Algunas precisiones sobre el concepto de “Edad Media” y “medieval” (por Jan Doxrud)

Algunas precisiones sobre el concepto de “Edad Media” y “medieval”

Tenemos planificado para la próxima semana un debate en Valparaíso, donde ya invitamos a los rectores de UC y UCH y a los representantes de distintas instituciones para poder seguir discutiendo con apertura de miras porque aquí no hay temas tabú, No podemos seguir siendo una sociedad medieval. Debemos mirar hacia el futuro[1]

"Chile vive en la edad media del futuro. Tenemos una ventaja de recursos que es una oportunidad pero también un problema, porque no hay hambre de entender que las sociedades progresan cuando transformamos los recursos naturales en conocimiento, en educación, en ciencia"[2].

Las palabras anteriores provienen del político chileno Guido Girardi. El autor constituye un ejemplo emblemático de la persona que utiliza palabras que en realidad no entiende. Esto puede entenderse cuando proviene de la boca de un político ya que, en general, la clase política no se destaca por sus dotes intelectuales. Vemos que Girar utiliza el término “medieval” y “Edad Media” en un tono despectivo, es decir, medieval es sinónimo de obscurantismo, retraso y estancamiento. Por lo demás, creer que no podemos continuar “viviendo en una sociedad medieval”, es no entender en qué consistía la sociedad medieval.

En este artículo me propongo aclarar o hacer algunas precisiones en relación al concepto de Edad Media para comprender el origen del término y su potente carga negativo que llevó desde sus orígenes. Como en otro de mis artículos, la idea es pulir lo más posible un concepto determinado a la luz de distintas evidencias para intentar comprenderlo de mejor manera. Toda época tiene sus luces y sombras, así, la Edad Media puede ser asociada a las cruzadas o los excesos del tribunal de la Inquisición, pero también fue en aquella época donde nacieron las universidades, se desarrolló el arte románico y el gótico. También hay que destacar el ámbito de la filosofía (aunque para muchos prejuiciosos sólo se trate de “teología”) y aquellos influyentes pensadores cristianos como Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Alberto Magno, Guillermo de Ockham o Roger Bacon. Tenemos también a los pensadores árabes como Averroes, Avicena o Al-Ghazali. Por último podemos mencionar a interesantes y penetrantes místicos como Meister Eckhart, Nicolás de Cusa, Hildegarda de Bingen, Christine de Pizan o Margarita Porete. Para qué hablar de la literatura y la poesía. La Edad Media aún sigue presente en obras como las de J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis o J. K. Rowling.

En los colegios y universidades aun se enseña una línea de tiempo de la historia universal anacrónica y que se hace necesario urgentemente modificarla. Tenemos la Edad Antigua, donde encontramos la civilización macedónica, la cultura griega y los romanos. Con la caída del Imperio Romano de Occidente bajo la presión de los pueblos germanos, comenzaría esa aquella “obscura etapa”, es decir, la Edad Media, caracterizada únicamente por el fanatismo religioso, la superstición y la ignorancia. Pero posteriormente, tras mil años de obscuridad, se ve finalmente la luz al final del túnel y llegamos así al “Renacimiento”, que simboliza el redescubrimiento de la tradición greco-latina. Posteriormente continuamos con la Edad Moderna que comienza con el descubrimiento de América por Colón (¿hombre medieval o moderno?) o la caída de Constantinopla bajo el Imperio Turco. Después, en 1789, con la Revolución Francesa, se le dice a los alumnos que comienza la época “Contemporánea”. No deja de ser curioso que personajes como María Antonieta, Napoleón o Metternich sean, supuestamente, “contemporáneos” a  nosotros. Tenemos entonces que la Edad Media es una edad “intermedia” entre la gloria de Grecia y Roma, y la el Renacimiento italiano. El problema con esta visión es da por hecho que es así y no se procede a realizar una genealogía del concepto en cuestión.

