2/13-Cuba: de la revolución a la dictadura (por Jan Doxrud)

Cuba: de la revolución a la dictadura (por Jan Doxrud)

(II) Introducción

En nuestros días Cuba puede comerciar con todos los países y nadie se lo prohíbe.  Incluso Estados Unidos es uno de los países que provee de alimentos a este país. Las sanciones que Estados Unidos ha impuesto al régimen no constituyen un argumento para justificar la miseria en la que se mantenido la isla a lo largo de más de 50 años. Los mismo sucede en el caso venezolano. Si hubiese un bloqueo o algo similar sería impensable que la población escapara de la isla por mar, así como también el proceso de penetración y colonización cubana de los puestos de poder en Venezuela. Tampoco se explica el trabajo conjunto entre la dictadura chavista y castrista las cuales comenzaron en el 2007 los preparativos para instalar un cable de fibra óptica submarino. Pero el culpar y magnificar los efectos de las sanciones económica es algo que continúa repitiéndose como es el caso venezolano.

Como he argumentado en otro artículo, las sanciones de Estados Unidos a la élite política que gobierna  Venezuela no constituye un argumento para explicar la hiperinflación, la escasez y la corrupción. Tampoco es un argumento que explique el por qué Cuba, de ser el país azucarero por excelencia, ahora debe importarla desde Francia (al igual que Venezuela importa gasolina debido a que no es capaz de refinar el petróleo) Por ende, el problema de Cuba es el mismo que el de Venezuela y el de los antiguos socialismos reales: el socialismo, represión continua y sistemática, ycolectivismo. En virtud de lo anterior, en lugar de hablar de bloqueo se debe hablar en realidad de un autobloqueo impuesto por Fidel y mantenido por su hermano Raúl. Pero sabemos que se ha vuelto parte de la tradición un argumento de manual que los fracasos del socialismo se deben a factores externos, como es el caso de Allende, el venezolano o el cubano.

La prensa escrita tampoco ha escapado a la “fábrica de percepciones” cubana en donde, al parecer, las dictaduras son solo patrimonio de un sector ideológico.

La prensa escrita tampoco ha escapado a la “fábrica de percepciones” cubana en donde, al parecer, las dictaduras son solo patrimonio de un sector ideológico.

Así, debemos de una vez por todas terminar con los eufemismos, las mentiras y los mitos en relación con este tema. La verdad es que  estamos ante una dictadura de manual, una de las más salvajes y longevas del continente, y de las más nefastas en lo que respecta a su influencia en la región. Así como se suele señalar que el éxito del diablo es hacer creer a la gente que no existe, algo similar sucede con Cuba: no creamos que es una simple isla inofensiva y víctima del imperialismo estadounidense.

En América Latina no puede seguir habiendo espacio para el régimen parásito castrista y otros similares que han adoptado las mismos malos hábitos como fue (y es) el caso de Evo Morales, Hugo Chávez, Nicolás Maduro o un Daniel Ortega. En manos de estos personajes, la democracia se transforma en un peligro que amenaza con aniquilarla, como el caso de los simulacros de democracia como la de Lukashenko en el continente europeo o las elecciones norcoreanas. Los nuevos autoritarismos ha sabido controlar y supeditar la democracia por distintos medios, de manera que esta última se ha transformado en un escudo protector de estos autoritarismos.

En el caso de Cuba, estamos lisa y llanamente ante una dictadura que enarbola las banderas del socialismo, pero a fin de cuentas una dictadura. Como ha sostenido  Maria Werlau – presidenta del think tank  Free Society Project y directora de su programa Archivo Cuba – en un artículo para el diario El País, Fidel Castro ha superado a Pinochet en lo que respecta a muertes. El objetivo no es entrar en una competencia morbosa entre dictadores, sino que dejar en evidencia el distinto trato que han que recibido ambos dictadores.  ¿Por qué razón uno se lo ha tratado con un implacable puño de hierro mientras que a la dictadura se le ha dado un trato con guante de seda?

Sin embargo es obvio que no se puede saber a ciencia cierta todos los detalles de la represión, muertes y desapariciones en Cuba, puesto que la dictadura continúa  en el poder, de manera que las cifras y los detalles pueden resultar ser aún más sorprendentes. Por ahora, Werlau se ha dedicado a recopilar datos y a exponer casos de las víctimas de la dictadura en su página web[1]. También cabe destacar a Laritza Diversent  quien fundó en el 2010 el centro de Información Legal (CUBALEX) en donde se documentan las violaciones a los Derechos Humanos en la isla[2].

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La resistencia también proviene desde el interior de la isla. No debemos también olvida a las  Damas de Blanco, movimiento surgido en el 2003 que, como ellas mismas señalan, “son mujeres que le reclaman a la última dictadura de América la libertad de sus esposos, padres, hijos, hermanos o sobrinos”. Es por ello que resulta ser importante no cesar de poner en evidencia y destruir todos los mitos sobre la dictadura cubana y dejar de ser sus cómplices.

Existen varios autores – veteranos y jóvenes – que han continuado la lucha contra el  castrismo por distintos medios y que los lectores pueden consultar: Huber Matos (1918-2014), Reinaldo Arenas (1943-1990), Oswaldo Payá (1952-2012), Sylvia Iriondo, Hilda Molina, Guillermo Fariña, Oscar Biscet, Carlos Alberto Montaner, María Werlau, Yoany Sánchez, Orlando Gutiérrez, Yusnaby Pérez, Laritza Diversent, Rosa María Payá y  músicos Maykel Osorbo, Aldo el Aldeano o Silvito el Libre (hijo de Silvio Rodríguez)

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En síntesis, el peor autoengaño es percibir a Cuba como una isla insignificante, gobernada por líderes “revolucionarias” que han sido por 60 años víctimas del imperialismo estadounidense.  La verdad es que Cuba es más fuerte e influyente de lo que podemos imaginar. No me refiero a la influencia de esta durante la Guerra Fría, sino que a la actual penetración que ha tenido en el régimen Venezolano, específicamente Ramiro Valdés y el G2. 

