo y el capitalismo global”[8].
[1] Ibid., 121.
[2] Ibid., 124.
[3] Ibid., 142-143.
[4] Ibid., 125.
[5] Gilles Deleuze y Feliz Guattari, El Antiedipo: Capitalismo y Esquizofreniua (España: Paidós Ibérica, 1987)
[6] Ibid., 151.
[7] Haiman El Troudi, La política económica bolivariana (PEB) y los dilemas de la transición socialista en Venezuela, 72-76.
[8] Ibid., 85.