9/13-Rusia: de la Revolución de Febrero de 1917 a la dictadura de Octubre (por Jan Doxrud)

9/13-Rusia: de la Revolución de Febrero de 1917 a la dictadura de Octubre

Pipes señala que algunos puntos serían nefastos ya que permitirían el retorno y liberación de extremistas y terroristas que continuarían su labor ahora para tumbar el nuevo orden establecido. Otros de los puntos como el 5 y 6 significarían un golpe al aparato administrativo del país. 

De acuerdo a Pipes la abolición de un plumazo de la burocracia provincial y la policía, y su sustitución por órganos inexpertos en esta materia afectaría negativamente la administración. En otras palabras, los órganos de autogobierno como los  zemstvos  y los consejos municipales nunca habían tenido responsabilidades administrativas y por ende sólo terminarían por sumir al país en un caos mayor. En palabras de Pipes:

“El resultado fue una anarquía instantánea en todo el país; una anarquía de la que el nuevo gobierno se complacía en culpar al antiguo régimen pero que, en los hechos, era en gran medida obra suya. Ninguna revolución en ninguna parte, ni antes ni después de 1917, causó tantos estragos administrativos”. 

Robert Service también se refiere al surgimiento de distintas unidades de iniciativas locales en aldeas, ciudades y provincias del imperio. En Kiev se formó un consejo o Rada Central bajo el mando de socialistas de diverso tipo que querían avanzar a una forma de autogobierno en Ucrania. En Finlandia se impulsó una idea similar la cuando los socialdemócratas solicitaron al “Semj” (parlamento) poder administrar Finlandia. Ideas similares se extendieron en Estonia, Letonia y en la Transcaucasia. El problema de lo anterior, como señala Service, es que tales iniciativas de autogobierno nacional comenzaron a constituirse en un frente de oposición al GP. Ante esto, los kadetes intentaron ganar tiempo señalando que tales medida debían esperar a la formación de la Asamblea Constituyente

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Más desastrosa resultaron ser las consecuencias de la célebre  “Orden número 1” la cual no fue, como señala el mito, fruto de los soldados explotados, sino que fue obra del Ispolkom. En palabras de Pipes:

“Aunque la orden reflejaba algunas quejas auténticas de los soldados, era en primerísimo lugar un manifiesto político. Sus autores estaban bien versados en la historia de las revoluciones y al corriente de que la principal amenaza contrarrevolucionaria provenía de las fuerzas armadas”.

Esta Orden fue dirigida a la Guarnición del Distrito Militar de Petrogrado y, siguiendo a Pipes,  establecía lo siguiente:

Artículo 1 convocaba elecciones en todas las unidades militares, desde las compañías hasta los regimientos, así como en la marina, de «comités» que tenían como modelo los sóviets. 

Artículo 2 disponía que cada compañía eligiera un representante ante el Sóviet de Petrogrado. 

Artículo 3 enunciaba que, en lo concerniente a todas las acciones políticas, los miembros de las fuerzas armadas estaban subordinados al Sóviet de Petrogrado y sus comités. 

Artículo 4 otorgaba al Sóviet de Petrogrado la autoridad de revocar órdenes del Gobierno Provisional relacionadas con asuntos militares. 

Asamblea del soviet de Petrogrado

Asamblea del soviet de Petrogrado

Artículo 5 estipulaba que el control sobre todos los pertrechos militares (fusiles, ametralladoras, vehículos blindados, etc.) quedaría a cargo de los comités de compañía y batallón; no debía ponerse en manos de los oficiales bajo ninguna circunstancia. 

Artículo 6 garantizaba a los soldados fuera de servicio los mismos derechos que a los civiles y los liberaba de la obligación de saludar y ponerse en posición de firmes. 

Artículo 7 abolía la práctica de utilizar los títulos honoríficos para dirigirse a los oficiales y prohibía a estos dirigirse a los soldados de manera grosera o informal. 

Las consecuencias fueron desastrosas ya que se subvirtió el principio de autoridad y jerarquía, y se instaló el hábito de convocar “comités militares” de diverso tipo en donde se embarcaban en discusiones interminables seguidas de una oleada de “resoluciones” que debían ser cumplidos

No bastando lo anterior, tenemos que el GP tuvo entre marzo y julio un Primer Ministro poco apto por el cargo, me refiero al ya mencionado  Gueorgui Lvov. De acuerdo a Pipes, si bien este hombre de posición acomodada había presidido la Unión Rusa de Consejos de Zemstvos y Consejos Municipales (Zemgor), no contaba igualmente con experiencia en la administración pública y, menos aún, dentro del excepcional contexto que se estaba viviendo. Sumado a esto, Lvov era un hombre populista radical que, como escribió Pipes.

