12/12-La globalización. ¿propuestas? (por Jan Doxrud)

12) La globalización. ¿propuestas? (por Jan Doxrud)

Dani Rodrik ve la necesidad de transitar hacia una nueva forma de capitalismo que denomina como “capitalismo 3.0”. El “capitalismo 1.0” habría sido aquel modelado por el pensamiento de Adam Smith y otros autores caracterizado por la existencia de un Estado “gendarme” que se preocupaba por velar por la seguridad de los ciudadanos, administrar justicia, mantener la seguridad externa y recaudar impuestos. Igualmente dentro de este capitalismo el Estado daría pasos hacia lo que posteriormente vendría conocerse como Estado de bienestar, por ejemplo cuando el canciller alemán Otto von Bismarck (1815 - 1898) introdujo un sistema de seguridad social en el Segundo Reich alemán (1871-1918). 

El “capitalismo 2.0” estuvo marcado por una expansión de la democracia (ampliación del padrón electoral), una mayor legislación laboral, mayores niveles de sindicalización, un Estado de bienestar más robusto y la consolidación de economías mixtas. Este “capitalismo 2.0” también fue el de la era “Bretton Woods” con una economía globalizada más limitada y regulada. En lo que respecta al “capitalismo 3.0” Rodrik imagina que los responsables políticos del mundo se reúnen, una vez más,  un día en el hotel Mount Washington, en Bretton Woods, para diseñar un nuevo orden económico mundial.

https://www.project-syndicate.org/commentary/coming-soon--capitalism-3-0/spanish?barrier=accesspaylog

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Rodrik propone 7 principios que regirían en este nuevo orden económico mundial.

1) Los mercados deben estar profundamente integrados en sistemas comunes de gobernanza.  Con esto, el autor previene con la idea de que los mercados se autorregulan por lo que debemos dejar que operen de manera autónoma. Frente a esto, Rodrik plantea que los mercados necesitan de instituciones que los apoyen, por ejemplo, tribunales, leyes que protejan los derechos de propiedad y reguladores que pongan freno a cualquier tipo de abusos. A esto añade el diseño de políticas de tributación redistributivas y redes de protección social.

2)La gobernanza democrática y las comunidades políticas están organizadas, en gran medida, dentro de las naciones Estado y es probable que sigan así en un futuro inmediato. Este punto es más bien un cable a tierra que nos recuerda que, a pesar de vivir en un mundo globalizado, esto no se ha traducido en una erosión del Estado-nación en favor de instituciones políticas y económicas transnacionales. El discurso globalista optimista de la década de 1990 ha dado paso en la actualidad a un fuerte retorno de los Estado-nación soberanos.

3) No existe un único camino hacia la prosperidad.  Esto es un llamado a no verse tentado en creer que existen soluciones únicas o fórmulas mágicas para prosperar y menos aún que estas son válidas para cualquier país. El error de esto consiste en considerar a todos los países junto a sus habitantes como “iguales”, haciendo caso omiso a sus valores, tradiciones, creencias e historia. Los países no son pizarras en blanco en donde uno pueda, sin mayores consideraciones previas, implementar políticas económicas que tuvieron éxito en otros países. Es por ello que, en el plano político, la exportación de la democracia a países que nunca la han tenido resulta complejo. 

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4) Los países tienen derecho a proteger sus propios sistemas sociales, normas e instituciones. Este punto está conectado con el dos, es decir, al existir los Estados-nación, estos velarán en primer lugar por su propio bienestra, y no lo sacrificarán en nombre de algún interés foráneo. Como explcia Rodrik, el comercio exterior constituye un medio para llegar a un fin, de manera que debemos evitar caer en la confusión entre fines y medios en lo que respecta a la globalización. Esta última debe ser considerada como un instrumento y no un dogma rígido, con un valor intrínseco y absoluto que todos los países “tienen” que adoptar.

5) Ningún país tiene derecho a imponer sus instituciones a otros. Esto significa que, si bien los países tienen el legítimo derecho a velar por sus intereses, estos no pueden imponer sus instituciones o fórmulas a otros países por lo establecido en el punto 3.

