16/25- Oskar Lange:  El debate en torno al cálculo económico y la planificación central (por Jan Doxrud)

 

16) Oskar Lange:  El debate en torno al cálculo económico y la planificación central (por Jan Doxrud)

La crítica de Friedrich Hayek

Pasemos a examinar rápidamente las contribuciones de Hayek al tema. Como explica Raimondo Cobeddu, Hayek tuvo que afrontar problemas distintos a los que afrontó Mises, por ejemplo la solución matemática a los problemas que planteaba la planificación y la solución “competitiva” que es la planteada por Lange. Hayek, además de adherirse a los argumentos económicos de Mises, añade y desarrolla el “argumento epistemológico”, es decir, la imposibilidad del órgano de planificación central de apropiarse de toda la información dispersa en la sociedad. Como explica Cobeddu, sería imposible para tal órgano concentrar los conocimientos teóricos y prácticos. 

Este es un tema que desarrolla en “La contrarevolución de la ciencia” (1952) en donde escribió que la “mentalidad ingenieril”, que busca ejercer un control consciente de los fenómenos sociales, ha hecho su aparición en el mundo económico bajo la forma de la “planificación central”. Tal planificación vendría a ser solo una de las tantas manifestaciones de los intentos de buscar en las ciencias duras   soluciones a los problemas sociales. Con el nacimiento y desarrollo de las distintas ramas de la ciencia surgió paralelamente una forma “tóxica” de racionalismo que Hayek denomina como “cientismo o “constructivismo”. 

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Es un racionalismo tóxico puesto que no es consciente de los límites de nuestra capacidad racional, todo lo contrario, se piensa que, por medio de la ciencia y la razón, se pueden diseñar sociedades que satisfagan a la perfección los criterios de justicia, igualdad y libertad, siendo los casos extremos de estas pretensiones las utopías como la de Moro o Campanella. En suma, esta mentalidad se traduce en la idea de que las sociedades pueden ser diseñadas y moldeadas a voluntad por un grupo de expertos tecnócratas que por medio de la introducción de ciertos estímulos, obtendrán las respuestas deseadas. De acuerdo a Hayek, el socialismo ha abrazado tal enfoque y, no solamente en materia económica, sino que también materia moral, es decir, pretende diseñar una sociedad en que prevalezca la abundancia, la felicidad y la igualdad absoluta entre los seres humanos. En palabras del pensador austriaco:

“Y así, engreídos en el convencimiento de que el orden existente ha sido creado deliberadamente, y lamentando no haberlo realizado mejor, se aprestan a abordar con decisión la tarea reformista. La meta socialista no es otra que la radical reconstrucción tanto de la moral tradicional como del derecho y el lenguaje, para así acabar con el orden existente y sus presuntamente inexorables e injustas condiciones, que nos impiden acceder al imperio de la razón, la felicidad y la verdadera libertad y justicia.”

En virtud de este conductismo radical en el individuo y la sociedad se convierte en una “caja negra” a la cual se le introduce unos estímulos (inputs) para obtener determinadas respuestas (output), por lo que la vida interior del individuo, su mundo psicológicos queda completamente aniquilado. En tal mundo no hay espacio para la libertad y la espontaneidad y, por lo demás, adopta un enfoque que pasa por alto el carácter complejo y sistémico de los procesos sociales. Ignora a su vez que la causalidad en el mundo social no es una de tipo mecánico y unidireccional sino que, como bien explica Thomas Sowell, se trata de una causalidad sistémica. Esto es lo que hayek denominaba en su “Arrogancia Fatal. Los errores del Socialismo” (1988) como “orden extenso”, esto es, a aquello que se encontraba más allá de los límites de nuestara razón, propósitos, intenciones y sensaciones. A esto añade Hayek en el capítulo IV del libro mencionado:

“En un orden tan extenso que la captación de sus detalles supera ampliamente la capacidad de comprensión y control de una sola mente, nadie está en condiciones de establecer el nivel de ingresos que a cada sujeto debe corresponder, ni tampoco es posible abordar dicha cuestión desde la óptica de algún específico módulo de justicia o criterio previamente consensuado”

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En lo que respecta a “On the Economic Theory of Socialism” de Taylor y Lange, Hayek publicó en 1940 un artículo titulado “Socialist Calculation. The Competitive Solution”, el cual se encuentra dentro de las obras completas de Hayek editadas por Bruce Caldwell bajo el título “Socialismo y Guerra”. Aquí Hayek señala que la obra de Lange y Taylor son parte de lo que denomina como el “tercer estadio” de la discusión en torno al cálculo económico. Este tercer estadio es la “solución competitiva”, es decir, el aceptar que dentro del sistema socialista exista efectivamente un mercado, al menos, para los beines de consumo y papa los salarios. 

