3/3-Ideología y sospecha: los aparatos ideológicos del Estado (por Jan Doxrud)

(3) Ideología y sospecha: los aparatos ideológicos del Estado (por Jan Doxrud)

Para Althusser, una teoría de las ideologías se basa, en última instancia, en la historia de las formaciones sociales, esto es, de los modos de producción combinados en esta y de las luchas de clases que en ellas se desarrollan. Para el pensador francés, “las” ideologías tienen una historia propia, mientras que “la” ideología en general no tiene historia siendo, por lo tanto, propio de la ideología el tener una estructura y un funcionamiento tales que la constituyen en una realidad no-histórica, vale decir, omnihistórica. También Althusser, siguiendo a Marx, explicaba que la estructura de toda sociedad estaba constituida por niveles articulados por una determinación especifica, esto es, la infraestructura o base económica (la unidad de fuerzas productivas y relaciones de producción) y la superestructura, que comprendía dos niveles, siendo el primero el jurídico-político (el derecho y el Estado), y el segundo el ideológico (por ejemplo, las distintas ideologías, religiosas, morales, o políticas).

Hay que aclarar, por lo demás, que Althusser asigna una relativa autonomía a la superestructura en relación a la base real. Althusser también se aleja del “marxismo ortodoxo” al seguir la línea de pensamiento de Gramsci en lo que se refiere al rol del Estado en la sociedad. Así, Althusser, a la distinción entre poder de Estado y aparato de Estado, añade otra realidad que se encuentra junto al aparato represivo de Estado y que son los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE). Además del ejército, policías o tribunales, se encuentran los aparatos ideológicos del Estado tales como el escolar, religioso, sindical, cultural y los comunicacionales.

La diferencia fundamental entre el aparato represivo del Estado y el aparato ideológico del Estado, es que el primero actúa mediante la violencia y el segundo por medio de la ideología. Así, de acuerdo a lo anterior, para Althusser el Estado y sus aparatos tienen solamente sentido desde la óptica de la lucha de clases. El Estado es un aparato de lucha de clases que perpetúa la opresión de clases y perpetúa también las condiciones de la explotación. En palabras de Dosse: “Distingue los aparatos represivos de Estado, que se apoyan en la violencia para asegurar la dominación, de los aparatos ideológicos del Estado que funcionan en la ideología. Gracias a estos últimos, que incluyen la familia, los partidos, los sindicatos, la información, la cultura, las instituciones escolares o las Iglesias, se perpetúa la sujeción al orden establecido[1].

En síntesis, de acuerdo a Althusser, el Estado es una “aparato” o “máquina especial”, hecho de un metal totalmente distinto al del resto de las instituciones, organizaciones u organismos de la sociedad. El Estado es fuerza física y Althusser, recordando las palabras de Lenin, señala que el Estado son “grupos de hombres armados”. Otros rótulos que utiliza Althusser para explicar al Estado son: máquina de poder, máquina de producir poder legal y dictatorial. Pero sin duda el énfasis se encuentra en la dimensión coercitiva del Estado, coerción y violencia que se ejerce en distintos niveles y no siempre de manera manifiesta y pública. En palabras de Althusser:

…cuando se piensa en la inmensa red de control, de sanciones, de vigilancia, que se extiende por todo el país, y cuando se sabe que esa inmensa red tiene por condición material la existencia de una fuerza física pública legal, que dispone de armas, de prisiones, de establecimientos de vigilancia de todos los tipos, se cae en la cuenta de que posiblemente se ha subestimado el papel que juega la fuerza física del Estado[2].

Añade que el “cuerpo del Estado” está constituido de un cierto número de aparatos que no tienen la misma forma[3]:

a-El aparato de fuerza pública o aparato de represión:constituido por el «núcleo duro» del Estado, su fuerza armada de intervención exterior o (e) interior: ejércitos, diferentes policías, gendarmería, CRS, guardia móvil, a los que se añaden los funcionarios de la justicia y las prisiones con sus agentes y toda una serie de instituciones disciplinarias o paradisciplinarias, que rozan la psiquiatría, la medicina, la psicología, la enseñanza, etc”.

b-El aparato político:constituido por el jefe de Estado, el cuerpo gubernamental, el cuerpo prefectoral y todas las grandes administraciones que, haciendo profesión de «servicio público», no son sino los agentes ejecutivos de la política del Estado, esto es, de una política de clase”.

c-Aparatos ideológicos del Estado (AIE): se subdividen en los siguientes: AIE cultural (deporte, literatura, arte), AIE de información (prensa escrita, digital, televisión, radio), AIE religioso (sistema de creencias), AIE escolar, AIE jurídico, AIE sindical y AIE familiar.

