5/10-Economía marxista: La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (por Jan Doxrud)

(V) Economía marxista:  La ley de la tendencia decreciente de la tas de ganancia (por Jan Doxrud)

Las crisis relacionadas con la tendencia decreciente de la tasa de ganancia hunde sus raíces los aquellos pasajes donde Marx afirma que G’ tiende a caer debido a que O’ se eleva relativamente más de deprisa que pv’. A pesar de algunos reparos de Sweezy con ciertas aseveraciones de Marx, el autor acepta que en la medida en G’ manifiesta una tendencia descendente, parece claro que se dispone de una base para una teoría de la crisis. Pero sobre este tema existe un problema de interpretación de parte de algunos estudiosos, específicamente en lo que se refiere al real peso que tiene la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. No cabe duda que para Marx esta tenía un gran poder explicativo ya que el descenso de G’ es el que detonaba el fenómeno de la sobreproducción, la especulación, la crisis y el excedente de capital, así como el de población. Pero por otro lado Sweezy rescata otros pasaje del libro tercero de El Capital donde Marx considera otros fenómenos, como el descenso de pv’ consiguiente a un aumento de los salarios en términos de valor, y la imposibilidad, en ciertas circunstancias, de vender las mercancías en sus valores íntegros, vale decir, el problema de la realización.

En estas condiciones, no hay realmente manera de saber cuanto peso intentaba dar a la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia como un elemento en la explicación de las crisis. A veces hay indicios de que consideraba esta ley aplicable solamente a la larga”[1].

Lo que Sweezy procede hacer en su análisis de la tendencia decreciente es encontrar un terreno firme “para buscar las causas de esa tendencia en el proceso de acumulación de capital con su tendencia inherente a elevar la demanda de fuerza de trabajo y, con ella, el nivel de los salarios”[2].

Estos temas se encuentran también desarrollados en el libro primero, en la sección VII. Sweezy plantea que podríamos concebir que la acumulación de capital transcurriera sin obstáculos y que hubiese siempre oportunamente y en la cantidades necesaria, nuevas invenciones para ahorrar trabajo, de manera que podría existir así un ejército de reserva más o menos estable que podría impedir que la acumulación ejerciera una presión indebida para el aumento de los salarios. Pero tal caso sería irreal ya que “conforme se desarrolla el capitalismo, las fluctuaciones agudas en la tasa de acumulación, que en parte son ocasionadas por revoluciones en la técnica y en parte conducen a ellas, se convierten cada vez más en una regla”[3]. En relación al ejército de reserva, Sweezy afirma que si la población excedente es una precondición necesaria para el estallido súbito de la acumulación, sería verdad también que la acumulación tiende a mermar el ejército de reserva y lleva a una situación en el que la fuerza de trabajo es más o menos utilizada en su totalidad. Los capitalistas se ven forzados a competir entre ellos por trabajadores adicionales, por lo que los salarios se elevan y la plusvalía se reduce.

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Ahora bien, esta situación no es sostenible en el tiempo y llega un punto en que “el trabajo excedente que nutre al capital no es suministrado ya en la cantidad normal, comienza una reacción: se capitaliza una parte más pequeña del ingreso, la acumulación se retrasa y el movimiento al alza de los salarios se detiene.Esta «reacción», caracterizada como está por una restricción de la actividad inversionista, no es nada más ni nada menos que la crisis”[4].

Tenemos entonces que la causa de la crisis la podemos encontrar en el proceso de declinación del ejército de reserva, el alza de los salarios y la posterior  reducción de la lucratividad, lo que significa una disminución de la tasa de la tasa media de ganancia. En cuanto al  cambio en O’, este no se debe a un cambio en el desarrollo de las fuerzas productivas, sino que se explica por un alza en el valor en dinero del capital variable, fruto del aumento de los salarios y la correspondiente reducción de la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario. Sweezy cita un extenso pasaje del libro tercero donde Marx explica qué sucede una vez comenzada la crisis.  Para Marx, las crisis

son siempre soluciones violentas puramente momentáneas de las contradicciones existentes, erupciones violentas que reestablecen  pasajeramente el equilibrio roto”[5].

Durante este período, las fábricas dejan de funcionar, las materias primas se acumulan, por lo que tanto el capital fijo como el circulante no prestarán servicio alguno como capital. Los valores de los capitales son aniquilados, desaparece el crédito y se estancan los pagos.  El desempleo aumenta y los que aún trabajan, lo hacen a cambio de bajos salarios . En relación a la concepción que Marx tenía de las crisis y la posterior depresión, escribe Sweezy: 

Es claro…que Marx miraba la depresión como algo más que simples malos tiempos; la depresión es más bien el método específico de remediar (desde un punto de vista capitalista) los males de la prosperidad. Un ritmo acelerado de acumulación da lugar a una reacción bajo la forma de crisis; la crisis se convierte en depresión; la depresión, engrosando el ejército de reserva y depreciando los valores del capital, restablece la lucratividad de la producción y por este medio pone la base para que se reanude la acumulación. La repetición de todo el proceso es ahora simplemente una cuestión de tiempo. Esta es, entonces, realmente, más que una teoría de la crisis; es, esencialmente, una teoría de lo que los economistas modernos llaman ciclo económico en su conjunto”[6].