Hayek llama la atención sobre cómo los socialistas habían abandonado su reivindicación originaria de la superioridad de la planificación sobre la economía de mercado. Así, lo que antes se mostraban como dos conceptos contrapuestos y mutuamente excluyentes (planificación y mercado) ahora, con los trabajos Lange y Taylor, parece que tal oposición desaparece. Es por ello que Hayek señala que los trabajos de ambos economistas disgustarían profundamente a los planificadores científicos leales a la verdadera planificación central. 

De hecho el economista marxista británico, Maurice Dobb (1900-1976) criticó este enfoque puesto que la planificación central, en sus palabras, anular la autonomía de las decisiones que eran tomadas por separado, como lo hacían los administradores de las empresas d e Lange. Junto a esto, Lange y Taylor aceptan que las “leyes formales” del sistema capitalista puede ser aplicadas a un sistema socialista, contradiciendo aquella otra concepción en virtud de la cual en el socialismo se abolirían las leyes que regían a un sistema económico capitalista. 

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Joseph A. Schumpeter  también se refiere a este tema el capítulo V de la parte 4 de su obra póstuma “Historia del Análisis Económico” (1956).  Aquí el economista austriaco y profesor de la Universidad de Harvard, dejaba claro que el marxismo era un credo, pero llamaba la atención de que, en materia económica, estos marxistas comenzaban a argumentar como los “no marxistas”. Con esto, Schumpeter querí dar a entender que algunos economistas marxistas habían descubierto la verdad de que la teoría económica era una técnica de razonamiento neutra, por lo que resultaba una equivocación creer, por ejemplo, que la teoría del valor de Marx podía ser una alternativa a la teoría de la utilidad marginal. A esto añadía Schumpeter:

“Se puede seguir afirmando que, pese al renacimiento que hoy observamos de la economía marxista, el socialista científicamente preparado no es marxista salvo en cuestiones de sociología económica. Los nombres de O. Lange t A. P. Lerner pueden ejemplificar esa afirmación”.

El ya mencionado economista húngaro,  János Kornai  en su libro  The Socialist System. The Political Economy of Socialism” (1992) deja en evidencia que el aceptar el mercado dentro de una economía socialista va comletamente en contra de los postulados de Marx, Engels y su sucesor Karl Kautsky. Para Marx, la economía de mercado o anarquía de la producción, debía ser manejada de la misma manera que las fábricas. Kornai recuerda las palabras de Kautsky en donde resumía su postura señalando que de lo que se trataba era de transformar un proceso “inconsciente” (el de mercado), por una planificación consciente.

János Lorna (n.1928)

János Lorna (n.1928)

Todo lo anterior constituía un traición a la oortodoxia marxista. Recordemos que Engels, en el ya citado “Anti-Dühring”, rechazaba la idea de los pensadores del siglo XVIII de la existencia de leyes eternas e inmutables. Para Engels, tales leyes – como las de intercambio, producción y distribución –  eran expresión de la situación y las necesidades de su época. Añadía en la tercera sección del mismo libro que las causas últimas de todas las transformaciones sociales, así como también las revoluciones políticas, no debían buscarse en “las cabezas de los hombres”, es decir, no había que buscarlas en la filosofía, sino en la economía “de cada época que se trate”. 

Así,para Engels el orden social que prevalecía en su época era uno “creado” por las clases dominantes, es decir, por la burguesía y que Marx denominó como “modo de producción capitalista”. Por ende el capitalismo obedecía a un lógica y leyes diferentes a las que operarían en una futura sociedad capitalista, por lo que en esta última las contradicciones de clase, la apropiación privada de la producción social y la plausvalía, serían eliminadas.

Teniendo esto en consideración, tenemos que los trabajos de Taylor y Lange se alejan de la ortodoxia marxista puesto que su modelo socialista admite la existencia de un mercado para los bienes de consumo y para los salarios. Ahora bien, como afirmaba Hayek, nadie había negado (salvo los socialistas) que estas leyes formales del sistema capitalista pudiesen ser aplicadas en el socialismo. El problema, tal como lo planteó Mises, era otro y consistía en saber si podían aplicarse tales leyes y principios en ausencia de un mercado. Como ya pudimos apreciar, Lange decidió dar una respuesta manteniendo el mercado en su modelo de socialismo. 

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