Cuando Althusser habla de “cuerpo” del Estado, se refiere a individuos, técnicas, armas, instrumentos y prácticas que se requieren para asegurar su función. Llegamos a una paradoja, la cual ya había sido identificada por Gramsci, y es que la mayor parte de los individuos que integran el cuerpo del Estado provienen de las clases explotadas, como es el caso del ejército o la policía. Desde este punto de vista, señala Althusser, habría que entender la idea de Lenin de “destruir todo el Estado”, es decir, Lenin no pretendía destruir todo Estado sino que destruir el “cuerpo del Estado”

 Al igual que Gramsci, Althusser destaca el rol de la escuela. En una entrevista, Althusser explica que las posiciones de clase que se enfrentan en una lucha de clases se encuentran representadas, en el dominio de las ideologías prácticas (ideología religiosa, moral, estética y política entre otras) por concepciones del mundo de tendencia antagónica que son las de la burguesía (idealista) y el proletariado (materialista). Otro aspecto que destaca Dosse es que la ideología recubre una existencia material, ya que se encarnan en lugares institucionales, en una práctica (tal como también lo concebía Michel Foucault). Por último destaca Dosse la opinión de Althusser en cuanto a que la ideología era ahistórica, distanciándose de esa manera de la vulgata estalinista que concebía a la ideología como “una simple excrecencia deformante de lo real”. Althusser hablaba de un “escándalo teórico” dentro de la historia contemporánea. Tal escándalo consistía en que los intelectuales, los especialistas en ciencias humanas y filósofos, se habían negado o no reconocieron el revolucionario descubrimiento científico de Marx.

¿Cómo explica Althusser este escándalo? Para él, esto es un efecto tanto de la lucha de clases ideológica como de la hegemonía que ejerce la ideología burguesa. Así, salvo Althusser y sus discípulos, los demás intelectuales, incluso comunistas y marxistas, “se encuentran, salvo excepciones, dominados en sus teorías por la ideología burguesa. Salvo excepciones, también lo están las «Ciencias Humanas.»”[4]. Althusser se veía a sí mismo como alguien cuya misión era la de purificar al marxismo de las distorsiones de la que era víctima y retornar al verdadero marxismo, con el mismo espíritu que inspiró a los antiguos reformadores que se opusieron a la exégesis católica de la Biblia.  En “Para leer El capital” Althusser escribe:

Seguramente todos hemos leído, todos leemos El capital. Desde hace casi un siglo, cada día podemos leerlo, en forma transparente, en los dramas y los sueños de nuestra historia, en sus debates y sus conflictos, en las derrotas y las victorias del. movimiento obrero, que es, sin duda alguna, nuestra única esperanza y destino. Desde que hemos «venido al mundo», no dejamos de leer El capital en los escritos y discursos de aquellos que lo han leído para nosotros, bien o mal, los muertos y los vivos, Engels, Kautski, Plejanov, Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotski, Stalin, Gramsci, los dirigentes de las organizaciones obreras, sus partidarios o sus adversarios…Hemos leído fragmentos, «trozos« que la coyuntura «escogía« para nosotros[5].

Luego Althusser propone lo que podemos considerar como un reset o un volver a comenzar en lo que se refiere a la lectura de El capital:

Sin embargo, algún día habrá que leer El capital al pie de la letra. Leer el texto mismo, por entero, los cuatro libros, línea por línea, releer diez veces los primeros capítulos, o los esquemas de la reproducción simple y de la reproducción ampliada, antes de desembocar,  de las mesetas áridas y planas del Segundo libro, en las tierras prometidas del beneficio, del interés y de la renta. Mejor aún: hay que leer El capital no solo en su traducción francesa…, sino en el texto original alemán, al menos los capítulos teóricos fundamentales y todos los pasajes donde afloran los conceptos claves de Marx[6].

Esto sería una suerte de fundamentalismo marxista sólo que acá no se pide volver a la lectura de la Biblia en latín o el Corán en árabe. Althusser afirmaba en una entrevista que era preciso leer y estudiar el capital por tres razones. La primera era para “comprender en toda su envergadura y en todas sus consecuencias científicas y filosóficas lo que han comprendido en la práctica…los militantes proletarios: el carácter revolucionario de la teoría marxista[7]. La segunda razón era para defender la teoría de las interpretaciones y revisiones burguesas y pequeñoburguesas que la amenazaban, especialmente la parejaeconomicismo/humanismo.

La tercera razón era para desarrollar la teoría marxista y producir conceptos científicos para el análisis de la lucha de clases. Vemos que Althusser y su renovado marxismo no estaba libre del polilogismo y la falacia de la lucha de clases. Althusser estaba al parecer convencido que Marx había fundado una nueva ciencia, que era la ciencia de la historia. El pensador francés hablaba de “continentes”, así por ejemplo, los griegos habían abierto el continente de las matemáticas y Galileo el de la física y, por ultimo, reserva a Marx el privilegio de haber abierto al conocimiento científico un tercer continente: el continente de la historia. ¿Cuál es la utilidad de esta nueva ciencia?  Responde Althusser:

“…permite, por vez primera,, el conocimiento de la estructura de las formaciones sociales y de su historia; permite el conocimiento de las concepciones del mundo que la filosofía representa en la teoría; permite el conocimiento de la filosofía. Entrega los medios para transformar las concepciones del mundo. (luchas de clases revolucionarias bajo los principios de la teoría marxista)”[8].