6) El objetivo de los acuerdos económicos internacionales debe ser la adopción de reglas de tráfico para gestionar la interfaz entre las instituciones nacionales. Con esto, Rodrik aboga por la existencia de reglas claras que tengan en consideración la diversidad institucional y que permitan a los diversos países buscar sus propios valores y objetivos de desarrollo.

7) Los países no democráticos no pueden contar con los mismos derechos y privilegios en el orden económico internacional que las democracias. Claramente este es un objetivo loable per difícil de conseguir teniendo en consideración no solamente el déficit democrático de potencias mundiales como China, sino que un déficit en lo que respecta a las libertades individuales básicas, el derecho a la libre expresión y respeto de los Derechos Humanos. Aquí es cuando se generan tensiones entre distintos organismos de defensa de los Derechos Humanos y los países que son acusados de violarlos. Un ejemplo de esto es el   African Growth and Opportunity Act, parte de una legislación aprobada por el Congreso de Estados unidos en el año 2000, para ayudar a las economías del África subshariana. Para poder ser parte de esta ayuda, los países deben cumplir requisitos como el de mejorar las condiciones laborales y transitar gradualmente hacia economías de libre mercado, y que el país en cuestión sea democrático.

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Otros autor como Joseph Stiglitz propone lo que denomina como “idealismo democrático”, que constituye una visión que se encuentra en un punto medio entre quienes defienden que el Estado debe tener un papel dominante en la economía y aquellos que abogan por un Estado minimalista. De acuerdo a Stiglitz se debe llegar a un equilibrio entre ambos, equilibrio que variará de acuerdo a las distintas realidades nacionales. De acuerdo a este “idealismo democrático” existen áreas para la legítima intervención del Estado como es el caso de la educación, promoción de la tecnología y protección social. En lo que respecta a los mercados, Stiglitz afirma que estos no son fines en sí mismos sino que constituyen medios para alcanzar fines determinados. 

Siendo Stiglitz uno de los frecuentes usuarios del término “fundamentalismo de mercado”, este se muestra escéptico de que los mercados sin restricciones puedan lograr objetivos determinados y fue justamente la década de 1990 la que habría demostrado que los mercados no aseguran la estabilidad. Al igual que Rodrik, Stiglitz enumera una serie de principios constitutivos de su “idealismo democrático” que incluyen justicia social (desigualdad, pobreza y oportunidades), la promoción de valores políticos como la democracia y la libertad y, por último, la relación entre los individuos y las comunidades en las que habitan.

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Otras asociaciones como ATTAC proponen diversas medidas. La primera apunta sus dardos a las finanzas y la libre circulación de capital .  Frente a esto plantean el “desarme” de los mercados financieros y establecer límites a la libre circulación de capitales. A esto añaden el establecimiento de un impuesto sobre las transacciones financieras para reducir “drásticamente” toda actividad especulativa. Una segunda propuesta es la socialización del sector bancario con el objetivo de que las decisiones de inversión bancarias sean tomadas en base a criterios sociales y ecológicos, y no sobre ganancias a corto plazo. Una tercera propuesta apunta al cierre de los paraísos fiscales y poner fin a las actividades financieras ocultas y a la evasión fiscal . Otras medidas propuestas es la anulación de la deuda externa de los países en desarrollo, la protección de bienes comunes y la garantía de estos mismos por medio del establecimiento de un impuesto global sobre los beneficios de las multinacionales, actividades financieras, actividades contaminantes y grandes patrimonios

El economista liberal Carlos Rodríguez Braun, en un artículo para el Diario ABC señalaba que la globalización actual no tiene nada de liberal como lo denuncian sus detractores. Para el economista una “alternativa a la globalización” sería reducir la influencia del FMI puesto que sus políticas acarrean el llamado “riesgo moral” en algunas naciones, y también del Banco Mundial por su corrupción, ineficacia y despilfarro. En general, entre los intelectuales y economistas “liberales” (no en el sentido estadounidense), no se debe confundir la globalización basada en el libre mercado y un régimen de globalización impuestas por el Estado o las élites globales, tal como lo señala el historiador de las ideas David Gordon. Es por ello que para estos autores la solución no pasa por más regulaciones y restricciones y, menos aún, fortalecer el papel de los burócratas en Bruselas, la OMC, el FMI o el Banco Mundia.