El factor básico es la tasa fluctuante de acumulación, que hunde sus raíces en las características técnicas y organizacionales del sistema capitalista.

La cadena causal corre de la tasa de acumulación al volumen del empleo, del volumen del empleo al nivel de los salarios y del nivel de los salarios a la tasa de ganancia. Un descenso de la tasa de ganancia más allá de su nivel ordinario obstruye la acumulación y precipita una crisis, la crisis se convierte en depresión y, finalmente, la depresión crea de nuevo las condiciones favorables para una aceleración del ritmo de acumulación”[7].

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De acuerdo a Sweezy, tal concepción del ciclo económico que emerge del análisis de la acumulación de capital, sería aceptable para los economistas no marxistas, ya que no existiría ningún elemento de esta “que no tenga su lugar en una o más de las muchas teorías del ciclo de negocios elaboradas por los economistas en las últimas tres o cuatro décadas”[8]. Sweezy se refiere a fenómenos tales como fluctuaciones de la tasa de inversión, déficits de trabajo, desajustes entre salarios y precios de venta, etc. Ahora bien, este autor no considera que se deba enmarcar a Marx   dentro de aquellos economistas que consideran las crisis del capitalismo como meros reajustes violentos pero necesarios para la continuación del sistema, ya que la consecuencia lógica sería que el capitalismo no tendría un final, sino sólo transformaciones que tendrían por objeto perpetuar el sistema. En palabras de Sweezy:

La teoría de las crisis representadas en el volumen I, y a la que ocasionalmente se vuelve en el volúmenes II y III se destina a considerar sólo un lado del problema total. Ya que, desde principio hasta el fin, supone que, hasta la aparición real de la crisis, todas las mercancías pueden venderse por sus valores íntegros. En el lenguaje de la teoría corriente, supone que la crisis no es el resultado sino más bien la causa de un déficit de demanda efectiva. La dificultad, por consiguiente, no reside en ningún sentido en la escasez de mercados, sino en una distribución insatisfactoria (desde el punto de vista capitalista) del ingreso entre los que perciben salarios y los que perciben plusvalía. Mientras estas no hayan sido exploradas; las conclusiones que aparentemente resultan de ello no deben considerase definitivas”[9].

Quisiera ahora resumir brevemente lo que sería la teoría del ciclo económico ligada a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, que por lo demás, en este escrito la vamos a considerar como la teoría marxista del ciclo económico o la teoría ortodoxa del ciclo económico, para diferenciarla de las diversas interpretaciones posteriores. Hay que tener en consideración que dentro del marxismo es común ver escisiones internas e interpretaciones que se consideran como desviadas de la ortodoxia. Así, por ejemplo, Kautsky o Hilferding fueron considerados como reaccionarios y socialistas “de derecha”. Dejando atrás estas luchas internas dentro del marxismo, el hecho es que para Marx, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (TDTG) constituye  una verdadera ley, la ley mas importante de la economía política y la ley más importante desde el punto de vista histórico. Es unaley que, de acuerdo, a Marx, a pesar de su simplicidad, nunca anteriormente pudo ser comprendida e incluso tampoco conscientemente articulada. Para entender la teoría ortodoxa de ciclo económico debemos tener en consideración lo siguiente:

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Recordemos que pv’ es la tasa de plusvalía que designa la parte del capital invertido en maquinaria y material prima como capital constante. El valor de éste capital es transferido al producto final sin incremento alguno. En cuanto al capital desembolsado en concepto de salarios, esto es, el capital variable, genera un valor más grande que el suyo propio. Este valor extra que genera, y que es apropiado por el capitalista sin ningún tipo de retribución hacia el trabajador, es la plusvalía o pv. Por lo tanto pv’ puede ser considerada, en primer lugar, como la razón de la plusvalía con el capital variable o como la razón del tiempo de trabajo no pagado con el tiempo de trabajo pagado. De acuerdo a esto podemos decir que en el primer caso pv’ = 1 o 100% ya que c = 3 y v = 3, y en el segundo caso tenemos 6 horas divididas entre 6 horas, por lo que si el trabajo se extiende a 15 horas, tendríamos: 

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Si el día de trabajo fuese reducido a 9 horas tendríamos:

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[1]Ibid., 162.

[2]Ibid.

[3]Ibid., 163.

[4]Ibid.

[5]El Capital, tomo 3, 247.

[6]Paul Sweezy, op. cit., 166.

[7]Ibid.

[8]Ibid.

[9]Ibid., 167.