Thomas Keating, O.C.S.O y la Espiritualidad Cristiana desde abajo (por Jan Doxrud)
a) Un acercamiento al concepto
En este artículo abordaré el tema de la espiritualidad cristiana, tema que puede resultar un tanto “elevado”, lejano y etéreo para algunas personas. Ahora bien, como tendremos la posibilidad de ver, la espiritualidad no tiene nada de mágico, sobrenatural, siendo más bien algo bastante terrenal. Quizás es la palabra “espíritu” (soplo o aliento) la que puede distorsionar nuestro entendimiento del concepto de “espiritualidad”, ya que este concepto de espíritu prácticamente está en boca de todos y no sabemos realmente qué significa.
1) Para algunos, “espíritu” puede ser una “entidad” carente de una base física (algo así como una entidad fantasmal) de manera que lo “espiritual” pertenecería a otro plano de existencia, distinto de la existencia material, de ahí que el concepto de espíritu y espiritualidad venga a significa la antítesis de lo terrenal y mundano.
2) También existen usos cotidianos de este concepto, como cuando escuchamos hablar a algunos de tener “espíritu” de lucha o de esfuerzo. Otro uso que se la a esta palabra es el de constituir la naturaleza o una suerte de esencia de algo, como cuando escuchamos hablar del “espíritu de las leyes” o el “espíritu de una época” o “espíritu de los tiempos” (el zeitgeist alemán).
3) También existen aquellas expresiones como “esa persona es (o no es) muy espiritual”. ¿Qué quiere decir esta última expresión? ¿La espiritualidad tiene relación con la inteligencia de una persona? ¿Guarda relación con la sabiduría? ¿La espiritualidad consistiría en ser versado en teología y en el conocimiento de las Sagradas Escrituras? ¿La espiritualidad es acaso una cuestión más de praxis que de teoría? ¿Quizás la espiritualidad implica ambas? A esto es lo que intentaré dar respuesta.
4) Otras personas pensarán que el espíritu y, por ende, todo lo relacionado con la espiritualidad no son más que supercherías que forman parte del mundo esotérico o de las religiones orientales, y que está destinado para personas que buscan aislarse del mundo y entregarse a una estricta disciplina y vida meditativa.
5) Tenemos también que algunas personas, dentro de la tradición cristiana, confunden el concepto de “alma” con el de espíritu” y, por último, algunas personas relacionaran el “espíritu” con el “Espíritu Santo” (Tercera persona de la Trinidad). Realicemos un breve paréntesis sobre este tema. Santo Tomás de Aquino (1225-1274) en su “Cuestión 36, De la persona del Espíritu Santo” explicaba que la expresión “Espíritu Santo”, tomada como dos palabras, era común a toda la Trinidad, puesto que con el nombre de “espíritu” se expresaba la inmaterialidad e invisibilidad de la substancia divina, mientras que la palabra “santo” significaba la pureza de la divina bondad. Por su parte, el fallecido Papa Juan Pablo II, en su Carta Encíclia Dominum et Vivificantem, señalaba que el Espíritu Santo es “aquél que es dador de vida, aquél en el que el inescrutable Dios uno y trino se comunica a los hombres, constituyendo en ellos la fuente de vida eterna”.
Benedicto XVI, en una audiencia general en el año 2006, explica que, tal como lo retrata Lucas en el acontecimiento de Pentecostés, el Espíritu impulsa con fuerza a asumir el compromiso de la misión para testimoniar el Evangelio por los caminos del mundo. Continúa explicando Benedicto XVI que san Pablo nos habla del Espíritu no solamente desde una dimensión dinámica y operativa de la tercera Persona de la santísima Trinidad, ya que analiza también la presencia del Espíritu en la vida del cristiano, cuya identidad queda marcada por él. Así, san Pablo reflexiona sobre el Espíritu mostrando su influjo no solamente sobre el actuar del cristiano sino también sobre su ser. Por último, el Sumo Pontífice añade que dentro de la fe cristiana el Espíritu no es sólo “Espíritu de Dios” o solo “Espíritu Santo”, como está escrito en el Antiguo Testamente. De ahí que sea algo específico de la fe cristiana “la convicción de que el Señor resucitado, el cual se ha convertido él mismo en "Espíritu que da vida" (1 Co 15, 45), nos da una participación original de este Espíritu”.
San Pablo claramente distingue la existencia, en cada ser humano, un alma y un espíritu (y el cuerpo), tal como lo señala en 1 T es. 5:23. De acuerdo a san Pablo, el alma constituye lo que nosotros, como seres humanos, somos por naturaleza, de manera que el alma hace referencia a lo que la especie humana tiene en común: el alma. San Pablo señala (1 Cor. 15:45) que fue hecho “el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante”. En suma, el “alma” haría referencia a lo que somos por creación, por ser seres humanos, y el “espíritu” haría alusión a lo que hemos recibido gracias a la fe. Luego añade en el versículo 46 que lo espiritual no es primero, sino lo animal y luego está lo espiritual, de manera que el primer hombre
“es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”.
Este es un punto importante que destacan las tradiciones meditativas, tanto en Occidente como en Oriente, y es que la espiritualidad no constituye un camino “ascendente” sino que “descendente”, puesto que partimos desde nuestra condición de seres humanos terrenales (humus = tierra) insertos en un mundo, en una cultura y en un sistema de valores que condiciona nuestra manera de ver la realidad. Así la espiritualidad sería un descenso a lo más íntimo de nuestra propia existencia lo que implica enfrentar miedos, traumas e inseguridades.
b) Ortodoxia religiosa y espiritualidad
Suele suceder que los místicos y maestros espirituales se presentan como personalidades complejas (no lo digo en un sentido negativo o peyorativo) que suelen cuestionar el “statu quo” u orden establecido, específicamente cuestionan ciertos aspectos de la ortodoxia religiosa a la cual pertenecen. Esto no ha sucedido solo en el cristianismo, sino que también en otras tradiciones que involucran a otros personajes como el Buddha, Mahavira ( Jainismo ), Yalāl ad - Dīn Muhammad Balkh (conocido como Rumi). ¿Acaso no podemos considerar al mismo Jesús como un revolucionario en materia espiritual?.