Un populismo enraizado “en una fe sin límites en la sagacidad y la buena voluntad del pueblo”. El problema es que con sus discursos, Lvov y sus convicciones democráticas y su fe en la sabiduría popular, llevaban al país al borde de la anarquía. El papel de Lvov quedaría eclipsado puesto que dentro del   GP habían otras 2 personalidades que como la del Ministro del Exterior, Pável Miliukov (1859-1943), el veterano líder y fundador del Partido Democrático Constitucional (los “kadetes”) y el joven  ambicioso y carismático Ministro de Justicia Aleksándr Kerenski (1891-1970) quien, por lo demás, a pesar de pertenecer al SP, se le permitió también ejercer un cargo en el GP. 

G. Lvov

G. Lvov

Mientras que Miliukov era un intetelectual racional que había estudiado historia y filología, Kerenski era lo contrario: pasión, impulso y emoción. En cuanto a la guerra, el GP decidió mantener hasta sus últimos meses de vida su compromiso con las demás potencias aliadas. Miliukov incluso defendía la idea de liberar a los pueblos eslavos del dominio austrohúngaro, la fusión de los territorios ucranianos en poder de Austria-Hungría y la incorporación de Constantinopla y los Dardanelos.

Finalmente el GP dio a conocer un  documento  el 27 de marzo (con aprobación del Ispolkom) en cual afirmaba que Rusia no tenía deseos de “imponerse despóticamente a otras naciones, despojarlas de sus bienes nacionales, tomar por la fuerza territorios que no le pertenecen”, por lo que los objetivos del país  era alzanzar una “paz duradera sobre la base de la autodeterminación nacional”

La mayor parte de los manuales de equidad de género se resume en: el hombre vive en un mundo de privilegios y tiene una vida fácil y, por el contrario su “enemigo”, es decir, la mujer, la reducen a una víctima del patriarcado. Los estereotipos negativos solo existen para las mujeres y la violencia se da solo de hombre a mujer (no existe de mujer a mujer y mujer a hombre, o al menos eso no importa)

¿Qué sucedía con el zar? La figura de Nicolás era completamente irrelevante y finalmente el 15 de marzo de 1917 decide abdicar y así el GP podía funcionar sin la incómoda presencia del autócrata. Con esto se esperaba además que los soldados no temieran a ser castigados en caso de que fracasara la insurrección, es decir, estos quedaban desligados del juramento realizado al zar. Pero esta decisión tenía otra consecuencia no prevista, tal como comenta Sean McMeekin:

“A Guchkov no le faltaba algo de razón cuando sugirió que acabar formalmente con el Antiguo Régimen calmaría el miedo de los soldados a ser acusados de amotinamiento y a ser castigados de forma «sumarísima». Sin embargo, debió de darse cuenta de que prometer la inmunidad a los amotinados no era la forma acertada de restablecer la disciplina militar. Alexéiev supo casi al momento que la abdicación del zar, en vez de contribuir al restablecimiento de la disciplina en los ejércitos, conseguiría que este se convirtiera en una misión imposible”. 

El zar y la zarina en Tsarkoe Selo

El zar y la zarina en Tsarkoe Selo

Por su parte, el historiador francés, Marc Ferró, en su biografía sobre Nicolás II hace referencia a las palabras de Kerenski quien advertía sobre la desaparición de todo poder gubernamental el cual fue sustituido por diversas formas de comités o soviets. Unos feligreses habrían señalado a su pope (sacerdote ortodoxo) que ya no tenían ni a Dios ni al diablo, un día después de la abdicación del zar. Tal frase, asevera Ferró, nos proporciona una indicio de la naturaleza del zarismo para los mujiks (campesinos). En palabras del historiador francés:

“El zarismo era para ellos la expresión de todos los males; el zarismo y no el zar en persona, pues son muy raros los campesinos, obreros o soldados que, en sus peticiones al soviet de Petrogrado, piden que sean tomadas medidas contra Nicolás. Lo que está en tela de juicio es el régimen, y más que el zar, sus agentes”.

En una primera instancia Nicolás había decidido abdicar en su hijo pero ante su frágil salud y la posibilidad de no poder acompañarlo (ya que Nicolás II podría ser forzado a partir al exilio), decidió finalmente abdicar en su hermano Miguel (1878-1918). De acuerdo a Pipes todas las pruebas indicarían que Nicolás abdicó por razones patrióticas, vale decir, su deseo de ahorrarle a Rusia una derrota humillante y salvar de la desintegración a sus fuerzas armadas. 

Gran Duque Miguel de la casa  Romanov

Gran Duque Miguel de la casa Romanov

Nicolás incluso no abdicó ante la Duma, ni ante el Comité Provisional y menos ante el soviet de Petrogrado. El zar abdicó ante el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas: Yevgueni Alekséyev (1843-1917). El problema con el tema de la sucesión imperial es que Nicolás no podía abdicar y traspasar el poder a la figura de su hermano, puesto que este debía recaer en su hijo. 

Otro problema más graves es que Nicolás daba a entender que ahora Rusia pasaría a ser una monarquía constitucional, pero sucedió que el curso de los acontecimientos en Rusia había dado un giro radical: ya no se quería monarquía. Esto fue algo que sorprendería incluso a los miembros del gobierno que deseaban mantener la institución imperial, independiente de quien ejerciera ese poder imperial.