11/39- La Guerra Civil Española . Del Gobierno Provisional al Primer Bienio, 1931-1933 (por Jan Doxrud)

11) La Guerra Civil Española. Del Gobierno Provisional al Primer Bienio, 1931-1933 (por Jan Doxrud)

 El historiador español,  Ricardo De la Cierva, en su breve escrito (parte de una colección mayor) titulado  “La Segunda República. El mito de Azaña”,  nos proporciona información sobre el gobierno provisional y la Segunda República española. Tras la abdicación de Alfonso XIII, un “Comité Revolucionario” asume las riendas del poder y se dieron a conocer ante la opinión pública como el “Gobierno Provisional”. Por ende, y como señala De la Cierva, no existió ningún traspaso de poderes entre la Monarquía y la República, sino que simplemente el Comité Revolucionario se asumió a si mismo como el gobierno sucesor legítimo. Paso seguido, explica el historiador español, Niceto Alcalá-Zamora comenzó a dictar una serie de decretos que ponían en marcha a la Segunda República y que aparecerían en la Gaceta de Madrid el 15 de abril de 1931. 

El primero de estos emanaba de un “Comité Político” formado en junio de 1930. Como señala De la Cierva, nadie supo jamás que era, y nombró a Alcalá-Zamora como Presidente del Gobierno Provisional de la República. Sería el Presidente mismo quien designaría a su gobierno, el cual fue integrado por personalidad provenientes del Partido Radical, PSOE, Acción Republicana, la Organización Regional Gallega Autónoma, Partido Republicano Español. 

Además de esto, continúa explicando de la Cierva, Alcalá-Zamora dictó un decreto “fijando el Estatuto Jurídico del Gobierno”, el cual habría actuado como una “mini-Constitución” hasta que las Cortes Constituyentes (Congreso) aprobasen la Constitución. Así, las bases de la República fueron construidos por figuras ligadas al catolicismo y ligadas a la monarquía, pero ahora “convertidos” a los ideales republicanos. Tras un fallido intento de llegar al poder por medio de la violencia, el comité finalmente optó por las elecciones.

Niceto Alcalá-Zamora: influyente personaje dentro de la historia republicana española

Niceto Alcalá-Zamora: influyente personaje dentro de la historia republicana española

A los republicanos de centro e  izquierda se le presentaba la oportunidad de implantar el republicanismo desde un comienzo. Como comenta el historiador británico Raymond Carr en su   “España, 1808 - 1939”,  la misión del republicanismo consistía en liquidar los obstáculos institucionales que impedían la existencia de una sociedad progresiva y democrática. Dentro de estos “obstáculos”, Carr menciona 3: los latifundistas, la Iglesia y el Ejército. En virtud de lo anterior, el historiador británico nos habla del “New Deal” republicano que implicó una serie de cambios como la promulgación de una nueva Constitución, el establecimiento de un legislativo unicameral, abordar el tema catalán,  (el Estatuto), reformas en materia religiosa y militar.

Ricardo de la Cierva dedica varios párrafos para criticar la figura de Manuel Azaña (Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Guerra). En primer lugar se refiere a su visión en relación con el mundo militar, específicamente su libro “Estudios sobre política militar francesa” (1918). De acuerdo al historiador español esta obra presenta las ideas tempranas de Azaña en su deseo de reforzar el Ejército español. En tal obra no sólo deja entrever su trato despectivo a los militares españoles, sino que también sus políticas radicales en lo que respecta la reforma del Ejército mismo. 

Manuel Azaña 

Manuel Azaña 

Azaña habla de la supresión del Ejército permanente, abolir el sistema militar vigente y terminar con el régimen hospitalario de las academias militares.  Fue este personaje el que asumió el Ministerio de Guerra y, desde ahí, comenzó a poner en práctica sus ideas. El 2 de diciembre Azaña afirma ante el Parlamento la necesidad de reducir los manos militares (generales, jefes y oficiales), supresión delas capitanías generales y reducir las unidades a la mitad

La crítica que realiza de la Cierva a Azaña en materia de reforma militar apuntan principalmente (incluso le reconoce aspectos positivos) que tal  reforma no la habría realizado desde el espíritu reformista, sino que “desde el odio y el desprecio que late en su libro de 1918 y en numerosas entradas de sus diarios”. Así, el problema  habría sido la actitud y la arbitrariedad de Azaña,  más que su idea de reforma. Lo mismo comenta Stanley Payne:

“La falta de tacto de Azaña, que parecía responder a un estilo deliberado, convirtió la reforma militar (en general, sensata) en algo que fue percibido (con exageración) como una vendetta antimilitar y que generó la hostilidad de militares que, en principio, no eran contrarios a la República”. 

Ricardo de la Cierva (1926-2015)

Ricardo de la Cierva (1926-2015)

El 25 de abril la Gaceta publicó un primer decreto en donde, en un plazo de 4 días, los generales, jefes y oficiales, debían prestar la promesa de fidelidad a la República y sus leyes (solo unos pocos altos mandos se negaron a esto). El 27 de abril de 1931 se publicó otro decreto en donde se establecían una serie de reformas que apuntaban a modernizar el Ejército. En palabras del historiador español Ricardo de la Cierva:

“(…) la reducción de plantillas, es decir, el ofrecimiento a generales, jefes y oficiales, de renunciar al servicio activo y pasar voluntariamente a la reserva (generales) o a situación de retiro (jefes y oficiales) en condiciones favorables; mantener el uso del uniforme, posibilidad de ascensos por su turno, sueldo íntegro, compatible con cualquier trabajo civil retribuido. 

