2/3-Konrad Löw, ¿por qué fascina el marxismo? (por Jan Doxrud)

Konrad Löw, ¿por qué fascina el marxismo? (por Jan Doxrud)

Los  comunistas, tras  el  derrumbe  de  los  socialismo  reales  no  se  tomaron  el  trabajo  de realizar una  profunda  autocrítica, ya  que  esto  significaría  abandonar por  completo su religión secular. La idea  comunista  no  puede ser  reformada  sino  que  simplemente  debe  ser  destruida. El  hecho  es que  la  retórica  de  los  comunistas  actuales,  su ideas centrales, siguen siendo las mismas que las de un  Marx  o  Lenin, es decir, no han cambiado en nada porque son dogmas sin los cuales sus religión se  derrumba.  Algunos  desencantados  renunciaron  a  las filas del partido en busca de otras “causas” o algún nuevo  grupo  explotado  para  transformarlo  en  el  nuevo “proletariado redentor”. Algunos abrazaron  la  causa  palestina  y  apoyan  a  los  nuevos  guerrilleros  que luchan por la libertad como es  el  caso  de  Hamas  o  han migrado hacia el ecologismo radical que sirve también como trinchera para  continuar  la  lucha  contra  el capitalismo. Incluso ciertos colectivos feministas han adoptado e incorporado en su discurso un fuerte componente anticapitalista.

Por  último, resulta  sorprendente  que  una  de  las  lecciones  aprendidas  por  el   comunismo y la  izquierda  radical   tras  el  derrumbe   de   los  socialismos  reales  no   fuese   el   declarar   la muerte  del marxismo - leninismo  sino   que, por  el  contrario, poner  de  relieve  los  males del (neo) liberalismo. En  virtud  de  lo  anterior,  los  comienzos de la  década de 1990 estuvo marcada por  el  terrible “Consenso  de  Washington”  bajo  el cual  se  iniciaría  la tiranía del “neoliberalismo” (concepto  impreciso   y   confuso   que  ni  siquiera  tiene  igual  significado  dentro de las filas de la izquierda). El neoliberalismo es el nuevo enemigo…esa fue la lección  que  aprendió la izquierda recalcitrante tras el derrumbe del socialismo.

Para  entender  este  universo mental  del  comunista dogmático es preciso entender que el marxismo y  el  leninismo, y  así  también  el  comunismo, se  han  transformado  en  sustitutos  seculares  de las   religiones  trascendentales. Konrad  Löw,  haciendo  eco  de  las  palabras  del teólogo  alemán Paul Tillich, señala  que no  ha  existido  época  dentro  de  la  historia  de la humanidad en donde el ser  humano  no  se  ha  cuestionado  sobre  el  sentido de  la   vida, puesto  que  esta  constituye una pregunta en la que se expresa la esencia humana.

Los seres humano necesitan de relatos redentores, salvíficos y que proporcionen esperanzas por medio de la promesa de un escenario futuro en donde las penurias y azotes que han afectado históricamente a la humanidad serán resueltos.

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Cuando se  entiende   el   componente  religioso  del   comunismo  se  entenderá  también  por  qué constituye  un  error  señalar  que  una  ideología como el liberalismo constituye la antítesis del comunismo. El error radica en que el liberalismo no es una ideología omniabarcante o no constituye un metarelato  que  pretende  redimir  a la humanidad de todos los males y menos aún dictar pautas de  comportamiento  para  alcanzar una supuesta utopía final.  

El   liberalismo  simplemente establece un  marco  (imperfecto)  dentro  del  cual  los seres humanos pueden  desenvolverse  de  la  manera  más  harmoniosamente  posible.  Dentro  de  este marco no se exige  la  adscripción  a  un  credo religioso y  no se  exige  la  adscipción  a  una   ideología   política específica. 

El comunismo, por el contrario, cuando se hace con el poder total  no  admite ninguna clase de oposición, y cualquier libertad de crítica y pensamiento sólo puede darse dentro de la ideología y, claro está, nunca contra esta.

Konrad  Löw  cita  numerosos  pasajes  de  personajes  que  explican sus razones para unirse a las filas del comunismo. Por ejemplo, el desertor soviético Victor Kravchenko (1905-1966),quien en 1946 publicó” Yo elegí la libertad”,  señalaba lo siguiente:

“Ahora la vida tenía para mi un sentido y un objeto: intenso sacrificio por la nueva causa. Era yo uno de la elite, elegido por la historia para conducir a mi pueblo y a todo el mundo desde la obscuridad a la luz socialista. Esto suena presuntuoso, lo sé, pero era así como habábamos y sentíamos”.