Cabe aclarar que acá no se pretende pasar al otro extremo, esto es, hacer de la Edad Media una edad de oro, pero sí se pretende establecer ciertos matices ya que, después de todo, Europa no pudo haber estado sumido en mil años de obscuridad y violencia. Este debate tampoco hay que reducirlos entre los partidarios de la cristiandad y aquella facción antirreligiosa. Un eminente medievalista francés como Jacques Le Goff (1924-2014), que no se caracterizó por ser un cristiano, respondió lo siguiente a una pregunta:

-Usted, gran anticlerical, jamás deja de destacar el papel de la Iglesia en los mayores logros de la Edad Media.

 -¡Pero no es necesario ser un ferviente creyente para hablar bien de la Iglesia! También soy un convencido partidario del laicismo: principio admirable, establecido por el mismo Jesús cuando dijo: "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"[3].

Como escribió el historiador francés y director de estudios medievales de la Universidad de París IV París-Sorbonne, Jacques Heers (1924-2013):

Insistimos: nuestro propósito no es investir a esa Edad Media mítica con adornos más dignos o más brillantes. Nuestro propósito consiste en negar su existencia deliberadamente. No queremos demostrar que la Edad Media merece más simpatías o alabanzas, sino que ese término solamente representa una idea abstracta y muy vaga[4].

La Edad Media como tal no existe, es una invención, un discurso construido a partir de un período determinado de la historia. En palabras de Christian Amalvi, académico de la Universidad Paul Valéry Montpellier 3:

La Edad Media no existe. Ese período de casi mil años, que abarca desde la conquista de la Galia por Clodoveo hasta el final de la Guerra de los Cien Años, es una fabricación, una construcción, un mito, es decir, un conjunto de representaciones y de imágenes en perpetuo movimiento, ampliamente difundidas por la sociedad, de generación en generación…”[5].

Pero resulta complejo deshacerse de un término que lleva tanto tiempo rondando en boca de las personas por lo que lo mejor que se puede hacer, como señala Jacques Heers, es utilizar el concepto de “Edad Media” por pura comodidad, pero sin llenarla de un significado cualquiera.

El historiador francés Jean Verdon se también se refiere al “injusto” trato que se ha dado al período catalogado de “Edad media”:

Sin duda, no es fácil vivir en la Edad Media. Tampoco lo es en la actualidad…Siguen existiendo la violencia y la intolerancia, si bien en forma diferente.. En nuestra época, muchos progresos técnicos se vuelven contra el hombre en el terreno militar. No existe ninguna comparación entre la cantidad de muertos en las dos guerras mundiales del siglo XX y los de la guerra de los Cien Años. Todas las épocas, como todos los hombres, son ambivalentes. Lo importante es entender los diferentes aspectos con un espíritu crítico…”[6].

El punto de Verdon es de sentido común y es que no se puede juzgar gratuitamente una época de casi mil años sólo tomando en consideración sus aspectos negativos. El lector podrá hacer un experimento mental: avance trescientos años en el tiempo e imagine a un grupo de historiadores que se proponen establecer un nombre para su línea de tiempo para el siglo XX. Estos historiadores se maravillan por los avances científicos: química, astronomía, biología, etc. Pero luego se espantan al percatarse de lo siguiente: Primera Guerra Mundial, crisis económica de 1929 y la posterior depresión, ascenso de las dictaduras en Europa (comunismo, fascismo y nazismo), Segunda Guerra Mundial, la shoah perpetrada por los nazis, dos bombas atómicas lanzadas sobre población civil, Guerra Fría, limpiezas étnicas en los Balcanes (por ejemplo la Masacre de Srebrenica), hambrunas en el continente africano, etc. ¿Cómo procederían nuestros historiadores del futuro?  ¿Qué criterios utilizar para catalogar el siglo XX que, en relación a la Edad Media, tiene una extensión temporal extremadamente menor? El destacado historiador francés Georges Duby (1919-1996) en un excelente libro[7] nos muestra con evidencias los elementos de continuidad que existen entre el año 1000 y el año 2000: miedo a la miseria, el miedo al otro, el miedo a las epidemias, el miedo a la violencia, el miedo al más allá, de manera que hecha por la borda esa tajante división entre una “mentalidad moderna” y una “mentalidad medieval”.