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Sin duda el tema divide y los sesgos ideológicos hacen su trabajo en los cerebros humanos a la hora de evaluar la globalización. Pero como señalé en un principio, es un sin sentido andar por la vida culpando a un concepto de todos los males del mundo. Señalar que los países del África  subsahariana son pobres por culpa de la globalización  simplemente no explica nada sobre las causas de la pobreza de aquellos países y, peor aún, se incurre en un reduccionismo intolerable. Esto más bien constituye un oportunismo consistente en tomar problemas reales y preocupantes para promover agendas ideológicas personales. Señalar, por ejemplo, que los países son pobres porque sus recursos naturales fueron saqueados por las potencias europeas es un argumento cuya fecha de vencimiento expiró hace bastante tiempo. 

En primer lugar, tener recursos naturales no es sinónimo de riqueza e incluso existen países que tienen recursos y son pobre, y han perdido competitividad, como es el caso de Venezuela con el petróleo. Por lo demás resulta falso que países africanos se quedaron “literalmente” sin recursos naturales. Sumado a esto, tenemos que hay países con muy pocos recursos y son ricos, como es el caso de Japón y Suiza.  Tenemos el caso de Alemania que se unificó recién en 1871 y que carecía de posesiones coloniales importantes para su economía. Por lo demás, Alemania pasó por 2 guerras, la invasión nazi y soviética, fue dividida en dos y, a pesar de ello, es una potencia mundial. Alguno estará pensando en el Plan Marshall, pero la respuesta a esto es que ningún país se enriquece mediante ayuda económica foránea y un ejemplo de esto son justamente algunos países de África que han recibido por años cuantiosas sumas de países e instituciones como el Banco Mundial, pero que no se han traducido en mejoras en la calidad de vida de sus habitantes. 

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Por último, tenemos que países como Suecia y Dinamarca carecían de posesiones coloniales y aún así prosperaron. Tal fue también el caso de Hong Kong. Este es solo un ejemplo de que utilizar la globalización como chivo expiatorio es de poca utilidad ya que no explican problemas complejos como es el caso de la pobreza en África en donde entran en juego factores como la calidad de las instituciones, la corrupción, regímenes cleptocráticos, bajos índices de alfabetización, amenaza de grupos terroristas, etc. Así como algunos gustan de explicar el fenómeno de la pobreza apelando a la globalización, otros harán lo mismo en nombre del medio ambiente, el individualismo, el consumismo, etc., cayendo todos en la misma falacia reduccionista

Las recetas mágicas o hacer listas con propuestas para “gobernar” o “domesticar” la globalización son bastante fáciles de hacer, solo se necesita de imaginación y buenas intenciones. En esta serie de artículo no es mi intención hacer lo anterior. Recordemos que globalización tiene varias dimensiones en donde una es la económica, en donde tenemos el comercio, las finanzas o el mundo laboral, pero también existen otras caras como las migraciones, la globalización del terrorismo, la expansión a nivel global del tráfico de drogas, etc. De manera que cualquier solución a los problemas actuales no pasará por un enfoque top-down por parte de algún organismo internacional dotada de una serie de expertos con un exceso de confianza en sus capacidades. Los problemas específicos que plantea la dinámica mundial actual podrán abordarse a nivel internacional entre países, otros a nivel nacional y también a nivel local dentro de los países. Pero lo que estas soluciones tienen en común es que se requiere de cooperación en distintos niveles y de tomar decisiones racionales basadas en estudios, la evidencia y en las experiencias pasadas, así como también el trabajo interdisciplinar para evitar caer en soluciones reduccionistas.

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