2/9-Marxismo y filosofía de la historia: de Hegel a Comte (por Jan Doxrud)

(2) Marxismo y filosofía de la historia: de Hegel a Comte (por Jan Doxrud)

¿Dónde entra Marx en este todo esto? Marx es un heredero de Hegel. Ya he escrito sobre Hegel en otro artículo, por lo que me limitaré a presentar algunas ideas centrales. Collingwood considera que Hegel representa la culminación del movimiento histórico que comenzó con Johann Gottfried Herder (1744-1803). El historiador inglés considera que la “Filosofía de la historia” de Hegel es una obra profundamente original y revolucionaria, “donde la historia aparece por primera vez, plenamente desarrollada, en el escenario del pensamiento filosófico. Pero cuando se considera el trabajo de sus predecesores, su libro se vuelve menos sorprendente y menos original[1]. De acuerdo a Collingwood, para Hegel la filosofía de la historia no es una mera reflexión filosófica sobre la historia, sino que es “la historia misma elevada a una potencia superior y vuelta filosófica en cuanto distinta de la meramente empírica, es decir, historia no simplemente comprobada como hechos sino comprendida por aprehensión de las razones por las cuales acontecieron los hechos como acontecieron[2].

Hegel sigue a Herder en cuanto a que presenta una historia universal de la humanidad, mostrando el progreso desde tiempo primitivos hasta la civilización moderna. Dentro de esta historia del desarrollo de la libertad, Hegel debe dar respuesta a la pregunta acerca de cómo cobró existencia el Estado, siguiendo en esto a Kant. Hegel sigue a Friedrich Schiller (1759-1805) en cuanto a que no existe una utopia futura en su sistema, ya que la historia culmina en el presente actual. En cuanto a la influencia de Johann Gottlieb Fichte (1762-1814), escribe Collingwood, se puede apreciar en la idea de que la libertad es un desarrollo de la conciencia, esto es, “un proceso de pensamiento o desarrollo lógico, en el cual se alcanzan sucesivamente las diversas fases o momentos necesarios del concepto[3].

En cuanto a la influencia de Schelling, Collingwood la ve en el intento de Hegel de mostrar a través de su historia filosófica no solamente un proceso humano, sino que un proceso cósmico, donde el mundo llega a realizarse en autoconsiencia como espíritu. De esto, concluye el historiador británico, que si bien Hegel no fue original en estos distintos aspectos, sí tuvo el mérito y la habilidad de combinar estos puntos de vista en una teoría coherente y unificada.

Existen otros puntos importantes que destacar e n Hegel. Tenemos la separación entre historia y naturaleza, lo que se tradujo en que, para el pensador prusiano, solo existía historia de la vida humana. También tenemos que toda la historia es la historia del pensamiento, siendo las acciones humanas la expresión exterior de estos, por lo que el historiador, más que saber lo que hicieron las personas, debía comprender lo que estas pensaban. Otro punto importante en Hegel, es que la razón constituye la fuerza propulsora de la historia. Escribe Collingwood:

El pensar nunca se da in vacuo; se da siempre en una persona determinada en una situación determinada; y cada personaje histórico, en cada situación histórica, piensa y actúa tan racionalmente como esa persona en esa situación puede pensar y actuar, nadie puede hacer más…La realidad es siempre un hombre que es al mismo tiempo racional y apasionado, nunca puramente lo uno o lo otro, siendo sus pasiones las de un ser racional y sus pensamientos los de un ser apasionado[4].

Llegamos así a otra idea central de Hegel, que es la “astucia de la razón.” El escenario hegeliano se presenta como un espectáculo que exhibe a la pasión y la razón interactuando, pero donde la razón utiliza la pasión misma a manera de instrumento para consumar sus fines. De esta manera, la “astucia de la razón” consiste en que la razón engaña a las pasiones para utilizarlas para sus propios objetivos. E. H. Carr señalaba al respecto:

El equivalente, en Hegel, de la «mano oculta» de Adam Smith, era la famosa «estratagema de la razón», que hace trabajar a los hombres para el cumplimiento de metas de las que no son conscientes[5].

Como explica Collingwood, la posición de Hegel ante la historia es racionalista, aunque se trata de un racionalismo curioso ya que concibe los elementos irracionales como esenciales para la razón misma. Por último, se puede decir junto a Collingwood, que el proceso histórico. de Hegel es un proceso lógico, es decir, que las transiciones históricas son transiciones lógicas puestas en escala temporal. “De ahí se desprende que los desarrollos que tienen lugar en la historia nunca son accidentales, son necesarios; y nuestro conocimiento de un proceso histórico no es simplemente empírico, es a priori, podemos ver su necesidad[6].