Pasemos ahora a examinar el origen de esta palabra. Jacques Heers se pregunta sobre los límites temporales y espaciales de la Edad media: ¿dónde comenzar? ¿dónde terminar? El consenso es que la Edad media comienza con la caída del Imperio Romano de Occidente. El problema con esto, explica Heers, es que aún queda rondando la pregunta sobre el límite temporal. Tan es así que los investigadores se vieron en la necesidad de abandonar aquella cesura entre la Antigüedad y Edad Media, e introducir términos como Antigüedad Tardía (por ejemplo como lo hizo el destacado historiador Henri-Irénée Marrou[8]), Alta y Baja Edad Media. En cuanto al final de la Edad Media se nos dice que la podemos encontrar en la caída de Constantinopla por los turcos (1453) o el final de la Guerra de los Cien Años (1453). Pero también tenemos que la Edad Media finaliza con el descubrimiento de América por Colón, de manera que tenemos tres criterios diferentes: el fin de una guerra entre dos reinos (Francia e Inglaterra), la caída del Imperio Romano de Oriente, y el descubrimiento de un nuevo continente. Pero, como señala Heers, hay quienes utilizan como criterio demarcador las manifestaciones artísticas y culturales: “…se cita generalmente a Dante, a Petrarca o a Bocaccio, y a los Pisani y a Giotto. Pero, ¿seguimos teniendo presente que la Divina Comedia fue escrita entre 1307 y 1321, las Rimas de Petrarca en 1327, y el Decamerón entre 1350 y 1355? ¿Qué Niccolo Pisano terminó el púlpito del baptisterio de Pisa en 1260 y que Giotto finalizó las escenas de la iglesia superior de Asís antes de 1300?[9]. También cabe añadir otro criterio que es el económico y que coloca el énfasis en el cambio del sistema económico, esto es, del sistema feudal al capitalista, como nos enseña el materialismo histórico marxista

Entonces, ¿de dónde nació este concepto? Como señala Heers, toda investigación debe insertarse dentro de un marco cronológico lo que obliga a establecer una estricta periodización, claro que este hecho no debe significar necesariamente que debamos distorsionar el significado de los conceptos y presentar así una cronología de la historia europea arbitraria y que no corresponde con los hechos. Como escribe el historiador chileno Julio Retamal Favereau:

“…es perfectamente lícito que se forjen divisiones en los discursos en los discursos históricos como manera de comprenderlos mejor. Pero tales divisiones, etapas o períodos deben tener asentamiento en hechos reales y comprobables. Deben además, poseer un sentido unívoco, basado en un criterio analítico claro y bien delimitado. Deben también ser susceptibles de sobrevivir diversas revisiones y exámenes, hasta quedar consagrados por una especia de consenso generalizado[10].

Hay un acuerdo entre historiadores que el responsable del nacimiento del término fue Christoph Keller (1638-1701, Cellarius en latín) quien era un infatigable autor de manuales y no un historiador. En 1685 publicó un libro sobre la Historia Antigua, pero fue 1688 el año crucial cuando publica una obra titulada “Historia de la Edad Media desde los tiempos de Constantino el Grande hasta la toma de Constantinopla por los turcos” (Historia Medii Aevi a temporibus Constanini Magni ad Constaninopolim a Turcis captam deducía)

Como explica Retamal, el período en que vivió Keller representó la apoteosis del primer racionalismo europeo: el de Francis Bacon y Rene Descartes. A esta narrativa hay que añadir el aporte del historiador de la cultura suizo Jacob Burckhardt (1818-1897), quien agregó y glorificó el concepto de “Renacimiento”. Al respecto escribe Retamal:

En historia…se sigue apegado al arcaico esquema Keller-Burckhardt con una liviandad de juicio que asombra. ¿Son acaso los historiadores rémoras o un grupo de pensadores incapaces de superar esquemas obsoletos? ¿O bien se aferran a la rancia división de la historia por razones puramente prácticas, puesto que ella les permite describir la llamada historia ‘universal’ en lonjas fácilmente discernibles por estudiantes y aficionados? ¿Está, pues, la historia subordinada a la incultura o a la superficialidad de las ‘masas’?”[11].