Löwe cita la respuesta de Rosa Meyer-Leviné (1890-1979) cuando se le reprochaba el hecho de que ella estuviese dispuesta a sacrificarse por el Partido:

“Pero considera tu también cuánto hace el partido por mí. Me eleva, sacándome de una existencia sin sentido, y me pone en condiciones de cooperar en el cumplimiento de una gran misión”

Por su parte el estonio Ignace Lepp (1909-1966), quien en su juventud perteneció a las filas del Partido Comunista francés (tras leer “La Madre” de Gorki), para luego abandonarlo y ordenarse sacerdote católico, escribió:

“El  convertir  al  marxismo  en eje  de  su  concepción  del mundo, seguramente  trae consigo no solamente la  renuncia al gusto por la anarquíaa, sino que casi siempre también la renuncia a la libertad intelectual. Este  es  indiscutiblemente  el  sacrificio  más  grande  que  el  comunismo  exige  al  intelectual. Pero  ellos comprenden que  este sacrificio es inevitable para evitar el derrumbe del yo (…) Probablemente igual que casi todos mis compañeros intelectuales, necesitaba una fe y el marxismo la proporcionó”

El novelista alemán, Horst Krüger (1919-1999)señaló:

“Así  el  comunismo  parece  proporcionarle  al  creyente  una  increíble  plenitud  de  sentido. Frente  a  la resignación  capitalista  ante  la  cuestión  trascendental  del  sentido,  puede mostrar estructura de sentido, interpretar situaciones presentes en conexión con el pasado, ofrecer metas claras para el futuro…Pero eso no es todo: no sólo puede interpretar el mundo, también puede proporcionarle su propio centro a la existencia individual”

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El  comunismo  se  transformó  en  una  gran  relato  que otorgó  a  las  personas  un  sentido a sus vida, un sentido de misión, de que la historia de la humanidad  y  su redención  final estaba en sus manos.También proporcionó un esquema lineal de la historia, de manera que la historia tenía una dirección y ellos, los adherentes a la ideología, eran una elite de  elegidos que podían influir en el curso de la historia para encaminarse hacia la utopía final. El comunismo constituye así una religión, tal  como  lo  abordé  en otro artículo. Como explica Konrad Löw el mismo Marx recurre numerosas veces a  pasajes  religiosos  en sus  obras,  incluso  en  El Capital (supuestamente  la más “científica”). En Marx  existe  un “pecado original” que es la acumulación originaria y la propiedad privada que constituyen el origen de todos los males y contradicciones dentro de la sociedad.

De  acuerdo  al  pensador  alemán  lo primeros acumuladores de riqueza eran comparables a la figura de Adán que mordió la manzana y condenando así a toda la humanidad. Continúa explicando Löwe que el  pecado original es, a su vez, maldición y bendición. Bendición, en el caso cristiano, puesto así pudo  introducirse   la  encarnación  del  Verbo  Divino. En  el  caso del marxismo el pecado original conduce   al  surgimiento  de  la   antítesis,  una  reacción  ante  tal  situación  de  injusticia.

De  esa  oposición  entre  tesis  y  antítesis surgirá una síntesis en donde quedarán resueltos todos los problemas. Junto a esto, Marx proporcionó  a  su  propio “Salvador” encarnado en la clase social conocida bajo el nombre de “proletariado”.Marx  dota  a  esta clase social de los mejores atributos humanos. El proletario representa la pureza, puesto que no está contaminado por el pecado original: no posee propiedad, sino que es sólo dueño de su fuerza de trabajo. Además no es explotador, sino que es explotado. En palabras de Löwe:

“El  proletariado  está  libre  del  pecado  capital  de  la  explotación, como  Cristo  es  el  inocente cordero del  sacrificio. El  quita  todo el  pecado  del  mundo, así  como el proletariado pone fin a toda injusticia. A pesar de que ambos están sin pecado, se convierten, en forma muy especial, en la víctima del pecado: el proletariado  como  masa  explotada hasta  la  destrucción  física; Jesús, difamado, azotado, coronado de espinas y crucificado”

Propaganda China (1971) "larga vida a la dictadura del proletariado"

Propaganda China (1971) "larga vida a la dictadura del proletariado"

Por su parte el teórico y político socialista (revisionista) belga, Henri de Man (1885-1953)afirmó:

“Los  intelectuales  deifican  al  proletariado  y  esto con tanto más entusiasmo, mientras menos lo conocen. La  palabra  proletariado  tiene, en  boca  del  intelectual  comunista, especialmente  del  marxista actual, un tono vibrante y emocionado semejante al  del nombre  del  Salvador  en  el  cristiano primitivo, o en el de pueblo en el activista democrático  de  1848. Porque para él, el proletariado es el salvador, el poder, la voluntad, que ha de llenar la nostalgia por un más allá social mejor. No se trata de una realidad, sino de un símbolo”

El  comunismo  posee  también  su  Iglesia  encarnada  en  el  Partido  Comunista. El  comunismo tiene sus profetas, por ejemplo, en la Figura de Marx, Engels  y  Lenin, a  los  cuales  se  han  sumado Stalin,  Mao  y  Fidel  Castro. El  libro  sagrado  es  el  “El Capital” de Marx, que fue bautizada como la  “Biblia  de  la  clase  obrera”.Incluso  el  anarquista  Bakunin  señalaba  que Marx se consideraba a  sí  mismo  como  el  “Papa”  del  comunismo. Además  la  palabra  de  Marx ( y  también Lenin) constituían dogmas irrefutables y quienes osaban en criticarlos eran asesinados, encarcelados o exiliados  o  marcados  con rótuloscomo trotskista, titoísta, maoísta, revisionista, pequeño burgués, oportunista. En  esto  tanto  Marx  como  Lenin demostraron ser personajes intolerantes, agresivos y que rara vez se abrían al diálogo con aquellos que se atrevían a contradecirlo.