10/11-Thomas Piketty y Karl Marx (por Jan Doxrud)

Thomas Piketty y Karl Marx (por Jan Doxrud)

La obra de Piketty  desde  un  comienzo   fue  comparada  erróneamente con la de Marx. Esto se  puede quizás explicar por el título del libro o por su contenido, es decir, por el hecho de atacar a los ricos y poderosos, y  por denunciar las desigualdades.Por lo demás, Piketty defiende la aplicación  de un impuesto progresivo y se muestra hostil a la herencia, tal como Marx y Engels lo recomendaron en el Manifiesto. También Piketty, como Marx, logró popularizar una serie de fórmulas que están en boca de todos aquellos que  comentan su obra . En el caso de Marx tenemos la composición  orgánica del capital, la tasa  de plusvalía y la tasa de ganancia. Ahora Piketty  convierte  en  objeto de discusión su ya célebre

r > g,      α = r × β,  y  por último  β = s / g.

Pero la realidad  es  que la obra  de  Piketty  no  tiene r elación alguna con la de Marx, ya que ni siquiera el concepto de “capital” de Piketty corresponde al que Marx tenía  en  mente. Por  lo demás los  antagonismos de clase, la explotación, la apropiación de la plusvalía por el capitalista y la teoría del  valor-trabajo no existen en el libro de Piketty. Para un marxista, prescindir de este aparato conceptual  es  inaceptable. El capital de Piketty no es el capital dominador e implacable de Marx que opera bajo  una  lógica inhumana. Además, lo que Piketty busca es humanizar el sistema económico imperante por medio de un impuesto progresivo global, mientras que  la crítica   de Marx apunta  al  corazón   del   sistema  capitalista  mismo  que es inherentemente despiadado.  A Marx no  le  preocupaba  diagnosticar si r = g, r < g,  or > g y si a partir de esto la riqueza  se  mantenía, disminuía o aumentaba, para  posteriormente  confeccionar  recetas para evitar un colapso del régimen capitalista de producción.

En relación al pensador alemán, Piketty  señala que el mecanismo central mediante el cual la burguesía crearía a sus propios  sepultureros  corresponde  al  “principio de acumulación infinita”, esto es, que los capitalistas acumulan cantidades de capital cada vez más importantes, lo que conduce a la larga a la inoperable caída en la tendencia de la tasa de ganancia o  rendimiento del capital. Recordemos la fórmula de Marx

O’ = c / v

La anterior, se refiere a la composición orgánica del capital. Recordemos  que  O’ representa la relación entre el capital constante y el capital variable. Las variaciones de O’ son los cambios en la relación  entre el valor del capital constante y el capital variable en la medida en que expresen los cambios  entre la masa de los medios de producción y la fuerza de trabajo.Este concepto reflejaba  un  fenómeno propio de la revolución industrial y que guardaba relación con la sustitución  del  trabajo (v)  por  capital (c). Un aumento en O’ llevab a la larga a una disminución de la tasa de ganancia o G’, ya que para Marx la fuente de  valor  era  la  fuerza  viva, la fuerza de trabajo y  no el capital, de manera que la progresiva acumulación de capital llevaba a una tendencia a la baja de la tasa de ganancia.

Piketty señala que una manera lógicamente coherente de interpretar el propósito de Marx es considerar la ley dinámica β = s / g.  Tenemos que “g” mide  la  tasa de crecimiento natural a largo plazo, esto es, la suma de la tasa de crecimiento de la productividad y la población. Para Marx y los economistas decimonónicos, señala Piketty, la noción misma de crecimiento estructural, provocada por un crecimiento permanente y duradero, no  estaba  formulada e identificada con claridad. Piketty escribe lo siguiente:

En esa época, la hipótesis implícita consistía en que el incremento de la producción, sobre todo manufacturera, se explicaba ante todo por la acumulación de capital industrial….se producía más únicamente porque cada trabajador disponía de más máquinas y equipos, y no debido a que su productividad como tal aumentara – para una cantidad dada de trabajo y de capital. Hoy en día se sabe que sólo el crecimiento de la productividad permite un crecimiento estructural a largo plazo. Sin embargo teniendo en cuenta la falta de perspectiva histórica y de datos disponibles, eso no era evidente en la época de Marx[1].