Continúa explicando de la Cierva las consecuencias de lo anterior:

“La tortura moral que sufrieron durante ese mes de plazo miles de militares que amaban su vocación y deseaban permanecer en filas pero por otra parte temían quedarse en la calle es algo que esos militares no perdonaron jamás a Manuel Azaña (…)” .

A esto añade el mismo historiador que la política militar de Azaña tuvo como consecuencia el introducir un  profunda división dentro del Ejército. Lo anterior se tradujo en que Azaña (y la República) se enfrentara no solamente con los militares monárquicos, sino que también militares republicanos. Uno de sus principales críticos sería nada más ni nada menos que el el general liberal Emilio Mola (protagonista en la sublevación de 1936), quien escribió  “El pasado, Azaña y el porvenir” (1934).

Emilio Mola 

Emilio Mola 

Como explica de la Cierva Mola se mostraba en favor de reformas que apuntaran a la modernización del Ejército. Pero, por otrolado, también defendía los valores de este mismo: amor a España, culto al honor, cultura y respeto a la tropa. En relación con Azaña, lo califica como un personaje sinistro que había contribuido a generar el sentimiento de “triturción” entre los militares.

Otro problema que destaca de la Cierva del “Gobierno Provisional” fue su relación con la Iglesia. Explica que la Iglesia Católica había aceptado la República, después de todo, entre sus filas habían católicos practicantes como Miguel Maura (1887-1971). Por su parte, el diario católico El Debate (órgano de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas) publicó el 15 de abril que acataba al nuevo régimen, de manera que este panorama temprano no hacía levantar sospechas de un quiebre entre los republicanos y la Iglesia. 

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Pero sucedió que comenzaron una serie de actos propagandísticos violentos contra la Iglesia de parte de los sectores más exaltados. Pero de la propaganda se pasó a la acción lo que significó el ataque e incendios de instituciones pertenecientes a la Iglesia. Ejemplos de esto fue el ataque a la Casa Profesa de los jesuitas. En palabras del historiador español:

Los jesuitas escaparon como pudieron a las casas vecinas, mientras las llamas consumían la urna de plata con los restos de San Francisco de Borja, el lignum crucis de Pastrana, numerosas reliquias, la biblioteca de ochenta mil volúmenes, entre ellos incunables y manuscritos de enorme valor, las bibliotecas de los jesuitas académicos Luis Coloma y Fidel Fita y todo el edificio, que desapareció”.

Tales ataques no se limitaron a Madrid puesto que se reprodujeron en Sevilla, Córdoba, Málaga, Cádiz, Muncia, Valencia y Alicante. La tristemente célebre frase de Azaña «Todos los conventos de España no valen la uña de un republicano”, no ayudó a calmar los ánimos. Otra medida polémica fue la expulsión del obispo de Vitoria, Mateo Mugica el 18 de mayo de 1931, acusado de haber “politizado sus visitas pastorales a la diócesis”.

Ramón Tamames  también destaca este temprano problema con la Iglesia y lo califica como “el primer problema del bienio”. Explica el autor que el «orden público», fue inmediatamente quebrantado con la quema de conventos de los días 10 y 11 de mayo, se configuró. Continúa explicando Tamames que el ministro de la Gobernación, el católico Miguel Maura, hizo cuanto estuvo en su mano para mantener el orden, pero “tropezó con la negligencia del propio Gobierno Provisional, y su permisividad de turbulencias anticlericales”

Otro protagonista: Largo Caballero el “Lenin español”

Otro protagonista: Largo Caballero el “Lenin español”

No obstante lo anterior, Ricardo de la Cierva reconoce medidas positivas del Gobierno Provisional, como fue el abordar el tema de las autonomías “ de manera rápida y elegante”, principalmente, el caso catalán y vasco. También meciona las medidas introducidas por el socialista Largo Caballero (1869-1946)  quien, a pesar de su falta de formación, había ganado experiencia en su período de colaboración con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Algunas medidas “no despreciables” que destaca el historiador español fueron: reglamentación de la Inspección del Trabajo, creación de la caja nacional contra el paro, la jornada de 8 horas y el decreto de «Términos Municipales» para fomentar la contratación local de los trabajadores del campo (excluyendo a los inmigrados). 

Raymond Carr también destaca a la figura “enormemente experimentada” de Largo Caballero quien, además de lo mencionado por de la Cierva, añade otros decretos como el de seguros de enfermedad, vacaciones pagadas y salarios mínimos. Añade Carr que los socialistas y la UGT quedaron bien posicionados (y satisfechos) puesto que, en primer lugar,  la burocracia quedó formada por socialistas y, en segundo lugar, porque el sistema de supervisión impuesto resulto ser un duro golpe contra la CNT, quienes no podrían utilizar el nuevo mecanismo para obtener ventajas para sus afiliados.