No es de extrañar que algunos de los grandes místicos hayan sido condenados como herejes o marginados de la comunidad religiosa a la cual pertenecieron. El punto es que cuando uno se adentra en los escritos de los maestros espirituales cristianos del pasado y contemporáneos, un no puede evitar de sorprenderse de que , en algunas materia, poseen ideas que se alejan de la ortodoxia religiosa, por ejemplo en lo que se refiere a los conceptos de Dios, infierno, cielo, Reino de Dios, Iglesia y sus opiniones sobre las demás religiones.
Es inevitable darse cuenta que estos autores utilizan un lenguaje y, me atrevería a decir, tienen incluso una cosmovisión religiosa distinta a la que tienen otros sacerdotes del clero secular, por ejemplo, del sacerdote que realiza la misa los domingos. Por ejemplo, el monje benedictino inglés Laurence Freeman, explica que el “Reino de Dios” no es un lugar fuera del espacio y fuera del tiempo en donde el pecado y todas sus consecuencias han sido absorbidas. El Reino de Dios sería la forma en que Dios pretende que vivamos y este Reino es indisociable de la experiencia del autoconocimiento. En cuanto a Dios, Freeman invita a deshacernos del Dios antropomórfico, entendiendo este antropomorfismo de 2 maneras.
En primer lugar creer que Dios es “alguien”, que es “hombre” o “mujer”, que tiene cuerpo, etc. En segundo lugar existe un antropomorfismo que no apunta a construir a Dios a imagen y semejanza del ser humano desde un punto de vista material (corporal), sino que, más bien, construye un Dios perfecto desde un punto de vista ético, es decir, es absolutamente “bueno”, “misericordioso” o “bondadoso”. Lo que se hace es transferir ciertos atributos humanos a la figura de Dios, en donde tales atributos son perfectos. Lo que el monje benedictino inglés señala es que el objetivo de la oración es “apartarnos de pensar en Dios”, es decir, no conceptualizarlo e intentarlo comprenderlo intelectualmente. San Agustín señalaba que si puedes conocerlo, entonces no es Dios, y Santo Tomás de Aquino añadía que sólo podemos afirmar acertadamente que Dios es pero nunca lo que Dios es. Lo mismo sucede con la figura de Jesús, afirma Freeman. Señala que sólo podemos imaginar a Jesús con los medios que obtenemos de nuestra imaginación cultural y personal. A esto añade Freeman:
“Una vez que hemos representado a Jesús en nuestra imaginación, es tentador enrolarlo apoyando nuestras opiniones y prejuicios. El Jesucristo al que le damos vida en nuestra imaginación – en nuestro mundo postcristiano y pstmoderno – es una realidad muy diferente de la del judío galileo de origen humilde, que nació cuando el emperador Augusto gobernaba Roma (…) Debido a la distancia entre el Jesús histórico y el imaginado, los cristianos a menudo aparecen más preocupados en promover su Jesús en apoyo a sus opiniones morales, antes de descubrir quién es Él en realidad”.
Tomemos un caso controversial actual: el del monje benedictino alemán Anselm Grün. Con respecto a Grün han habido algunas polémicas en torno a sus enseñanzas del Evangelio. Grün es un éxito en lo que se refiere a ventas de libros sobre espiritualidad y autoayuda, y esto le ha traído ciertas críticas de algunos sectores dentro del catolicismo que ven con escepticismo sus enseñanzas. Por ejemplo, la Agencia Católica de Informaciones (ACI prensa, con base en Perú) acusa a Grün de que sus enseñanzas van en contra de la doctrina de la Iglesia, puesto que tiende a “psicologizar” (por la influencia jungiana y de la psicología transpersonal en los escritos de Grün) las enseñanzas de los Evangelios, transformándolos en textos de autoayuda y de caer en la moda del “New Age”. Por su parte, el sacerdote jesuita Horacio Bojorge señala que los escrito de Grün pertenecen a la familia de los que podemos llamar los errores psicologistas. Añade que tienen en común con la teología de la liberación el no tener como meta presentar el sentido auténtico de la Escritura tal como ha sido siempre interpretada por la Iglesia y según la fe católica, sino que utilizan los textos bíblicos con una intención ajena a su sentido literal y auténtico. Por su parte, el diario digital español, infocatolica.com, titula una de sus entradas: ¿Por qué no retiran los libros de Anselm Grün de las librerías católicas?
Situación similar sucedió con el carismático sacerdote jesuita indio, Anthony de Mello (1931-1987).En 1998 la Congregación para la Doctrina de la Fe bajo el mando de Joseph Ratzinger, tras un revisión y examen de la obra de Anthony de Mello, si bien no condenó como herejía las ideas del fallecido jesuita,sí dejó entrever que ciertas ideas podían confundir o guiar de mala manera a sus lectores.Tanto Grün como de Mello no fueron excomulgados y sus libros aún se venden en librerías católicas. En suma, muchos de estos autores levantan las sospechas dentro de la “ortodoxia” principalmente por la incorporación de otras disciplinas en sus ideas (por ejemplo la psicología) lo que contaminaría las ideas del Evangelio y, además, tienden a establecer puentes con otras tradiciones religiosas, ya sea dentro de la misma comunidad cristiana, con otras religiones monoteístas o con tradiciones religiosas como el hinduismo o el buddhismo.
Fin parte 1