Regresando a β = s / g , Piketty explica que si no existiera ningún crecimiento estructural y que la tasa “ g”  fuera rigurosamente nula, entonces llegaríamos a una contradicción lógica muy cercana a la  descrita  por  Marx. A partir del momento  en  que  la  tasa de  ahorro (s)  fuese positiva (que los capitalistas se obstinaran  en  acumular  cada  año  más capital),  entonces tendríamos que la relación capital/ingreso aumentaría de modo indefinido. Continúa explicando el autor:

De  manera  más  general, si la tasa g fuera baja y se acercara a 0, la relación capital/ingreso a largo plazo β = s / g tendería hacia el infinito. Y con una relación capital/ingreso β infinitamente elevada, el rendimiento del capital “r” necesitaría reducirse progresivamente y  acercarse a 0, porque de otra manera la participación del capital α = r × β acabaría por devorar la totalidad del ingreso nacional[2].

La única salida lógica a esta contradicción dinámica que plantea  Marx  es  el  crecimiento estructural que permitiría  equilibrar, en  cierta medida, el proceso de acumulación del capital. Sería el crecimiento permanente de la productividad y de la  población  los  que permitirían el equilibrio de la suma permanente de  nuevas  unidades de capital,  como lo  expresa β = s / g. Si esto no fuese posible, los capitalistas estarían sembrando las semillas de su propia destrucción ya sea por la agresiva competencia entre  estos  mismos  para  contrarrestar la caída en la tendencia de la tasa de ganancia, o porque impondrían al trabajo una participación cada vez más baja en el ingreso nacional, lo que podría tener como consecuencia el estallido de una revolución proletaria. Este panorama que entrega Marxse fundamenta en esta idea anteriormente señalada que es la de la “acumulación infinita del capital”.

El problema con esto, señala Piketty, es que Marx conservaba muy a menudo  un enfoque relativamente anecdótico y poco sistemático de las estadísticas. A esto Piketty añade que Marx

no buscaba saber si la fuente de concentración de capital, que creía descubrir en las cuentas de algunas fábricas, era representativa de la economía británica en su conjunto, o  siquiera  de un sector en particular, lo que podría haber logrado al reunir las cuentas de empresas, aunque no fueran más que algunas decenas[3].

Continúa el economista francés afirmando que resulta sorprendente que un libro, que trata de el capital, no hiciera referencia a las numerosas tentativas de estimación del acervo de capital nacional, como las del multifacético Patrick Colquhoun (1745-1820) o del  estadístico  y economista británico Robert Giffen (1837-1910).

Marx  parecía  pasar  por alto completamente la contabilidad nacional que se desarrollaba en su entorno, lo que es  tanto más lamentable porque le habría permitido confirmar, en cierta medida,  sus intuiciones  sobre la enorme acumulación de capital privado  característico de su época y, sobre todo, precisar su modelo explicativo[4].

A final de cuentas Marx adolece de varias falencias, entre las cuales está la de suponer implícitamente un crecimiento nulo tanto de la población como de la productividad, y además concluir que la tendencia del capital  era  a  acumularse y a concentrarse en proporciones infinitas, sin límite natural, que fue justamente lo que llevó al pensador alemán a presentar un panorama futuro sombrío. En palabras de Piketty:

Marx  pasó totalmente por  alto  la  posibilidad  de  un  progreso  técnico  duradero  y  de  un crecimiento continuo de la productividad, una fuerza que…permite equilibrar – en cierta medida – el proceso de acumulación y de creciente concentración del capital privado”[5].

Piketty, por el contrario, opina que la divergencia no es perpetua ya que es posible aplicar políticas correctivas como el impuesto progresivo mundial al capital, algo que Marx nunca mencionó en su obra El Capital.

 

[1] Thomas Piketty, El Capital en Siglo XXI, 251.

[2] Ibid., 251.

[3] Ibid., 253.

[4] Ibid., 253.

[5] Ibid., 23-24.