El destino de Althusser sería trágico. El pensador francés estaba afectado desde hace años por una psicosis maníaco-depresiva. Como afirma Dosse, Althusser sufriría una doble muerte. La primera fue 1980 cuando, tras asesinar a su esposa Hélène, es declarado mentalmente insano y no responsable por lo tanto del estrangulamiento de su esposa. Al respecto escribe Dosse: “Ese mes de noviembre de 1980, Althusser muere también, aunque siga todavía una década entre los vivos. Es un muerto viviente, pensador declarado irresponsable de sus actos y de sus pensamientos; está condenado a la cuarentena a sobrevivir apartado del mundo, solo, con un grupo restringido de fieles[9]. Finalmente Althusser fallece en 1990 producto de un fallo cardíaco.

Mario Bunge se refiere al estructuralismo y lo considera erróneo, ya que establece un énfasis en la estructura de los sistemas a expensas. de su composición y su entorno. Como escribe el filósofo, una estructura es una propiedad tanto de los sistemas conceptuales como materiales La estructura de un sistema, añade Bunge, es el conjunto de todas las relaciones entre sus componentes, especialmente aquellas que mantienen la unidad del sistema.

Las estructuras son propiedades de los sistemas; no existen estructuras en sí mismas. Por consiguiente, la expresión «relación acción-estructura», muy común en los estudios sociales, debe entenderse que indica la relación entre los agentes individuales y los sistemas sociales en los que actúan[10].

En otra obra escribe Bunge: “De todo sistema puede analizarse su composición (o conjunto de sus partes), su entorno (o conjunto de objetos distintos de sus componentes y relacionados con éstos), su estructura (o conjunto de relaciones, en particular conexiones y acciones, entre los componentes, y entre éstos y los elementos del entorno) y su mecanismo (o conjunto de procesos que le son peculiares o, en otras palabras, aquello que lo hace funcionar)”[11].

Desde el punto de vista sistémico que propone Bunge, el enfoque de Althusser es incorrecto y miope ya que se centra solo en un aspecto de un sistema, es decir, en la estructura que, por lo demás, no puede existir sin los otros componentes del sistema.

Debo decir que desde mi punto de vista no se puede tomar muy en serio a un autor (Althusser) que basa gran parte parte de su pensamiento en autores un tanto superados como es el caso de Hegel, Marx, Freud y Mao Tse-Tung. Mi principal crítica a este autor, y que valdría para muchos otros pensadores franceses contemporáneos independiente de su ideología, radica en la falta de lógica (y claridad) de sus ideas. En realidad, si algo caracteriza a esta clase de pseudofilosofías es su carencia de lógica, la obsesión por los neologismos, el uso y abuso de una jerga filosófica a veces incomprensible (jerga en el sentido de un conjunto de términos especializados) y con supuestos ropajes de cientificidad.

Por ejemplo tenemos que Althusser realiza una importación conceptual de otro autor igualmente ininteligible como lo es Jacques Lacan. Todo esto hace de Althusser “uno más” de esa tradición de autores que, desde Hegel a Heidegger pasando por Derrida y Deleuze, hacen del estilo obscuro y hermético su sello. Esto no es nada nuevo y autores como Alan Sokal y Jean Bricmont han denunciado estos hechos en su célebre libro titulado “Imposturas Intelectuales”, y Norman Levitt y Paul R. Gross en su libro “Higher Superstition. The Academic and its Quarrels with Science”. Oscuridad y falta e rigor lógico no es sinónimo de prfundidad filosófica.

 

[1] François Dosse, Historia del estructuralismo, tomo 2, El canto del cisne, 1967 hasta nuestros días (España: Ediciones Akal, 2004), 190-191.

[2] Louis Althusser, Marx dentro de sus límites (España: Ediciones Akal, 2003), 124.

[3] Ibid, 122.

[4] Louis Althusser y Etienne Balibar, Para leer El Capital (México: Siglo XXI editores, 2010), 8.

[5] Ibid., 18.

[6] Ibid., 18-19.

[7] Ibid., 10.

[8] Ibid.

[9] François Dosse, Historia del estructuralismo, tomo 2, 436.

[10] Mario Bunge, Diccionario de filosofía (México: Siglo XXI editores, 2005), 69.

[11] Mario Bunge, Crisis y reconstrucción de la filosofía (España: Editorial Gedisa, 2007), 91.