En suma, la dictadura cubana ha sido por mucho tiempo tratada con benevolencia, no solamente por parte de la izquierda latinoamericana – que es incapaz de ocultar su admiración  la dictadura caribeña – sino que también por parte de la comunidad internacional y sus organismos.  Incluso la, en ese entonces, Presidente de Chile, ahora Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU,  Michelle Bachelet,  envió un vergonzoso tweet a Raúl Castro a propósito de la muerte de Fidel.

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La fábrica de percepciones del régimen ha sido extremadamente eficiente desde sus comienzos en tejer un relato heroico en torno a la revolución y sus protagonistas. Tal distorsión de los hechos ha logrado penetrar a fondo en las mentes y corazones d…

La fábrica de percepciones del régimen ha sido extremadamente eficiente desde sus comienzos en tejer un relato heroico en torno a la revolución y sus protagonistas. Tal distorsión de los hechos ha logrado penetrar a fondo en las mentes y corazones de la personas, incluso jóvenes de las nuevas generaciones.

Uno podía esperar que, como mandataria, pudiese enviar un mensaje protocolar, pero ese no fue el caso. Aquí, Bachelet no solo expresaba sus condolencias al nuevo dictador Raúl Castro, sino que expresaba su admiración por Fidel Castro, al cual calificó como un líder de la dignidad y la justicia social. Cabe preguntarse que entenderá Bachelet por “dignidad” y “justicia social”, palabras que eran completamente ajenas a el régimen castrista y de la cual han privado al pueblo cubano desde la década de 1960. Pero sucede que en la mentalidad de la izquierda latinoamericana Fidel Castro no es un dictador y el régimen cubano, por ende, no es una dictadura.  El molde dentro del cual piensan no les permite ver otra cosa: las dictaduras cuando son de izquierda dejan de ser dictaduras.

Es más, para ellos Cuba es una democracia puesto que hay elecciones, una democracia particular y diferente pero, al fin y al cabo, una democracia.  Cambiar este rígido molde dentro del cual piensa esta izquierda es prácticamente imposible, puesto que esta ya es un dogma de fe que no se somete a ningún análisis crítico. En fin, mientras la misma hermana de Fidel y Raúl, Juanita Castro, denunciaba que sus hermanos habían transformado la isla en una prisión rodeada con agua, los adherentes del dictador en el extranjero aún consideran la isla como un bastión del progresismo. En una declaración pública en México, Juanita señaló que el comunismo dividía a la familia, destruía a la patria, proscribía a la religión, deformaba la historia, llevaba a la sociedad humana al peor atraso y establecía la más ignominiosa esclavitud.

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No bastando lo anterior, tenemos la posibilidad real de que Cuba sea parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (mientras editaba este escrito de hecho, Cuba logró ser parte de esta entidad) , lo cual no debe sorprendernos dada la admiración que la actual Alta Comisionada demuestra por la dictadura castrista.  En el caso de la secta internacional que adula la dictadura castrista, aquí se está lidiando con creyentes – inmunes a la evidencia – que se han aferrado a una idea y que no la abandonarán puesto que coste emocional y psicológico es demasiado grande para hacerlo.  Para aferrarse al “relato”, sacrificaran, justificarán o racionalizarán cualquiera de los actos criminales cometidas: asesinatos, represión, fusilamientos, robo, narcotráfico persecución de minorías sexuales, percusión de credos religiosos, etc. Dentro de la izquierda latinoamericana uno de los dogmas que no pueden cuestionarse ni criticar es el castrismo.

En relación con el futuro del régimen, debemos ser optimista y esperar que cuando desaparezca la vieja guardia (Castro y Valdés) el régimen comience a fragmentarse y debilitarse desde adentro. Sumado a esto, la población cubana también deberá arriesgar y ejercer presión si es que desea vivir en un país libre y próspero, y no en uno miserable al que algunos se han acostumbrado (y otros beneficiados). Pero lo más importantes es que la comunidad internacional imponga sanciones a la élite gobernante y ponga la presión suficiente para que se desmorone e iniciar un proceso de transición a una república liberal, lo cual implica desmontar todo el aparato burocrático castrista. Pero lamentablemente esto no solamente no sucederá, sino que la comunidad internacional seguirá haciendo la vista gorda ante esta longeva dictadura.

Raúl Castro, Ramiro Valdés y Díaz Canela

Raúl Castro, Ramiro Valdés y Díaz Canel

Al igual que Lenin en Rusia, Fidel impuso, por medio de la fuerza, a la sociedad cubana una ideología foránea que iba en contra de los valores y tradiciones de sus habitantes. Como veremos, no solo los católicos y otros grupos cristianos sufrieron persecusión y hostigamiento, sino que también homosexuales (incluyendo lesbianas), afrocubanos, santeros, etc. Así , y como en toda dictadura socialista, la norma es la tendencia a homogeneizar ideológicamente a la población, de manera que se destruye la figura del ciudadano y la esfera de la sociedad civil, puesto que ningún ámbito de la sociedad puede escapar de los ojos de la revolución.

Articulo complementario
Ernesto Guevara: el Necháiev del siglo XX (por Jan Doxrud)




[1] Archivo Cuba (https://cubaarchive.org/es/inicio-es/

[2] CUBALEX (https://cubalex.org/quienes-somos-2/)