No podemos dejar de lado a la figura de Auguste Comte y su “Curso de filosofía positiva” donde estableció su ley de los tres estados: el teológico, el metafísico y el positivo o científico. En la etapa positiva, afirmaba Comte, la mente humana abandonaría la búsqueda del origen y el destino del universo, así como las causas internas de los fenómenos, y se limitaría a descubrir, por medio de la razón y la observación, las leyes que gobiernan la secuencia y la semejanza de los fenómenos. La explicación de los hechos, que se encontrarían reducidos a sus términos reales, consistiría en el establecimiento de una relación entre varios fenómenos particulares y unos cuantos hechos generales, que disminuirían en número con el progreso de la ciencia.

Como bien afirma Le Goff el progreso no necesariamenteva de la mano con el espíritu democrático, especialmente en el caso elitista o aristocrático del sistema filosófico de Comte, o en las palabras de Ernest Renan (1823-1892) citadas por Le Goff: “La gran obra Serra realizada por la ciencia, no por la democracia. Nada sin los grandes hombres; la salvación vendrá de los grandes hombres[7]. Le Goff continua explicando que el período que va de 1840 a 1890 es testigo del triunfo de la ideología del progreso, que va de la mano con el boom económico industrial en Occidente y Marx no escapa en absoluto a este espíritu.

En cuanto a Marx, es indiscutible que es un discípulo intelectual de Hegel aunque, por supuesto, un discípulo que introdujo cambios importantes en el sistema del maestro intelectual. Tanto Hegel como Marx concebían que la historia humana era una sola historia en donde existía un hilo conductor, siendo en Hegel la política y en Marx la economía. Como suele decirse, Marx puso a Hegel de cabeza abajo. Ahora bien, como señala Collingwood:

Marx no era un ignorante en filosofía, y jamás supuso ni por un momento que la prioridad del pensamiento sobre la naturaleza en Hegel significara que Hegel consideraba la naturaleza como producto de la mente. Sabía que Hegel, como él mismo, consideraba la mente como un producto (el producto dialéctico) de la naturaleza. Sabía que la palabra «pensamiento» en el sentido en que Hegel denominaba a la lógica «la ciencia del pensamiento», significaba no aquello que piensa, sino aquello que el pensamiento que piensa”[8].

Así, la lógica es una ciencia de las formas platónicas, de las ideas y no acerca de cómo pensamos, lo que hace de Hegel un idealista objetivo. Cuando se dice que Marx invierte la filosofía de Hegel, se quiere decir que Marx no veía a la lógica como la clave de la historia o que la lógica precedía a la naturaleza. Como escribe Collingwood:

“…para Marx la naturaleza era algo más que el medio ambiente de la historia, era la fuente de donde derivaba su modelo. Pensaba que era inútil sacar de la lógica modelos para la historia… Era mejor sacar modelos del mundo de la naturaleza, como lo hizo Marx con su no menos famoso de «comunismo primitivo, capitalismo, socialismo», donde el significado de los términos deriva abiertamente no de «ideas», sino de hechos naturales[9].

De acuerdo a lo anterior, lo que Marx hace es reafirmar el principio fundamental del naturalismo histórico del siglo XVIII. Pero como bien señala Collingwood, el materialismo de Marx no se asemejaba al materialismo dieciochesco, ya que el de Marx era un materialismo dialéctico. Ahora bien, añade el británico, si bien existen diferencias con el materialismo que le precedió, tampoco hay que exagerar tales diferencia. Tenemos entonces que la filosofía de la historia de Marx es heredera de una larga tradición de filósofos germanos y, por lo demás, su filosofía de la historia es también heredera de una aún más larga tradición que se remonta al menos al cristianismo. De acuerdo a E. H. Carr, en la síntesis final de Marx, la historia significaba tres cosas que constituían un todo racional y coherente:

“(…) el devenir de los acontecimientos según leyes objetivas y primordialmente económicas; el correspondiente desarrollo del pensamiento siguiendo un proceso dialéctico; y la consiguiente acción en forma de lucha de clases, que reconcilia y une la teoría y la práctica de la revolución. Lo que brinda Marx es una síntesis de leyes objetivas y acción consciente para traducirlas a la práctica, síntesis de lo que se llama a veces, aunque equivocadamente, el determinismo y el voluntarismo[10].

[1] Ibid., 185.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Ibid., 187-188.

[5] E. H. Carr, ¿Qué es la historia?, 220.

[6] R. G. Collingwood, Idea de la historia, 188.

[7] Jacques Le Goff, Pensar la historia, 218.

[8] R. G. Collingwood, Idea de la historia, 196.

[9] Ibid., 197.

[10] E. H. Carr, ¿Qué es la historia?, 221.