El historiador y antropólogo francés, Jacques Lafaye ha dejado en evidencia en un interesante libro la otra cara del “Renacimiento”. Para Lafaye el Renacimiento significo un “renacer” continuo de las guerras civiles e internacionales. En palabras de Lafaye: “Parece como que el homo faber y el homo sapiens conjugaron sus esfuerzos para dar paso a un hombre a la vez criminal y suicida, el homo amaratus de las guerras modernas, que supera con mucho a los ejemplares romanos[12]. El Renacimiento es para Lafaye un mito histórico y constituyó tanto una época “apolínea” (esplendor de las artes) como una de tipo “marcial”. En palabras del historiador: “Y los historiadores de la época conocida como ‘el Renacimiento’ con mayúscula, están muy ocupados en contemplar las fiestas y las nuevas construcciones de geniales arquitectos, y poco atentos a las destrucciones causadas por la artillería, o sea el lado tenebroso de una época luminosa[13].

Conclusión

Cada vez que el lector y el señor Girardi utilice el concepto de “medieval” o “Edad Media”, recuerde las respuesta a la siguiente pregunta que dio el Jacques Le Goff:

-“¿Se podría decir entonces que seguimos viviendo en la Edad Media? 

-Sí. Pero esto quiere decir todo lo contrario de que estamos en una época de hordas salvajes, ignorantes e incultas, sumergidos en pleno oscurantismo. Estamos en la Edad Media porque de ella heredamos la ciudad, las universidades, nuestros sistemas de pensamiento, el amor por el conocimiento y la cortesía. Aunque, pensándolo bien, esto último bien podría estar en vías de extinción”.

 A esto podemos añadir las palabras del historiador belga Léopold Genicot (1914-1995):

“Mientras exista una civilización occidental y una iglesia cristiana permanecerá viva la Edad Media que aquélla engendró ésta nutrió”[14].




[1] Guido Girardi: “En Chile se violan los derechos humanos y sexuales de las mujeres”, Andes al día, 9 de abril de 2015 (artículo en línea: http://mediosclases.cl/andesaldia/?p=2590)

[2] Guido Girardi, “Chile vive en la Edad Media del futuro”, Publímetro, 11 de julio de 2015 (artículo en línea: http://www.publimetro.cl/nota/cronica/senador-girardi-chile-vive-en-la-edad-media-del-futuro/xIQoae!w70KyzrQkLcA2/)

[3] "Seguimos viviendo en la Edad Media", dice Jacques Le Goff, La Nación, 12 de octubre de 2005 (entrevista en línea: http://www.lanacion.com.ar/746748-seguimos-viviendo-en-la-edad-media-dice-jacques-le-goff)

[4] Jacques Heers, La invención de la Edad Media (España: Crítica, 1995), 29.

[5] Jacques Le Goff y Jean-Claude Schmitt, Diccionario razonado del Occidente medieval (España: Ediciones Akal, 2003), 232.

[6] Jean Verdon, Luces y sombras de la Edad Media (Argentina: El Ateneo, 2006),  276.

[7] Georges Duby, Año 1000, año 2000: la huella de nuestros miedos (Chile: Editorial Andrés Bello, 1995).   

[8] Henri-Irénée Marrou, ¿Decadencia romana o Antigüedad Tardía (España: Rialp, 1980)

[9] Jacques Heers, op. cit., 34.

[10] Julio Retamal Favereau, El Renacimiento,  una Invención Historiográfica (Chile: Universidad Gabriela Mistral, 1997), 334.

[11] Ibid., 9.

[12] Jacques Lafaye, Sangrientas fiestas del Renacimiento: la era de Carlos V, Francisco I y Solimán (1500-1557)

[13] Ibid., 15.

[14] Léopold Genicot, El espíritu de la Edad Medis (España: Noguer, 1990), 301.